REVELADORA PROFECÍA DE ISAÍAS SOBRE LA INDIGNACIÓN DE JESUCRISTO

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 Por COSME BECCAR VARELA

Aunque tal vez a alguien le resulte extraño la figura de Nuestro Señor Jesucristo, Redentor misericordioso de la humanidad, además de Su bondad infinita y su incansable perdón de los pecadores que se arrepienten, incluye también otra faceta que en estos días calamitosos se mantiene oculta y silenciada: la del Juez que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos en el Juicio final condenando a los malos al fuego eterno y llevando al Cielo a los que le fueron fieles.

En lo que se refiere a los malos Nuestro Señor es el Vengador de todas sus iniquidades, que no pueden quedar impunes aunque en esta vida parecería que la perfidia triunfa  y que es a la vez  un Guerrero invencible, pues la batalla entre el Bien y el mal durará hasta el fin de mundo siendo que el poder de los malos ha sido y es siempre enorme y dominante mientras que los buenos, salvo excepcionales y breves períodos de la historia, son débiles y generalmente poco heroicos y tontos. El mismo Salvador lo dijo: los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz. Sin el poder del divino Guerrero la buena causa estaría perdida.

En estos tiempos calamitosos en que un Papa suprime las ceremonias de la Semana Santa, cierra las iglesias y deja a los fieles sin Sacramentos; en que el poder mundial de las “fuerzas secretas” domina el mundo entero encarcelando en sus casas a todos los habitantes de un país mediante el terror a una enfermedad surgida en la China comunista, pero sin explicar de qué manera la supresión de las libertades es el único medio existente para evitar enfermarse; en que está a punto de aprobarse la libertad de abortar asesinando niños en el vientre de su madre; en que los peores monopolizan todos los cargos públicos oprimiendo a los menos malos, en estos tiempos, digo, conviene recordar la profecía de Isaías que se leía el Miércoles Santo de la antigua liturgia. Y así lo hago. Lea con atención y alégrese pensando en el día y la hora en que Nuestro Señor se manifestará como el Gran Guerrero que describe Isaías.

Isaías 62,11 y 63 1,7(siglo VIII antes de NSJ).

“Eso dice el Señor Dios: Decid a la hija de Sion: Mira que ya viene tu Salvador, mira como trae consigo su galardón.¿Quien es ese que viene de Edón (Idumea) y de Bosra (su capital) con las vestiduras teñidas de sangre? ¿Ese tan hermoso en su vestido y en cuyo andar se descubre su gran fortaleza? Yo soy el que predico la justicia y el que lucho por salvaros. Pues ¿por qué está roja tu vestidura como las de los que pisan en el lagar? El lagar lo he pisado yo solo sin que nadie de entre las gentes me haya ayudado; a los enemigos pisé con mi furor y los hollé con mi ira; y se salpicaron con su  sangre mis vestidos y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, ha llegado el año de mi redención. Miré en torno mío y no hubo quien me auxiliase; busqué y  no hallé quien me ayudase; y sólo me salvó mi brazo y mi indignación me sostuvo. Y hollé a los pueblos en mi furor y los embriagué en mi indignación y postré por tierra su poderío. Me acordaré de las bondades del Señor y le alabaré por todas las cosas que ha hecho por nosotros el Señor Dios nuestro.”

El amor a Dios exige esta lucha y esta indignación contra los pérfidos enemigos de Quien amamos. Los católicos estamos siendo engañados para hacernos creer que el amor es interconfesionalismo, simpatía por el mal y una especie de budismo sonriente. Es bueno leer y meditar este texto del Miercoles Santo que por su clara doctrina me temo que ha sido suprimido hace años en la reforma litúrgica de Paulo VI y este año, de todas maneras por la inaudita decisión de Francisco de abolir la Semana Santa del 2020.

Cosme Beccar Varela

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 14, 2020


 

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