El Citroën con una bomba de fragmentación en su interior voló por los aires. Los proyectiles causaron decenas de heridos y once muertos, entre ellos, un matrimonio que circulaba detrás del ómnibus en un Renault 12. Su hija, de 15 años, sobrevivió pero jamás pudo hablar de este hecho. Se fue de la ciudad. Hoy se cumplirán 43 años del mayor atentado perpetrado por la organización Montoneros en Rosario, Santa Fe, Argentina.
Este atentado se produjo contra fuerzas de servicios policiales que retornaban de asistir a un partido de fútbol. La onda expansiva fue tan poderosa que muchas casas de la zona vieron destruidos sus frentes y algunos paredones fueron ampliamente perforados por las esquirlas compuestas de clavos, tornillos, plomo, bolitas de acero y restos del vehículo Citroen.
“Lo que más complicó a los heridos fueron las infecciones, estaban impregnadas de deshechos y materia fecal, con el objetivo de infectar una vez que entraban a los cuerpos”.
Eduardo Ferraro, conductor del autobús
En el atentado fallecieron nueve policías del Cuerpo Guardia de Infantería y un matrimonio, comuesto por Oscar Walter Ledesma e Irene Ángela Dib, que se dirigían a la zona céntrica de la ciudad.
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El estallido del poderoso coche bomba también provocó más de cincuenta heridos en el resto del personal que se trasladaba en un ómnibus Mercedes Benz y transeúntes. Los agentes del orden fallecidos eran de poca antigüedad en la fuerza de la provincia de Santa Fe, identificados como los agentes Domingo Hipólito Alfonso, Juan Domingo Mattiasevich , Edgardo Jorge Ferri , Andrés Alberto Acosta , Carlos González , José Luis Boggino , Hugo Alberto Pellegrina , José María Gutiérrez y Dario Héctor Pietrani.
También murieron el fotógrafo social Oscar Walter Ledesma y su esposa Irene Angela Dib.
Los uniformados que perecieron recibieron las honras fúnebres de los caídos en cumplimiento del deber y a partir de ese momento se instauró en la provincia de Santa Fe el conmemorativo del 12 de septiembre para los policías que fallecen en el servicio activo en su combate contra la delincuencia.
Fuentes: El Atlántico . danielaleart.com . Archivo PEA
Entre otros, Nicolás Márquez, se encontaron un grupo de personalidades para evocar a las once víctimas de la tragedia, masacre. perpetrada en Rosario por un comando de la agrupación terrorista Montoneros el 12 de septiembre de 1976. Un grupo de nueve policias que retornaban de cubrir con su asistencia de seguridad un partido de fútbol, fueron asesinados y juntoa ellos, dos civiles, al estallar una bomba de modalidad ‘vietnamita’ que portaba un vehículo Citroen que hizo impacto contra el autobús en el que se desplazaban los fallecidos.
El cruento atentado del 12 de septiembre de 1976 dejó once personas asesinados bajo el manto sangriento de la Organización Montoneros. Los familiares de las víctimas del momento y el dolor irreparable que causoa las primeras, ven una respuesta al ser estas reconocidas comio querellantes. El doctor Miño es ahora el representante legal de estas familias.
En esta terrible y testimonial nota aparecida en el Diario LA CAPITAL, de la ciudad de Rosario, donde se reproducen las palabras, la experiencia y los sentimientos de SILVINA GONZALEZ hija de un policía asesinado por los terroristas de ayer, devenidos en los “jóvenes idealistas” de hoy, está todo. La crueldad de unos locos asesinos seriales al que un pueblo con miedo pedía a gritos que se los matara para que se parara el terror que vivía la Argentina. Tan grande y grave era lo que ocurría, que los atentados que hoy se llevan a cabo en Europa parece juego de chicos.
En las palabras de SILVINA está el resumen de los daños colaterales y la trastienda del dolor sin tiempo de las muchas víctimas no reconocidas. También toda la hipocresía de los ciudadanos que se dieron vuelta y asimilaron el “relato” y la de los gobiernos que, por temor a las organizaciones radicalizadas, permanentemente ceden a todo tipo de “curros”, esos que en campaña falsamente prometieron terminar.
Asimismo, por sí sola surge la mansedumbre de TODOS los uniformados a pesar que de “pico” insistan en considerarse valerosos.
Realmente con tanta mentira, mezquindad, cobardía y emergencias por doquier, producto del robo a mansalva sin castigo de un país ¿quiénes son más malvados, los locos asesinos o los hipócritas? ¿se cree que así hay un futuro en donde brille el sol?
Por el contrario, de llegar la noche y ser tragados nuevamente por las sombras y el dolor, seguramente será porque lo habremos merecido.
Claudio Kussman
Interno L.U.P 345.349
Servicio Penitenciario Federal
Septiembre 10, 2018
Colaboración: Dr. Gonzalo P. Miño
“Merecer la vida es erguirse vertical más allá del mal,
El destino de una nena a quien su madre jamás quiso volver a ver
Diario LA CAPITAL, Rosario
No había cumplido un año cuando su padre murió en el atentado. A los pocos días la dieron en adopción. La buscó varias veces, pero ella la rechazó.
Silvina González aún no había cumplido un año cuando su padre, Carlos, de 21, murió en el atentado de Montoneros al colectivo de la policía en la esquina de Junín y Rawson. Ese 12 de septiembre de 1976 su vida, a pesar de su corta edad, cambió drásticamente.
Hoy, 42 años después, hace un enorme esfuerzo para contar qué le sucedió. De baja estatura, pelo oscuro y unos ojos que denotan una profunda tristeza, dos veces intenta hablar con La Capital en una destemplada tarde de jueves en el centro rosarino, y el relato se interrumpe.
Está rodeada por sobrevivientes del atentado a quienes conoció en los actos que cada 12 de septiembre se realizan en la esquina donde estalló el coche bomba, en el barrio Refinería. En realidad no todos los años la conmemoración se hace allí. Admiten que hubo algunos en los que les aconsejaron no hacerlo y el recuerdo fue puertas adentro de la Jefatura de Policía.
El relato de Silvina se interrumpe porque llora. No lo puede controlar. Busca contar su historia y no puede. Descansa mientras el resto recuerda escenas de muerte, confusión y caos en un hospital.
Tras varios minutos de silencio y estupor mientras escucha historias que ya le fueron contando con el tiempo y que ella se encargó de investigar, incluso hasta golpeando las puertas de La Capital, donde accedió al archivo y pudo ver las fotos del atentado y leer las crónicas de ese día, vuelve sobre lo que le provoca más angustia: los avatares del destino de una nena que truncó ese coche bomba un nublado domingo de septiembre de 1976.
“No me quiso más”
Silvina admite que largas horas de terapia le permitieron poder salir adelante. Tras el asesinato de su padre, su mamá entró en una profunda depresión. “Es como que yo le hacía acordar a él y me rechazaba. A los pocos días del atentado, ella me dio en adopción, no me quería ver”, asegura.
Hace una pausa, una más en un relato que le trae un montón de recuerdos dolorosos que ella, 42 años después, ha decidido exorcizar contando públicamente. Se crió primero con una tía y luego con otro familiar. “Pasé de familia en familia. Fue muy triste. A los seis años, me acuerdo, volví a ver a mi mamá y ella me dijo que no quería saber nada de mí. A los 15 lo intenté otra vez. La busqué. Me costaba entender el rechazo. La encontré y de nuevo me dijo que me fuera”, narra con la voz entrecortada. Con los años buscó a su abuela paterna. “La encontré. Ella me contó la historia de mi papá. Ahí pude conocer qué había pasado, cómo había muerto. Ella tenía la bandera con la que cubrieron el cajón cuando falleció y me la dio”, señala. A los 17 se casó, formó una familia. Hoy es profesora de patín y tiene un hijo, que se alistó en la Prefectura y estudia Derecho. Ella es una de las querellantes en la causa que se tramita en la justicia federal para conocer quiénes fueron los artífices del atentado que mató a su padre. A su madre ya no la busca más. Su vida tomó otro rumbo.
La larga búsqueda de Angela en una noche agitada
Angela Acosta recuerda perfectamente el día en que su hermano Andrés le dijo que le iba a comprar una heladera a su madre. “El quería hacerle ese regalo, así que vivía haciendo adicionales para juntar la plata”, remarca. Ese 12 de septiembre de 1976 el servicio adicional era en la cancha de Central. Había que brindar seguridad en el partido que el canalla disputaría con Unión y Andrés no lo dudó. Tenía 25 años, era el mayor de tres hermanos y estaba a cargo de dos hijos, uno de 4 años y otro de uno.
Ese domingo, cerca de las 19, Angela se enteró de que algo había pasado con el colectivo de la policía en el que se trasladaba su hermano. Fue una jornada angustiante. Lo buscó entre los heridos en la Asistencia Pública y no lo halló. La comunicación oficial fue lacónica. Era uno de los nueve policías que habían muerto en el atentado.
“Me acuerdo de que tuvimos que ir a reconocer los cuerpos a la Jefatura (donde hoy funciona la sede local de Gobernación, en Santa Fe y Dorrego).Ya era de noche, yo llegué con una cruz de claveles blancos en la mano y entré al edificio. De inmediato un guardia me paró muy alterado y me preguntó dónde iba y qué llevaba”, rememoró la mujer 42 años después.
Le contó que venía a reconocer el cuerpo de su hermano. “Los cajones estaban en el Salón Blanco, uno al lado del otro y con un cartelito encima”, señaló.
Según recordó, esa noche reinaba el nerviosismo. “Los guardias temían que atacaran la Jefatura, así que cuando yo entré con la cruz de flores en la mano se me vinieron encima”.
“Me revisaron entera y me dejaron pasar. Me acuerdo de que estaba ahí y sentía que mujeres que estaban detenidas en ese lugar gritaban «muerte a los policías». Fue todo muy triste. Una locura. Los hijos de mi hermano nunca quisieron saber algo sobre él y mi madre se murió hace cuatro años sin saber quién lo mato”.
El 12 de septiembre de 1976, explotó en la ciudad de Rosario, Santa Fe, uno de las más poderosas coche bombas de la organización terrorista Montoneros contra fuerzas policiales de la Unidad Regional II de Policía. Esto sucedió en la intersección de las calles Junín y Rawson tras la finalización del partido entre el Club Rosario Central y Unión de Santa Fe en la cancha del primero. La onda expansiva fue tan poderosa que muchas casas de la zona del barrio Refinería vieron destruidos sus frentes y el paredón de los talleres del Ferrocarril Mitre ampliamente perforados por las esquirlas compuestas de clavos, tornillos, plomo, bolitas de acero y restos del vehículo Citroen. En el atentado fallecieron nueve policías del Cuerpo Guardia de Infantería y un matrimonio, comuesto por Oscar Walter Ledesma y Irene Ángela Dib, que se dirigían a la zona céntrica de la ciudad. El estallido del poderoso coche bomba también provocó 50 heridos en el resto del personal que se trasladaba en un ómnibus Mercedes Benz y transeúntes.
Los policías fallecidos eran de poca antigüedad en la fuerza santafesina, identificados como los agentes Domingo Hipólito Alfonso, Juan Domingo Mattiasevich , Edgardo Jorge Ferri , Andrés Alberto Acosta , Carlos González , José Luis Boggino , Hugo Alberto Pellegrina , José María Gutiérrez y Dario Héctor Pietrani . También murieron el fotógrafo social Oscar Walter Ledesma y su esposa Irene Angela Dib. Los uniformados que perecieron recibieron las honras fúnebres de los caídos en cumplimiento del deber y a partir de ese momento se instauró en la provincia de Santa Fe el conmemorativo del 12 de septiembre para los policías que fallecen en el servicio activo en su combate contra la delincuencia.
La Tragedia de 1976
.
El Citroën con una bomba de fragmentación en su interior voló por los aires. Los proyectiles causaron decenas de heridos y once muertos, entre ellos, un matrimonio que circulaba detrás del ómnibus en un Renault 12. Su hija, de 15 años, sobrevivió pero jamás pudo hablar de este hecho. Se fue de la ciudad. Hoy se cumplirán 43 años del mayor atentado perpetrado por la organización Montoneros en Rosario, Santa Fe, Argentina.
Este atentado se produjo contra fuerzas de servicios policiales que retornaban de asistir a un partido de fútbol. La onda expansiva fue tan poderosa que muchas casas de la zona vieron destruidos sus frentes y algunos paredones fueron ampliamente perforados por las esquirlas compuestas de clavos, tornillos, plomo, bolitas de acero y restos del vehículo Citroen.
Eduardo Ferraro, conductor del autobús
En el atentado fallecieron nueve policías del Cuerpo Guardia de Infantería y un matrimonio, comuesto por Oscar Walter Ledesma e Irene Ángela Dib, que se dirigían a la zona céntrica de la ciudad.
[ezcol_1half]El estallido del poderoso coche bomba también provocó más de cincuenta heridos en el resto del personal que se trasladaba en un ómnibus Mercedes Benz y transeúntes. Los agentes del orden fallecidos eran de poca antigüedad en la fuerza de la provincia de Santa Fe, identificados como los agentes Domingo Hipólito Alfonso, Juan Domingo Mattiasevich , Edgardo Jorge Ferri , Andrés Alberto Acosta , Carlos González , José Luis Boggino , Hugo Alberto Pellegrina , José María Gutiérrez y Dario Héctor Pietrani.
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end] [/ezcol_1half_end]También murieron el fotógrafo social Oscar Walter Ledesma y su esposa Irene Angela Dib.
Los uniformados que perecieron recibieron las honras fúnebres de los caídos en cumplimiento del deber y a partir de ese momento se instauró en la provincia de Santa Fe el conmemorativo del 12 de septiembre para los policías que fallecen en el servicio activo en su combate contra la delincuencia.
Fuentes: El Atlántico . danielaleart.com . Archivo PEA
PrisioneroEnArgentina.com
Septiembre 12, 2019
Recordando Septiembre Negro
Entre otros, Nicolás Márquez, se encontaron un grupo de personalidades para evocar a las once víctimas de la tragedia, masacre. perpetrada en Rosario por un comando de la agrupación terrorista Montoneros el 12 de septiembre de 1976. Un grupo de nueve policias que retornaban de cubrir con su asistencia de seguridad un partido de fútbol, fueron asesinados y juntoa ellos, dos civiles, al estallar una bomba de modalidad ‘vietnamita’ que portaba un vehículo Citroen que hizo impacto contra el autobús en el que se desplazaban los fallecidos.
Envío y colaboración: DR. GONZALO PABLO MIÑO
PrisioneroEnArgentina.com
Septiembre 12, 2018
1976 SEPTIEMBRE NEGRO ARGENTINO: Entrevista al doctor GONZALO MIÑO
El cruento atentado del 12 de septiembre de 1976 dejó once personas asesinados bajo el manto sangriento de la Organización Montoneros. Los familiares de las víctimas del momento y el dolor irreparable que causoa las primeras, ven una respuesta al ser estas reconocidas comio querellantes. El doctor Miño es ahora el representante legal de estas familias.
PrisioneroEnArgentina.com
Septiembre 12, 2018
EL PEOR DE LOS HORRORES OCULTOS EN ARGENTINA
¿QUIENES SON MÁS MALVADOS?
En esta terrible y testimonial nota aparecida en el Diario LA CAPITAL, de la ciudad de Rosario, donde se reproducen las palabras, la experiencia y los sentimientos de SILVINA GONZALEZ hija de un policía asesinado por los terroristas de ayer, devenidos en los “jóvenes idealistas” de hoy, está todo. La crueldad de unos locos asesinos seriales al que un pueblo con miedo pedía a gritos que se los matara para que se parara el terror que vivía la Argentina. Tan grande y grave era lo que ocurría, que los atentados que hoy se llevan a cabo en Europa parece juego de chicos.
En las palabras de SILVINA está el resumen de los daños colaterales y la trastienda del dolor sin tiempo de las muchas víctimas no reconocidas. También toda la hipocresía de los ciudadanos que se dieron vuelta y asimilaron el “relato” y la de los gobiernos que, por temor a las organizaciones radicalizadas, permanentemente ceden a todo tipo de “curros”, esos que en campaña falsamente prometieron terminar.
Asimismo, por sí sola surge la mansedumbre de TODOS los uniformados a pesar que de “pico” insistan en considerarse valerosos.
Realmente con tanta mentira, mezquindad, cobardía y emergencias por doquier, producto del robo a mansalva sin castigo de un país ¿quiénes son más malvados, los locos asesinos o los hipócritas? ¿se cree que así hay un futuro en donde brille el sol?
Por el contrario, de llegar la noche y ser tragados nuevamente por las sombras y el dolor, seguramente será porque lo habremos merecido.
Claudio Kussman
Interno L.U.P 345.349
Servicio Penitenciario Federal
Septiembre 10, 2018
Colaboración: Dr. Gonzalo P. Miño
El destino de una nena a quien su madre jamás quiso volver a ver
Diario LA CAPITAL, Rosario
No había cumplido un año cuando su padre murió en el atentado. A los pocos días la dieron en adopción. La buscó varias veces, pero ella la rechazó.
Silvina González aún no había cumplido un año cuando su padre, Carlos, de 21, murió en el atentado de Montoneros al colectivo de la policía en la esquina de Junín y Rawson. Ese 12 de septiembre de 1976 su vida, a pesar de su corta edad, cambió drásticamente.
Hoy, 42 años después, hace un enorme esfuerzo para contar qué le sucedió. De baja estatura, pelo oscuro y unos ojos que denotan una profunda tristeza, dos veces intenta hablar con La Capital en una destemplada tarde de jueves en el centro rosarino, y el relato se interrumpe.
Está rodeada por sobrevivientes del atentado a quienes conoció en los actos que cada 12 de septiembre se realizan en la esquina donde estalló el coche bomba, en el barrio Refinería. En realidad no todos los años la conmemoración se hace allí. Admiten que hubo algunos en los que les aconsejaron no hacerlo y el recuerdo fue puertas adentro de la Jefatura de Policía.
El relato de Silvina se interrumpe porque llora. No lo puede controlar. Busca contar su historia y no puede. Descansa mientras el resto recuerda escenas de muerte, confusión y caos en un hospital.
Tras varios minutos de silencio y estupor mientras escucha historias que ya le fueron contando con el tiempo y que ella se encargó de investigar, incluso hasta golpeando las puertas de La Capital, donde accedió al archivo y pudo ver las fotos del atentado y leer las crónicas de ese día, vuelve sobre lo que le provoca más angustia: los avatares del destino de una nena que truncó ese coche bomba un nublado domingo de septiembre de 1976.
“No me quiso más”
Silvina admite que largas horas de terapia le permitieron poder salir adelante. Tras el asesinato de su padre, su mamá entró en una profunda depresión. “Es como que yo le hacía acordar a él y me rechazaba. A los pocos días del atentado, ella me dio en adopción, no me quería ver”, asegura.
Hace una pausa, una más en un relato que le trae un montón de recuerdos dolorosos que ella, 42 años después, ha decidido exorcizar contando públicamente. Se crió primero con una tía y luego con otro familiar. “Pasé de familia en familia. Fue muy triste. A los seis años, me acuerdo, volví a ver a mi mamá y ella me dijo que no quería saber nada de mí. A los 15 lo intenté otra vez. La busqué. Me costaba entender el rechazo. La encontré y de nuevo me dijo que me fuera”, narra con la voz entrecortada. Con los años buscó a su abuela paterna. “La encontré. Ella me contó la historia de mi papá. Ahí pude conocer qué había pasado, cómo había muerto. Ella tenía la bandera con la que cubrieron el cajón cuando falleció y me la dio”, señala. A los 17 se casó, formó una familia. Hoy es profesora de patín y tiene un hijo, que se alistó en la Prefectura y estudia Derecho. Ella es una de las querellantes en la causa que se tramita en la justicia federal para conocer quiénes fueron los artífices del atentado que mató a su padre. A su madre ya no la busca más. Su vida tomó otro rumbo.
La larga búsqueda de Angela en una noche agitada
Angela Acosta recuerda perfectamente el día en que su hermano Andrés le dijo que le iba a comprar una heladera a su madre. “El quería hacerle ese regalo, así que vivía haciendo adicionales para juntar la plata”, remarca. Ese 12 de septiembre de 1976 el servicio adicional era en la cancha de Central. Había que brindar seguridad en el partido que el canalla disputaría con Unión y Andrés no lo dudó. Tenía 25 años, era el mayor de tres hermanos y estaba a cargo de dos hijos, uno de 4 años y otro de uno.
Ese domingo, cerca de las 19, Angela se enteró de que algo había pasado con el colectivo de la policía en el que se trasladaba su hermano. Fue una jornada angustiante. Lo buscó entre los heridos en la Asistencia Pública y no lo halló. La comunicación oficial fue lacónica. Era uno de los nueve policías que habían muerto en el atentado.
“Me acuerdo de que tuvimos que ir a reconocer los cuerpos a la Jefatura (donde hoy funciona la sede local de Gobernación, en Santa Fe y Dorrego).Ya era de noche, yo llegué con una cruz de claveles blancos en la mano y entré al edificio. De inmediato un guardia me paró muy alterado y me preguntó dónde iba y qué llevaba”, rememoró la mujer 42 años después.
Le contó que venía a reconocer el cuerpo de su hermano. “Los cajones estaban en el Salón Blanco, uno al lado del otro y con un cartelito encima”, señaló.
Según recordó, esa noche reinaba el nerviosismo. “Los guardias temían que atacaran la Jefatura, así que cuando yo entré con la cruz de flores en la mano se me vinieron encima”.
“Me revisaron entera y me dejaron pasar. Me acuerdo de que estaba ahí y sentía que mujeres que estaban detenidas en ese lugar gritaban «muerte a los policías». Fue todo muy triste. Una locura. Los hijos de mi hermano nunca quisieron saber algo sobre él y mi madre se murió hace cuatro años sin saber quién lo mato”.
[/ezcol_1half_end]PrisioneroEnArgentina.com
Septiembre 10, 2018
Acto en homenaje a las víctimas del atentado terrorista del 12 de setiembre de 1976
El 12 de septiembre de 1976, explotó en la ciudad de Rosario, Santa Fe, uno de las más poderosas coche bombas de la organización terrorista Montoneros contra fuerzas policiales de la Unidad Regional II de Policía. Esto sucedió en la intersección de las calles Junín y Rawson tras la finalización del partido entre el Club Rosario Central y Unión de Santa Fe en la cancha del primero. La onda expansiva fue tan poderosa que muchas casas de la zona del barrio Refinería vieron destruidos sus frentes y el paredón de los talleres del Ferrocarril Mitre ampliamente perforados por las esquirlas compuestas de clavos, tornillos, plomo, bolitas de acero y restos del vehículo Citroen. En el atentado fallecieron nueve policías del Cuerpo Guardia de Infantería y un matrimonio, comuesto por Oscar Walter Ledesma y Irene Ángela Dib, que se dirigían a la zona céntrica de la ciudad. El estallido del poderoso coche bomba también provocó 50 heridos en el resto del personal que se trasladaba en un ómnibus Mercedes Benz y transeúntes.
Los policías fallecidos eran de poca antigüedad en la fuerza santafesina, identificados como los agentes Domingo Hipólito Alfonso, Juan Domingo Mattiasevich , Edgardo Jorge Ferri , Andrés Alberto Acosta , Carlos González , José Luis Boggino , Hugo Alberto Pellegrina , José María Gutiérrez y Dario Héctor Pietrani . También murieron el fotógrafo social Oscar Walter Ledesma y su esposa Irene Angela Dib. Los uniformados que perecieron recibieron las honras fúnebres de los caídos en cumplimiento del deber y a partir de ese momento se instauró en la provincia de Santa Fe el conmemorativo del 12 de septiembre para los policías que fallecen en el servicio activo en su combate contra la delincuencia.
Colaboración: Ana Piedrabuena
PrisioneroEnArgentina.com
Septiembre 2, 2017