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  Por Dr. Gonzalo P. Miño.

Todos sabemos que los denominados juicios de lesa humanidad se rigen por una ley aparte. ¿Cuál ley?, nadie sabe. Pero es la que impone el enemigo ideológico de las fuerzas armadas y de seguridad, una no escrita, pero a la que son sometidos los imputados y condenados en esos juicios,  a “gusto y piaciere” de sus verdugos.

Esa “ley”, no escrita en ningún lado, no tiene otra finalidad que “juicio y castigo”, “haciendo tronar el castigo” con el máximo rigor posible, para el morboso deleite de “la orga”, sobre quienes enfrentaron y vencieron al terrorismo en los años 70; victoria, claro, no “digieren” y nunca lo harán.

“Ley” que se ha ido naturalizando tristemente, no solo por haber logrado doblegar a la mayoría de los jueces federales -hay honrosas excepciones que fallan a derecho y las valoramos-, sino también porque ha logrado infundir un terrible temor entre la mayoría de los retirados de las fuerzas armadas y de seguridad -también hay dignísimas excepciones que se la juegan-, al punto de haber caído esa buena parte en la total inacción. Sobre este particular, sería bueno que piensen que los actuales imputados se van acabando (porque se mueren o ya los juzgaron varias veces) y el “circo” debe seguir funcionando; por lo que necesitan “nuevos corderos” para los sacrificios en ell altar del odio. Así que, por más que opten por el bajo perfil y traten de pasar lo más desapercibo posible, “el traste no le escapará a la jeringa”. Solo eso, piénselo.    

Volviendo a la “ley” del “juicio y castigo” la misma no solo se instrumenta en ridículos juicios, donde sin prueba alguna ya tiene el Tribunal preparada la sentencia “a perpetua”, sino que no conforme con eso, buscan que los imputados se mueran en una cárcel, las cuales las presentan como la Mayo Clinic de Minnesota (Hospital nº1 de EEUU), donde los adultos mayores de 70 años o más, están mejor que en sus propias casas.

Tan surrealista es la situación, que cuando todos saben que las Unidades Penitenciarias del país son deplorables y están en pésimas condiciones; fiscales y querellantes nos pintan un maravilloso mundo de fantasía, que por supuesto los jueces aceptan sin chistar y sin tan siquiera haber inspeccionado concienzudamente esas Unidades Penitenciarias. 

Claro, a nadie le importa que pasa realmente en esas dependencias. Como dijimos, se ha naturaliza esta situación. Y es que, es realmente grave lo que allí adentro sucede. Por ejemplo en la Unidad 34 de Campo de Mayo, hay una personas anciana con demencia senil y deterioro cognitivo severo que lo aislaron en un pabellón, otra con parkinson, discapacitada y que encima debe usar un CPAP (un respirador para dormir), otra con serios problemas de salud; en fin, llevaría varios artículos describir los crónicos y permanentes problemas de salud de esos presos. De hecho, se está redactando un habeas corpus e invitando a firmarlo a todos los allí detenidos por esa persona con demencia senil y deterioro cognitivo severo que lo tienen aislado en un pabellón. 

No nos llama la atención la desidia de los jueces federales al respecto. Algunos están encaprichados en “no” otorgar la detención en modalidad domiciliaria y las rechazan “sistemáticamente” solamente porque sí. Más aún, la misma Suprema Corte no se cansa de revocar detenciones domiciliarias. Lo que si nos llama la atención es el aturdidor silencio de las autoridades gubernamentales.

En efecto, el Servicio Penitenciario Federal pasó, en esta nueva administración, a la órbita del Ministerio de Seguridad de la Nación; cuya titular se cansó de hablar de “militares injustamente presos” y que había que “solucionar esas injusticias”. Como dice esa vieja canción italiana “parole parole”, pues lo cierto es que, tras cinco meses de ocupar la titularidad de esa cartera, no ha hecho ante estas gravísimas injusticias.

Y es que un gobierno que está podando todos los gastos posibles en aras de obtener el tan mentado déficit cero, resulta claro que no va a invertir un solo peso en mejorar las ya paupérrimas condiciones carcelerías y menos para los viejos de lesa. Entonces ¿por qué no reconocer esta realidad y actuar en consecuencia?, máxime que la emergencia carcelaria, la cual ya decretada por el gobierno anterior, se fue prorrogando hasta nuestros días, la cual promueve “la implementación de medidas alternativas, en particular para grupos especialmente vulnerables, sea mediante resoluciones ministeriales o medidas legislativas”.    

¿Si un preso adulto mayor no está dentro del grupo vulnerable, quienes entonces? ¿Si no merecen una salida alternativa, entonces qué?. Ni a la Ministra ni a ningún legislador oficialista se le cae una idea al respecto. ¿Cuál es el temor?. ¿Por qué no lo hacen? ¿O será que piensan que estos ancianos presos son también viejos meados, o que esos viejos de mierda merecen morir en una cárcel?.

QUIEN NO ACTÚA ANTE ESTA CRUEL INJUSTICIA ES CÓMPLICE DE LA MISMA, EN ESTE CASO POR OMISIÓN. NUEVOS ACTORES EN ESTE ETERNO “DIARIO DE LA GUERRA DEL CERDO”, DEL ESCRITOR ADOLFO BIOY CASARES.

Omisión en la cual también incurren el grueso de los retirados, que ya a esta altura del partido y ante este claro exterminio, deberían hacerse sentir y asistir a los juicios con una bandera argentina o una escarapela en el abrigo, para que todos sepan que aún están de pie y dispuestos a pelear ante esta tamaña injusticia; o como mínimo para pelear que no sean las próximas víctimas de esta real masacre.

Como siempre decimos, nadie va a pelear una guerra que sus propios interesados no pelean.

 

* Dr. Gonzalo Pablo Miño (abogado defensor desde hace 20 años en este tipo de causas regidas por la “política de estado”, y no por leyes y códigos como establece la Constitución Argentina ).

 

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Mayo 12, 2024