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Camila O’Gorman era miembro de una familia de élite en Buenos Aires a mediados del siglo XIX. Cuando tenía 19 años, se enamoró del padre Ladislao Gutiérrez, un sacerdote de 23 años. Amar a un sacerdote en una sociedad católica conservadora era un pecado terrible para una joven de la alta sociedad, por lo que la joven pareja huyó de la ciudad.

O’Gorman y Gutiérrez

La pareja en realidad no se casó, pero se hicieron pasar por marido y mujer durante un período de aproximadamente cinco meses en Goya, Argentina, donde establecieron una escuela. Durante este tiempo, O’Gorman quedó embarazada. Sin embargo, sus buenas acciones no fueron suficientes para salvarlos. Tras ser descubiertos, los amantes fueron detenidos, juzgados y fusilados juntos en 1848.

El detallado diario del porteño Juan Manuel Beruti también describe el horror que causaron las ejecuciones: “Estas muertes causaron conmoción y tristeza entre todos los habitantes de la ciudad, por un delito que no se consideró merecedor de la pena de muerte, sino sólo de una detención por un tiempo para aclarar el escándalo que habían causado, en un simple amorío que no dañaba a nadie, sólo a ellos mismos.

Lo más lamentable era que ella estaba embarazada de ocho meses. El gobernador fue informado, pero este caballero ignoró a la inocente criatura en el vientre, no esperó a que la madre diera a luz y ordenó fusilarla. Nunca había sucedido algo así en Buenos Aires: matando a dos, murieron tres.

 

 


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Agosto 28, 2024