¡Era una delicia la Argentina de las primeras décadas del Siglo¡Es que con mis facultades de bilocación que mis lectores ya conocen, pude observar la ansiedad futbolera de la época. Los chicos eran sujetadosen sus ansias por salir a los potreros a retozar, a jugar a la pelota, a bañarse en las lagunas, a gozar del aire libre. Puedo notar en mi desprendimiento a un “grupo de muchachos de Rufino”, un pueblo situado en la punta del pie de la bota santafecina, encajado entre Córdoba y Buenos aires de mi argentina.Visualizo, como colados en el tren se iban hasta la alcantarilla, a una media legua de la estación. La alcantarillale llamaban a la laguna en donde se bañaban, y por allí jugaban a la pelota. Veo que una tarde al Salir del agua se encuentran con que ha llegado la policía, quizás inspirada por algún vecino. Les requisan la ropa y desnudos lo hacen marchar. Cerca de la Comisaría los dejan vestir pero no se salvan del severo sermón del comisario.Los mandan a sus casas para que ahí les propinen las correspondientes tundas a estos pequeños candidatos a nadadores y futbolistas.Advierto que uno de los más chiquitos del grupo, tenía diez años, se llamaba Bernabé Ferreyra mi tocayo. Puedo conversar con el chiquilloy me cuenta que había nacido en Rufino el 12 de Febrero de 1909. Tenía cuatro hermanos y una hermana y él era el shushco mimado. Su padre murió siendo él de dos años.Su hermano Paulino se ocupó de su educación, especialmente de enseñarle a jugar a la pelota. Lo veo jugar unos picaditos. Salió bueno el changuito. En 1923 lo incorporan al equipo de tercera de un club de Rufino que sobre la entrada tenía un letrero que decía Newbery pero se llamaba Ñubery. En su primer partido mete un gol de cabeza. Con unos cuantos partidos se convierte en una figura popular cuando por su edad todavía era una mascota.Unos años después, antes de cumplir los quince, ya juega en la primera. Agudizo la vista y noto que el pibe empieza a agigantarse.El “ñatito Ferreyra” patea como un“balazo”, es un “Cañonazo”, le dicen la “fiera” por su potencia en los remates al arco. Hace sus tiros justo al lugar exacto al que el arquero no podrá llegar. Pero si el guardapalos se interpone ¡No importa¡ Mete la pelota hasta la red con arquero y todo.Del Ñubery pasa a jugar en un cuadro de Junín. Allí consigue un puesto de pintor – era su oficio – en los talleres ferroviarios donde le pagan siete pesos mensuales. Luego pasa a Tigre, de Buenos Aires. En su primer partido gana Tigre por 4 a 0 y los 4 goles son de él.Al día siguiente firma su contrato: ¡doscientos pesos¡ De su campaña en Tigre será memorable un partido con San Lorenzo en 1931.Domina san Lorenzo y en el primer tiempo mete dos goles. En el segundo tiempo vislumbro que Tigre no tiene salvación.Faltando ocho minutos el escaso público comienza a irse. En eso el “ñatito” de Rufino toma impulso y en ocho minutos mete tres goles. De él se dirá que tiene los pies más grandes, porque alcanzan de donde esté hasta el fondo de la red. En 1932 comienza a jugar en River Plate, con un pase que le cuesta cincuenta mil pesos.River forma con Poggi; Cuello e Irribaren; Santamaría, Dañil y Giglio; Zatelli, Arrillaga, el “Gran Bernabé”, Lago y Sciarra.Comienza una gran historia. En ese campeonato mete 45 goles, solo superado en 1937 por los 47 de un Arsenio Erico. Después de un tiempo con su fama a cuesta pude nuevamente conversar. Era mi amigo. Tímido por naturaleza, Bernabé se sonrojaba cuando lo elogiaban. Me cuenta como su anécdota especial que un hombre trajeado y con sombrero, le pregunto con mucha sencillez. ¡Así que usted es la fiera¡No, maestro. La Fiera es usted cuando canta, le respondió a “Carlos Gardel”la primera vez que se encontraron. Me despierto sobresaltado y siento que estaba platicando con un ídolo de River. Un bostero como yo dialogando con un Gallina.Me pregunto. Que dirán Maradona y Messi después de que lean mis recuerdos.
El Gran Bernabé…
Por Jorge B. Lobo Aragón.
¡Era una delicia la Argentina de las primeras décadas del Siglo¡ Es que con mis facultades de bilocación que mis lectores ya conocen, pude observar la ansiedad futbolera de la época. Los chicos eran sujetados en sus ansias por salir a los potreros a retozar, a jugar a la pelota, a bañarse en las lagunas, a gozar del aire libre. Puedo notar en mi desprendimiento a un “grupo de muchachos de Rufino”, un pueblo situado en la punta del pie de la bota santafecina, encajado entre Córdoba y Buenos aires de mi argentina. Visualizo, como colados en el tren se iban hasta la alcantarilla, a una media legua de la estación. La alcantarilla le llamaban a la laguna en donde se bañaban, y por allí jugaban a la pelota. Veo que una tarde al Salir del agua se encuentran con que ha llegado la policía, quizás inspirada por algún vecino. Les requisan la ropa y desnudos lo hacen marchar. Cerca de la Comisaría los dejan vestir pero no se salvan del severo sermón del comisario. Los mandan a sus casas para que ahí les propinen las correspondientes tundas a estos pequeños candidatos a nadadores y futbolistas. Advierto que uno de los más chiquitos del grupo, tenía diez años, se llamaba Bernabé Ferreyra mi tocayo. Puedo conversar con el chiquillo y me cuenta que había nacido en Rufino el 12 de Febrero de 1909. Tenía cuatro hermanos y una hermana y él era el shushco mimado. Su padre murió siendo él de dos años. Su hermano Paulino se ocupó de su educación, especialmente de enseñarle a jugar a la pelota. Lo veo jugar unos picaditos. Salió bueno el changuito. En 1923 lo incorporan al equipo de tercera de un club de Rufino que sobre la entrada tenía un letrero que decía Newbery pero se llamaba Ñubery. En su primer partido mete un gol de cabeza. Con unos cuantos partidos se convierte en una figura popular cuando por su edad todavía era una mascota. Unos años después, antes de cumplir los quince, ya juega en la primera. Agudizo la vista y noto que el pibe empieza a agigantarse. El “ñatito Ferreyra” patea como un “balazo”, es un “Cañonazo”, le dicen la “fiera” por su potencia en los remates al arco. Hace sus tiros justo al lugar exacto al que el arquero no podrá llegar. Pero si el guardapalos se interpone ¡No importa¡ Mete la pelota hasta la red con arquero y todo. Del Ñubery pasa a jugar en un cuadro de Junín. Allí consigue un puesto de pintor – era su oficio – en los talleres ferroviarios donde le pagan siete pesos mensuales. Luego pasa a Tigre, de Buenos Aires. En su primer partido gana Tigre por 4 a 0 y los 4 goles son de él. Al día siguiente firma su contrato: ¡doscientos pesos¡ De su campaña en Tigre será memorable un partido con San Lorenzo en 1931. Domina san Lorenzo y en el primer tiempo mete dos goles. En el segundo tiempo vislumbro que Tigre no tiene salvación. Faltando ocho minutos el escaso público comienza a irse. En eso el “ñatito” de Rufino toma impulso y en ocho minutos mete tres goles. De él se dirá que tiene los pies más grandes, porque alcanzan de donde esté hasta el fondo de la red. En 1932 comienza a jugar en River Plate, con un pase que le cuesta cincuenta mil pesos. River forma con Poggi; Cuello e Irribaren; Santamaría, Dañil y Giglio; Zatelli, Arrillaga, el “Gran Bernabé”, Lago y Sciarra. Comienza una gran historia. En ese campeonato mete 45 goles, solo superado en 1937 por los 47 de un Arsenio Erico. Después de un tiempo con su fama a cuesta pude nuevamente conversar. Era mi amigo. Tímido por naturaleza, Bernabé se sonrojaba cuando lo elogiaban. Me cuenta como su anécdota especial que un hombre trajeado y con sombrero, le pregunto con mucha sencillez. ¡Así que usted es la fiera¡ No, maestro. La Fiera es usted cuando canta, le respondió a “Carlos Gardel” la primera vez que se encontraron. Me despierto sobresaltado y siento que estaba platicando con un ídolo de River. Un bostero como yo dialogando con un Gallina. Me pregunto. Que dirán Maradona y Messi después de que lean mis recuerdos.
Dr. Jorge B. Lobo Aragón
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 15, 2016