El viernes 28 de octubre, en el editorial de LA NACION titulado “Un símbolo emblemático de la mentira” se afirma en la bajada: “El debate por los derechos humanos no es propiedad de ningún sector político; pretenderlo es desconocer, precisamente, los derechos de todos a saber la verdad”.
Estoy totalmente de acuerdo. Al mismo tiempo, como son correctamente citadas opiniones mías sobre el número de los desaparecidos, me siento en la necesidad de decir que es cierto: hay un número de denuncias debidamente documentadas sobre las cuales, y con el indispensable testimonio de testigos -muchos de estos sobrevivientes de centros clandestinos- en 1985 comenzó el camino de la justicia con el juicio a las tres primeras juntas militares de la dictadura que, tras una interrupción de varios años, fue reiniciado en 2005 hasta ahora.
Podríamos decir que, por las particulares circunstancias que vivió este país, incluida la Guerra de Malvinas, a diferencia de lo que ocurrió en países hermanos cuando también recuperaban la democracia, se pudo enjuiciar en la Argentina al terrorismo de Estado. Todo cuanto se conoce sobre quienes fueron víctimas del más perverso método de represión, los desaparecidos, proviene de lo denunciado por los familiares o de los sobrevivientes que colaboraron con sus relatos ante los jueces.
¿Qué está faltando? Nada más ni nada menos que la información sobre el destino de miles de personas, información que ocultan aquellos que sí lo saben. El reclamo a la respuesta ¿qué pasó con los desaparecidos? se mantiene en trágica vigencia.
Ante esta realidad, no veo prioritario discutir cifras y sí enfatizar que no se respondió a ese interrogante.
En aras de “toda la verdad” que nos merecemos todos, el reclamo debería dirigirse a quienes esconden la información que permitiría a los familiares que aún vivimos aliviar el dolor de un duelo que nunca termina. También aceleraría la recuperación de la identidad de quienes siendo bebes o habiendo nacido cuando su madre estaba secuestrada, hoy adultos, buscan todavía las Abuelas.
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La Respuesta
Por Claudio A. Kussman
Respetable señora, yo CLAUDIO ALEJANDRO KUSSMAN, Comisario Mayor (R) de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, PRISIONERO ILEGAL desde el día 28 de noviembre de 2014, luego de leer su Carta de Lectores publicada en la fecha en el diario La Nación, en forma PERSONAL E INDIVIDUAL LE RESPONDO:
Que la invito a visitar www.PrisioneroEnArgentina.com donde podrá percibir una realidad que quizás usted no quiera ver. Mi filosofía de vida de siempre fue simple al considerar que dentro de una sociedad hay 2 clases de personas. Los que respetan la ley y son buenos ciudadanos y los depredadores de estos mediante el accionar ilegal.
Si usted dice “desaparecidos” yo le respondería simplemente: calamitoso delito. Pero si yo digo falsos desaparecidos, también le agregaría: calamitoso delito. En lo personal y como policía por muchos años, siempre me tuvo muy sin cuidado la política, la ideología, la religión y cuanta cosa impulse al hombre en su diario vivir. Es más dada esta nueva y dramática e injusta experiencia de ser nada menos que “un genocida” al decir de unos cuantos irresponsables y criminales miembros del poder judicial, hoy también me tienen sin cuidado el país, su bandera, su himno y cuanta cosa lo represente. Dejé de ser parte de ellos y solo es el territorio donde me tienen ilegalmente prisionero al tiempo que nos van matando, junto con miembros de nuestra familia. Todo para conformarla a usted y a otros ciudadanos que están en la misma y dramática circunstancia de no tener los restos mortales de sus seres queridos.
Usted no puede ignorar que para ello, en numerosos casos, se detuvo “al barrer”, sin pruebas, sin justicia y actuando en forma completamente ilegal. Usted y otros aceptaron que un grupo de delincuentes, tanto del poder político como del judicial “se comieran al caníbal”, y también al que no lo era. Así durante estos últimos años se volvieron a producir nuevas e injustas muertes.
Paralelamente peligrosos asesinos se convirtieron en “jóvenes idealistas” bien indemnizados y bien reconocidos socialmente con altos cargos que aprovecharon para enriquecerse ilegalmente o sin dar nada a cambio. Es decir que al mentir, no se dejó desaguisado sin cometer y ayudaron a sembrar nuevamente el odio entre argentinos. Desde el año 2005 pasó mucho tiempo y ocurrieron muchas muertes en las prisiones del país. También muchas víctimas del “terrorismo de estado” falaces, algunas movidas por su necesidad de lograr la revancha y otras solo por intereses espurios. Tiene razón cuando usted dice: “En aras de “toda la verdad” que nos merecemos todos”. Pero en ese todos debemos estar incluidos tanto yo como otros que también fuimos maltratados por la justicia con minúscula. Y en ese caso y “en aras de la verdad” muchos de los miembros de ese poder de todo estado democrático que es la justicia y que hoy resultaron ser verdaderos asesinos de adultos mayores, deberían ocupar un lugar en estas indignas prisiones. Lograr eso es un imposible, tanto como lo que usted pretende, luego de la deshonestidad con que se manejaron estos juicios “en aras de la verdad que nos merecemos”. Triste y trágico final para todos nosotros, lamentables víctimas de los ambiciosos sedientos de sangre y poder del pasado y del presente.
Respetuosamente
CLAUDIO KUSSMAN
Comisario Mayor (R)
Policía de la Provincia de Buenos Aires
Noviembre 03, 2016
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Lo mismo en la época de las lanzas y las espadas que en la era de los cohetes
nucleares, la primera víctima es el corazón del hombre.
RESPONDIENDO A LA SEÑORA
GRACIELA FERNÁNDEZ MEIJIDE
Su nota en el periódico La Nación
Un debate de todos
Por Graciela Fernández Meijide
El viernes 28 de octubre, en el editorial de LA NACION titulado “Un símbolo emblemático de la mentira” se afirma en la bajada: “El debate por los derechos humanos no es propiedad de ningún sector político; pretenderlo es desconocer, precisamente, los derechos de todos a saber la verdad”.
Estoy totalmente de acuerdo. Al mismo tiempo, como son correctamente citadas opiniones mías sobre el número de los desaparecidos, me siento en la necesidad de decir que es cierto: hay un número de denuncias debidamente documentadas sobre las cuales, y con el indispensable testimonio de testigos -muchos de estos sobrevivientes de centros clandestinos- en 1985 comenzó el camino de la justicia con el juicio a las tres primeras juntas militares de la dictadura que, tras una interrupción de varios años, fue reiniciado en 2005 hasta ahora.
Podríamos decir que, por las particulares circunstancias que vivió este país, incluida la Guerra de Malvinas, a diferencia de lo que ocurrió en países hermanos cuando también recuperaban la democracia, se pudo enjuiciar en la Argentina al terrorismo de Estado. Todo cuanto se conoce sobre quienes fueron víctimas del más perverso método de represión, los desaparecidos, proviene de lo denunciado por los familiares o de los sobrevivientes que colaboraron con sus relatos ante los jueces.
¿Qué está faltando? Nada más ni nada menos que la información sobre el destino de miles de personas, información que ocultan aquellos que sí lo saben. El reclamo a la respuesta ¿qué pasó con los desaparecidos? se mantiene en trágica vigencia.
Ante esta realidad, no veo prioritario discutir cifras y sí enfatizar que no se respondió a ese interrogante.
En aras de “toda la verdad” que nos merecemos todos, el reclamo debería dirigirse a quienes esconden la información que permitiría a los familiares que aún vivimos aliviar el dolor de un duelo que nunca termina. También aceleraría la recuperación de la identidad de quienes siendo bebes o habiendo nacido cuando su madre estaba secuestrada, hoy adultos, buscan todavía las Abuelas.
La Respuesta
Por Claudio A. Kussman
Respetable señora, yo CLAUDIO ALEJANDRO KUSSMAN, Comisario Mayor (R) de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, PRISIONERO ILEGAL desde el día 28 de noviembre de 2014, luego de leer su Carta de Lectores publicada en la fecha en el diario La Nación, en forma PERSONAL E INDIVIDUAL LE RESPONDO:
Que la invito a visitar www.PrisioneroEnArgentina.com donde podrá percibir una realidad que quizás usted no quiera ver. Mi filosofía de vida de siempre fue simple al considerar que dentro de una sociedad hay 2 clases de personas. Los que respetan la ley y son buenos ciudadanos y los depredadores de estos mediante el accionar ilegal.
Si usted dice “desaparecidos” yo le respondería simplemente: calamitoso delito. Pero si yo digo falsos desaparecidos, también le agregaría: calamitoso delito. En lo personal y como policía por muchos años, siempre me tuvo muy sin cuidado la política, la ideología, la religión y cuanta cosa impulse al hombre en su diario vivir. Es más dada esta nueva y dramática e injusta experiencia de ser nada menos que “un genocida” al decir de unos cuantos irresponsables y criminales miembros del poder judicial, hoy también me tienen sin cuidado el país, su bandera, su himno y cuanta cosa lo represente. Dejé de ser parte de ellos y solo es el territorio donde me tienen ilegalmente prisionero al tiempo que nos van matando, junto con miembros de nuestra familia. Todo para conformarla a usted y a otros ciudadanos que están en la misma y dramática circunstancia de no tener los restos mortales de sus seres queridos.
Usted no puede ignorar que para ello, en numerosos casos, se detuvo “al barrer”, sin pruebas, sin justicia y actuando en forma completamente ilegal. Usted y otros aceptaron que un grupo de delincuentes, tanto del poder político como del judicial “se comieran al caníbal”, y también al que no lo era. Así durante estos últimos años se volvieron a producir nuevas e injustas muertes.
Paralelamente peligrosos asesinos se convirtieron en “jóvenes idealistas” bien indemnizados y bien reconocidos socialmente con altos cargos que aprovecharon para enriquecerse ilegalmente o sin dar nada a cambio. Es decir que al mentir, no se dejó desaguisado sin cometer y ayudaron a sembrar nuevamente el odio entre argentinos. Desde el año 2005 pasó mucho tiempo y ocurrieron muchas muertes en las prisiones del país. También muchas víctimas del “terrorismo de estado” falaces, algunas movidas por su necesidad de lograr la revancha y otras solo por intereses espurios. Tiene razón cuando usted dice: “En aras de “toda la verdad” que nos merecemos todos”. Pero en ese todos debemos estar incluidos tanto yo como otros que también fuimos maltratados por la justicia con minúscula. Y en ese caso y “en aras de la verdad” muchos de los miembros de ese poder de todo estado democrático que es la justicia y que hoy resultaron ser verdaderos asesinos de adultos mayores, deberían ocupar un lugar en estas indignas prisiones. Lograr eso es un imposible, tanto como lo que usted pretende, luego de la deshonestidad con que se manejaron estos juicios “en aras de la verdad que nos merecemos”. Triste y trágico final para todos nosotros, lamentables víctimas de los ambiciosos sedientos de sangre y poder del pasado y del presente.
Respetuosamente
CLAUDIO KUSSMAN
Comisario Mayor (R)
Policía de la Provincia de Buenos Aires
Noviembre 03, 2016
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