“Sin Justicia, ¿qué otra cosa es el Estado sino una banda de ladrones?”
Agustín de Hipona
Tratándose de una semana con sólo dos días hábiles (¡qué país tan rico debe ser mi Argentina como para poder darse estos lujos!), pensaba dedicar esta columna a importantes temas vinculados con el futuro de nuestra sociedad. Sin embargo, el miércoles se produjo un hecho tan, pero tan trascendente que debí dejar de lado mis deseos para volver a ocuparme de nuestra triste realidad cotidiana.
En un momento en que la opinión pública comenzaba a mejorar su opinión sobre el Poder Judicial (estaba entre las tres instituciones peor calificadas) por la fuerte condena por violación impuesta al hasta ayer siempre impune José Alperovich (eterno Gobernador de Tucumán y ex Senador, singularmente protegido por el peronismo en el H° Aguantadero y sobre la cual nada dijeron las habitualmente estruendosas bullangueras asociaciones feministas), otros tres jueces se ocuparon, con desparpajo y enorme eficacia, de derrumbar más la imagen de la Justicia con una sentencia horrorosa..
Para quienes no se enteraron, fuera porque se habían tomado prolongadas vacaciones, fuera porque estaban preocupados por sobrevivir un día más, la Sala de la Cámara Federal de Casación Penal integrada por mis nuevos y grandes amigos, los insignes magistrados Daniel Petrone, Diego Barroetaveña y Carlos Mahiques, decidieron que Ángelo Calcaterra, primo de Mauricio Macri, y uno más entre los muchos empresarios que confesaron haber entregado sumas siderales a funcionarios públicos en la famosa “causa Cuadernos” y su segundo, Javier Sánchez Caballero, no habían pagado coimas sino que sólo habían hecho “aportes” para las campañas electorales de Cristina Fernández y la banda que capitaneaba, y que su único pecado había radicado en no haberlos contabilizado y olvidado pedir los correspondientes recibos, o sea, cometieron sólo leves infracciones contra lo que ordena la ley electoral.
El primer aspecto para percibir la importancia de este pornográfico fallo radica en que, cuando extienda su manto de impunidad al resto de los importantísimos colegas que comparten con los dos salvados las condiciones de confesos y de procesados en esta causa, sus hechos serán investigados y juzgados por la Justicia Nacional Electoral, a cargo de la célebre Juez María Romilda Servini de Cubría, que los considerará prescriptos por el transcurso del tiempo o sólo les aplicará algunos tirones de orejas y multas leves. O sea, estos magistrados acaban de descubrir que, para bailar este tango, el de la corrupción, ya no hacen falta dos: quien paga la coima y quien la recibe.
La segunda llamativa curiosidad de la indignante sentencia estriba en que los jueces que lo firmaron se apoyaron en una teoría (la de los aportes para las campañas) elucubrada por el entonces defensor de Hugo Eurnekian, otro empresario procesado en la misma causa, casualmente el actual Ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, el mismo que ahora impulsa la candidatura del tan indigno Juez Ariel Lijo para ocupar un sillón en la Corte Suprema de Justicia. La otra obvia casualidad es que, en aquel entonces, este Ministro compartía con Javier Milei la condición de empleados del zar de los aeropuertos, Eduardo Eurnekian, tío y jefe también del encausado.
En resumen, lo más caracterizado de esa “casta” – que el Presidente jura que combatirá con una motosierra libertaria que el miércoles perdió su letal potencia – ha obedecido el sabio consejo de Martín Fierro a su amigo, el Viejo Vizcacha: “Hacete amigo del Juez, no le des de qué quejarse, pues siempre es bueno tener palenque ande ir a rascarse”. Y como siempre que se habla de corrupción, encontramos en ella camaleónicos emprendedores de todos los colores: kirchneristas, massistas, radicales, macristas y, ahora, mileistas.
A la ciudadanía le queda, al respecto, la esperanza esta vez centrada en las apelaciones que, seguramente, interpondrán contra esta sentencia írrita tanto el Fiscal General, Raúl Plee, cuanto la Unidad de Información Financiera (UIF), a cargo de Ignacio Yacobucci, para que sea la Corte Suprema quien decida el destino final de estos afortunados empresarios.
El argumento general que éstos utilizan para justificar estos pecados tan costosas para el país (los sobreprecios que cobran para recuperar sus “aportes” en las obras que fraudulentamente obtienen los pagamos todos los argentinos) radica en que, dicen, si no pagaban no conseguían contratos del Estado y, con ello, hubieran debido despedir personal. Una variante del que utilizan los más connotados ensambladores de Tierra del Fuego, Rubén Cherñajovsky (Newsan) y Nicolás Caputo (Mirgor), para justificar las gigantes prebendas impositivas de las que gozan, ya que invocan su esencial contribución a la migración interna producida hacia esa inhóspita provincia, cuya población realmente ha crecido.
Y si extendemos la mirada a las industrias del juego y de la pesca, también encontraremos en ellas a emprendedores con anclajes en todo el arco político, que les garantizan en el H° Aguantadero, al menos hasta ahora, un trato inexplicable y enormemente preferencial de un Estado que mantiene en la pobreza al 50% de su población y está tan necesitado de recursos como el que le toca presidir a Milei.
En cambio, el jueves, Día de la Bandera, me llenó de esperanzas el memorable discurso del Presidente en Rosario. Al exaltar la libertad y ponderar los rasgos de la patriótica, honesta y tan austera personalidad de Manuel Belgrano, confrontó con el kirchnerismo, que en su relato se adueñó falsamente de su figura durante dos décadas, al asociarlo con la inicua persecución que desató contra las fuerzas armadas. Y efectuó la convocatoria a un gran encuentro en San Miguel de Tucumán, en ocasión del Día de la Independencia, a cual invitó a todos (mencionó concretamente a ex presidentes de la Nación, gobernadores, dirigentes de los partidos políticos, empresarios, trabajadores, miembros de la Corte Suprema y ciudadanía en general) a firmar entonces el Pacto de Mayo, porque supone que contará entonces con las dos esenciales herramientas que necesita para gobernar: la Ley Bases y el acuerdo fiscal. ¡Ojalá así sea!
◘
por Enrique Guillermo Avogadro.
“Sin Justicia, ¿qué otra cosa es el Estado sino una banda de ladrones?”
Agustín de Hipona
Tratándose de una semana con sólo dos días hábiles (¡qué país tan rico debe ser mi Argentina como para poder darse estos lujos!), pensaba dedicar esta columna a importantes temas vinculados con el futuro de nuestra sociedad. Sin embargo, el miércoles se produjo un hecho tan, pero tan trascendente que debí dejar de lado mis deseos para volver a ocuparme de nuestra triste realidad cotidiana.
En un momento en que la opinión pública comenzaba a mejorar su opinión sobre el Poder Judicial (estaba entre las tres instituciones peor calificadas) por la fuerte condena por violación impuesta al hasta ayer siempre impune José Alperovich (eterno Gobernador de Tucumán y ex Senador, singularmente protegido por el peronismo en el H° Aguantadero y sobre la cual nada dijeron las habitualmente estruendosas bullangueras asociaciones feministas), otros tres jueces se ocuparon, con desparpajo y enorme eficacia, de derrumbar más la imagen de la Justicia con una sentencia horrorosa..
Para quienes no se enteraron, fuera porque se habían tomado prolongadas vacaciones, fuera porque estaban preocupados por sobrevivir un día más, la Sala de la Cámara Federal de Casación Penal integrada por mis nuevos y grandes amigos, los insignes magistrados Daniel Petrone, Diego Barroetaveña y Carlos Mahiques, decidieron que Ángelo Calcaterra, primo de Mauricio Macri, y uno más entre los muchos empresarios que confesaron haber entregado sumas siderales a funcionarios públicos en la famosa “causa Cuadernos” y su segundo, Javier Sánchez Caballero, no habían pagado coimas sino que sólo habían hecho “aportes” para las campañas electorales de Cristina Fernández y la banda que capitaneaba, y que su único pecado había radicado en no haberlos contabilizado y olvidado pedir los correspondientes recibos, o sea, cometieron sólo leves infracciones contra lo que ordena la ley electoral.
El primer aspecto para percibir la importancia de este pornográfico fallo radica en que, cuando extienda su manto de impunidad al resto de los importantísimos colegas que comparten con los dos salvados las condiciones de confesos y de procesados en esta causa, sus hechos serán investigados y juzgados por la Justicia Nacional Electoral, a cargo de la célebre Juez María Romilda Servini de Cubría, que los considerará prescriptos por el transcurso del tiempo o sólo les aplicará algunos tirones de orejas y multas leves. O sea, estos magistrados acaban de descubrir que, para bailar este tango, el de la corrupción, ya no hacen falta dos: quien paga la coima y quien la recibe.
La segunda llamativa curiosidad de la indignante sentencia estriba en que los jueces que lo firmaron se apoyaron en una teoría (la de los aportes para las campañas) elucubrada por el entonces defensor de Hugo Eurnekian, otro empresario procesado en la misma causa, casualmente el actual Ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, el mismo que ahora impulsa la candidatura del tan indigno Juez Ariel Lijo para ocupar un sillón en la Corte Suprema de Justicia. La otra obvia casualidad es que, en aquel entonces, este Ministro compartía con Javier Milei la condición de empleados del zar de los aeropuertos, Eduardo Eurnekian, tío y jefe también del encausado.
En resumen, lo más caracterizado de esa “casta” – que el Presidente jura que combatirá con una motosierra libertaria que el miércoles perdió su letal potencia – ha obedecido el sabio consejo de Martín Fierro a su amigo, el Viejo Vizcacha: “Hacete amigo del Juez, no le des de qué quejarse, pues siempre es bueno tener palenque ande ir a rascarse”. Y como siempre que se habla de corrupción, encontramos en ella camaleónicos emprendedores de todos los colores: kirchneristas, massistas, radicales, macristas y, ahora, mileistas.
A la ciudadanía le queda, al respecto, la esperanza esta vez centrada en las apelaciones que, seguramente, interpondrán contra esta sentencia írrita tanto el Fiscal General, Raúl Plee, cuanto la Unidad de Información Financiera (UIF), a cargo de Ignacio Yacobucci, para que sea la Corte Suprema quien decida el destino final de estos afortunados empresarios.
El argumento general que éstos utilizan para justificar estos pecados tan costosas para el país (los sobreprecios que cobran para recuperar sus “aportes” en las obras que fraudulentamente obtienen los pagamos todos los argentinos) radica en que, dicen, si no pagaban no conseguían contratos del Estado y, con ello, hubieran debido despedir personal. Una variante del que utilizan los más connotados ensambladores de Tierra del Fuego, Rubén Cherñajovsky (Newsan) y Nicolás Caputo (Mirgor), para justificar las gigantes prebendas impositivas de las que gozan, ya que invocan su esencial contribución a la migración interna producida hacia esa inhóspita provincia, cuya población realmente ha crecido.
Y si extendemos la mirada a las industrias del juego y de la pesca, también encontraremos en ellas a emprendedores con anclajes en todo el arco político, que les garantizan en el H° Aguantadero, al menos hasta ahora, un trato inexplicable y enormemente preferencial de un Estado que mantiene en la pobreza al 50% de su población y está tan necesitado de recursos como el que le toca presidir a Milei.
En cambio, el jueves, Día de la Bandera, me llenó de esperanzas el memorable discurso del Presidente en Rosario. Al exaltar la libertad y ponderar los rasgos de la patriótica, honesta y tan austera personalidad de Manuel Belgrano, confrontó con el kirchnerismo, que en su relato se adueñó falsamente de su figura durante dos décadas, al asociarlo con la inicua persecución que desató contra las fuerzas armadas. Y efectuó la convocatoria a un gran encuentro en San Miguel de Tucumán, en ocasión del Día de la Independencia, a cual invitó a todos (mencionó concretamente a ex presidentes de la Nación, gobernadores, dirigentes de los partidos políticos, empresarios, trabajadores, miembros de la Corte Suprema y ciudadanía en general) a firmar entonces el Pacto de Mayo, porque supone que contará entonces con las dos esenciales herramientas que necesita para gobernar: la Ley Bases y el acuerdo fiscal. ¡Ojalá así sea!
Bs.As., 22 Jun 24
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401
Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
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E.mail: ega1@avogadro.com.ar
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Site: www.avogadro.com.ar
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Twitter: @egavogadro
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 21, 2024
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