Para otro presidente de Estados Unidos, lograr la reelección en las circunstancias que enfrenta Donald Trump tal vez sería una misión imposible.
Llegó a la Casa Blanca en enero de 2017 sin haber sido el candidato más votado por la ciudadanía (fue electo por la mayoría del Colegio Electoral) y comenzó su mandato como uno de los presidentes más impopulares en la era moderna de EE.UU., según encuestas.
Aún hoy su índice de aprobación de 45% medido por Gallup es ocho puntos inferior al promedio que han tenido los presidentes de EE.UU. desde 1938.
El gobierno de Trump ha estado marcado por sucesivos escándalos y seis de sus exasesores han sido condenados por cargos derivados de la investigación sobre la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016.
Más aún, Trump es desde diciembre el tercer presidente en la historia de EE.UU. sometido a un juicio político —y el primero que busca ser reelecto bajo tal proceso de impeachment.
Pese a todo eso, las encuestas auguran una elección pareja en noviembre en EE.UU. y analistas sostienen que Trump tiene firmesposibilidades de ser reelecto.
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La división política de EE.UU.
Trump fue electo en 2016 en medio de una intensa animosidad y división partidaria en EE.UU. y ese fenómeno se ha profundizado, indicó un estudio del Centro de Investigación Pew en octubre.
El sondeo concluyó entre otras cosas que tres de cada cuatro (73%) votantes republicanos y demócratas no pueden ponerse de acuerdo sobre “hechos básicos”, más allá de sus diferencias sobre planes y políticas.
Esto juega a favor de Trump, según expertos.
“La mayoría de los votantes verán la etiqueta del partido y dirán: si tal es el representante de mi partido, votaré por él porque no puedo imaginar apoyar lo que representa el otro partido”, dice William Galston, un experto en política estadounidense en la Institución Brrookings que asesoró al expresidente Bill Clinton.
“Aunque el estilo de gobierno de Trump ha jugado (un rol) en estas divisiones, ha tenido la ventaja de fortalecer su apoyo dentro de su propio partido”, agrega Galston.
El presidente mantiene un 89% de aprobación entre votantes republicanos, según Gallup, que ha señalado que la diferencia con los demócratas es la mayor que haya registrado por un presidente de EE.UU.
En este contexto, el impeachment a Trump —acusado de ejercer presión indebida sobre Ucrania para obtener beneficios políticos personales e intentar obstruir las investigaciones— parece lejos de horadar su respaldo partidario.
Ningún representante republicano votó a favor de someter a Trump al juicio político a desarrollarse en el Senado, donde el partido del presidente tiene 53 de los 100 escaños.
Su destitución es poco probable, ya que se requieren dos tercios de los votos de esa cámara para decidirla, y es al menos incierto el efecto que tendrá este proceso en la campaña electoral.
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La combatividad electoral de Trump
Cuando Trump lanzó su candidatura para las elecciones de 2016, muchos creían que el paso del hasta entonces magnate de bienes y raíces y celebridad de reality shows por la política sería fugaz.
Pero primero sorprendió al vencer a todos sus rivales en las primarias republicanas y luego al ganar la presidencia frente a la candidata demócrata Hillary Clinton, la exsecretaria de Estado ampliamente considerada favorita.
Eso demostró la efectividad del estilo combativo de Trump, tanto a sus seguidores como a sus críticos.
“El presidente Trump es muy bueno derribando a la gente, denigrando a sus oponentes, encontrando sus debilidades y jugando sin descanso con ellas”, sostiene Galston.
El hecho de ocupar ahora la Casa Blanca en un país propenso a reelegir a sus presidentes podría servir como otra ventaja para Trump ante un candidato demócrata aún indefinido.
Desde 1933, apenas tres presidentes de EE.UU. han sido derrotados en elecciones nacionales: Gerald Ford en 1976, Jimmy Carter en 1980 y George Bush padre en 1992.
Y en la base electoral de Trump consideran que ha cumplido sus promesas de campaña, advierte Galston.
Así, los conservadores religiosos felicitan sus nombramientos de jueces, los defensores del gobierno pequeño aplauden sus desregulaciones, los empresarios conservadores saludan sus recortes de impuestos y los nacionalistas celebran los cambios en política migratoria, comercial o exterior de “América primero”, señala.
Asimismo, el voto indirecto en la democracia de EE.UU. podría permitirle a Trump ganar un nuevo mandato en el Colegio Electoral sin tener la mayoría del voto popular.
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La economía y el empleo
La fortaleza de la economía y el nivel de empleo son factores clave en cualquier elección de EE.UU. y hoy asoman como un pilar de la campaña por la reelección de Trump.
La tasa de paro a nivel nacional cayó al 3,5%, su nivel más bajo en medio siglo, y la economía creó 266.000 puestos de empleo en noviembre, según datos del Departamento de Trabajo.
Aunque pueda discutirse cuánto de esos logros son mérito propio de Trump, las cifras dieron sin dudas un impulso político al presidente en medio de la batalla por el impeachment.
Tres de cada cuatro estadounidenses (76%) ven positivamente las condiciones económicas de EE.UU., según una encuesta conducida para CNN en diciembre.
Los últimos datos de empleo también pusieron paños fríos a las inquietudes que podía haber sobre un riesgo de recesión en EE.UU. en medio de la guerra comercial con China.
Claro que el panorama puede complicarse a lo largo de 2020. El Fondo Monetario Internacional ya advirtió que la economía mundial está en una “desaceleración sincronizada” que también puede afectar a EE.UU.
Y es cierto que, pese a los avances económicos, Trump sufrió un revés en las elecciones de mitad de período de 2018, cuando los demócratas recuperaron el control de la Cámara de Representantes.
Algunos expertos calculan además que, con el desempeño actual de la economía estadounidense, los índices de aprobación de Trump deberían ser bastante mayores si siguieran la tendencia histórica.
Pero el crecimiento económico y el desempleo históricamente bajo quizá hayan evitado hasta ahora una caída del apoyo al presidente, pese a todos los problemas que enfrenta.
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Para otro presidente de Estados Unidos, lograr la reelección en las circunstancias que enfrenta Donald Trump tal vez sería una misión imposible.
Llegó a la Casa Blanca en enero de 2017 sin haber sido el candidato más votado por la ciudadanía (fue electo por la mayoría del Colegio Electoral) y comenzó su mandato como uno de los presidentes más impopulares en la era moderna de EE.UU., según encuestas.
Aún hoy su índice de aprobación de 45% medido por Gallup es ocho puntos inferior al promedio que han tenido los presidentes de EE.UU. desde 1938.
El gobierno de Trump ha estado marcado por sucesivos escándalos y seis de sus exasesores han sido condenados por cargos derivados de la investigación sobre la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016.
Más aún, Trump es desde diciembre el tercer presidente en la historia de EE.UU. sometido a un juicio político —y el primero que busca ser reelecto bajo tal proceso de impeachment.
Pese a todo eso, las encuestas auguran una elección pareja en noviembre en EE.UU. y analistas sostienen que Trump tiene firmesposibilidades de ser reelecto.
[ezcol_1third]La división política de EE.UU.
Trump fue electo en 2016 en medio de una intensa animosidad y división partidaria en EE.UU. y ese fenómeno se ha profundizado, indicó un estudio del Centro de Investigación Pew en octubre.
El sondeo concluyó entre otras cosas que tres de cada cuatro (73%) votantes republicanos y demócratas no pueden ponerse de acuerdo sobre “hechos básicos”, más allá de sus diferencias sobre planes y políticas.
Esto juega a favor de Trump, según expertos.
“La mayoría de los votantes verán la etiqueta del partido y dirán: si tal es el representante de mi partido, votaré por él porque no puedo imaginar apoyar lo que representa el otro partido”, dice William Galston, un experto en política estadounidense en la Institución Brrookings que asesoró al expresidente Bill Clinton.
“Aunque el estilo de gobierno de Trump ha jugado (un rol) en estas divisiones, ha tenido la ventaja de fortalecer su apoyo dentro de su propio partido”, agrega Galston.
El presidente mantiene un 89% de aprobación entre votantes republicanos, según Gallup, que ha señalado que la diferencia con los demócratas es la mayor que haya registrado por un presidente de EE.UU.
En este contexto, el impeachment a Trump —acusado de ejercer presión indebida sobre Ucrania para obtener beneficios políticos personales e intentar obstruir las investigaciones— parece lejos de horadar su respaldo partidario.
Ningún representante republicano votó a favor de someter a Trump al juicio político a desarrollarse en el Senado, donde el partido del presidente tiene 53 de los 100 escaños.
Su destitución es poco probable, ya que se requieren dos tercios de los votos de esa cámara para decidirla, y es al menos incierto el efecto que tendrá este proceso en la campaña electoral.
[/ezcol_1third] [ezcol_1third]La combatividad electoral de Trump
Cuando Trump lanzó su candidatura para las elecciones de 2016, muchos creían que el paso del hasta entonces magnate de bienes y raíces y celebridad de reality shows por la política sería fugaz.
Pero primero sorprendió al vencer a todos sus rivales en las primarias republicanas y luego al ganar la presidencia frente a la candidata demócrata Hillary Clinton, la exsecretaria de Estado ampliamente considerada favorita.
Eso demostró la efectividad del estilo combativo de Trump, tanto a sus seguidores como a sus críticos.
“El presidente Trump es muy bueno derribando a la gente, denigrando a sus oponentes, encontrando sus debilidades y jugando sin descanso con ellas”, sostiene Galston.
El hecho de ocupar ahora la Casa Blanca en un país propenso a reelegir a sus presidentes podría servir como otra ventaja para Trump ante un candidato demócrata aún indefinido.
Desde 1933, apenas tres presidentes de EE.UU. han sido derrotados en elecciones nacionales: Gerald Ford en 1976, Jimmy Carter en 1980 y George Bush padre en 1992.
Y en la base electoral de Trump consideran que ha cumplido sus promesas de campaña, advierte Galston.
Así, los conservadores religiosos felicitan sus nombramientos de jueces, los defensores del gobierno pequeño aplauden sus desregulaciones, los empresarios conservadores saludan sus recortes de impuestos y los nacionalistas celebran los cambios en política migratoria, comercial o exterior de “América primero”, señala.
Asimismo, el voto indirecto en la democracia de EE.UU. podría permitirle a Trump ganar un nuevo mandato en el Colegio Electoral sin tener la mayoría del voto popular.
[/ezcol_1third] [ezcol_1third_end]La economía y el empleo
La fortaleza de la economía y el nivel de empleo son factores clave en cualquier elección de EE.UU. y hoy asoman como un pilar de la campaña por la reelección de Trump.
La tasa de paro a nivel nacional cayó al 3,5%, su nivel más bajo en medio siglo, y la economía creó 266.000 puestos de empleo en noviembre, según datos del Departamento de Trabajo.
Aunque pueda discutirse cuánto de esos logros son mérito propio de Trump, las cifras dieron sin dudas un impulso político al presidente en medio de la batalla por el impeachment.
Tres de cada cuatro estadounidenses (76%) ven positivamente las condiciones económicas de EE.UU., según una encuesta conducida para CNN en diciembre.
Los últimos datos de empleo también pusieron paños fríos a las inquietudes que podía haber sobre un riesgo de recesión en EE.UU. en medio de la guerra comercial con China.
Claro que el panorama puede complicarse a lo largo de 2020. El Fondo Monetario Internacional ya advirtió que la economía mundial está en una “desaceleración sincronizada” que también puede afectar a EE.UU.
Y es cierto que, pese a los avances económicos, Trump sufrió un revés en las elecciones de mitad de período de 2018, cuando los demócratas recuperaron el control de la Cámara de Representantes.
Algunos expertos calculan además que, con el desempeño actual de la economía estadounidense, los índices de aprobación de Trump deberían ser bastante mayores si siguieran la tendencia histórica.
Pero el crecimiento económico y el desempleo históricamente bajo quizá hayan evitado hasta ahora una caída del apoyo al presidente, pese a todos los problemas que enfrenta.
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Enero 3, 2020