En algún momento u otro de nuestras vidas, todos tenemos que lidiar con personas agresivas.
Las personas con tendencias a la agresividad te interrumpen o hablan en voz alta impidiéndote hablar, no te permiten expresar tu punto de vista y aportaciones; interactuar con esa persona conduce a la tensión y llega un momento en que te sientes emocionalmente agotado después de tratar con ellas, porque sientes que tus límites están siendo cruzados.
La agresividad surge a menudo durante un conflicto, cuando una persona siente la necesidad de proteger sus intereses o de luchar para ganar algo, a menudo a expensas de otros.
Si alguna vez te encuentras con una persona agresiva, que no puede ser evitada, trata de encontrar un sólido equilibrio y de manera adecuada, desde no ignorar nuestros derechos durante una conversación, sin hostilidad y con empatía.
Para poder lidiar con ellos tener en cuenta que enojarse sólo empeorará las cosas, estimulando la agresión de la otra persona; por lo que hay que mantener la calma, respira hondo, alejarse de la discusión y hacer algo más, como beber un vaso de agua. Esto permitirá difundir la tensión que se acumula en el momento; pensemos en lo que nos podremos arrepentir, a largo plazo, de las cosas que se dicen con la ira. Ejercitar el concepto de “no hay necesidad de insistir, lo resolveremos”; “sé que esto puede ser estresante o molesto”; “lo siento, ¿puedo decir algo que creo que es importante?”. No es conveniente continuar con una conversación como si nada nos molestase.
Si hacemos esto desde el principio nos hará ser más conscientes de lo que se está haciendo y, consecuentemente, puede ayudar a la persona a estar más abierta a escuchar lo que se tiene que decir.
Si bien puede resultar difícil, hay que intentar ponerse en la piel de la otra persona y trata de entender las razones por las que él o ella está siendo agresivo y considerar lo si la otra persona tiene que perder tiempo, dinero, amigos, familia, etc. Si hay algo más en su vida que lo haga fácilmente agitado y templado; y así, habiendo considerado todo esto, ¿Cómo nos sentiríamos si estuviésemos en la situación de la persona?
Entender la posición de la otra persona no significa que les permitirá ser agresivos.
Si mantenemos la voz baja y estable demostrará confianza y no estimulará a la otra persona a hablar más fuerte. Debemos mantenernos firmes no permitiendo que la persona monopolice la discusión y, si bien puede parecer contradictorio, ser empático manteniendo siempre el respeto y pidiendo el mismo respeto a cambio. Y si el nivel de agresión comienza a aumentar, se responde con fuerza para indicar que nuestra tolerancia está disminuyendo.
Enfoquemos la conversación sobre las cosas y hechos más importantes, ayudando a la otra persona a volver a pensar y razonar; porque cuando alguien es superado por sus emociones, tiende a perder de vista el asunto en cuestión y cómo el argumento incluso comenzó; para lo cual sólo recuerda de utilizar frases como, “dentro de unos años nos reiremos de esta situación”; “todo lo que importa es que…”
Recordemos que detrás de una agresiva u hostil existe insatisfacción y lo mejor por hacer es no hacerse cargo de eso. Es importante que esa persona tome conciencia de su comportamiento y que busque ayuda profesional para que, posteriormente, pueda tener vínculos más saludables.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un saludo, y mi deseo que la vida te Bendiga con una sonrisa y permita que prosperes en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
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Por CLAUDIO VALERIO.
En algún momento u otro de nuestras vidas, todos tenemos que lidiar con personas agresivas.
Las personas con tendencias a la agresividad te interrumpen o hablan en voz alta impidiéndote hablar, no te permiten expresar tu punto de vista y aportaciones; interactuar con esa persona conduce a la tensión y llega un momento en que te sientes emocionalmente agotado después de tratar con ellas, porque sientes que tus límites están siendo cruzados.
La agresividad surge a menudo durante un conflicto, cuando una persona siente la necesidad de proteger sus intereses o de luchar para ganar algo, a menudo a expensas de otros.
Si alguna vez te encuentras con una persona agresiva, que no puede ser evitada, trata de encontrar un sólido equilibrio y de manera adecuada, desde no ignorar nuestros derechos durante una conversación, sin hostilidad y con empatía.
Para poder lidiar con ellos tener en cuenta que enojarse sólo empeorará las cosas, estimulando la agresión de la otra persona; por lo que hay que mantener la calma, respira hondo, alejarse de la discusión y hacer algo más, como beber un vaso de agua. Esto permitirá difundir la tensión que se acumula en el momento; pensemos en lo que nos podremos arrepentir, a largo plazo, de las cosas que se dicen con la ira. Ejercitar el concepto de “no hay necesidad de insistir, lo resolveremos”; “sé que esto puede ser estresante o molesto”; “lo siento, ¿puedo decir algo que creo que es importante?”. No es conveniente continuar con una conversación como si nada nos molestase.
Si hacemos esto desde el principio nos hará ser más conscientes de lo que se está haciendo y, consecuentemente, puede ayudar a la persona a estar más abierta a escuchar lo que se tiene que decir.
Si bien puede resultar difícil, hay que intentar ponerse en la piel de la otra persona y trata de entender las razones por las que él o ella está siendo agresivo y considerar lo si la otra persona tiene que perder tiempo, dinero, amigos, familia, etc. Si hay algo más en su vida que lo haga fácilmente agitado y templado; y así, habiendo considerado todo esto, ¿Cómo nos sentiríamos si estuviésemos en la situación de la persona?
Entender la posición de la otra persona no significa que les permitirá ser agresivos.
Si mantenemos la voz baja y estable demostrará confianza y no estimulará a la otra persona a hablar más fuerte. Debemos mantenernos firmes no permitiendo que la persona monopolice la discusión y, si bien puede parecer contradictorio, ser empático manteniendo siempre el respeto y pidiendo el mismo respeto a cambio. Y si el nivel de agresión comienza a aumentar, se responde con fuerza para indicar que nuestra tolerancia está disminuyendo.
Enfoquemos la conversación sobre las cosas y hechos más importantes, ayudando a la otra persona a volver a pensar y razonar; porque cuando alguien es superado por sus emociones, tiende a perder de vista el asunto en cuestión y cómo el argumento incluso comenzó; para lo cual sólo recuerda de utilizar frases como, “dentro de unos años nos reiremos de esta situación”; “todo lo que importa es que…”
Recordemos que detrás de una agresiva u hostil existe insatisfacción y lo mejor por hacer es no hacerse cargo de eso. Es importante que esa persona tome conciencia de su comportamiento y que busque ayuda profesional para que, posteriormente, pueda tener vínculos más saludables.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un saludo, y mi deseo que la vida te Bendiga con una sonrisa y permita que prosperes en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 10, 2021