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  Por Darcy O’Brien.

El 4 de noviembre de 1847, el médico escocés James Young Simpson y sus amigos, que conocían la euforia que provocan sustancias como el éter y el gas hilarante (el nombre común del óxido nitroso), decidieron probar nuevas sensaciones inhalando cloroformo: tras un momento inicial de hilaridad, todos cayeron en un profundo sueño.

“Esto es mucho mejor que el éter”, comentó Simpson al despertar. (Un año antes, William Morton en Boston había introducido el uso del éter como anestésico.)

Cuatro días después, Simpson ayudó dar a luz a una madre, anestesiándola con cloroformo.

En el transcurso de un mes, utilizó la sustancia en más de 50 pacientes, una de las cuales quedó tan contenta con ella que llamó a su hija recién nacida Anestesia.

El procedimiento era, sin embargo, arriesgado, y en 1848 se produjo el primer caso de muerte atribuido al uso de cloroformo: la muerte de la joven Hannah Green fue causada, muy probablemente, por la administración incorrecta del anestésico.

Esta muerte y la oposición de la Iglesia calvinista escocesa al uso de cualquier anestésico durante el parto (Dios había castigado a los descendientes de Eva queriendo que todas las mujeres sufrieran durante el parto) ensombrecieron el uso del cloroformo.

Las cosas cambiaron en 1853 cuando la reina Victoria aceptó ser anestesiada para el nacimiento de su octavo hijo, el príncipe Leopoldo: su médico, el doctor John Snow, le hizo inhalar cloroformo de un pañuelo empapado en él.

La reina quedó tan contenta que pidió cloroformo también para el siguiente parto, por lo que esta sustancia ha pasado a la historia como el “anestésico de la reina”.

La aprobación de la reina hizo que se desvanecieran todas las dudas sobre el cloroformo.

Un día, Simpson, entrando en el aula (era profesor de obstetricia en la facultad de medicina de la Universidad de Edimburgo), quiso anunciar a sus alumnos el gran honor que le había concedido la reina, nombrándolo su médico personal.

Luego todos los estudiantes se pusieron de pie y cantaron a coro el himno:

“¡Dios salve a la Reina!”.

 


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Noviembre 10, 2024