Por qué lo voy a votar a Milei a pesar de lo que dijo sobre los militares
El candidato de la Libertad Avanza dijo que está bien que los Héroes de la Guerra contra el Terrorismo "cumplan la pena" que les corresponde. ¿Por qué, a pesar de esto, sigo confiando en él?
El candidato presidencial por la Libertad Avanza, Javier Milei, fue entrevistado por el periodista Rolando Graña y éste, más fiel a sus urgencias emocionales que leal con su trabajo periodístico, insistió con la misma pregunta: ¿Qué piensa hacer Milei con los militares condenados por delitos de Lesa Humanidad? La respuesta de Milei, claramente, reedita el mismo mamarracho políticamente correcto que encorseta el pensamiento de la gran mayoría de los políticos: “Si cometieron delitos, tienen que cumplir la pena”, dijo.
Habida cuenta de que quien suscribe ha sabido manifestar en reiteradas ocasiones su particular apoyo a la fórmula presidencial “Milei – Villarruel” y de que buena parte de mi desempeño periodístico se debe a denunciar las ilegalidades en torno a los llamados “juicios de lesa humanidad”, mi teléfono celular se llenó de mensajes al respecto. “Ahí los tenés, vos que los vas a votar” fue, prácticamente, el denominador común de buena parte de los recados que me dejaron. Ensayo esta respuesta para todos, entonces.
No creo que la cobardía haya llevado a Milei a decir tamaña burrada porque si algo ha sabido diferenciar a este candidato del resto es justamente la franqueza y valentía con que encara sus diversas exposiciones. Pero sí aquí debemos entender cuál es la naturaleza ideológica del mencionado. Javier Milei es liberal (o libertario, o anarcolibertario, o cualquiera de todas esas profusas denominaciones con las que los liberales se intentan “autopercibir”), y con esto lo que quiero significar es que, como en el 99% de los liberales, Javier Milei conoce la historia de los setenta lo mismo que el “Chavo del 8”. Como el 99% de los liberales, repite lo que tocó de oído, no conoce, no le interesa. Como el 99 % de los liberales argentinos, podría reivindicar el gobierno de Pinochet al mismo tiempo que despotrica contra el del General Videla (algo que he observado infinidad de veces).
Los liberales, en general, no sólo que son personas inteligentes, sino que, además, acreditan una formación por sobre la media, pero dentro de la misma la materia “historia argentina” no aparece ni como un trabajo práctico, además de que como son gente abocada a “los grandes temas” en ningún momento se sintieron interesados en informarse mejor respecto de la controversia setentista, desconociendo, en consecuencia, el nivel de estafa que hay actualmente en torno a lo mismo y el enorme daño pergeñado a miles de familias argentinas. Ante la pregunta de Graña, Milei respondió con lo que tocó de oído, con lo que respondería cualquier liberal argentino más embelesado con Von Mises y la Escuela Austríaca que con la realidad autóctona.
¿Qué condena tienen que cumplir los militares?
Parece que el candidato de la Libertad Avanza ignora, lamentablemente, que los militares que combatieron contra el terrorismo en los años 70 no tienen que cumplir ninguna condena, sino que, por el contrario, la mayoría de ellos tendrían que ser condecorados como héroes de guerra al igual que muchos Veteranos de Malvinas. Milei debería enterarse que para juzgar y condenar a los militares victoriosos tuvo que llevarse a cabo una infinidad de obscenas violaciones tanto a la Constitución Nacional como a cuanta ley o tratado exista.
Es falso, pues, que los militares llevaron a cabo un “genocidio” (como pretenden los señores como Graña y razón por la cual están presos) puesto que su accionar antisubversivo –por el mismo gobierno nacional ordenado, en plena democracia- comprende el “aniquilamiento” de los ejércitos guerrilleros comprometidos en una guerra irregular y no de un grupo poblacional enmarcado dentro una caracterología racial, religiosa o lo que fuere. No se los combatió por blancos, judíos, lindos o feos; se los combatió por terroristas que se habían propuesto –en plena democracia- tumbar al Estado Nacional e imponer una dictadura comunista de tinte castrista. Milei debería leer los libros que escribió su compañera de fórmula a fin de enterarse mejor todavía respecto de la metodología que implementaron estos maravillosos “jóvenes idealistas”.
El caso es que si, lamentablemente, hubiera habido un “genocidio” como el que imagina la progresía actual, dicho delito ya hubiera prescripto en el sentido de que para el momento en que hubieran tenido lugar los hechos denunciados no imperaba el Tratado de Roma al que Argentina adhirió recién después de la década de los noventa. Para juzgar a los militares fue necesario, entonces, dos cosas: primero, mentir la historia; segundo, violar el mismo Tratado de Roma (por más abstruso que parezca), el cual dispone que sus condiciones deben aplicarse desde el día en que entra en vigor para adelante y no hacia atrás en el tiempo, como efectivamente se hizo acá. Inventaron que en Argentina hubo un genocidio –que no tuvo lugar, claro- y, luego, hicieron de cuenta que el Tratado de Roma –por absurdas razones- había estado adoptado en Argentina desde siempre.
Entonces, al no haber delito –tanto porque no lo hubo, como porque el mismo ya habría proscrito y porque, dado el caso, no lo comprendería el Tratado de Roma por haberse dado con antelación a su puesta en vigor- configura una rotunda y perversa ilegalidad que los Héroes de la Guerra Contra el Terrorismo hayan sido apresados, juzgados y condenados en base a toda una parodia enfermiza donde se siguió violando sistemáticamente no solamente la Constitución y los tratados vigentes sino, además, los mismos Derechos Humanos que tanto cacarean los operadores como Graña y compañía. Aquí podríamos señalar, resumidamente, desde el hecho de que los militares hayan sido juzgados con un tribunal no natural (el caso omiso, empero, que se hizo del mismo si consideramos lo dictado por la justicia alfonsinista –torcieron lo torcido), la absoluta falta de imparcialidad por parte de la mayoría de los jueces y fiscales, las innumerables testificaciones falsas hasta la falta de igualdad ante la ley y demás violaciones a las garantías constitucionales que se pergeñaron con bombos y platillos.
Tengo, pues, la esperanza de que, si Milei conociera estas cuestiones, no sólo que no hubiera respondido con una burrada a la pregunta de Graña, sino que le hubiera dicho que “no, no habría que indultar a los militares porque no hay nada para indultar. Habría que liberarlos automáticamente porque son víctimas de un sistema perverso que cometió cualquier clase de ilegalidades con tal de apresarlos, enquistarse ellos en el poder y expoliar sistemáticamente el erario público para pagar sus caprichos”.
Ojalá que estas líneas lleguen al candidato y pueda rever sus consideraciones o, al menos, informarse un poco mejor. Se lo pide una persona que lo va a votar a pesar de este yerro.
En varias ocasiones, durante la entrevista de Graña, Milei apeló al nombre de su compañera, Victoria Villarruel, y afirmó que la mujer es la única candidata a vicepresidente que no está puesta “de modo decorativo”. No dudo que así sea (sería un derroche), pero también afirmó que Victoria “piensa como él” respecto de la burrada que dijo sobre los militares. No conozco, con exactitud, el pensamiento de Victoria al respecto ni sería razonable de mi parte arrogarme el hecho de hablar por ella, desde ya, pero me permito entender que, tratándose no solamente de una abogada (hija de un Veterano de Malvinas) sino, además, de una referente de las víctimas del terrorismo en Argentina (no olvidemos que es presidente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas – CELTYV), su pensamiento en torno a los años 70 debe ser, a lo menos, obligadamente distinto que el de su compañero.
En realidad, lo que espanta a la progresía setentista no es Milei (ya vimos que no está informado) sino, precisamente, Victoria Villarruel, la mujer que sí conoce del tema y que, además, cuando le ha tocado hablar sobre esto lo ha hecho de modo imbatible y sin siquiera alterarse. Nótese que “lo corren” a Milei con este tema, no a ella. Pero hete aquí una singularidad: mientras que la prensa izquierdista insiste con que Victoria “defiende o reivindica a los militares genocidas” (tal como lo dijo Graña), pues ocurre que por el lado de buena parte de los militares involucrados en la guerra de los setenta –es decir, los mismos presos- le reprochan a la candidata que “los dejó de lado” y se abocó solo y exclusivamente a “defender a las víctimas” (del terrorismo en Argentina).
Lo que muchos militares y Presos Políticos deberían entender es que Victoria no es La Mujer Maravilla y no puede hacer TODO. Quien mucho abarca, poco aprieta; por tanto, si llegara a ser cierto que Victoria “desatendió” la ilegalidad en torno al seudo enjuiciamiento a los militares, bien podríamos pensar que lo mismo pudo haberse dado ante la obligación de priorizar una causa o estrategia en particular, que no deja de ser global y que, en consecuencia, los favorecería por carácter transitivo, ya que son ellos también víctimas de los mismos asesinos de antaño. Ahora, es válido pensar que, si por defender “sólo” a las víctimas del terrorismo, es Victoria sindicada por los zurdos como de “amiga de los genocidas”, si esto efectivamente fuera así -es decir, si la doctora hubiera exteriorizado una posición al respecto-, pues no me cabe duda de que, a esta altura, ya hubiera sido colgada en el Obelisco y apedreada, incluso, por muchos de los de este mismo lado.
Es que el reproche que se le hace a Victoria (y a Javier) es, en buena medida, un “autorreproche” que muchos se realizan a sí mismos o, bien, entre ellos mismos. Es que ni Victoria ni Javier tienen para con los militares detenidos ninguna obligación en especial (bien podrían desentenderse completamente del tema y que se arreglen). Ni Victoria ni Javier tienen mayor obligación que los mismos camaradas que brillaron por su ausencia en los miles de circos de lesa humanidad que se llevaron a cabo estos últimos veinte años, o aquellos otros que se desentendieron completamente de esta cuestión al extremo de darle la espalda a las familias de sus camaradas. Se les exige a los candidatos un nivel de compromiso que no existió -ni existe- ni dentro de la misma fuerza o de la llamada “familia militar”, un nivel de compromiso que no se ve en tanta gente que hasta el día de hoy prioriza cuestiones secundarias (fundamentalmente respecto de Villarruel) por sobre “la” causa mayor. Claramente, se les exige a ellos lo que ni se les ocurriría exigir al resto de los candidatos, y esto es lo que los diferencia.
¿Qué pensarías vos si te toca estar en un cargo público y Victoria no te apoya por alguna rencilla del pasado? ¿Y qué pensarías de Victoria si, a pesar de esa rencilla, te banca igual? En la respuesta a estas dos preguntas, está la grandeza espiritual que necesitamos para abordar esta temática y un resumen de la explicación de por qué todavía estamos como estamos.
Conclusión: siguen siendo nuestra única opción
Es curioso observar que tanto a Victoria como a Javier muchas personas les exigen un estricto certificado de pureza y perfección al tiempo que son sumamente condescendientes con las felonías de los candidatos que apoyan. Por caso, mientras que a Victoria algunos no le perdonan que “solo se haya abocado a las víctimas” (como si esto no fuera ya absolutamente importante), no he observado ningún tipo de recelo respecto del pasado montonero de la candidata Patricia Bullrich ni tampoco respecto de su silencio en torno al pérfido circo de los “juicios de lesa” con que encarcelaron a los militares, más aún si consideramos los cuatro años de macrismo donde no se hizo otra cosa más que seguir encanando inocentes.
En caso de ganar la elección (van bien, porque cuanto más los atacan es porque van bien), Argentina está tan podrida por lo que es tan amplio el abanico de cosas a resolver que la cuestión “lesa” es apenas una entre tantas, POR MÁS IMPORTANTE QUE SEA PARA NOSOTROS. Ideología de género (a los niños les están enseñando pornografía en los colegios), Agenda 2030, disminución del gasto público, inflación, desocupación, educación, seguridad, narcotráfico, Fuerzas Armadas son otras de las urgencias sobre las que el próximo presidente deberá adoptar una postura y comenzar a hacer. Pues, en el hipotético caso de que efectivamente la pareja de candidatos de la Libertad Avanza no tuviera una postura tan favorable para con los militares detenidos, ¿acaso no siguen siendo los más confiables para comenzar a desandar los otros desafíos que vienen, o realmente vamos a creer que los mismos que nos hundieron en esta crisis moral, cultural y económica –para enriquecerse ellos y enquistarse en el poder- son, ahora y por arte de magia, aquellos que nos van a salvar de terminar de hundirnos del todo?
También, la respuesta a este interrogante explicará, resumidamente, por qué estamos cómo estamos. En lo que a mí respecta, quiero asumir la responsabilidad –como votante- de ser parte de lo que viene, con todos sus errores y todas sus cosas. No me interesa la “comodidad” que prodiga votar “a lo seguro”, por más cosas que prometan avergonzadamente en voz baja o en secreto. Acá tienen un aliado orgulloso de ser como es, de decir las cosas que dice, de pensar como piensa y de asumirse como el primer ejemplo de las cosas que propone para marchar hacia un país mejor. Acá no tienen a uno que delega su responsabilidad como argentino sino a uno que la acepta y se hace cargo.
Por esto, a mí no me tienen que prometer nada… yo sé bien para qué carajo los voy a votar.
◘
Por David Rey.
El candidato presidencial por la Libertad Avanza, Javier Milei, fue entrevistado por el periodista Rolando Graña y éste, más fiel a sus urgencias emocionales que leal con su trabajo periodístico, insistió con la misma pregunta: ¿Qué piensa hacer Milei con los militares condenados por delitos de Lesa Humanidad? La respuesta de Milei, claramente, reedita el mismo mamarracho políticamente correcto que encorseta el pensamiento de la gran mayoría de los políticos: “Si cometieron delitos, tienen que cumplir la pena”, dijo.
Habida cuenta de que quien suscribe ha sabido manifestar en reiteradas ocasiones su particular apoyo a la fórmula presidencial “Milei – Villarruel” y de que buena parte de mi desempeño periodístico se debe a denunciar las ilegalidades en torno a los llamados “juicios de lesa humanidad”, mi teléfono celular se llenó de mensajes al respecto. “Ahí los tenés, vos que los vas a votar” fue, prácticamente, el denominador común de buena parte de los recados que me dejaron. Ensayo esta respuesta para todos, entonces.
No creo que la cobardía haya llevado a Milei a decir tamaña burrada porque si algo ha sabido diferenciar a este candidato del resto es justamente la franqueza y valentía con que encara sus diversas exposiciones. Pero sí aquí debemos entender cuál es la naturaleza ideológica del mencionado. Javier Milei es liberal (o libertario, o anarcolibertario, o cualquiera de todas esas profusas denominaciones con las que los liberales se intentan “autopercibir”), y con esto lo que quiero significar es que, como en el 99% de los liberales, Javier Milei conoce la historia de los setenta lo mismo que el “Chavo del 8”. Como el 99% de los liberales, repite lo que tocó de oído, no conoce, no le interesa. Como el 99 % de los liberales argentinos, podría reivindicar el gobierno de Pinochet al mismo tiempo que despotrica contra el del General Videla (algo que he observado infinidad de veces).
Los liberales, en general, no sólo que son personas inteligentes, sino que, además, acreditan una formación por sobre la media, pero dentro de la misma la materia “historia argentina” no aparece ni como un trabajo práctico, además de que como son gente abocada a “los grandes temas” en ningún momento se sintieron interesados en informarse mejor respecto de la controversia setentista, desconociendo, en consecuencia, el nivel de estafa que hay actualmente en torno a lo mismo y el enorme daño pergeñado a miles de familias argentinas. Ante la pregunta de Graña, Milei respondió con lo que tocó de oído, con lo que respondería cualquier liberal argentino más embelesado con Von Mises y la Escuela Austríaca que con la realidad autóctona.
¿Qué condena tienen que cumplir los militares?
Parece que el candidato de la Libertad Avanza ignora, lamentablemente, que los militares que combatieron contra el terrorismo en los años 70 no tienen que cumplir ninguna condena, sino que, por el contrario, la mayoría de ellos tendrían que ser condecorados como héroes de guerra al igual que muchos Veteranos de Malvinas. Milei debería enterarse que para juzgar y condenar a los militares victoriosos tuvo que llevarse a cabo una infinidad de obscenas violaciones tanto a la Constitución Nacional como a cuanta ley o tratado exista.
Es falso, pues, que los militares llevaron a cabo un “genocidio” (como pretenden los señores como Graña y razón por la cual están presos) puesto que su accionar antisubversivo –por el mismo gobierno nacional ordenado, en plena democracia- comprende el “aniquilamiento” de los ejércitos guerrilleros comprometidos en una guerra irregular y no de un grupo poblacional enmarcado dentro una caracterología racial, religiosa o lo que fuere. No se los combatió por blancos, judíos, lindos o feos; se los combatió por terroristas que se habían propuesto –en plena democracia- tumbar al Estado Nacional e imponer una dictadura comunista de tinte castrista. Milei debería leer los libros que escribió su compañera de fórmula a fin de enterarse mejor todavía respecto de la metodología que implementaron estos maravillosos “jóvenes idealistas”.
El caso es que si, lamentablemente, hubiera habido un “genocidio” como el que imagina la progresía actual, dicho delito ya hubiera prescripto en el sentido de que para el momento en que hubieran tenido lugar los hechos denunciados no imperaba el Tratado de Roma al que Argentina adhirió recién después de la década de los noventa. Para juzgar a los militares fue necesario, entonces, dos cosas: primero, mentir la historia; segundo, violar el mismo Tratado de Roma (por más abstruso que parezca), el cual dispone que sus condiciones deben aplicarse desde el día en que entra en vigor para adelante y no hacia atrás en el tiempo, como efectivamente se hizo acá. Inventaron que en Argentina hubo un genocidio –que no tuvo lugar, claro- y, luego, hicieron de cuenta que el Tratado de Roma –por absurdas razones- había estado adoptado en Argentina desde siempre.
Entonces, al no haber delito –tanto porque no lo hubo, como porque el mismo ya habría proscrito y porque, dado el caso, no lo comprendería el Tratado de Roma por haberse dado con antelación a su puesta en vigor- configura una rotunda y perversa ilegalidad que los Héroes de la Guerra Contra el Terrorismo hayan sido apresados, juzgados y condenados en base a toda una parodia enfermiza donde se siguió violando sistemáticamente no solamente la Constitución y los tratados vigentes sino, además, los mismos Derechos Humanos que tanto cacarean los operadores como Graña y compañía. Aquí podríamos señalar, resumidamente, desde el hecho de que los militares hayan sido juzgados con un tribunal no natural (el caso omiso, empero, que se hizo del mismo si consideramos lo dictado por la justicia alfonsinista –torcieron lo torcido), la absoluta falta de imparcialidad por parte de la mayoría de los jueces y fiscales, las innumerables testificaciones falsas hasta la falta de igualdad ante la ley y demás violaciones a las garantías constitucionales que se pergeñaron con bombos y platillos.
Tengo, pues, la esperanza de que, si Milei conociera estas cuestiones, no sólo que no hubiera respondido con una burrada a la pregunta de Graña, sino que le hubiera dicho que “no, no habría que indultar a los militares porque no hay nada para indultar. Habría que liberarlos automáticamente porque son víctimas de un sistema perverso que cometió cualquier clase de ilegalidades con tal de apresarlos, enquistarse ellos en el poder y expoliar sistemáticamente el erario público para pagar sus caprichos”.
Ojalá que estas líneas lleguen al candidato y pueda rever sus consideraciones o, al menos, informarse un poco mejor. Se lo pide una persona que lo va a votar a pesar de este yerro.
En varias ocasiones, durante la entrevista de Graña, Milei apeló al nombre de su compañera, Victoria Villarruel, y afirmó que la mujer es la única candidata a vicepresidente que no está puesta “de modo decorativo”. No dudo que así sea (sería un derroche), pero también afirmó que Victoria “piensa como él” respecto de la burrada que dijo sobre los militares. No conozco, con exactitud, el pensamiento de Victoria al respecto ni sería razonable de mi parte arrogarme el hecho de hablar por ella, desde ya, pero me permito entender que, tratándose no solamente de una abogada (hija de un Veterano de Malvinas) sino, además, de una referente de las víctimas del terrorismo en Argentina (no olvidemos que es presidente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas – CELTYV), su pensamiento en torno a los años 70 debe ser, a lo menos, obligadamente distinto que el de su compañero.
En realidad, lo que espanta a la progresía setentista no es Milei (ya vimos que no está informado) sino, precisamente, Victoria Villarruel, la mujer que sí conoce del tema y que, además, cuando le ha tocado hablar sobre esto lo ha hecho de modo imbatible y sin siquiera alterarse. Nótese que “lo corren” a Milei con este tema, no a ella. Pero hete aquí una singularidad: mientras que la prensa izquierdista insiste con que Victoria “defiende o reivindica a los militares genocidas” (tal como lo dijo Graña), pues ocurre que por el lado de buena parte de los militares involucrados en la guerra de los setenta –es decir, los mismos presos- le reprochan a la candidata que “los dejó de lado” y se abocó solo y exclusivamente a “defender a las víctimas” (del terrorismo en Argentina).
Lo que muchos militares y Presos Políticos deberían entender es que Victoria no es La Mujer Maravilla y no puede hacer TODO. Quien mucho abarca, poco aprieta; por tanto, si llegara a ser cierto que Victoria “desatendió” la ilegalidad en torno al seudo enjuiciamiento a los militares, bien podríamos pensar que lo mismo pudo haberse dado ante la obligación de priorizar una causa o estrategia en particular, que no deja de ser global y que, en consecuencia, los favorecería por carácter transitivo, ya que son ellos también víctimas de los mismos asesinos de antaño. Ahora, es válido pensar que, si por defender “sólo” a las víctimas del terrorismo, es Victoria sindicada por los zurdos como de “amiga de los genocidas”, si esto efectivamente fuera así -es decir, si la doctora hubiera exteriorizado una posición al respecto-, pues no me cabe duda de que, a esta altura, ya hubiera sido colgada en el Obelisco y apedreada, incluso, por muchos de los de este mismo lado.
Es que el reproche que se le hace a Victoria (y a Javier) es, en buena medida, un “autorreproche” que muchos se realizan a sí mismos o, bien, entre ellos mismos. Es que ni Victoria ni Javier tienen para con los militares detenidos ninguna obligación en especial (bien podrían desentenderse completamente del tema y que se arreglen). Ni Victoria ni Javier tienen mayor obligación que los mismos camaradas que brillaron por su ausencia en los miles de circos de lesa humanidad que se llevaron a cabo estos últimos veinte años, o aquellos otros que se desentendieron completamente de esta cuestión al extremo de darle la espalda a las familias de sus camaradas. Se les exige a los candidatos un nivel de compromiso que no existió -ni existe- ni dentro de la misma fuerza o de la llamada “familia militar”, un nivel de compromiso que no se ve en tanta gente que hasta el día de hoy prioriza cuestiones secundarias (fundamentalmente respecto de Villarruel) por sobre “la” causa mayor. Claramente, se les exige a ellos lo que ni se les ocurriría exigir al resto de los candidatos, y esto es lo que los diferencia.
¿Qué pensarías vos si te toca estar en un cargo público y Victoria no te apoya por alguna rencilla del pasado? ¿Y qué pensarías de Victoria si, a pesar de esa rencilla, te banca igual? En la respuesta a estas dos preguntas, está la grandeza espiritual que necesitamos para abordar esta temática y un resumen de la explicación de por qué todavía estamos como estamos.
Conclusión: siguen siendo nuestra única opción
Es curioso observar que tanto a Victoria como a Javier muchas personas les exigen un estricto certificado de pureza y perfección al tiempo que son sumamente condescendientes con las felonías de los candidatos que apoyan. Por caso, mientras que a Victoria algunos no le perdonan que “solo se haya abocado a las víctimas” (como si esto no fuera ya absolutamente importante), no he observado ningún tipo de recelo respecto del pasado montonero de la candidata Patricia Bullrich ni tampoco respecto de su silencio en torno al pérfido circo de los “juicios de lesa” con que encarcelaron a los militares, más aún si consideramos los cuatro años de macrismo donde no se hizo otra cosa más que seguir encanando inocentes.
En caso de ganar la elección (van bien, porque cuanto más los atacan es porque van bien), Argentina está tan podrida por lo que es tan amplio el abanico de cosas a resolver que la cuestión “lesa” es apenas una entre tantas, POR MÁS IMPORTANTE QUE SEA PARA NOSOTROS. Ideología de género (a los niños les están enseñando pornografía en los colegios), Agenda 2030, disminución del gasto público, inflación, desocupación, educación, seguridad, narcotráfico, Fuerzas Armadas son otras de las urgencias sobre las que el próximo presidente deberá adoptar una postura y comenzar a hacer. Pues, en el hipotético caso de que efectivamente la pareja de candidatos de la Libertad Avanza no tuviera una postura tan favorable para con los militares detenidos, ¿acaso no siguen siendo los más confiables para comenzar a desandar los otros desafíos que vienen, o realmente vamos a creer que los mismos que nos hundieron en esta crisis moral, cultural y económica –para enriquecerse ellos y enquistarse en el poder- son, ahora y por arte de magia, aquellos que nos van a salvar de terminar de hundirnos del todo?
También, la respuesta a este interrogante explicará, resumidamente, por qué estamos cómo estamos. En lo que a mí respecta, quiero asumir la responsabilidad –como votante- de ser parte de lo que viene, con todos sus errores y todas sus cosas. No me interesa la “comodidad” que prodiga votar “a lo seguro”, por más cosas que prometan avergonzadamente en voz baja o en secreto. Acá tienen un aliado orgulloso de ser como es, de decir las cosas que dice, de pensar como piensa y de asumirse como el primer ejemplo de las cosas que propone para marchar hacia un país mejor. Acá no tienen a uno que delega su responsabilidad como argentino sino a uno que la acepta y se hace cargo.
Por esto, a mí no me tienen que prometer nada… yo sé bien para qué carajo los voy a votar.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 25, 2023