Elda Neyis Mosquera García, alias Karina, fue la comandante del bloque José María Córdoba de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Mosquera se unió a las FARC en 1980, a los 12 años. Karina tuvo muchos puestos durante su activa participación en las FARC. En primer lugar, estuvo basada en el Quinto Frente de las FARC y en 1998 se convirtió en una de las comandantes del 47avo. Frente. Ha sido inculpada de haber cometido varios crímenes. En su lista se encuentra la participación como comandante de 38 desapariciones forzadas; cuatro desplazamientos forzados, que involucraron a alrededor de 1.335 víctimas; 40 secuestros; 8 cargos de violencia sexual; el reclutamiento ilegal de 111 menores de edad; y 12 casos relacionados que resultaron en 180 víctimas.
Hasta la fecha, Mosquera ha confesado haber participado en 2.180 crímenes, que incluyen: asesinatos, secuestros, reclutamiento ilegal de menores y tomas de guerrillas. Ella confirmó que las políticas de las FARC incluían el aborto y la esterilización forzada y que estos crímenes fueron cometidos tanto contra adultos como contra menores. Mosquera comenzó a jugar un papel importante en la guerrilla en 1997 mientras formaba parte del Quinto Frente de las FARC. En este momento, el grupo militar desplazó a cientos de personas que viven en áreas rurales en respuesta a la Operación Génesis, una operación en la que paramilitares y miembros de la 17ava. brigada armada, bajo el mando del General Rito Alejo Del Río, ingresaron al área a través del banco del río Cacarica y mató al campesino Marino López Mena.
Mosquera, junto con otro líder guerrillero, Nelson Antonio Patiño Cuartas, participó en el desplazamiento y posterior asesinato del agricultor Ernesto de Jesús Tabares Márquez.
Durante tres años, mientras Mosquera era líder del Frente 47 de las FARC, el grupo logró controlar una gran área en los departamentos de Antioquia y Caldas. A lo largo de este tiempo llevaron a cabo desapariciones forzadas, secuestros y el reclutamiento de menores, y asaltaron ciudades.
Como una forma de aumentar los ingresos de las FARC, cuando Mosquera tomó el control del 47 Frente, impuso un sistema de “recaudación de impuestos” a aquellos que tenían un capital que excedía el millón de dólares. Ella comenzó a recaudar el impuesto de la gente, pero muchos trabajadores del café, criadores de ganado, agricultores y dueños de negocios en el área se negaron a pagar; ella ordenó que los que se negaran fueran secuestrados para hacerles pagar. Ella ordenó muchos secuestros de rescate, de los cuales casi todas las víctimas eran dueños de negocios y criadores de ganado.
Para controlar estas áreas, Mosquera llevó a cabo censos o registros de residencia con el fin de averiguar quién vivía en el área y, por lo tanto, tener una mejor idea de quién se estaba mudando y entrando. El uso de este método significó que los menores que fueron capturados en la región y no pudieron justificar su presencia allí, fueron considerados por las FARC como agentes encubiertos o espías en las fuerzas armadas o paramilitares y en consecuencia desaparecieron.
Mosquera o Karina también encabezó un ataque llevado a cabo por las FARC en 2002, en el que murieron 13 soldados y cuatro policías colombianos del departamento de Caldas.
El 18 de mayo de 2008, después de la muerte de Iván Ríos, otro comandante guerrillero que operaba bajo el mando de Mosquera, Mosquera se entregó al Departamento Administrativo de Seguridad. Luego participó en el movimiento por la paz y la justicia del gobierno colombiano, un movimiento que promueve la desmovilización de las FARC y allí confesó múltiples crímenes.
Ahora, un juez del Tribunal de Justicia y Paz de Medellín le otorgó libertad condicional.
Elda Neyis Mosquera García, alias “Karina”, es considerada una de las más temidas terroristas de las FARC y quien permanecía presa en una brigada militar en el noroeste colombiano tras su desmovilización en el año 2008.
El magistrado Jesús Olimpo Castaño Quintero otorgó el beneficio a la ex guerrillera después de que cumplió más de ocho años de prisión tras acogerse a la Ley de Justicia y Paz, que juzga los crímenes cometidos en el conflicto armado colombiano.
“Karina”, que fue comandante del frente 47 de las FARC, hoy convertidas en movimiento político luego de que firmaran un acuerdo de paz con el Gobierno en noviembre del año pasado, recuperará en las próximas horas su libertady podrá salir de las instalaciones de la Brigada 17 del Ejército, ubicadas en el municipio de Carepa.
La ex guerrillera, que se entregó a las autoridades el 18 de mayo 2008 junto con su compañero sentimental alias “Michín”, se convirtió en “gestora de paz“, una figura que permite que los desmovilizados trabajen en favor de ese cometido gubernamental y promuevan las desmovilizaciones.
“Karina” fue acusada de los delitos de secuestro extorsivo agravado, desplazamiento forzado, homicidio, hurto, desaparición forzada, reclutamiento ilícito y violencia basada en género, que dejaron más de 4.500 víctimas.
En sus declaraciones ante la justicia divulgó la política sistemática de abortos que había al interior de las FARC y reconoció haber practicado varios de ellos.
También participó en varios ataques guerrilleros, entre ellos uno perpetrado en la localidad en Pensilvania, en el departamento de Caldas (centro), que dejó a 13 policías y tres civiles muertos.
En su momento, las autoridades colombianas informaron que “Karina” había sido reclutada por las FARC a los 16 años y que buena parte de sus años en ese grupo los pasó en los departamentos de Caldas, Risaralda, Antioquia y Chocó.
Alfred Bernhardt Nobel estuvo directamente involucrado en armamentos a través de la compra de acero en 1894. La productora Bofors, que el químico sueco puso en marcha, llegó a convertirse en uno de los líderes fabricantes de armas militares que contribuyen a la muerte de muchas personas, no solo en guerras. Alfred Nobel tuvo la idea de usar su dinero para los premios anuales después de que su hermano, Ludvig, murió en 1888 y un periódico francés erróneamente pensó que había sido Alfred Nobel mismo quien había muerto. El diario publicó el obituario con el título: “El mercader de la muerte está muerto”, pasando a declarar: “Dr. Alfred Nobel, que se hizo millonario al encontrar nuevas maneras de matar a más y más rápido que nunca a seres humanos, murió ayer “.
Ese es -muy livianamente- el macabro origen de uno de los galardones más famosos del mundo moderno y el nacimiento entre sus categorías, el de la paz, el que más desvela a los dirigentes políticos.
En 1973, Henry Kissinger, la mano hábil detrás de Richard Nixon, se convirtió en un candidato al premio, alegando que su proeza negociadora en las conversaciones de paz de París estaba poniendo fin a la guerra de Vietnam. Finalmente, el premio fue concedido conjuntamente con el general y diplomático vietnamita Le Duc Tho. Este y el americano nacido en Alemania fueron claves en la firma del tratado. El acuerdo fue suscrito por ambos funcionarios y el presidente vietnamita Nguyen Van Thieu, permitió un cese de fuego y un intercambio de prisioneros de guerra. Sin embargo, Le Duc Tho no aceptó la condecoración con el pequeño argumento de que en Vietnam no había paz. Esto es registrado por la brillante periodista italiana Oriana Fallaci quien preguntó al consejero de seguridad nacional americano si se encontraba decepcionado. Ante la sorpresa de este, la florentina espetó: “Se han firmado los tratados de paz, pero la guerra continúa, y la violencia es superior”. El gran descuido del comité del Nobel fue la historia detrás de la historia. Kissinger, el orquestador de cuatro años de bombardeos en Camboya, de las masacres de Timor del Este, Bangladesh, la invasión a Chipre o políticas intervencionistas en Chile, Rodesia y Argentina, no había detenido la violencia en Vietnam, algo poco emparentado con la paz.
Una vez hubo un tal Yasser Arafat. Arafat, visto como el padre de la lucha palestina por la estadidad por sus partidarios y un terrorista no arrepentido por sus detractores, tiene un legado polémico. Si hay algo que es irrefutable es que, durante la mayor parte de su carrera en la escena pública, Arafat fue un firme motor del uso de la violencia para lograr objetivos políticos. O como lo expresó después de la fundación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP): “Revolución armada en todas partes de nuestro territorio palestino para hacer de ella una guerra de liberación. Rechazamos todos los acuerdos políticos”.
La facción de Arafat dentro de la OLP, Fatah- estuvo implicada en numerosos ataques armados contra civiles, tanto en Israel como en el extranjero, incluyendo la masacre de 1972 en los Juegos Olímpicos de Munich y el secuestro de 1985 del buque de crucero Achille Lauro. Mantuvo estrechas relaciones personales con dictadores como Saddam Hussein e Idi Amin.
Arafat reconoció a Israel en 1988 y firmó una serie de acuerdos de paz, incluyendo los Acuerdos de Oslo de 1993, por los que compartió el Nobel con Shimon Peres e Yitzhak Rabin. Pero rechazó un acuerdo propuesto en la Cumbre de Camp David en el año 2000, elevando sospechas sobre si estaba realmente interesado en encontrar soluciones no belicosas.
El Comité del premio Nobel cita el trabajo de Kofi Annan en el fortalecimiento de las alianzas de las Naciones Unidas con la sociedad, en su énfasis en el desarrollo de la fundación del Fondo Mundial de Sida y Salud.
Pero la biografía de Annan también tiene capítulos oscuros. Durante el genocidio cometido en Ruanda en 1994, fue el director de misiones de paz de la ONU. El general canadiense Romeo Dallaire, que comandó la misión de mantenimiento de la paz en ese momento, ha acusado a Annan de impedir que las tropas de las Naciones Unidas intervengan para detener el asesinato en masa y modificar y destruir los informes de Dallaire a Nueva York. En su libro Estrechando la Mano del Diablo, el militar declara: “Pudimos haber salvado cientos de miles de vidas”. Pero Annan tenía otra visión, y la misma se encontraba cercana a los extremistas Hutus. El papel de Annan fue criticado en una revisión interna de la ONU y se ha disculpado por no actuar con más fuerza durante el conflicto.
Un panel nombrado por la ONU también criticó a Annan en 2005 por su mala administración del programa de Petróleo por Alimentos de las Naciones Unidas, que terminó canalizando 1,700 millones de dólares en sobornos en las arcas de Saddam Hussein. El informe también sugirió que el hijo de Annan, empleado de una compañía petrolífera suiza, se había beneficiado de la posición de su padre para obtener lucrativos contratos petroleros iraquíes, aunque no se encontró evidencia de que Annan haya intervenido personalmente en nombre de su hijo.
El comité de los premios nos tomó por sorpresa otorgando los laureles a Barack Obama. El presidente norteamericano no había terminado de jurar su primer término como mandatario de la potencia más grande del planeta cuando se produjeron las nominaciones. Obama mismo reconoció que “Comparado con algunos de los gigantes de la historia que han recibido este premio – Schweitzer y King; Marshall y Mandela – mis logros son leves “. Sin embargo, la mayor sorpresa recayó en el hecho de utilizar gran parte de su discurso de aceptación al Nobel en defensa del uso legítimo de la fuerza.
De hecho, el Nobel parece haber sido dado al candidato Obama -el definido por su oposición a la guerra en Irak, aquel que prometió cerrar Guantánamo y se comprometió a fomentar el diálogo con gobiernos hostiles- y no al presidente Obama, más conocido por el conflicto en Afganistán -una guerra ampliamente expandida- una intervención militar en Libia y las ejecuciones de Anwar al-Awlaki y Osama bin Laden. Sin mencionar que Guantánamo todavía está activo y que ha habido pocos progresos en la paz en el Medio Oriente. Estas acciones pueden ser justificables, pero es probable que no cuajen con la definición de un hombre de paz. Al menos reconozco el poder de visión de futuro de los seleccionadores del Nobel: El homenaje a los terroristas argentinos por él, y el presidente Macri prodigado, si se ajusta a sus manuales.
Usted podría incluir a Adolfo Pérez Esquivel, discutir a Al Gore o al menos dudar de Mohamed Elbaradei y su Agencia Internacional de Energía Atómica pero no se puede excluir a Juan Manuel Santos y sus acuerdos por la paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas. La consecuencia de la derrota del tratado impulsado por Santos no fue precisamente el revés en sí, sino la división de un país. El presidente, en vez de honrar el poder del pueblo en su propia propuesta de consulta popular, traicionó a quienes pensaron que la democracia era innegociable. Ese 3 de octubre, los ciudadanos dijeron “no”, pero no a la impunidad de los crímenes cometidos por las Farcs, cosa que no significaba rechazar la paz. El 7 de octubre, el comité del Nobel, cuya presidente, la fallecida Kaci Kullmann, fue ministra de Comercio y sostuvo un alto cargo de Statoil, la petrolera noruega con intereses en Colombia, anunció el galardón a Santos. Este comité intentó un sermón de castigo: “Esta honra debería ser tributo al pueblo colombiano, que a pesar de las dificultades y abusos no ha perdido las esperanzas de una justa paz, y a todos aquellos que contribuyeron al proceso de paz; y a las incontables víctimas de la guerra civil”.
En su discurso de aceptación del premio a su ego, el Jefe de Estado colombiano recurre a García Márquez y su Macondo mágico y contradictorio insinuando que eso era Colombia antes de su búsqueda por la paz. Considerando esa grieta que el mismo cavó, Colombia continúa apresada en la atmósfera de Cien Años de Soledad.
Santos no solo no respeta la elección democrática de su propio pueblo, como buen político va más allá: “El Instituto Kroc de Estudios Internacionales de Paz, de la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos, concluyó –luego de un estudio detallado de los 34 acuerdos firmados en el mundo en las últimas tres décadas para poner fin a conflictos armados– que el acuerdo de paz en Colombia es el más completo e integral de todos”. Completo e integral, palabras elegantes que el propio mandatario desconoce cómo usar. El Instituto Kroc, en su ensayo, ¡Pacifista!, sobre los acuerdos de Paz menciona en su segundo párrafo que la agenda acordada antes de la instalación de la mesa de conversaciones destinó un espacio para discutir los términos del proceso que se pondrá en marcha una vez los colombianos se pronuncien en las urnas: la implementación. Como lo explicó la Corte Constitucional, para que los acuerdos se implementen debe ganar el SÍ.
Cuan pequeños somos los hombres y que cerca estamos de Calígula.
La disconformidad, la falta de respeto al voto popular y la corrupción reinante en Colombia fue lo que obligó a los ciudadanos de ese territorio a manifestarse en varios puntos del país, logrando que esta medida se trasladara a quienes residen en el exterior. Madrid, Miami, Houston entre otras varias ciudades, y Orlando, como en el caso del cual fueramos testigos. El mayor clamor de los comprometidos asistentes se debe a lo que está sucediendo en el país sudamericano en cuanto a política social y económica del gobierno del presidente Juan Manuel Santos. Otros temas que sacuden al país cafetero como el reclamo por un aumento del salario mínimo, escándalos por los multimillonarios sobreprecios en la modernización de la refinería de Cartagena y de corrupción en el sistema de salud, así como que en plena crisis energética se haya vendido a un fondo canadiense de inversión la generadora eléctrica Isagén.
La locutora Yadira Bello y la dirigente María Teresa Jaramillo, presentes en el evento, nos dejaron sus preocupados testimonios. La mayoría le dijo “No” al acuerdo de las Farcs presentado por el presidente colombiano, quien pese a reconocer el veredicto publicamente, desconoció el resultado, traicionando a su gente.
Es este un pequeño y pacífico paso que toman los colombianos, previendo si una catástrofe mayor con todos los beneficios que ahora disfrutaran asesinos que no pagarán por sus delitos, como lo son los integrantes de grupo narco-terrorista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
La protesta no es parte de una ideología política, ni de un partido de derecha, tampoco de pensamientos de izquierda, es el enojo de una Colombia decepcionada y un justo reclamo a Juan Manuel Santos por haber entregado el país al narcoterrorismo liderado por las Farcs.
Esta marcha es en “contra el mal gobierno”. Y esa definición de ‘mal gobierno’ es comprehensiva: la corrupción que se ha incrementado exponencialmente, el desconocimiento del ordenamiento jurídico, un presidente que ha hecho lo que se viene en gana, de la impunidad, de la inseguridad, un gobierno que ha diseñado políticas públicas contra la familia y que ha desconocido el voto de un plesbicito. Una sumatoria de razones que indignan al ciudadano.
Pero, por sobre todo, Colombia marcha contra la entrega de la patria al comunismo narcoterrorista de las Farc-Santos y por el retorno de la democracia. Con la marcha se busca defender la democracia para evitar que Colombia se convierta en una “segunda Venezuela de Maduro”. La marcha del 1 de abril dejará en evidencia cómo Santos ha favorecido a los guerrilleros y dejado en la impunidad a los milicianos, quienes se han encargado de generar terror en las ciudades. El “No” derrotó al “Si” en el plesbicito sobre el acuerdo con las Farcs. Sin embargo, el presidente Juan Manuel Santos -con su ambición desmedida para obtener el Oscar de la Paz– tracionó al poder del pueblo.
Colombia deja libre a una importante terrorista de las FARC
Elda Neyis Mosquera García, alias Karina, fue la comandante del bloque José María Córdoba de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Mosquera se unió a las FARC en 1980, a los 12 años. Karina tuvo muchos puestos durante su activa participación en las FARC. En primer lugar, estuvo basada en el Quinto Frente de las FARC y en 1998 se convirtió en una de las comandantes del 47avo. Frente. Ha sido inculpada de haber cometido varios crímenes. En su lista se encuentra la participación como comandante de 38 desapariciones forzadas; cuatro desplazamientos forzados, que involucraron a alrededor de 1.335 víctimas; 40 secuestros; 8 cargos de violencia sexual; el reclutamiento ilegal de 111 menores de edad; y 12 casos relacionados que resultaron en 180 víctimas.
Hasta la fecha, Mosquera ha confesado haber participado en 2.180 crímenes, que incluyen: asesinatos, secuestros, reclutamiento ilegal de menores y tomas de guerrillas. Ella confirmó que las políticas de las FARC incluían el aborto y la esterilización forzada y que estos crímenes fueron cometidos tanto contra adultos como contra menores. Mosquera comenzó a jugar un papel importante en la guerrilla en 1997 mientras formaba parte del Quinto Frente de las FARC. En este momento, el grupo militar desplazó a cientos de personas que viven en áreas rurales en respuesta a la Operación Génesis, una operación en la que paramilitares y miembros de la 17ava. brigada armada, bajo el mando del General Rito Alejo Del Río, ingresaron al área a través del banco del río Cacarica y mató al campesino Marino López Mena.
Mosquera, junto con otro líder guerrillero, Nelson Antonio Patiño Cuartas, participó en el desplazamiento y posterior asesinato del agricultor Ernesto de Jesús Tabares Márquez.
Durante tres años, mientras Mosquera era líder del Frente 47 de las FARC, el grupo logró controlar una gran área en los departamentos de Antioquia y Caldas. A lo largo de este tiempo llevaron a cabo desapariciones forzadas, secuestros y el reclutamiento de menores, y asaltaron ciudades.
Como una forma de aumentar los ingresos de las FARC, cuando Mosquera tomó el control del 47 Frente, impuso un sistema de “recaudación de impuestos” a aquellos que tenían un capital que excedía el millón de dólares. Ella comenzó a recaudar el impuesto de la gente, pero muchos trabajadores del café, criadores de ganado, agricultores y dueños de negocios en el área se negaron a pagar; ella ordenó que los que se negaran fueran secuestrados para hacerles pagar. Ella ordenó muchos secuestros de rescate, de los cuales casi todas las víctimas eran dueños de negocios y criadores de ganado.
Para controlar estas áreas, Mosquera llevó a cabo censos o registros de residencia con el fin de averiguar quién vivía en el área y, por lo tanto, tener una mejor idea de quién se estaba mudando y entrando. El uso de este método significó que los menores que fueron capturados en la región y no pudieron justificar su presencia allí, fueron considerados por las FARC como agentes encubiertos o espías en las fuerzas armadas o paramilitares y en consecuencia desaparecieron.
Mosquera o Karina también encabezó un ataque llevado a cabo por las FARC en 2002, en el que murieron 13 soldados y cuatro policías colombianos del departamento de Caldas.
El 18 de mayo de 2008, después de la muerte de Iván Ríos, otro comandante guerrillero que operaba bajo el mando de Mosquera, Mosquera se entregó al Departamento Administrativo de Seguridad. Luego participó en el movimiento por la paz y la justicia del gobierno colombiano, un movimiento que promueve la desmovilización de las FARC y allí confesó múltiples crímenes.
Ahora, un juez del Tribunal de Justicia y Paz de Medellín le otorgó libertad condicional.
Elda Neyis Mosquera García, alias “Karina”, es considerada una de las más temidas terroristas de las FARC y quien permanecía presa en una brigada militar en el noroeste colombiano tras su desmovilización en el año 2008.
El magistrado Jesús Olimpo Castaño Quintero otorgó el beneficio a la ex guerrillera después de que cumplió más de ocho años de prisión tras acogerse a la Ley de Justicia y Paz, que juzga los crímenes cometidos en el conflicto armado colombiano.
“Karina”, que fue comandante del frente 47 de las FARC, hoy convertidas en movimiento político luego de que firmaran un acuerdo de paz con el Gobierno en noviembre del año pasado, recuperará en las próximas horas su libertad y podrá salir de las instalaciones de la Brigada 17 del Ejército, ubicadas en el municipio de Carepa.
La ex guerrillera, que se entregó a las autoridades el 18 de mayo 2008 junto con su compañero sentimental alias “Michín”, se convirtió en “gestora de paz“, una figura que permite que los desmovilizados trabajen en favor de ese cometido gubernamental y promuevan las desmovilizaciones.
“Karina” fue acusada de los delitos de secuestro extorsivo agravado, desplazamiento forzado, homicidio, hurto, desaparición forzada, reclutamiento ilícito y violencia basada en género, que dejaron más de 4.500 víctimas.
En sus declaraciones ante la justicia divulgó la política sistemática de abortos que había al interior de las FARC y reconoció haber practicado varios de ellos.
También participó en varios ataques guerrilleros, entre ellos uno perpetrado en la localidad en Pensilvania, en el departamento de Caldas (centro), que dejó a 13 policías y tres civiles muertos.
En su momento, las autoridades colombianas informaron que “Karina” había sido reclutada por las FARC a los 16 años y que buena parte de sus años en ese grupo los pasó en los departamentos de Caldas, Risaralda, Antioquia y Chocó.
Manuel Reja
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 1, 2017
Santos, La última tentación de Alfred Nobel.
Alfred Bernhardt Nobel estuvo directamente involucrado en armamentos a través de la compra de acero en 1894. La productora Bofors, que el químico sueco puso en marcha, llegó a convertirse en uno de los líderes fabricantes de armas militares que contribuyen a la muerte de muchas personas, no solo en guerras. Alfred Nobel tuvo la idea de usar su dinero para los premios anuales después de que su hermano, Ludvig, murió en 1888 y un periódico francés erróneamente pensó que había sido Alfred Nobel mismo quien había muerto. El diario publicó el obituario con el título: “El mercader de la muerte está muerto”, pasando a declarar: “Dr. Alfred Nobel, que se hizo millonario al encontrar nuevas maneras de matar a más y más rápido que nunca a seres humanos, murió ayer “.
Ese es -muy livianamente- el macabro origen de uno de los galardones más famosos del mundo moderno y el nacimiento entre sus categorías, el de la paz, el que más desvela a los dirigentes políticos.
En 1973, Henry Kissinger, la mano hábil detrás de Richard Nixon, se convirtió en un candidato al premio, alegando que su proeza negociadora en las conversaciones de paz de París estaba poniendo fin a la guerra de Vietnam. Finalmente, el premio fue concedido conjuntamente con el general y diplomático vietnamita Le Duc Tho. Este y el americano nacido en Alemania fueron claves en la firma del tratado. El acuerdo fue suscrito por ambos funcionarios y el presidente vietnamita Nguyen Van Thieu, permitió un cese de fuego y un intercambio de prisioneros de guerra. Sin embargo, Le Duc Tho no aceptó la condecoración con el pequeño argumento de que en Vietnam no había paz. Esto es registrado por la brillante periodista italiana Oriana Fallaci quien preguntó al consejero de seguridad nacional americano si se encontraba decepcionado. Ante la sorpresa de este, la florentina espetó: “Se han firmado los tratados de paz, pero la guerra continúa, y la violencia es superior”. El gran descuido del comité del Nobel fue la historia detrás de la historia. Kissinger, el orquestador de cuatro años de bombardeos en Camboya, de las masacres de Timor del Este, Bangladesh, la invasión a Chipre o políticas intervencionistas en Chile, Rodesia y Argentina, no había detenido la violencia en Vietnam, algo poco emparentado con la paz.
Una vez hubo un tal Yasser Arafat. Arafat, visto como el padre de la lucha palestina por la estadidad por sus partidarios y un terrorista no arrepentido por sus detractores, tiene un legado polémico. Si hay algo que es irrefutable es que, durante la mayor parte de su carrera en la escena pública, Arafat fue un firme motor del uso de la violencia para lograr objetivos políticos. O como lo expresó después de la fundación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP): “Revolución armada en todas partes de nuestro territorio palestino para hacer de ella una guerra de liberación. Rechazamos todos los acuerdos políticos”.
La facción de Arafat dentro de la OLP, Fatah- estuvo implicada en numerosos ataques armados contra civiles, tanto en Israel como en el extranjero, incluyendo la masacre de 1972 en los Juegos Olímpicos de Munich y el secuestro de 1985 del buque de crucero Achille Lauro. Mantuvo estrechas relaciones personales con dictadores como Saddam Hussein e Idi Amin.
Arafat reconoció a Israel en 1988 y firmó una serie de acuerdos de paz, incluyendo los Acuerdos de Oslo de 1993, por los que compartió el Nobel con Shimon Peres e Yitzhak Rabin. Pero rechazó un acuerdo propuesto en la Cumbre de Camp David en el año 2000, elevando sospechas sobre si estaba realmente interesado en encontrar soluciones no belicosas.
El Comité del premio Nobel cita el trabajo de Kofi Annan en el fortalecimiento de las alianzas de las Naciones Unidas con la sociedad, en su énfasis en el desarrollo de la fundación del Fondo Mundial de Sida y Salud.
Pero la biografía de Annan también tiene capítulos oscuros. Durante el genocidio cometido en Ruanda en 1994, fue el director de misiones de paz de la ONU. El general canadiense Romeo Dallaire, que comandó la misión de mantenimiento de la paz en ese momento, ha acusado a Annan de impedir que las tropas de las Naciones Unidas intervengan para detener el asesinato en masa y modificar y destruir los informes de Dallaire a Nueva York. En su libro Estrechando la Mano del Diablo, el militar declara: “Pudimos haber salvado cientos de miles de vidas”. Pero Annan tenía otra visión, y la misma se encontraba cercana a los extremistas Hutus. El papel de Annan fue criticado en una revisión interna de la ONU y se ha disculpado por no actuar con más fuerza durante el conflicto.
Un panel nombrado por la ONU también criticó a Annan en 2005 por su mala administración del programa de Petróleo por Alimentos de las Naciones Unidas, que terminó canalizando 1,700 millones de dólares en sobornos en las arcas de Saddam Hussein. El informe también sugirió que el hijo de Annan, empleado de una compañía petrolífera suiza, se había beneficiado de la posición de su padre para obtener lucrativos contratos petroleros iraquíes, aunque no se encontró evidencia de que Annan haya intervenido personalmente en nombre de su hijo.
El comité de los premios nos tomó por sorpresa otorgando los laureles a Barack Obama. El presidente norteamericano no había terminado de jurar su primer término como mandatario de la potencia más grande del planeta cuando se produjeron las nominaciones. Obama mismo reconoció que “Comparado con algunos de los gigantes de la historia que han recibido este premio – Schweitzer y King; Marshall y Mandela – mis logros son leves “. Sin embargo, la mayor sorpresa recayó en el hecho de utilizar gran parte de su discurso de aceptación al Nobel en defensa del uso legítimo de la fuerza.
De hecho, el Nobel parece haber sido dado al candidato Obama -el definido por su oposición a la guerra en Irak, aquel que prometió cerrar Guantánamo y se comprometió a fomentar el diálogo con gobiernos hostiles- y no al presidente Obama, más conocido por el conflicto en Afganistán -una guerra ampliamente expandida- una intervención militar en Libia y las ejecuciones de Anwar al-Awlaki y Osama bin Laden. Sin mencionar que Guantánamo todavía está activo y que ha habido pocos progresos en la paz en el Medio Oriente. Estas acciones pueden ser justificables, pero es probable que no cuajen con la definición de un hombre de paz. Al menos reconozco el poder de visión de futuro de los seleccionadores del Nobel: El homenaje a los terroristas argentinos por él, y el presidente Macri prodigado, si se ajusta a sus manuales.
Usted podría incluir a Adolfo Pérez Esquivel, discutir a Al Gore o al menos dudar de Mohamed Elbaradei y su Agencia Internacional de Energía Atómica pero no se puede excluir a Juan Manuel Santos y sus acuerdos por la paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas. La consecuencia de la derrota del tratado impulsado por Santos no fue precisamente el revés en sí, sino la división de un país. El presidente, en vez de honrar el poder del pueblo en su propia propuesta de consulta popular, traicionó a quienes pensaron que la democracia era innegociable. Ese 3 de octubre, los ciudadanos dijeron “no”, pero no a la impunidad de los crímenes cometidos por las Farcs, cosa que no significaba rechazar la paz. El 7 de octubre, el comité del Nobel, cuya presidente, la fallecida Kaci Kullmann, fue ministra de Comercio y sostuvo un alto cargo de Statoil, la petrolera noruega con intereses en Colombia, anunció el galardón a Santos. Este comité intentó un sermón de castigo: “Esta honra debería ser tributo al pueblo colombiano, que a pesar de las dificultades y abusos no ha perdido las esperanzas de una justa paz, y a todos aquellos que contribuyeron al proceso de paz; y a las incontables víctimas de la guerra civil”.
En su discurso de aceptación del premio a su ego, el Jefe de Estado colombiano recurre a García Márquez y su Macondo mágico y contradictorio insinuando que eso era Colombia antes de su búsqueda por la paz. Considerando esa grieta que el mismo cavó, Colombia continúa apresada en la atmósfera de Cien Años de Soledad.
Santos no solo no respeta la elección democrática de su propio pueblo, como buen político va más allá: “El Instituto Kroc de Estudios Internacionales de Paz, de la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos, concluyó –luego de un estudio detallado de los 34 acuerdos firmados en el mundo en las últimas tres décadas para poner fin a conflictos armados– que el acuerdo de paz en Colombia es el más completo e integral de todos”. Completo e integral, palabras elegantes que el propio mandatario desconoce cómo usar. El Instituto Kroc, en su ensayo, ¡Pacifista!, sobre los acuerdos de Paz menciona en su segundo párrafo que la agenda acordada antes de la instalación de la mesa de conversaciones destinó un espacio para discutir los términos del proceso que se pondrá en marcha una vez los colombianos se pronuncien en las urnas: la implementación. Como lo explicó la Corte Constitucional, para que los acuerdos se implementen debe ganar el SÍ.
Cuan pequeños somos los hombres y que cerca estamos de Calígula.
Fabian Kussman
email@PrisioneroEnArgentina.com
www.PrisioneroEnArgentina.com
@FabianKussman
Abril 12, 2017
Colombia en Llamas: Marcha contra Santos en Orlando
La disconformidad, la falta de respeto al voto popular y la corrupción reinante en Colombia fue lo que obligó a los ciudadanos de ese territorio a manifestarse en varios puntos del país, logrando que esta medida se trasladara a quienes residen en el exterior. Madrid, Miami, Houston entre otras varias ciudades, y Orlando, como en el caso del cual fueramos testigos. El mayor clamor de los comprometidos asistentes se debe a lo que está sucediendo en el país sudamericano en cuanto a política social y económica del gobierno del presidente Juan Manuel Santos. Otros temas que sacuden al país cafetero como el reclamo por un aumento del salario mínimo, escándalos por los multimillonarios sobreprecios en la modernización de la refinería de Cartagena y de corrupción en el sistema de salud, así como que en plena crisis energética se haya vendido a un fondo canadiense de inversión la generadora eléctrica Isagén.
La locutora Yadira Bello y la dirigente María Teresa Jaramillo, presentes en el evento, nos dejaron sus preocupados testimonios. La mayoría le dijo “No” al acuerdo de las Farcs presentado por el presidente colombiano, quien pese a reconocer el veredicto publicamente, desconoció el resultado, traicionando a su gente.
Es este un pequeño y pacífico paso que toman los colombianos, previendo si una catástrofe mayor con todos los beneficios que ahora disfrutaran asesinos que no pagarán por sus delitos, como lo son los integrantes de grupo narco-terrorista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 1, 2017
Colombia: La Marcha de la Bronca
La protesta no es parte de una ideología política, ni de un partido de derecha, tampoco de pensamientos de izquierda, es el enojo de una Colombia decepcionada y un justo reclamo a Juan Manuel Santos por haber entregado el país al narcoterrorismo liderado por las Farcs.
Esta marcha es en “contra el mal gobierno”. Y esa definición de ‘mal gobierno’ es comprehensiva: la corrupción que se ha incrementado exponencialmente, el desconocimiento del ordenamiento jurídico, un presidente que ha hecho lo que se viene en gana, de la impunidad, de la inseguridad, un gobierno que ha diseñado políticas públicas contra la familia y que ha desconocido el voto de un plesbicito. Una sumatoria de razones que indignan al ciudadano.
Pero, por sobre todo, Colombia marcha contra la entrega de la patria al comunismo narcoterrorista de las Farc-Santos y por el retorno de la democracia. Con la marcha se busca defender la democracia para evitar que Colombia se convierta en una “segunda Venezuela de Maduro”. La marcha del 1 de abril dejará en evidencia cómo Santos ha favorecido a los guerrilleros y dejado en la impunidad a los milicianos, quienes se han encargado de generar terror en las ciudades. El “No” derrotó al “Si” en el plesbicito sobre el acuerdo con las Farcs. Sin embargo, el presidente Juan Manuel Santos -con su ambición desmedida para obtener el Oscar de la Paz– tracionó al poder del pueblo.
PrisioneroEnArgentina.com
Marzo 30, 2017