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Por Dr. Jorge Lobo Aragón. 

Estando los juegos de azar tremendamente difundidos en la actualidad, pueden ser un agravante de los males que su­fre la sociedad a causa del desquicio económico que se patenta en la desocupación. Ante la falta de trabajos, a muchos el juego se ha de presentar como una alternativa salvadora, sin advertirse que contribuye a hundir más en las perturbaciones causadas por la crisis, llevando en consecuencia a descomponer  los hogares y a derrochar indebida­mente lo poco que se consiga obtener. Para peor, el juego que es usado alegre y despreocupadamente como un impulsor de programas de ventas y de búsquedas de audiencias y hace aparecer a este grave vicio como simple e inofensivo pasatiempo. Pero el juego, cuando adquiere el carácter de una compulsión, se adueña del ánimo y se convierte en una obsesión casi irresistible. La Organización Mundial de la Salud considera a la “Ludopatía” una enfermedad grave, que progresivamente domina la voluntad del pacien­te perjudicando su apreciación de los valores y su responsabilidad ante las obligaciones de todo tipo, familiares, sociales, laborales y ciudadanas. Algunos, incluso, la consideran una enfermedad que puede detenerse, atenuarse, pero no curarse. Creemos que el entrampado por la vorágine del juego se inclina a salir de ella si se lo ayuda con la terapia adecuada, y que los especialistas en la materia sabrán, en cada caso, cuales son ellas. Qué puede hacer el Estado en esta materia? Algo es mejor que na­da. La propuesta sería a que por lo menos los afectados por el juego compulsivo puedan ver que no están solos, que hay otros a quienes también les preocupa el impul­so que a ellos los atrapa. Pero lamentablemente en nuestra provincia el juego está ligado con “empresas” con enorme poder económico. Sería fundamental que el Estado que últimamente está ejerciendo una enorme presión fiscal sobre el contribuyente, investigue y verifique las enormes evasiones ante miles de maquinitas no reveladas ni declaradas. Lamentablemente, la mafia en la mayoría de los casos, está directamente vinculada con el Juego y es así, que muchos delitos e irregularidades se denuncien, se verifiquen y el Estado  da vuelta la cara como diciendo “nada tengo que ver con esto”, es en la práctica, lo mismo que patrocinar, promover, apadrinar la inmoralidad, que queda expuesta ante la ciudadanía sin que nada la evite, la corrija, ni menos aún la castigue. Si ante las irregularidades el poder administrador va a esquivar el bulto, pretendiendo que solo se han de corregir delitos comprobados por el Poder Judicial, no las notables corrupciones del juego, entonces, por supuesto la  impunidad ha de proliferar al amparo de esta protección oficial.  

Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón

 


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Julio 27, 2024