Me parece remarcable que el malherido PJ ahora centre sus preocupaciones en que Martín Insaurralde haya sido víctima de una operación de inteligencia. Importa poco por qué fue destapado el escándalo; obviamente, lo trascendente son los diferentes delitos en que incurrió este siniestro bandido, en una conducta que comparten varios de sus colegas de todo el país.
En estos días, han reflotado videos grabados en sendos actos políticos. En uno de ellos, se ve y escucha a Cristina Fernández hablar maravillas de Insaurralde, a quien resalta por su honorable vida privada que lo habilita para tener una mejor vida pública; y en el otro, al Aceitoso
La mancha venenosa puede expandirse y afectar a muchos otros “barones” del Conurbano a pocos días de las elecciones y, claramente, cargar aún más de enojo a los votantes – y a los que no fueron a votar en las PASO – de los municipios que conducen, precisamente los más miserables de ese crucial conglomerado urbano, donde el kirchnerismo saqueador y clientelista tiene su mayor base de apoyo, aunque ésta chapalee en el barro y sus hijos mueran por la droga en todas las esquinas.
De todas maneras, el mero transcurso del tiempo hace que las sospechas de un pacto oculto entre Javier Milei y Sergio Massa resulten más creíbles, ya que el líder libertario sigue manteniendo un cómplice silencio ante los recientes episodios de corrupción rampante y, peor aún, frente a la catastrófica gestión del Aceitoso que, según dice, está seguro que heredará; como dije en la nota. Creo que Patricia Bullrich mejoró enormemente su performance en el segundo y último debate, frente a una muy pobre actuación en el primero, atribuible a su mal estado de salud. Sin embargo, no me parece que nadie haya modificado su intención de voto en razón de este segundo episodio. Un párrafo aparte merece la notable, por lo absurda, participación de Alberto Caracol Fernández en el coloquio de IDEA. Que este penoso personaje, que simula ejercer la Presidencia, se permita decir frente a lo más granado del empresariado local que levantó la vara de la ética durante su período de gobierno, mientras ostensiblemente intenta proteger a Cristina Fernández de las naturales derivaciones penales de su enriquecimiento ilícito y de sus permanentes defraudaciones a la administración pública.
La última puntada de ese nauseabundo tejido judicial fue la firma del decreto para re-designar a la provecta Ana María Figueroa como Juez de Casación, cuando ya había cesado en sus funciones por aplicación estricta de la Constitución.
Con la suscripción de ese acto administrativo, facultó a la condenada Vicepresidente a persistir en su política de demorar hasta el infinito los juicios orales en las causas que más la preocupan, “Hotesur/Los Sauces” y “Memorándum con Irán”, una conducta que prueba, más allá de cualquier duda, lo doloso de su conducta.
Que, después de tantos años de poner ella misma palos en la rueda de la Justicia, ahora invoque la violación al derecho a ser juzgada en un tiempo razonable, muestra el exquisito cinismo con que ha actuado siempre.
Pero el Caracol fue tan audaz como para pretender que a su prestigioso auditorio – y al resto de los argentinos – le fallara la memoria y olvidara los archivos que lo muestran escandalizado por los hechos de corrupción que jalonaron los tres primeros gobiernos kirchneristas, de los cuales fue Jefe de Gabinete, y en una posición de franca crítica a los mismos.
No hizo mención alguna a los desaguisados en el Banco de la Nación, a las tarjetas de Chocolate ni a la impúdica exhibición de su botín por Martín Insaurralde, a los negociados con automóviles de Malena Galmarini en AySA, pero tampoco lo hizo con el trágico combo de desmadrada inflación, de profunda recesión, de pobreza y miseria crecientes, de la explosión del narcotráfico y de la sangre de tantas víctimas que corre por las calles del país, de la destrucción de salarios y jubilaciones, que el Aceitoso le impone pero de la cual es responsable funcional directo.
Es conocido el aforismo que reza “del ridículo no se vuelve”, pero no aplica a Alberto Fernández, que no tiene a dónde regresar.
Ese trágico legado, que recibirá quien quiera que sea el próximo Presidente, augura fuertes y violentas convulsiones sociales que nadie sabe si estallarán antes del 10 de diciembre o si se demorarán, como ruega diariamente el Ministro/candidato, hasta las fiestas de fin de año, tradicionalmente complicadas, por su simbolismo, para las familias que más carencias tienen.
Estos pocos días que faltan para las elecciones obligan a quienes aspiramos a un país en el que la ley sea respetada, la democracia valorada y la república preservada, a realizar mayores esfuerzos para evitar que, nuevamente, la sociedad elija el abismo, cada vez desde un escalón inferior.
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Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro.
Me parece remarcable que el malherido PJ ahora centre sus preocupaciones en que Martín Insaurralde haya sido víctima de una operación de inteligencia. Importa poco por qué fue destapado el escándalo; obviamente, lo trascendente son los diferentes delitos en que incurrió este siniestro bandido, en una conducta que comparten varios de sus colegas de todo el país.
En estos días, han reflotado videos grabados en sendos actos políticos. En uno de ellos, se ve y escucha a Cristina Fernández hablar maravillas de Insaurralde, a quien resalta por su honorable vida privada que lo habilita para tener una mejor vida pública; y en el otro, al Aceitoso
La mancha venenosa puede expandirse y afectar a muchos otros “barones” del Conurbano a pocos días de las elecciones y, claramente, cargar aún más de enojo a los votantes – y a los que no fueron a votar en las PASO – de los municipios que conducen, precisamente los más miserables de ese crucial conglomerado urbano, donde el kirchnerismo saqueador y clientelista tiene su mayor base de apoyo, aunque ésta chapalee en el barro y sus hijos mueran por la droga en todas las esquinas.
De todas maneras, el mero transcurso del tiempo hace que las sospechas de un pacto oculto entre Javier Milei y Sergio Massa resulten más creíbles, ya que el líder libertario sigue manteniendo un cómplice silencio ante los recientes episodios de corrupción rampante y, peor aún, frente a la catastrófica gestión del Aceitoso que, según dice, está seguro que heredará; como dije en la nota. Creo que Patricia Bullrich mejoró enormemente su performance en el segundo y último debate, frente a una muy pobre actuación en el primero, atribuible a su mal estado de salud. Sin embargo, no me parece que nadie haya modificado su intención de voto en razón de este segundo episodio. Un párrafo aparte merece la notable, por lo absurda, participación de Alberto Caracol Fernández en el coloquio de IDEA. Que este penoso personaje, que simula ejercer la Presidencia, se permita decir frente a lo más granado del empresariado local que levantó la vara de la ética durante su período de gobierno, mientras ostensiblemente intenta proteger a Cristina Fernández de las naturales derivaciones penales de su enriquecimiento ilícito y de sus permanentes defraudaciones a la administración pública.
La última puntada de ese nauseabundo tejido judicial fue la firma del decreto para re-designar a la provecta Ana María Figueroa como Juez de Casación, cuando ya había cesado en sus funciones por aplicación estricta de la Constitución.
Con la suscripción de ese acto administrativo, facultó a la condenada Vicepresidente a persistir en su política de demorar hasta el infinito los juicios orales en las causas que más la preocupan, “Hotesur/Los Sauces” y “Memorándum con Irán”, una conducta que prueba, más allá de cualquier duda, lo doloso de su conducta.
Que, después de tantos años de poner ella misma palos en la rueda de la Justicia, ahora invoque la violación al derecho a ser juzgada en un tiempo razonable, muestra el exquisito cinismo con que ha actuado siempre.
Pero el Caracol fue tan audaz como para pretender que a su prestigioso auditorio – y al resto de los argentinos – le fallara la memoria y olvidara los archivos que lo muestran escandalizado por los hechos de corrupción que jalonaron los tres primeros gobiernos kirchneristas, de los cuales fue Jefe de Gabinete, y en una posición de franca crítica a los mismos.
No hizo mención alguna a los desaguisados en el Banco de la Nación, a las tarjetas de Chocolate ni a la impúdica exhibición de su botín por Martín Insaurralde, a los negociados con automóviles de Malena Galmarini en AySA, pero tampoco lo hizo con el trágico combo de desmadrada inflación, de profunda recesión, de pobreza y miseria crecientes, de la explosión del narcotráfico y de la sangre de tantas víctimas que corre por las calles del país, de la destrucción de salarios y jubilaciones, que el Aceitoso le impone pero de la cual es responsable funcional directo.
Es conocido el aforismo que reza “del ridículo no se vuelve”, pero no aplica a Alberto Fernández, que no tiene a dónde regresar.
Ese trágico legado, que recibirá quien quiera que sea el próximo Presidente, augura fuertes y violentas convulsiones sociales que nadie sabe si estallarán antes del 10 de diciembre o si se demorarán, como ruega diariamente el Ministro/candidato, hasta las fiestas de fin de año, tradicionalmente complicadas, por su simbolismo, para las familias que más carencias tienen.
Estos pocos días que faltan para las elecciones obligan a quienes aspiramos a un país en el que la ley sea respetada, la democracia valorada y la república preservada, a realizar mayores esfuerzos para evitar que, nuevamente, la sociedad elija el abismo, cada vez desde un escalón inferior.
Con grandes esperanzas, un fuerte abrazo.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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Octubre 9, 2023