LA PELEA INFAME: CUANDO LA PATRIA ES LA ÚNICA QUE SE DESANGRA

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  Por José Luis Milia.

No defiendo a Victoria Villarruel. Tampoco a este gobierno de delirantes, porque, cuando todo lo que hacen parece diseñado para que los puteen en cadena nacional, ¿qué se puede rescatar? Nada de lo que se le acusa a Victoria ha sido probado, y si lo fuera, hay formas de enfrentarla que no impliquen dinamitar lo poco nuestro – y cuando digo nuestro, no incluyo ni a Milei ni a su banda – que queda en pie. Porque acá, los que van a pagar no son ni Milei ni Villarruel: son causas infinitamente más grandes que sus egos de cartón.

Javier Milei y Victoria Villarruel

Lo que falta en este país no son políticos, son psiquiatras. Es patético que para sentarse en el sillón de Rivadavia haya que presentar certificado de enajenación mental. Ya bancamos a una bipolar cleptómana que se robó hasta el relato, y ahora tenemos a un esquizofrénico con delirios de superhéroe que en cualquier momento se trepa al Obelisco creyéndose el hombre araña. De él solo espero que, al menos, lo que hace bien, lo haga y luego se vaya.

Estas peleas me importan un carajo. Mejor dicho, me importarían un carajo si no fuera porque en medio de esta riña de egos desquiciados hay dos cosas que van a salir destruidas: los presos políticos y la causa Malvinas. Todo lo demás me resbala.

Lograron lo que querían: que hasta Página 12 se meta en la rosca berreta que armaron el alienado y la tarotista. Mientras tanto, nadie habla de la inseguridad que nos devora, de la educación que naufraga en cada rincón del país, de la salud que no existe, ni de la indefensión total del Mar Austral. Nos distraen con un streaming de cotillón sobre la biodiversidad y la riqueza marina de nuestro mar mientras esas riquezas ya están servidas en bandeja para otros. Porque no tenemos cómo defender lo nuestro, ni voluntad de hacerlo.

No emito juicio sobre Victoria. Tal vez hizo lo que los patoteros dicen. Pero esta no era la forma. Esta no era la manera. Y los únicos que pierden acá son los que alguna vez dieron algo por la Patria. Los que estuvieron en Malvinas, en el monte tucumano, en cualquier calle donde el terrorismo sembraba muerte y había un militar, un gendarme o un policía dispuesto a cumplir el axioma: “el que las hace, las paga”.

Y esos, los que están presos, los que quedaron en la turba malvinera, en el fondo del Mar Austral o en la selva tucumana, son los únicos heridos reales de esta pelea infame. Y también, los únicos muertos que importan.

JOSE LUIS MILIA

josemilia_686@hotmail.com

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 12, 2025


 

CRÓNICA DE UNA DISTRACCIÓN ANUNCIADA

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  por José Luis Milia.

En el vasto y tumultuoso escenario de la realidad argentina, donde los titulares se escriben con la tinta de la tragedia y el absurdo, los medios periodísticos han encontrado un refugio peculiar para eludir su responsabilidad: el mundo, hoy no tan efímero ni, menos aún, marginado, de las “demi mondaines”. Ellas están en todas partes, tanto en el deporte como en el espectáculo, pero quien más las necesita a su lado es la política.

Abrevando en redes sociales, los medios escritos, televisivos y de los otros, han encontrado una ubicación para estas figuras, que desfilan, aunque no siempre, con la gracia de un cometa y la fugacidad de un suspiro, y las han convertido en las protagonistas de un teatro donde la política y el entretenimiento se entrelazan con la precisión de un reloj suizo, aunque con la moralidad de una bacanal.

Si bien esto sucede en todo el mundo, la Argentina le agrega un condimento adicional; aquí, y recientes hechos históricos lo demuestran, tanto una mala actriz de dudoso comportamiento, como una bataclana o simplemente una desquiciada, pueden acceder a inimaginables cuotas de poder e incluso sentarse en el “sillón de Rivadavia”. Ergo, esto les agrega un sabor especial a las aventuras de nuestras “escorts” vernáculas que llenan páginas y páginas en revistas del corazón, aunque también en diarios otrora “serios”, contando sus “acompañamientos” en yates, vuelos privados y hoteles de lujo, por lo que, con los antecedentes que tenemos, es posible suponer que cualquiera de ellas, ya maduras, pueden terminar viviendo en la quinta de Olivos.

Pero la realidad actual es otra y, aunque estamos ante algo tan viejo como el mundo, esas musas de la farándula que parecen paridas por un realismo mágico retorcido, son el recurso perfecto para desviar la mirada del público. Mientras los escándalos políticos hierven en las entrañas del poder, ellas aparecen en las portadas con sus romances, sus lujos y sus controversias cuidadosamente coreografiadas. No es casualidad, sino una estrategia tan antigua como la humanidad misma: pan y circo, pero con tacos altos y selfies en Instagram.

Los medios, cómplices en esta danza de distracciones, se entregan con fervor a la tarea de amplificar estas historias. No importa si el país se desmorona bajo el peso de la corrupción o si las promesas de campaña se desvanecen como el humo de un cigarro en una noche de tormenta. Lo que importa es mantener al público entretenido, insensibilizado, incapaz de mirar más allá del brillo frívolo de estas figuras.

Y así, mientras los titulares se llenan de escándalos amorosos y vestidos de gala, los verdaderos dramas de la nación se esconden en las sombras. La política, con su habilidad camaleónica, utiliza a estas “demi mondaines” como un escudo, una cortina de humo que desvía la atención de los problemas reales. Así, asistimos a un juego perverso, donde todos ganan excepto el pueblo, que sigue atrapado en un ciclo interminable de distracción y desilusión.

En este mundo de apariencias y simulacros, la complicidad de los medios no es solo un síntoma, sino una enfermedad que carcome los cimientos de la república. Porque, al final, la verdad no necesita tacos aguja ni lentejuelas para brillar. Solo necesita ser contada, aunque eso signifique enfrentarse al poder y sus artimañas. Pero eso sería pedir demasiado en un mundo donde la realidad se escribe con la pluma del espectáculo y la tinta de la conveniencia.

                                                                 Buenos Aires, Argentina

JOSE LUIS MILIA

josemilia_686@hotmail.com

Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini tuo da gloriam.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 10, 2025