SÍ… ¿Y QUÉ?

EL SÍNDROME DE LA IMPUNIDAD
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Por Juan Carlos Neves        

Contraalmirante (R) VGM

 

   En general, los seres humanos, las organizaciones y las naciones, tratan de mostrar que cumplen con ciertos parámetros que les permiten justificar sus acciones. Escapan a esa conducta quienes se sienten impunes y suficientemente fuertes y poderosos como para despreciar las opiniones y las reacciones que sus actos pueden generar. Eso se sintetiza en la expresión “Sí…. ¿y qué?” propia de quien no pretende negar ni disimular sus exabruptos y no hesita en mostrarse desafiante y altanero.

   Escribo esto en el año 2025 desde un país situado en el Hemisferio Sur, llamado Argentina, desde el que contemplo cómo algunas grandes potencias han abandonado todo esfuerzo por disimular sus políticas autoritarias y violentas y también compruebo consternado que esos mismos patrones de conducta se reflejan y repiten en nuestro plano político interno.

VEAMOS ALGUNOS EJEMPLOS.

   En el año 2022 Rusia invadió Ucrania sin que mediara una agresión previa ni hubiera una amenaza inminente. Esta ruptura del orden internacional no tuvo una justificación ni una disculpa. A pesar de que Estados Unidos  y países de la Unión Europea impusieran sanciones a Rusia este país no modificó su conducta. Tres años después, Rusia se mantiene en su postura de “Si… ¿y qué?” desafiando las reglas internacionales, confiada en que su condición de potencia nuclear la protege de cualquier represalia militar.

    La postura de: “Sí, lo hago y lo continuaré haciendo porque tú no puedes hacer nada al respecto” podríamos denominarla como el Síndrome de la Impunidad (SIMPU) y no es exclusiva de países con gobiernos autoritarios.

   En el otro extremo ideológico el presidente de los EUA se permitió proponer la anexión de un país soberano y aliado como Canadá y del territorio de Groenlandia. Más recientemente ha comenzado a atacar embarcaciones indefensas que supuestamente traficaban drogas por el mar Caribe, matando impunemente a sus tripulantes en flagrante violación del derecho internacional.

   Pero no solo el SIMPU se manifiesta en el orden militar. Con absoluto desprecio al principio de no intervención en los asuntos internos de otro país, el presidente de los EUA  manifestó su apoyo a su aliado ideológico, el presidente de Argentina, en sus elecciones legislativas y, más aún, intervino sin disimulo en el mercado de cambios de este país y prometió que cesaría su apoyo si no ganaba su favorito. Estas acciones no son novedosas, pero, tradicionalmente, se disimulaban o negaban. Actualmente se exponen descarnadamente bajo el paraguas del síndrome de la impunidad.

   Podríamos citar múltiples ejemplos, pero el punto ha quedado ilustrado. ¿Se trata de un afán por terminar con la hipocresía en las relaciones internacionales o es en cambio una brutal regresión a los tiempos previos a la creación de la ONU en que se aceptaban la anexión de territorios y la modificación de las fronteras mediante el uso de la fuerza? ¿El SIMPU quedará limitado a un par de potencias o debemos esperar que pronto se sumen la China o las naciones europeas? ¿Estamos ante una moda transitoria o ante el comienzo de un cambio de paradigmas en que será necesario que los países menos poderosos se integren en  nuevos sistemas de alianzas y alineamientos para evitar ser devorados?

Estas incógnitas quedan planteadas para que el tiempo nos revele si estamos ante un fenómeno efímero o ante el preludio de un nuevo orden internacional.

¿Y POR CASA COMO ANDAMOS?

   El desprecio por las normas en el orden internacional tiene su correlato en el orden local en el debilitamiento de la democracia en numerosas naciones en que los líderes adoptan actitudes autoritarias, amparados por su fortaleza política o por argucias técnicas de que se valen para imponer una voluntad omnímoda.

   En Argentina, el entonces presidente Carlos Saúl Menem, en un momento de éxito económico se permitió manifestar que había engañado a sus electores porque “si hubiera dicho lo que iba a hacer no lo hubieran votado”.  Años después,  la presidente Cristina Fernández viuda de Kirchner, embriagada por  su triunfo electoral, manifestó en público “ahora vamos por todo” lo que significaba arremeter para colonizar, no solo el Congreso, sino también la Justicia.

   Sin embargo, estas groseras, pero aisladas expresiones del Síndrome de Impunidad han alcanzado su pináculo con el actual presidente Javier Milei.

En campaña se permitió denigrar a los mandatarios de China, Brasil y España a pesar de que son países de gran importancia comercial para la Argentina y llegó al extremo de agraviar al mismísimo Papa Francisco, de nacionalidad argentino, y cabeza de la iglesia católica.

   En funciones, sus diatribas alcanzaron por igual a periodistas, legisladores, opositores y a sus propios aliados. Quizás su mayor exposición de impunidad la evidencia cuando se solaza manifestando que es un hombre cruel, cuando se le señala que las principales víctimas de sus políticas de ajuste recaen sobre jubilados, pensionados y discapacitados.

   Ciertamente, no es el único mandatario que cuando se siente impune hace gala de su falta de empatía y respeto por los marginados y el desprecio por sus opositores. Pero creo que goza del dudoso honor  de ser el principal exponente del “Si….¿y qué?”.

   Una brillante profesional,  bella persona y aguda observadora, doctora en psicología, solía señalar en sus cátedras que la cortesía y la amabilidad significaban en las relaciones internacionales y en las relaciones humanas, en general, mucho más que una cuestión de formas. Eran una manifestación del respeto por el otro y hablaban del carácter y la visión humanística del individuo.

   El  paradigma de la búsqueda de la confrontación, el agravio y el insulto, como método político para polarizar y enfervorizar a las masas, representa un peligro pues se trasmite como ejemplo e incentivo para generar la violencia en todos los órdenes y suele terminar desbordando el plano verbal para explotar en la violencia física.

   Cuando los gobernantes que han abusado de su impunidad pierden el poder que circunstancialmente alcanzaron, suelen sufrir revanchas y persecuciones judiciales y eso constituye una razón más para que traten a toda costa de conservar el poder, desnaturalizando la esencia de la democracia.  

    Es tiempo de lanzar un llamado angustioso para que los líderes políticos, tanto en sus prédicas internacionales como en las internas, hagan un ejercicio de moderación, mesura y respeto, renunciando al recurso fácil de buscar adhesión apuntando a los bajos instintos de la persona humana. Las masas suelen ser fáciles de soliviantar de arriba para abajo pero muy difíciles de detener cuando el odio y la violencia se han  desatado. Es una responsabilidad de los líderes, pero cada ciudadano tiene que contribuir rechazando el Síndrome de la Impunidad como una grave enfermedad exacerbada en los tiempos actuales.                                  

Buenos Aires, Argentina

JUAN CARLOS NEVES

PRESIDENTE DE NUEVA UNIÓN CIUDADANA

 


PrisioneroEnArgentina.com

Nov 20 2025



 

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