El término populicidio surge como neologismo crítico para describir la destrucción del pueblo como sujeto político. No se trata necesariamente de violencia física, sino de mecanismos institucionales, simbólicos y jurídicos que buscan desarraigar y deslegitimar a una comunidad en su condición de actor soberano.
Aunque François-Noël Babeuf (Gracchus Babeuf, 1760–1797) no utilizó el término populicidio, su obra Le système de dépopulation (1795) constituye una fuente genealógica clave. Allí denuncia que “se ha organizado un sistema de despoblación, de exterminio lento, de supresión del pueblo por medios legales y administrativos”. Babeuf anticipa la idea de que el poder puede disfrazarse de legalidad mientras ejecuta una política de destrucción del pueblo. Esta crítica inaugura una línea de pensamiento que conecta con el populicidio judicial contemporáneo: la justicia como instrumento de exclusión, no de emancipación.
EL CASO ARGENTINO
En Argentina, el populicidio se manifiesta en el uso del aparato judicial bajo el argumento de juzgar crímenes de lesa humanidad cometidos en los años 70. Presentados como actos de justicia, estos procesos derivaron en prácticas arbitrarias que vulneran principios básicos del derecho penal:
Violación del principio de legalidad: se aplican normas retroactivas y se reinterpretan figuras jurídicas sin base normativa sólida.
Presunción de culpabilidad por pertenencia institucional: ser militar, policía o funcionario judicial se convierte en indicio automático de responsabilidad.
Subversión del principio de inocencia: el acusado es despojado de garantías procesales y reducido a símbolo del mal absoluto.
Nietzsche
La justicia federal argentina, al condenar sin base legal a ex agentes del Estado, incurrió en lo que puede considerarse el populicidio más grave de la historia nacional. Este proceso contó con el aval de gobiernos, parlamentos, asociaciones de derechos humanos, medios y académicos que, en nombre de los derechos humanos, terminaron por violarlos.
Recordando que, la crítica filosófica ilumina este fenómeno articulando las reflexiones de algunos filósofos, por ejemplo:
Nietzsche: el resentimiento es la reacción del débil que transforma su impotencia en moral reactiva. Así, los juicios se convierten en venganza diferida, donde el castigo funciona como redención simbólica.
Ricoeur: la memoria puede ser instrumentalizada políticamente. En Argentina, la “memoria oficial” se impone como dogma, criminalizando toda narrativa alternativa como negacionismo.
Zizek: el castigo deviene espectáculo de goce ideológico. Los juicios en Argentina no buscan verdad ni justicia, sino reafirmar una identidad colectiva herida mediante la humillación pública del enemigo y no adversario ideológico.
Levinas: el acusado es despojado de su rostro, convertido en enemigo absoluto como en los juicios en Argentina. La ética exige reconocer su alteridad incluso en el conflicto.
En este marco, la justicia emocional se convierte en una forma de inautenticidad: guiada por resentimiento histórico, sustituye la búsqueda de verdad y reconciliación por hegemonía ideológica.
ARGUMENTOS ADICIONALES
Desarraigo comunitario: el acusado es separado de su historia, su comunidad y su humanidad. La violencia simbólica se ejerce mediante el lenguaje judicial, que lo convierte en objeto de exclusión.
Sacralización de la memoria única: se impone una narrativa oficial que clausura el debate histórico y convierte cualquier disenso en delito.
Genocidio político: aunque no implica exterminio físico, el populicidio judicial destruye institucional y simbólicamente al adversario, borrando su existencia como sujeto político.
Erosión del derecho internacional: al violar principios universales de legalidad y debido proceso, Argentina compromete su responsabilidad en el sistema jurídico global.
Fragmentación social: lejos de reconciliar, estos juicios profundizan divisiones, consolidando una hegemonía que desnaturaliza el derecho y debilita la confianza en las instituciones.
CONCLUSIÓN
El populicidio judicial argentino constituye una forma de justicia emocional guiada por resentimiento histórico. No promueve verdad ni reconciliación, sino hegemonía ideológica y destrucción simbólica del adversario. Debemos pensar en una justicia ética, plural y racional, capaz de resistir la tentación de la venganza disfrazada de legalidad.
Los populicidas contemporáneos en Argentina son los miembros de la justicia federal (jueces, fiscales), integrantes de cámaras federales, ministros de la Corte Suprema, gobiernos y parlamentos que, desde 1983 hasta hoy, han avalado o silenciado estas prácticas. En nombre de los derechos humanos, se ha consolidado un sistema que los vulnera, deshumanizando a quienes fueron parte del Estado en los años 70 y reduciéndolos a símbolos del mal absoluto.
Yo elegí defender el Estado de Derecho y los Derechos Humanos de todos por igual, los populicidas argentinos, no.
Prof. Mario Sandoval Presidente de Casppa France
1-Mario Sandoval, francés, nació en Buenos Aires. Formación y actividades en ciencias políticas, filosofía, habiendo ocupado funciones en los sectores públicos y privados, la docencia superior y consultorías, a nivel nacional e internacional, en los campos de las relaciones internacionales, la geopolítica. Detenido arbitrariamente por la Argentina, actualmente privado de libertad en la prisión de alta seguridad de la U34 del SPF.
2- Nietzsche, F: Genealogía de la moral. Alianza, 2002.
3- Ricoeur, P: La memoria, la historia, el olvido. Trotta, 2003.
4- Zizek, S. En defensa de la intolerancia. Sequitur, 2008.
5- Levinas, E. Totalidad e infinito. Sígueme, 2002.
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El término populicidio surge como neologismo crítico para describir la destrucción del pueblo como sujeto político. No se trata necesariamente de violencia física, sino de mecanismos institucionales, simbólicos y jurídicos que buscan desarraigar y deslegitimar a una comunidad en su condición de actor soberano.
Aunque François-Noël Babeuf (Gracchus Babeuf, 1760–1797) no utilizó el término populicidio, su obra Le système de dépopulation (1795) constituye una fuente genealógica clave. Allí denuncia que “se ha organizado un sistema de despoblación, de exterminio lento, de supresión del pueblo por medios legales y administrativos”. Babeuf anticipa la idea de que el poder puede disfrazarse de legalidad mientras ejecuta una política de destrucción del pueblo. Esta crítica inaugura una línea de pensamiento que conecta con el populicidio judicial contemporáneo: la justicia como instrumento de exclusión, no de emancipación.
EL CASO ARGENTINO
En Argentina, el populicidio se manifiesta en el uso del aparato judicial bajo el argumento de juzgar crímenes de lesa humanidad cometidos en los años 70. Presentados como actos de justicia, estos procesos derivaron en prácticas arbitrarias que vulneran principios básicos del derecho penal:
La justicia federal argentina, al condenar sin base legal a ex agentes del Estado, incurrió en lo que puede considerarse el populicidio más grave de la historia nacional. Este proceso contó con el aval de gobiernos, parlamentos, asociaciones de derechos humanos, medios y académicos que, en nombre de los derechos humanos, terminaron por violarlos.
Recordando que, la crítica filosófica ilumina este fenómeno articulando las reflexiones de algunos filósofos, por ejemplo:
En este marco, la justicia emocional se convierte en una forma de inautenticidad: guiada por resentimiento histórico, sustituye la búsqueda de verdad y reconciliación por hegemonía ideológica.
ARGUMENTOS ADICIONALES
CONCLUSIÓN
El populicidio judicial argentino constituye una forma de justicia emocional guiada por resentimiento histórico. No promueve verdad ni reconciliación, sino hegemonía ideológica y destrucción simbólica del adversario. Debemos pensar en una justicia ética, plural y racional, capaz de resistir la tentación de la venganza disfrazada de legalidad.
Los populicidas contemporáneos en Argentina son los miembros de la justicia federal (jueces, fiscales), integrantes de cámaras federales, ministros de la Corte Suprema, gobiernos y parlamentos que, desde 1983 hasta hoy, han avalado o silenciado estas prácticas. En nombre de los derechos humanos, se ha consolidado un sistema que los vulnera, deshumanizando a quienes fueron parte del Estado en los años 70 y reduciéndolos a símbolos del mal absoluto.
Yo elegí defender el Estado de Derecho y los Derechos Humanos de todos por igual, los populicidas argentinos, no.
Prof. Mario Sandoval Presidente de Casppa France
1-Mario Sandoval, francés, nació en Buenos Aires. Formación y actividades en ciencias políticas, filosofía, habiendo ocupado funciones en los sectores públicos y privados, la docencia superior y consultorías, a nivel nacional e internacional, en los campos de las relaciones internacionales, la geopolítica. Detenido arbitrariamente por la Argentina, actualmente privado de libertad en la prisión de alta seguridad de la U34 del SPF.
2- Nietzsche, F: Genealogía de la moral. Alianza, 2002.
3- Ricoeur, P: La memoria, la historia, el olvido. Trotta, 2003.
4- Zizek, S. En defensa de la intolerancia. Sequitur, 2008.
5- Levinas, E. Totalidad e infinito. Sígueme, 2002.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 25, 2025