El gobierno de Austria está formado por dos partidos a los que hasta ahora no se situaba habitualmente en el mismo equipo político: el conservador Partido Popular (ÖVP) y Los Verdes. La coalición fue negociada sobre dos pilares en los que se repartía el peso programático de la legislatura: restricciones a la inmigración y lucha contra el cambio climático, unos asuntos que hoy nos parecen de otro tiempo.
El coronavirus ha reseteado por completo el contenido político y la acción del poder ejecutivo y el canciller Sebastian Kurz ha logrado que ambos partidos trabajen como una piña en la gestión de la crisis.
La última muestra de esta unidad es la decisión de que todos los miembros del gobierno federal austriaco donen su salario neto mensual del mes de abril a organizaciones benéficas que estén jugando un destacado papel en la lucha contra el coronavirus (COVID-19) , a hospitales, laboratorios o en la atención a los afectados.
«Millones de personas deben renunciar a mucho en estos momentos, o se encuentran en una complicada situación económica», contextualiza el comunicado del gobierno en el que se ha hecho pública la decisión. «Como gobierno hacemos todo lo posible para sacar a Austria de esta crisis y al mismo tiempo deseamos enviar una señal personal para la unidad de todos en estos tiempos difíciles».
La suma neta alcanza los 162.000 euros
El vicecanciller Werner Kogler ha confirmado que cada ministro y secretario de Estado donarán un salario neto mensual cada uno «a organizaciones que ofrecen un aporte importante para que todos salgamos lo mejor posible de esta crisis». Y también ha confirmado las cantidades. El canciller Sebastian Kurz gana unos 11.500 euros mensuales netos, Kogler uno 10.400, cada uno de los 13 ministros unos 9.500 euros y los secretarios de Estado unos 8.500, por lo que la cantidad total de la donación ascenderá a unos 162.000 euros.
Con 14.782 infectados y 470 fallecidos, Austria pasa por ser uno de los países europeos que mejor ha gestionado la crisis del coronavirus y se encuentra ya en fase avanzada de desescalada de restricciones, aunque resulta difícil olvidar que desde una de sus estaciones de esquí, la de Ischgl, se propagó el virus a los cinco continentes, de manera que fue declarada foco de contagio y sus autoridades sanitarias afrontan una demanda colectiva por negligencia a la que se ha adherido ya miles de pacientes infectados.
Pero una vez superada la línea de control de la pandemia, Austria se encuentra ya en el siguiente capítulo, el de la difícil reactivación de la economía. Y en esta otra batalla, Austria da pasos atrás en cohesión europea.
Su ministro de Finanzas, Gernot Bluemel, ha sugerido que las normas de la Unión Europea sobre ayudas estatales deberían ser suspendidas para países como Austria, que han mostrado su solidaridad con los Estados miembros más afectados durante la pandemia. «Esta solidaridad no puede ser una calle de un solo sentido. También queremos ser capaces de mostrar solidaridad con nuestras propias empresas y por lo tanto exigimos que esta crisis se utilice para la solidaridad en el sentido de que suspendamos el régimen de ayudas estatales de la UE durante el tiempo que dure la crisis sanitaria», ha dicho.
La situación que ha de gestionar Bluemel no es nada sencilla y en ella oteamos lo que espera también la resto de países europeos. La caída del consumo, por el cierre temporal de todos los establecimientos no esenciales, ha golpeado como nunca en el país alpino el mercado laboral: unas 12.000 personas en promedio perdieron su empleo durante cada uno de los días de confinamiento, hasta alcanzar un récord en números absolutos de 562.5222 parados el pasado 31 de marzo. Esta cifra supone un aumento interanual del 52,5%, con 193.500 parados más respecto a marzo de 2019 y, en registros absolutos, el mayor número de desempleados desde el final de la II Guerra Mundial.
A estos desempleados, habría que añadir otros 250.000 trabajadores que han quedado en jornada reducida, situación en la que el Estado abona hasta el 90% del salario bruto. El impacto de conjunto es mucho mayor que el que tuvo la crisis financiera de 2008.
La tasa de paro queda situada en Austria en el 12,2%, lo que supone un 4,7% más que hace un año. «La última vez en que el paro se encontraba en estos niveles fue en la década de 1920», recuerda el historiador económico Oliver Kühschelm, de la Universidad de Viena. Las restricciones han afectado sobre todo al sector turístico y hotelero, en los que el paro se ha disparado con aumentos del 145%, impulsado por la elevada temporalidad. Austria ha sugerido ya a Alemania la negociación de un acuerdo bilateral para que los turistas alemanes, que este verano no podrán viajar a las costas mediterráneas, puedan optar por vacaciones en Austria gracias a las aperturas selectivas de fronteras.
El gobierno de Viena ha acordado un paquete de ayudas de 38.000 millones de euros, de los que 9.000 millones irán destinados a garantías de préstamos, 10.000 millones a moratorias fiscales y 15.000 millones a ayudas directas. Para poder acogerse a esas ayudas directas, empresas y autónomos deben demostrar una caída de su facturación de al menos el 40%.
En Europa, los ministros búlgaros ya han expresado su deseo de donar parte de sus emolumentos. En otras partes del mundo, también se han anunciado acciones de este tipo, especialmente en Nueva Zelanda.
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El gobierno de Austria está formado por dos partidos a los que hasta ahora no se situaba habitualmente en el mismo equipo político: el conservador Partido Popular (ÖVP) y Los Verdes. La coalición fue negociada sobre dos pilares en los que se repartía el peso programático de la legislatura: restricciones a la inmigración y lucha contra el cambio climático, unos asuntos que hoy nos parecen de otro tiempo.
El coronavirus ha reseteado por completo el contenido político y la acción del poder ejecutivo y el canciller Sebastian Kurz ha logrado que ambos partidos trabajen como una piña en la gestión de la crisis.
La última muestra de esta unidad es la decisión de que todos los miembros del gobierno federal austriaco donen su salario neto mensual del mes de abril a organizaciones benéficas que estén jugando un destacado papel en la lucha contra el coronavirus (COVID-19) , a hospitales, laboratorios o en la atención a los afectados.
«Millones de personas deben renunciar a mucho en estos momentos, o se encuentran en una complicada situación económica», contextualiza el comunicado del gobierno en el que se ha hecho pública la decisión. «Como gobierno hacemos todo lo posible para sacar a Austria de esta crisis y al mismo tiempo deseamos enviar una señal personal para la unidad de todos en estos tiempos difíciles».
La suma neta alcanza los 162.000 euros
El vicecanciller Werner Kogler ha confirmado que cada ministro y secretario de Estado donarán un salario neto mensual cada uno «a organizaciones que ofrecen un aporte importante para que todos salgamos lo mejor posible de esta crisis». Y también ha confirmado las cantidades. El canciller Sebastian Kurz gana unos 11.500 euros mensuales netos, Kogler uno 10.400, cada uno de los 13 ministros unos 9.500 euros y los secretarios de Estado unos 8.500, por lo que la cantidad total de la donación ascenderá a unos 162.000 euros.
Con 14.782 infectados y 470 fallecidos, Austria pasa por ser uno de los países europeos que mejor ha gestionado la crisis del coronavirus y se encuentra ya en fase avanzada de desescalada de restricciones, aunque resulta difícil olvidar que desde una de sus estaciones de esquí, la de Ischgl, se propagó el virus a los cinco continentes, de manera que fue declarada foco de contagio y sus autoridades sanitarias afrontan una demanda colectiva por negligencia a la que se ha adherido ya miles de pacientes infectados.
Pero una vez superada la línea de control de la pandemia, Austria se encuentra ya en el siguiente capítulo, el de la difícil reactivación de la economía. Y en esta otra batalla, Austria da pasos atrás en cohesión europea.
Su ministro de Finanzas, Gernot Bluemel, ha sugerido que las normas de la Unión Europea sobre ayudas estatales deberían ser suspendidas para países como Austria, que han mostrado su solidaridad con los Estados miembros más afectados durante la pandemia. «Esta solidaridad no puede ser una calle de un solo sentido. También queremos ser capaces de mostrar solidaridad con nuestras propias empresas y por lo tanto exigimos que esta crisis se utilice para la solidaridad en el sentido de que suspendamos el régimen de ayudas estatales de la UE durante el tiempo que dure la crisis sanitaria», ha dicho.
La situación que ha de gestionar Bluemel no es nada sencilla y en ella oteamos lo que espera también la resto de países europeos. La caída del consumo, por el cierre temporal de todos los establecimientos no esenciales, ha golpeado como nunca en el país alpino el mercado laboral: unas 12.000 personas en promedio perdieron su empleo durante cada uno de los días de confinamiento, hasta alcanzar un récord en números absolutos de 562.5222 parados el pasado 31 de marzo. Esta cifra supone un aumento interanual del 52,5%, con 193.500 parados más respecto a marzo de 2019 y, en registros absolutos, el mayor número de desempleados desde el final de la II Guerra Mundial.
A estos desempleados, habría que añadir otros 250.000 trabajadores que han quedado en jornada reducida, situación en la que el Estado abona hasta el 90% del salario bruto. El impacto de conjunto es mucho mayor que el que tuvo la crisis financiera de 2008.
La tasa de paro queda situada en Austria en el 12,2%, lo que supone un 4,7% más que hace un año. «La última vez en que el paro se encontraba en estos niveles fue en la década de 1920», recuerda el historiador económico Oliver Kühschelm, de la Universidad de Viena. Las restricciones han afectado sobre todo al sector turístico y hotelero, en los que el paro se ha disparado con aumentos del 145%, impulsado por la elevada temporalidad. Austria ha sugerido ya a Alemania la negociación de un acuerdo bilateral para que los turistas alemanes, que este verano no podrán viajar a las costas mediterráneas, puedan optar por vacaciones en Austria gracias a las aperturas selectivas de fronteras.
El gobierno de Viena ha acordado un paquete de ayudas de 38.000 millones de euros, de los que 9.000 millones irán destinados a garantías de préstamos, 10.000 millones a moratorias fiscales y 15.000 millones a ayudas directas. Para poder acogerse a esas ayudas directas, empresas y autónomos deben demostrar una caída de su facturación de al menos el 40%.
En Europa, los ministros búlgaros ya han expresado su deseo de donar parte de sus emolumentos. En otras partes del mundo, también se han anunciado acciones de este tipo, especialmente en Nueva Zelanda.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 9, 2020