Asimilo. Eso creo. Poco a poco voy asimilando mi vida, con una constante sensación de llevar varios años de retraso. Hoy, por ejemplo, se me cayó encima una conversación y un paseo en el que te hice unas fotografías. Una tarde de hace siete años, con el corazón en la garganta y las infinitas ganas de besarte.
Esta tarde, las bocinas de los coches suenan más de la cuenta porque todos tienen prisa o miedo. Cualquiera sabe. El aire caliente deslizaba las imágenes ante mis ojos. Eso es todo.
Hoy nadie podría hacer nada por mí.
Como si tuviese fiebre. Como si hubiera comido frutos envenenados. Tal vez sean las palabras, ya podridas, en el estómago.
Desde que no estás, Montero, siento a todas horas como si alguien hubiese metido mi corazón en aceite hirviendo.
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Por Isabel Bono
Asimilo. Eso creo. Poco a poco voy asimilando mi vida, con una constante sensación de llevar varios años de retraso. Hoy, por ejemplo, se me cayó encima una conversación y un paseo en el que te hice unas fotografías. Una tarde de hace siete años, con el corazón en la garganta y las infinitas ganas de besarte.
Esta tarde, las bocinas de los coches suenan más de la cuenta porque todos tienen prisa o miedo. Cualquiera sabe. El aire caliente deslizaba las imágenes ante mis ojos. Eso es todo.
Hoy nadie podría hacer nada por mí.
Como si tuviese fiebre. Como si hubiera comido frutos envenenados. Tal vez sean las palabras, ya podridas, en el estómago.
Desde que no estás, Montero, siento a todas horas como si alguien hubiese metido mi corazón en aceite hirviendo.
PrisioneroEnArgentina.com
Setiembre 13, 2020