Quien escribe estas líneas se encuentra preso con “prisión preventiva”, prorrogada indefinidamente por los mal llamados delitos de lesa humanidad. alojado hace cinco años en el penal de San Felipe de la provincia de Mendoza. Se me condenó a Prisión Perpetua (sentencia no firme). Esto, para una persona de 71 años – a quien “sistemáticamente” se le ha denegado la Prisión Domiciliaria en cuatro oportunidades – es igual a una pena de muerte. Condenado sin prueba, sin que ninguna persona me señale. Testificaron más de 200 presuntas víctimas y ninguno me acusó de nada.
Además, se debe recordar que se me condena por delitos que no existían hasta el 2007, fecha en que Argentina reconoce el Tratado de Roma.
No es mi propósito referirme al estudio de la génesis de este tema sino, más bien, a la opinión y tratamiento que se le ha dado al mismo a partir de su charla con personas, días previos a las elecciones, sobre una posible revisión de juicios y condenas a los cuales hemos sido sometidos.
En primer término, debo confesar que descreo de tal propósito tanto por el contenido del discurso como por la terminología utilizada.
Me explico. En sus dichos no se vislumbra la voluntad política de extirpar de raíz las bases que hicieron posible el espurio acuerdo Kirchner/Lorenzetti, el cual permitió reabrir un tema que estaba casi cerrado. Eso sí, VIOLANDO la Constitución Nacional y el Tratado de Roma y, por lo tanto, permanecerá abierta la puerta para que los juicios continúen indefinidamente.
En segundo lugar, advierto que se persiste con la utilización, al referirse a nosotros, de términos tales como “secuestros”, “torturas”, “represores” y otros tantos que han sido acuñados por el relato constante de las ONG de DD.HH. que distorsionan la realidad.
Señora, a la tortura, al secuestro como a cualquier delito hay que “probarlos”, pero al ser ligeramente repetidos por personalidades como Ud. hace que se generalice y se lo acepte como una verdad irrefutable. Esta generalización es endilgada a todos aquellos que somos arriados como ganado a estos seudos juicios. Así, una generación de oficiales, suboficiales y policías que, sin especular, expusieron sus vidas de manera noble y desinteresada en aras de derrotar a aquellas bandas criminales, somos “considerados desde antes de ser juzgados como represores y torturadores”. Todo un despropósito, dado que hoy los argentinos, entre los cuales se encuentra Ud., viven en esta imperfecta democracia.
Yo diría que a la tortura hay que probarla, una por una, con evidencias, donde los extremos cumplan con los estándares de, por ejemplo, “más allá de toda duda razonable”.
Hoy, en estos juicios, se aplican condenas sostenidas en guiones cinematográficos. Por ello, considero que hay que reimplantar la historia real y con el lenguaje correcto.
Para corroborar lo expresado vea, a modo de ejemplo, lo siguiente:
Toda acción de detención e interrogatorio, traslado a una dependencia ya sea policial, militar o judicial de aquella época, se la denomina “secuestro”, “tortura”, “centro clandestino de detención”.
Por lo tanto, Ud., si realizó y cumplió con aquellas tareas, hoy termina siendo condenado por “secuestrador, torturador y responsable de un centro clandestino de detención y tortura”.
Por lo expuesto, no es tan simple, como usted expresa, “que el que fue culpable por torturas que se le condene”.
En cuanto a la revisión, la pregunta sería: ¿cuándo las van a revisar?; segundo: ¿quiénes las van a revisar? Y, tercero: ¿se continuará utilizando aquellos parámetros y significados que han distorsionado los hechos, tal cual se los repite y se viene utilizando?
Señora, estos juicios están instrumentados sobre un pacto canallesco entre dos inescrupulosos que Ud. conoce mejor que yo, que son Kirchner y Lorenzetti. Pacto que se vio beneficiado y motorizado por acciones políticas populistas impulsadas en el Congreso del cual Ud. formó parte.
A través de ese pacto “se llevaron puesta” la Justicia, abrieron las puertas para que una jauría de jueces prevaricadores, disfrazados de imparciales, comenzaran a encarcelar a miembros ya gerontes, de las FFPP, FFSS y FFAA, tal cual si fueran a cazar en un zoológico. A la par, bombardearon psicológicamente a la sociedad, con una historia inventada tal lo que pretenden imponer con Santiago Maldonado.
Luego, a partir de fallos nacidos de aquel espurio acuerdo, produjeron los fallos Simón, Arancibia Clavel, etc. y, con ellos, respaldan las condenas.
Por eso, el 90% que cae en estas garras es condenado.
Doctora, esto, desde el mismo momento que se celebró aquel mafioso pacto y el congreso dictó, sainete mediante, la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, se dio paso a la justicia ordinaria con la cual no se puede resolver un conflicto bélico.
Doctora, aquello fue un conflicto armado, una guerra no declarada, dado que estos bandos fueron apoyados económica y militarmente por estados extranjeros tales como la ex URSS, Cuba, Libia y otros países del tercer mundo.
Por lo tanto, sino se cambia el discurso público y no se da un corte político, este tema no cerrará y tal Unitarios y Federales perdurará.
Entiéndase que los tribunales ya están conformados por exintegrantes del ERP, Montoneros y familiares de personas “desaparecidas” o que estuvieron detenidas en aquella época.
Estos jueces nunca podrán ser imparciales.
Por eso, cuando Ud. habla de “revisión”, yo pregunto:
¿Quiénes revisarán? ¿Los Slokar, David, Ruiz López, Diamante, Grosso, Rosansky, los tribunales de Córdoba, La Plata, Bahía Blanca, Neuquén, Tucumán? ¿Los van a desplazar a todos? ¿Cuánto tiempo llevará esa tarea? Lamentablemente, nosotros ya estamos mirando de cerca nuestro horizonte.
No nos engañe y menos engañe a nuestras familias, es cruel. Eso se llama “tortura” psicológica. Hace tiempo que escucho comentarios sobre estas intenciones (desde antes de las elecciones del 2015), pero los hechos, acciones y discursos, me demuestran lo contrario.
Esto no se puede reparar con la justicia “normal” dado que se trató de un conflicto bélico. Fue una guerra no declarada. En una guerra, los límites humanos se sobrepasan. Hoy, todo me indica que se utiliza a la justicia como un arma para continuar la guerra.
No pretendo justificar la violencia y la tortura. Solo digo que se llevó a los miembros de las FFAA, FFSS y FFPP al límite y estos no preguntaron si corrían riesgos legales, simplemente cumplieron.
Hoy se nos juzga considerando que todo lo que se hizo fue ilegal y se constituye en una prueba en contra. Toda la información acusatoria es tomada, principalmente, de nuestros legajos. Es decir, ayer el Estado me ordenó actividades legales, las asentó en mi legajo y hoy me dice que aquello es ilegal. Es lisa y llanamente una trampa. Una traición. Nadie actuó por decisión propia. Por eso, no carguen toda la culpa en los que obedecieron.
Hablar hoy de “tortura, secuestro…” cuando se trató de una detención e interrogatorio legal es lisa y llana una trampa tendida por el mismo Estado argentino que ayer me ordenó tales actividades como lícitas y, hoy, las transformó en ilícitas.
En la actualidad, el Estado se ve en la misma coyuntura y ordena reprimir, por ello, pregunto: ¿Qué tal que no se le obedeciera y se plantea que antes se les de todas las garantías legales? En el caso Maldonado, vimos que se estuvo a milésimas de condenar a un grupo de gendarmes inocentes, producto de la presión política mediática y carroñera de ONG subversivas.
Recordar que a aquel enfrentamiento de los 70 se llegó, pura y exclusivamente, por el fracaso del cuadro político corrupto de la época y NO por culpa de las FFAA.
Señora, háganse cargo (y con Ud. todos los políticos) de sus errores. Ud. es de origen radical. Recuerde que Balbín expresó que “no tenía la solución” y no quiso tomar el poder.
Señora Diputada, es hora que el estado Argentino, deje de engañar tanto a la sociedad Argentina como al mundo haciendo creer que juzga a los “genocidas” sin importarle que para ello “VIOLA LA CONSTITUCIÓN” y condena a personas inocentes que están en su ocaso y, junto a ellos, a sus seres queridos.
Sin otro particular, saludo a Ud. cordialmente, deseando que Dios la acompañe en este camino.
Escribe Juan Giovarruscio.
Señora diputada
Dra. Elisa Carrió:
De mi consideración:
Quien escribe estas líneas se encuentra preso con “prisión preventiva”, prorrogada indefinidamente por los mal llamados delitos de lesa humanidad. alojado hace cinco años en el penal de San Felipe de la provincia de Mendoza. Se me condenó a Prisión Perpetua (sentencia no firme). Esto, para una persona de 71 años – a quien “sistemáticamente” se le ha denegado la Prisión Domiciliaria en cuatro oportunidades – es igual a una pena de muerte. Condenado sin prueba, sin que ninguna persona me señale. Testificaron más de 200 presuntas víctimas y ninguno me acusó de nada.
Además, se debe recordar que se me condena por delitos que no existían hasta el 2007, fecha en que Argentina reconoce el Tratado de Roma.
No es mi propósito referirme al estudio de la génesis de este tema sino, más bien, a la opinión y tratamiento que se le ha dado al mismo a partir de su charla con personas, días previos a las elecciones, sobre una posible revisión de juicios y condenas a los cuales hemos sido sometidos.
En primer término, debo confesar que descreo de tal propósito tanto por el contenido del discurso como por la terminología utilizada.
Me explico. En sus dichos no se vislumbra la voluntad política de extirpar de raíz las bases que hicieron posible el espurio acuerdo Kirchner/Lorenzetti, el cual permitió reabrir un tema que estaba casi cerrado. Eso sí, VIOLANDO la Constitución Nacional y el Tratado de Roma y, por lo tanto, permanecerá abierta la puerta para que los juicios continúen indefinidamente.
En segundo lugar, advierto que se persiste con la utilización, al referirse a nosotros, de términos tales como “secuestros”, “torturas”, “represores” y otros tantos que han sido acuñados por el relato constante de las ONG de DD.HH. que distorsionan la realidad.
Señora, a la tortura, al secuestro como a cualquier delito hay que “probarlos”, pero al ser ligeramente repetidos por personalidades como Ud. hace que se generalice y se lo acepte como una verdad irrefutable. Esta generalización es endilgada a todos aquellos que somos arriados como ganado a estos seudos juicios. Así, una generación de oficiales, suboficiales y policías que, sin especular, expusieron sus vidas de manera noble y desinteresada en aras de derrotar a aquellas bandas criminales, somos “considerados desde antes de ser juzgados como represores y torturadores”. Todo un despropósito, dado que hoy los argentinos, entre los cuales se encuentra Ud., viven en esta imperfecta democracia.
Yo diría que a la tortura hay que probarla, una por una, con evidencias, donde los extremos cumplan con los estándares de, por ejemplo, “más allá de toda duda razonable”.
Hoy, en estos juicios, se aplican condenas sostenidas en guiones cinematográficos. Por ello, considero que hay que reimplantar la historia real y con el lenguaje correcto.
Para corroborar lo expresado vea, a modo de ejemplo, lo siguiente:
Toda acción de detención e interrogatorio, traslado a una dependencia ya sea policial, militar o judicial de aquella época, se la denomina “secuestro”, “tortura”, “centro clandestino de detención”.
Por lo tanto, Ud., si realizó y cumplió con aquellas tareas, hoy termina siendo condenado por “secuestrador, torturador y responsable de un centro clandestino de detención y tortura”.
Por lo expuesto, no es tan simple, como usted expresa, “que el que fue culpable por torturas que se le condene”.
En cuanto a la revisión, la pregunta sería: ¿cuándo las van a revisar?; segundo: ¿quiénes las van a revisar? Y, tercero: ¿se continuará utilizando aquellos parámetros y significados que han distorsionado los hechos, tal cual se los repite y se viene utilizando?
Señora, estos juicios están instrumentados sobre un pacto canallesco entre dos inescrupulosos que Ud. conoce mejor que yo, que son Kirchner y Lorenzetti. Pacto que se vio beneficiado y motorizado por acciones políticas populistas impulsadas en el Congreso del cual Ud. formó parte.
A través de ese pacto “se llevaron puesta” la Justicia, abrieron las puertas para que una jauría de jueces prevaricadores, disfrazados de imparciales, comenzaran a encarcelar a miembros ya gerontes, de las FFPP, FFSS y FFAA, tal cual si fueran a cazar en un zoológico. A la par, bombardearon psicológicamente a la sociedad, con una historia inventada tal lo que pretenden imponer con Santiago Maldonado.
Luego, a partir de fallos nacidos de aquel espurio acuerdo, produjeron los fallos Simón, Arancibia Clavel, etc. y, con ellos, respaldan las condenas.
Por eso, el 90% que cae en estas garras es condenado.
Doctora, esto, desde el mismo momento que se celebró aquel mafioso pacto y el congreso dictó, sainete mediante, la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, se dio paso a la justicia ordinaria con la cual no se puede resolver un conflicto bélico.
Doctora, aquello fue un conflicto armado, una guerra no declarada, dado que estos bandos fueron apoyados económica y militarmente por estados extranjeros tales como la ex URSS, Cuba, Libia y otros países del tercer mundo.
Por lo tanto, sino se cambia el discurso público y no se da un corte político, este tema no cerrará y tal Unitarios y Federales perdurará.
Entiéndase que los tribunales ya están conformados por exintegrantes del ERP, Montoneros y familiares de personas “desaparecidas” o que estuvieron detenidas en aquella época.
Estos jueces nunca podrán ser imparciales.
Por eso, cuando Ud. habla de “revisión”, yo pregunto:
¿Quiénes revisarán? ¿Los Slokar, David, Ruiz López, Diamante, Grosso, Rosansky, los tribunales de Córdoba, La Plata, Bahía Blanca, Neuquén, Tucumán? ¿Los van a desplazar a todos? ¿Cuánto tiempo llevará esa tarea? Lamentablemente, nosotros ya estamos mirando de cerca nuestro horizonte.
No nos engañe y menos engañe a nuestras familias, es cruel. Eso se llama “tortura” psicológica. Hace tiempo que escucho comentarios sobre estas intenciones (desde antes de las elecciones del 2015), pero los hechos, acciones y discursos, me demuestran lo contrario.
Esto no se puede reparar con la justicia “normal” dado que se trató de un conflicto bélico. Fue una guerra no declarada. En una guerra, los límites humanos se sobrepasan. Hoy, todo me indica que se utiliza a la justicia como un arma para continuar la guerra.
No pretendo justificar la violencia y la tortura. Solo digo que se llevó a los miembros de las FFAA, FFSS y FFPP al límite y estos no preguntaron si corrían riesgos legales, simplemente cumplieron.
Hoy se nos juzga considerando que todo lo que se hizo fue ilegal y se constituye en una prueba en contra. Toda la información acusatoria es tomada, principalmente, de nuestros legajos. Es decir, ayer el Estado me ordenó actividades legales, las asentó en mi legajo y hoy me dice que aquello es ilegal. Es lisa y llanamente una trampa. Una traición. Nadie actuó por decisión propia. Por eso, no carguen toda la culpa en los que obedecieron.
Hablar hoy de “tortura, secuestro…” cuando se trató de una detención e interrogatorio legal es lisa y llana una trampa tendida por el mismo Estado argentino que ayer me ordenó tales actividades como lícitas y, hoy, las transformó en ilícitas.
En la actualidad, el Estado se ve en la misma coyuntura y ordena reprimir, por ello, pregunto: ¿Qué tal que no se le obedeciera y se plantea que antes se les de todas las garantías legales? En el caso Maldonado, vimos que se estuvo a milésimas de condenar a un grupo de gendarmes inocentes, producto de la presión política mediática y carroñera de ONG subversivas.
Recordar que a aquel enfrentamiento de los 70 se llegó, pura y exclusivamente, por el fracaso del cuadro político corrupto de la época y NO por culpa de las FFAA.
Señora, háganse cargo (y con Ud. todos los políticos) de sus errores. Ud. es de origen radical. Recuerde que Balbín expresó que “no tenía la solución” y no quiso tomar el poder.
Señora Diputada, es hora que el estado Argentino, deje de engañar tanto a la sociedad Argentina como al mundo haciendo creer que juzga a los “genocidas” sin importarle que para ello “VIOLA LA CONSTITUCIÓN” y condena a personas inocentes que están en su ocaso y, junto a ellos, a sus seres queridos.
Sin otro particular, saludo a Ud. cordialmente, deseando que Dios la acompañe en este camino.
Juan Giovarruscio
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 3, 2017
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