Me pareció mejor, esta vez, comentar el complicado panorama internacional que la compleja realidad argentina, como hago habitualmente.
El Presidente no ha conseguido que deba tragarme mis palabras de la semana pasada, cuando hablé del maloliente tema de la ley de “ficha limpia”, que cayó por la más que sospechosa ausencia de ocho diputados de La Libertad Avanza, en una clara connivencia con el kirchnerismo, ambos con el objeto de mantener, asumiendo el Gobierno un inútil riesgo, a Cristina Fernández como eventual candidata en las elecciones de medio término, que se sustanciarán en octubre de 2025.
La pantomima de designar a Alejandro Fargosi para redactar un proyecto propio no hizo más que confirmar ese acuerdo secreto, toda vez que éste mismo dijo que se incluiría una tercera instancia de revisión antes de impedir que alguien fuera candidato.
Por lo demás, la mera sugerencia de formar una comisión para elaborar ese futuro proyecto, que no será incluido en el temario de las sesiones extraordinarias del H° Aguantadero (tampoco el presupuesto 2025 lo será, por lo cual Javier Milei seguirá utilizando el de 2023, con amplísima libertad para asignar los recursos), me recordó aquella vieja máxima que dice que, si quieres que algo ocurra, encárgalo a un individuo y, si no quieres, a una comisión.
Tampoco ignoro que debió recurrir al pragmatismo para evitar que, insistiendo con el tema, el kirchnerismo hubiera votado contra la reelección de Martín Menem como Presidente de la Cámara de Diputados, o sea, como tercero en la línea de sucesión, e impuesto a alguien afín a la condenada en segunda instancia.
Pero soy absolutamente consciente de que tanto “ficha limpia” cuanto la inexplicada insistencia en designar a Ariel Lijo en la Corta son temas que sólo inquietan a una élite bien informada y a quienes tenemos principios republicanos que defender, y no a la gran masa del pueblo, que tiene otras urgencias. O sea, nada de eso influirá en el voto si la situación económica, como promete, continúa con el fuerte viento a favor que le ha impreso la gestión libertaria.
Un punto y aparte merece el affaire del Senador Edgardo Kruider, llegado a su cargo en la boleta kirchnerista pero sostén del Gobierno últimamente. Su detención dio lugar a un fuerte cruce de chicanas entre los líderes singulares de ambos espacios pero, más allá de esos penosos detalles, agravó – si eso fuera posible – el desprestigio del Congreso ante la opinión pública, aunque esta no note las execrables costuras de la real politik que dejó al descubierto.
De todas maneras, el panorama judicial de Cristina Fernández no puede nublarse más, ya que no sólo será juzgada por el pacto con Irán y, eventualmente, por la complicidad o la autoría intelectual del asesinato del Fiscal Alberto Nisman, donde la Justicia argentina tendría toda la colaboración de los organismos de inteligencia de todo el mundo occidental, sino que el Tribunal Oral Federal que lleva la causa “cuadernos” ha fijado la fecha para el inicio del juicio oral, aunque lo haya hecho a un año vista, y la Cámara Federal ha reabierto la investigación por enriquecimiento ilícito sobre su incalculable e injustificable fortuna, que ella daba ya por muerta.
El Gobierno celebrará el martes, con todo derecho, el sorprendente éxito que ha tenido en materia macroeconómica, ya que impidió, en tiempo record mundialmente reconocido, que cayéramos al abismo de la hiperinflación al cual nos empujaron, con gran ahínco, los Fernández² + Sergio Massa.
Lo sucedido con Milei me recuerda una frase del inmortal Enrique Santos Discépolo refiriéndose a sí mismo: “Yo fui una antena que captó un instante del sentir colectivo y dijo, en voz alta, lo que miles y miles de personas se han dicho a sí mismas, quizás antes, en cualquier rincón del país”.
Si los logros en la materia se consolidan con una recuperación de la actividad económica importante antes de las elecciones de medio término, y la atomización de todos los espacios políticos opositores continúa hasta entonces, el Gobierno obtendrá una fácil victoria, salvo en la siempre riesgosa Provincia de Buenos Aires, donde Axel Kiciloff conserva una absolutamente inexplicable buena imagen.
Y digo riesgosa porque una victoria allí del kirchnerismo, cualquiera que fuera la forma y el nombre – otra franquicia- que adopte en ese momento, sería una dramática luz de alerta para los inversores, sean éstos locales o extranjeros, que preferirán seguir esperando antes de correr el albur de exponer sus dinerillos a un retorno del penoso pasado reciente.
En un país donde el largo plazo aún es la semana que viene, pensar en 2027 equivale a discutir el sexo de los ángeles, ya que todo dependerá de una tolerancia social que, al menos hasta ahora, se muestra esperanzada en el futuro de libertad que Milei pregona.
Lo notable es que ese enorme apoyo que todavía concita el Presidente se da en el marco de un duro ajuste, anunciado con bombos y platillos en campaña y cumplido con rigurosidad, y no en un clima de suave gradualismo, como sucedió con Mauricio Macri tras su primer año de gobierno.
En resumen, sigo apoyando al Presidente, pero no resigno mi derecho a decir qué conductas o actitudes me molestan, aunque así irrite a los leones libertarios.
Hasta el sábado próximo, cuando – si Dios quiere – estaré en contacto nuevamente.
No quiero dejar de manifestar por escrito, a fin de que la hagas conocer a los miembros del Directorio, mi absoluta disconformidad con la actuación del Colegio respecto a la verdadera tragedia que viven más de 2.000 presos políticos encerrados ilegalmente, víctimas de una política de persecución sistemática originada en la tiranía de los Kirchner con la complicidad del Congreso y de los jueces corruptos, desde la Corte Suprema para abajo. Como ustedes saben, 418 presos ya han muerto en cautiverio, de los cuales los últimos 77 corresponden al período que lleva andado el nuevo gobierno.
Somos todos conscientes de que para llevar adelante esta política se demolió el derecho en sus principios más básicos, como jamás se había registrado en nuestra historia, así como que la persecución odiosa y los absurdos encarcelamientos continúan en el presente. La última detención, ocurrida hace pocos días, fue la del Almirante Rodolfo Luchetta – ¡91 años de edad cumplidos! -, realizada con despliegue circense por el Ministerio de Seguridad de la Nación, cual si se tratase de una banda de narcotraficantes.
Hace un año nos reunimos algunos socios de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia contigo y con miembros del Directorio del Colegio, a los fines de proyectar una acción conjunta con miras de conjurar este escándalo, que avergüenza a nuestra generación. Como primera medida nuestra Asociación aportó un Manifiesto firmado por trece Académicos del Derecho, en el que se denunciaba, sin eufemismos, esta gravísima situación que agravia a la justicia argentina. Quisimos darle la máxima difusión que la materia y la firma de tan destacados juristas merecía, pero el Directorio que presidís, luego de idas y vueltas, negó cualquier clase de participación.
Hace dos meses la Corte, en su nueva composición, luego de doce años de haber incurrido en el más gigantesco prevaricato de la historia, emitió dos fallos ajustados a derecho: el primero, ordenando la prisión domiciliaria de un detenido, en razón de tener más de 70 años; y el segundo – caso “Muiña” –disponiendo la aplicación de la ley penal más benigna. La reacción de los Verbitzky, Carlotto y compañía, así como la de la izquierda más extrema, aturdió a un gobierno tembloroso, el cual, pese a sus continuas protestas de respeto por las competencias de los jueces, promovió y obtuvo en 24 horas la sanción de una ley “interpretativa”. Casi de inmediato, tanto aquella convulsa reacción, cuanto el mamarracho legislativo, merecieron la grave réplica de las Academias Nacionales de Derecho y Ciencias Sociales y de Ciencias Morales y Políticas, así como la de otras Asociaciones (incluida ésta que presido). El Colegio de Abogados, en cambio, esperó una semana para emitir un comunicado que, para calificarlo de alguna manera, resultó por lo menos no demasiado explícito.
En el acto frente a Tribunales del último jueves, pergeñado por Enrique Avogadro con la colaboración de Alejandro Fargosi, cuyo objetivo era denunciar el prevaricato, la corrupción y la desidia de los jueces por su público desempeño en casos de pública notoriedad y en los llamados ‘juicios de lesa humanidad’, estos últimos ni siquiera fueron mencionados, como tampoco lo fueron las miles de víctimas que causó el terrorismo entre nosotros y que hace años vienen clamando por salir de la invisibilidad en que han sido sumidas, también ahora por la actitud complaciente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires.
Nuestra Asociación concurrió al acto llevando el cartel que la identifica y mediante un megáfono hizo escuchar diversas consignas sobre la inmoral conducta de los jueces. Sobre el palco montado o muy cerca de éste pudimos ver a algunos integrantes del Directorio y al mismo Alejandro Fargosi, quienes, cumpliendo un papel claramente protagónico, eludieron cuidadosamente toda referencia a los presos políticos y a las víctimas del terrorismo.
En representación de esta Asociación y en mi propio nombre como antiguo socio del Colegio, deploro francamente la reiterada falta de interés puesta de manifiesto por el Directorio ante la gravísima situación que viven los presos políticos, las víctimas del terrorismo y sus familiares, quienes, como los esclavos de antaño o los pertenecientes a la casta de los parias, no son merecedores de las elementales garantías y derechos que prescribe la Constitución para todos los habitantes de la República.
Creo interpretar de esta forma a una gran parte de los socios del Colegio, que ante situaciones de menor entidad siempre supo colocarse a la vanguardia en la defensa de las instituciones, del orden jurídico y de la justicia, pilares de la República.
Desearía tener confianza en que tanto vos cuanto tus pares en el Directorio sabrán interpretar el sentido de estas reflexiones y hago votos para que así sea, con la ayuda de Dios.
POST DATA DE… PAJA Y TRIGO
○
Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro.
Me pareció mejor, esta vez, comentar el complicado panorama internacional que la compleja realidad argentina, como hago habitualmente.
El Presidente no ha conseguido que deba tragarme mis palabras de la semana pasada, cuando hablé del maloliente tema de la ley de “ficha limpia”, que cayó por la más que sospechosa ausencia de ocho diputados de La Libertad Avanza, en una clara connivencia con el kirchnerismo, ambos con el objeto de mantener, asumiendo el Gobierno un inútil riesgo, a Cristina Fernández como eventual candidata en las elecciones de medio término, que se sustanciarán en octubre de 2025.
La pantomima de designar a Alejandro Fargosi para redactar un proyecto propio no hizo más que confirmar ese acuerdo secreto, toda vez que éste mismo dijo que se incluiría una tercera instancia de revisión antes de impedir que alguien fuera candidato.
Por lo demás, la mera sugerencia de formar una comisión para elaborar ese futuro proyecto, que no será incluido en el temario de las sesiones extraordinarias del H° Aguantadero (tampoco el presupuesto 2025 lo será, por lo cual Javier Milei seguirá utilizando el de 2023, con amplísima libertad para asignar los recursos), me recordó aquella vieja máxima que dice que, si quieres que algo ocurra, encárgalo a un individuo y, si no quieres, a una comisión.
Tampoco ignoro que debió recurrir al pragmatismo para evitar que, insistiendo con el tema, el kirchnerismo hubiera votado contra la reelección de Martín Menem como Presidente de la Cámara de Diputados, o sea, como tercero en la línea de sucesión, e impuesto a alguien afín a la condenada en segunda instancia.
Pero soy absolutamente consciente de que tanto “ficha limpia” cuanto la inexplicada insistencia en designar a Ariel Lijo en la Corta son temas que sólo inquietan a una élite bien informada y a quienes tenemos principios republicanos que defender, y no a la gran masa del pueblo, que tiene otras urgencias. O sea, nada de eso influirá en el voto si la situación económica, como promete, continúa con el fuerte viento a favor que le ha impreso la gestión libertaria.
Un punto y aparte merece el affaire del Senador Edgardo Kruider, llegado a su cargo en la boleta kirchnerista pero sostén del Gobierno últimamente. Su detención dio lugar a un fuerte cruce de chicanas entre los líderes singulares de ambos espacios pero, más allá de esos penosos detalles, agravó – si eso fuera posible – el desprestigio del Congreso ante la opinión pública, aunque esta no note las execrables costuras de la real politik que dejó al descubierto.
De todas maneras, el panorama judicial de Cristina Fernández no puede nublarse más, ya que no sólo será juzgada por el pacto con Irán y, eventualmente, por la complicidad o la autoría intelectual del asesinato del Fiscal Alberto Nisman, donde la Justicia argentina tendría toda la colaboración de los organismos de inteligencia de todo el mundo occidental, sino que el Tribunal Oral Federal que lleva la causa “cuadernos” ha fijado la fecha para el inicio del juicio oral, aunque lo haya hecho a un año vista, y la Cámara Federal ha reabierto la investigación por enriquecimiento ilícito sobre su incalculable e injustificable fortuna, que ella daba ya por muerta.
El Gobierno celebrará el martes, con todo derecho, el sorprendente éxito que ha tenido en materia macroeconómica, ya que impidió, en tiempo record mundialmente reconocido, que cayéramos al abismo de la hiperinflación al cual nos empujaron, con gran ahínco, los Fernández² + Sergio Massa.
Lo sucedido con Milei me recuerda una frase del inmortal Enrique Santos Discépolo refiriéndose a sí mismo: “Yo fui una antena que captó un instante del sentir colectivo y dijo, en voz alta, lo que miles y miles de personas se han dicho a sí mismas, quizás antes, en cualquier rincón del país”.
Si los logros en la materia se consolidan con una recuperación de la actividad económica importante antes de las elecciones de medio término, y la atomización de todos los espacios políticos opositores continúa hasta entonces, el Gobierno obtendrá una fácil victoria, salvo en la siempre riesgosa Provincia de Buenos Aires, donde Axel Kiciloff conserva una absolutamente inexplicable buena imagen.
Y digo riesgosa porque una victoria allí del kirchnerismo, cualquiera que fuera la forma y el nombre – otra franquicia- que adopte en ese momento, sería una dramática luz de alerta para los inversores, sean éstos locales o extranjeros, que preferirán seguir esperando antes de correr el albur de exponer sus dinerillos a un retorno del penoso pasado reciente.
En un país donde el largo plazo aún es la semana que viene, pensar en 2027 equivale a discutir el sexo de los ángeles, ya que todo dependerá de una tolerancia social que, al menos hasta ahora, se muestra esperanzada en el futuro de libertad que Milei pregona.
Lo notable es que ese enorme apoyo que todavía concita el Presidente se da en el marco de un duro ajuste, anunciado con bombos y platillos en campaña y cumplido con rigurosidad, y no en un clima de suave gradualismo, como sucedió con Mauricio Macri tras su primer año de gobierno.
En resumen, sigo apoyando al Presidente, pero no resigno mi derecho a decir qué conductas o actitudes me molestan, aunque así irrite a los leones libertarios.
Hasta el sábado próximo, cuando – si Dios quiere – estaré en contacto nuevamente.
Un abrazo fuerte.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401
Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
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Diciembre 9, 2024
Justicia y Concordia: Carta al Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires
Señor Presidente del
Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires
Dr. Guillermo Lipera
P r e s e n t e
Estimado Guillermo:
No quiero dejar de manifestar por escrito, a fin de que la hagas conocer a los miembros del Directorio, mi absoluta disconformidad con la actuación del Colegio respecto a la verdadera tragedia que viven más de 2.000 presos políticos encerrados ilegalmente, víctimas de una política de persecución sistemática originada en la tiranía de los Kirchner con la complicidad del Congreso y de los jueces corruptos, desde la Corte Suprema para abajo. Como ustedes saben, 418 presos ya han muerto en cautiverio, de los cuales los últimos 77 corresponden al período que lleva andado el nuevo gobierno.
Somos todos conscientes de que para llevar adelante esta política se demolió el derecho en sus principios más básicos, como jamás se había registrado en nuestra historia, así como que la persecución odiosa y los absurdos encarcelamientos continúan en el presente. La última detención, ocurrida hace pocos días, fue la del Almirante Rodolfo Luchetta – ¡91 años de edad cumplidos! -, realizada con despliegue circense por el Ministerio de Seguridad de la Nación, cual si se tratase de una banda de narcotraficantes.
Hace un año nos reunimos algunos socios de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia contigo y con miembros del Directorio del Colegio, a los fines de proyectar una acción conjunta con miras de conjurar este escándalo, que avergüenza a nuestra generación. Como primera medida nuestra Asociación aportó un Manifiesto firmado por trece Académicos del Derecho, en el que se denunciaba, sin eufemismos, esta gravísima situación que agravia a la justicia argentina. Quisimos darle la máxima difusión que la materia y la firma de tan destacados juristas merecía, pero el Directorio que presidís, luego de idas y vueltas, negó cualquier clase de participación.
Hace dos meses la Corte, en su nueva composición, luego de doce años de haber incurrido en el más gigantesco prevaricato de la historia, emitió dos fallos ajustados a derecho: el primero, ordenando la prisión domiciliaria de un detenido, en razón de tener más de 70 años; y el segundo – caso “Muiña” –disponiendo la aplicación de la ley penal más benigna. La reacción de los Verbitzky, Carlotto y compañía, así como la de la izquierda más extrema, aturdió a un gobierno tembloroso, el cual, pese a sus continuas protestas de respeto por las competencias de los jueces, promovió y obtuvo en 24 horas la sanción de una ley “interpretativa”. Casi de inmediato, tanto aquella convulsa reacción, cuanto el mamarracho legislativo, merecieron la grave réplica de las Academias Nacionales de Derecho y Ciencias Sociales y de Ciencias Morales y Políticas, así como la de otras Asociaciones (incluida ésta que presido). El Colegio de Abogados, en cambio, esperó una semana para emitir un comunicado que, para calificarlo de alguna manera, resultó por lo menos no demasiado explícito.
En el acto frente a Tribunales del último jueves, pergeñado por Enrique Avogadro con la colaboración de Alejandro Fargosi, cuyo objetivo era denunciar el prevaricato, la corrupción y la desidia de los jueces por su público desempeño en casos de pública notoriedad y en los llamados ‘juicios de lesa humanidad’, estos últimos ni siquiera fueron mencionados, como tampoco lo fueron las miles de víctimas que causó el terrorismo entre nosotros y que hace años vienen clamando por salir de la invisibilidad en que han sido sumidas, también ahora por la actitud complaciente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires.
Nuestra Asociación concurrió al acto llevando el cartel que la identifica y mediante un megáfono hizo escuchar diversas consignas sobre la inmoral conducta de los jueces. Sobre el palco montado o muy cerca de éste pudimos ver a algunos integrantes del Directorio y al mismo Alejandro Fargosi, quienes, cumpliendo un papel claramente protagónico, eludieron cuidadosamente toda referencia a los presos políticos y a las víctimas del terrorismo.
En representación de esta Asociación y en mi propio nombre como antiguo socio del Colegio, deploro francamente la reiterada falta de interés puesta de manifiesto por el Directorio ante la gravísima situación que viven los presos políticos, las víctimas del terrorismo y sus familiares, quienes, como los esclavos de antaño o los pertenecientes a la casta de los parias, no son merecedores de las elementales garantías y derechos que prescribe la Constitución para todos los habitantes de la República.
Creo interpretar de esta forma a una gran parte de los socios del Colegio, que ante situaciones de menor entidad siempre supo colocarse a la vanguardia en la defensa de las instituciones, del orden jurídico y de la justicia, pilares de la República.
Desearía tener confianza en que tanto vos cuanto tus pares en el Directorio sabrán interpretar el sentido de estas reflexiones y hago votos para que así sea, con la ayuda de Dios.
Atentamente,
Alberto Solanet
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 10, 2017