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  Por Nate Levin.

Colleen Stan, de 20 años, se negó a que un grupo de jóvenes la llevara en su auto, solo por precaución. Unos momentos después, Cameron y Janice Hooker parecieron ser una opción razonable, después de todo, estaban con un bebé.

¿Razonable? Sí.

¿La opción correcta? No.

La pareja la apuntó con un cuchillo, la llevó a su casa en Red Bluff, California, la desnudó, la colgó de las muñecas, abusó de ella, le vendaron los ojos y la agredieron sexualmente.

Janice y Cameron Hooker

Pero ese no fue el final. La metieron en una caja, debajo de la cama de los Hooker, solo la dejaron salir para obligarla a hacer las tareas de la casa y abusar de ella.

En febrero, se le permitió salir a correr sin supervisión. Sin embargo, nunca se escapó. ¿Por qué? Porque le hicieron creer que “La Compañía” vigilaba cada uno de sus movimientos, si intentaba jugar, le aseguraron, su familia saldría lastimada.

Era un alma muerta. Mantenida para el abuso o para el hogar. No tenía otro propósito. Hasta que Janice Hooker se puso celosa. Al parecer, Janice y Cameron tenían un acuerdo de solo tener relaciones sexuales con ella mientras estuvieran los dos. Colleen solo fue retenida para abusar de ella por ambos. Hasta que Cameron rompió el pacto.

El día que Janice le contó la realidad de “La Compañía”, fue el día en que huyó. Aunque no sin antes contárselo a sus secuestradores, los llamó por teléfono antes de irse (bastante creíble, no es fácil liberarse de las ataduras del lavado de cerebro).

Finalmente llegó a casa. Pero nunca volvió a ser la misma. También desarrolló el síndrome de Estocolmo. Tuvo que pasar por muchos tratamientos psicológicos y físicos para rehabilitarse.

Sin embargo, mejoró, vivió para contarlo. Se casó y también tuvo hijos. Tuvo un final feliz. Se tiñó las cicatrices de su color favorito.

Cameron Hooker fue enjuiciado por el secuestro, detención, violación y tortura de Colleen Stan, por lo que recibió una sentencia de 104 años.

 


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Noviembre 1, 2024