Leyendo y conmoviéndome con La historia de la joven Lucrecia Jordanoff, publicada en el diario la Gaceta el 04/05/2017. Heroína tucumana que a pesar de haber nacido sin brazos, hace lo imposible para que las barreras físicas no se conviertan en un obstáculo para su futuro. La adalid que debe ser una referente y aliciente de muchos , es paciente de un gran amigo personal el Dr. Carlos Juárez, una gran persona y mejor profesional – Médico Traumatólogo de Tucumán – que con su gran sentido de la solidaridad y Fe cristina exhorta y clama por ayuda para su paciente que solamente necesita y pide trabajar. Es por eso que haciéndome eco de su reclamo vuelvo a reiterar lo que vengo sosteniendo desde hace muchos años de “que no existe la discapacidad”. Reitero no existe la discapacidad, el hombre nace y es siempre entero, completo, capaz, por que es hecho a imagen y semejanza de Dios; si estamos vivos es para vivir del todo, con todo. Se puede decir y no le tengamos miedo a las palabras que somos rengos, ciegos, mudos, paralíticos, que tenemos uno o varios problemas físicos y psíquicos, pero que no somos capaces, eso sí que no. Podemos tener enormes dificultades, pero todos sabemos que algo maravilloso, misterioso e innegable, yo diría que La Mano de Dios nos ayuda a pelear, a vencer, a no flaquear. Tenemos que estar siempre preparados, alertas para luchar más o más. “… No te sientas vencido aún vencido…”, dice el poeta y tiene razón. Debo decir que en la mayoría de los casos no estamos solos, nuestros hijos, mujeres, padres, hermanos y amigos nos rodean y nos ayudan al considerarnos uno más del grupo familiar, y se nos convierte en personas iguales a los demás. El orgullo o la dignidad de ser persona, hace que antes que aceptar una expresión de lástima, seamos capaces de mordernos y no pedir ayuda. “…La mano del piadoso nos quita siempre honor…” dice el poeta (“Machado”), y lo comprendo. No puedo hablar por el ciego, que estudia en Braille y se gana la vida, ni por el sordo, que lee los labios y se integra así al mundo; o por el paralítico, que por andar en sus muletas y en su silla de rueda, desarrolla un tórax de campeón. No puedo hablar por ellos, pero los comprendo y valoro todo el esfuerzo, las garras y el sudor que necesitan para hacerlo. Discapacidad? NO, eso es supercapacidad, es heroísmo. Siempre es posible enfrentar a las adversidades y ganarle. Siempre es posible mejorar. Se puede…Siempre se puede mi querida Lucrecia…
Opinión:
Leyendo y conmoviéndome con La historia de la joven Lucrecia Jordanoff, publicada en el diario la Gaceta el 04/05/2017. Heroína tucumana que a pesar de haber nacido sin brazos, hace lo imposible para que las barreras físicas no se conviertan en un obstáculo para su futuro. La adalid que debe ser una referente y aliciente de muchos , es paciente de un gran amigo personal el Dr. Carlos Juárez, una gran persona y mejor profesional – Médico Traumatólogo de Tucumán – que con su gran sentido de la solidaridad y Fe cristina exhorta y clama por ayuda para su paciente que solamente necesita y pide trabajar. Es por eso que haciéndome eco de su reclamo vuelvo a reiterar lo que vengo sosteniendo desde hace muchos años de “que no existe la discapacidad”. Reitero no existe la discapacidad, el hombre nace y es siempre entero, completo, capaz, por que es hecho a imagen y semejanza de Dios; si estamos vivos es para vivir del todo, con todo. Se puede decir y no le tengamos miedo a las palabras que somos rengos, ciegos, mudos, paralíticos, que tenemos uno o varios problemas físicos y psíquicos, pero que no somos capaces, eso sí que no. Podemos tener enormes dificultades, pero todos sabemos que algo maravilloso, misterioso e innegable, yo diría que La Mano de Dios nos ayuda a pelear, a vencer, a no flaquear. Tenemos que estar siempre preparados, alertas para luchar más o más. “… No te sientas vencido aún vencido…”, dice el poeta y tiene razón. Debo decir que en la mayoría de los casos no estamos solos, nuestros hijos, mujeres, padres, hermanos y amigos nos rodean y nos ayudan al considerarnos uno más del grupo familiar, y se nos convierte en personas iguales a los demás. El orgullo o la dignidad de ser persona, hace que antes que aceptar una expresión de lástima, seamos capaces de mordernos y no pedir ayuda. “…La mano del piadoso nos quita siempre honor…” dice el poeta (“Machado”), y lo comprendo. No puedo hablar por el ciego, que estudia en Braille y se gana la vida, ni por el sordo, que lee los labios y se integra así al mundo; o por el paralítico, que por andar en sus muletas y en su silla de rueda, desarrolla un tórax de campeón. No puedo hablar por ellos, pero los comprendo y valoro todo el esfuerzo, las garras y el sudor que necesitan para hacerlo. Discapacidad? NO, eso es supercapacidad, es heroísmo. Siempre es posible enfrentar a las adversidades y ganarle. Siempre es posible mejorar. Se puede…Siempre se puede mi querida Lucrecia…
Dr. Jorge B. Lobo Aragón
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