“No soy socialista. Lo he sido. Si usted realmente hubiera leído mis artículos y mi último libro, conocería mi desconfianza en los dogmas, y mi poca esperanza en que ni tan siquiera el socialismo pueda cambiar a los hombres”
(Oriana Fallaci, 1 de octubre de 1983, al saber que Fidel Castro no le concedería una entrevista.)
La gigante del papel se enfrentaría al gigante de papel en una entrevista seguramente volcánica. La italiana, que enfrentó a pesos pesados como Kissinger, Khomeini o Arafat y derrotándoles en su propio terreno, a locales como Neustad o Galtieri de quienes desnudó sus flaquezas o que no dudó en calificar de idiotas a los reyes de España, no pudo enfrentar al magnate cubano -una especie de Ali vs Stevenson- en lo que hubiera resultado, para mentes receptivas, revelador, esclarecedor.
Castro fue un buen orador, inteligente para contestar, hasta simpático para evitar preguntas que podían encadenar otras más comprometedoras y ningún periodista lo tuvo entre las cuerdas. Ni Barbara Walters (La entrevista de cinco horas se retransmitió en Cuba, usted haga las cuentas), ni Herbert Matthews (El periodista que casi lanzó a Castro como héroe romántico, en Sierra Madre en los años cincuenta), o Andrew St. George (Apenas pudo robarle alguna declaración homofóbica) lograron ganarle un asalto.
Oriana Fallaci -sin intentar ser un adivino- no le hubiera acercado interrogantes tipo” ¿Cómo ve a Cuba en un futuro sin Fidel? Tal vez eso consiguió que Castro evitara la contienda. El líder cubano se negó de manera terminante. No le concedería la audiencia ya que la periodista italiana era una contra-revolucionaria. “Nadie me había dicho que para entrevistar a Fidel Castro había que ser socialista, y creer que los países socialistas son el paraíso terrenal” -concluyó la florentina.
Carta a Fidel Castro
New York, 1ro de octubre 1983
Señor Presidente,
El miércoles 28 de septiembre su embajador a la Unesco, el doctor Alfredo Guevara -enviado por usted especialmente de Paris a Nueva York para entregarme su mensaje- me ha comunicado que la entrevista fijada para el mes de noviembre había sido cancelada. El motivo de esta decisión es increíble: «Dile a Oriana que he recibido por parte de una fuente de comprobada lealtad la información que, no muy lejos de Cuba, se expresó de manera irreverente a mi persona y que ha difundido declaraciones que denotan prejuicios acerca de la revolución y del socialismo». «En la Habana cinco testigos» agregó Guevara «pueden confirmar que el mismo “delito” fue cometido también en el territorio nacional.»
Este mensaje es un insulto a mi inteligencia y a mi dignidad. Su gesto es una traición, y más, una falta de respeto hacia mi persona que nunca le ha faltado consideración y a quien usted debe -y no solo por esta razón- mucho respeto.
Sin embargo, ya que soy una señora educada, voy a tratar de controlar la indignación que se apodera de mí. Y le responderé.
1) No sé cuál es, ni mucho menos me interesa, el nivel intelectual y cultural de los informantes de «comprobada lealtad» que me han puesto en mi nombre tan ridículas acusaciones dentro y fuera del territorio cubano. Además, que con Alfredo Guevara, Gabriel García Márquez y su círculo de amigos – personas inteligentes que nunca me hubiesen atribuido un comportamiento tan estúpido- en Cuba he tenido contacto solo con el embajador italiano y con esos que se encargaron de mis necesidades en los últimos días. En el aeropuerto se me unió un periodista argentino que tenía como tarea asistirme en caso de cualquier eventualidad.
2) El embajador italiano es un idiota que no sabe lo que dice, al igual que su terrible esposa y su inepto personal. Todos ellos que se ocuparon de mí en esos últimos días fueron extremadamente serviciales y sonrientes, pero – lo siento por usted – no parecían tener ni idea de quién era Oriana Fallaci, ni poder comprender sus ideas y mucho menos entender su idioma. Decían hablar inglés e italiano, pero me di cuenta que entendían muy poco de lo que decía y que de lo poco que entendían, perdían frecuentemente el hilo de la conversación… Y cuando se trata del periodista argentino, el italiano al igual que los otros lo hablaba muy mal. Y como si esto no fuese suficiente, malamente disimulaba una irritación hacia mí por lo que declaré en Buenos Aires acerca de los periodistas de su país. Me abstuve cuidadosamente de proporcionarle alguna oportunidad que pudiese ser utilizada para construir una inútil y mal ideada calumnia en mi contra.
No nací ayer. Sé bien que el escolta que me acompañaba ya sea alrededor de la ciudad o en el aeropuerto le reportaría cada uno de mis pasos, desde el nombre del perfume que uso al número de cigarros fumados. Aunque si no hubiese establecido con usted el acuerdo que pensaba haber establecido, no hubiese sido tan imbécil de cometer un error tan grotesco e infantil como ese que usted me atribuye.
3) Una vez fuera de Cuba mantuve el silencio acerca de su persona y el secreto de nuestro proyecto, tanto que ni los más sofisticados micrófonos de la CIA unidos con esos de la KGB hubiesen podido captar mi voz. He roto el silencio solo con tres personas: a) William Broyles Jr., director de «Newsweek», quien sería el primero en publicar mi entrevista con usted y quien quedó estupefacto al escuchar el entusiasmo con que describía nuestro futuro encuentro; b) nuestro ministro del interior, Giulio Andreotti, quien me había ayudado a renovar la solicitud para entrevistarlo; c) mi padre quien tiene ochenta años y que vive en las colinas de la Toscana junto a sus perros, sus gatos, sus gallinas y sus abejas. Excluyo la posibilidad de que William Broyles, Giulio Andreotti, mi padre, sus perros, gatos, gallinas o abejas puedan haber dicho lo que sus informantes de «comprobada lealtad» le han reportado.
En referencia a los «irreverentes juicios y prejuicios» de los que he sido acusada, esto es todo. Y no acepto ser llevada a juicio por chismes de la calle. Es más, no acepto ser llevada a juicio por nada ni por nadie.
4) No soy socialista. Lo era. Si usted en realidad hubiese leído mis artículos y mi último libro, conocería mi desconfianza hacia los dogmas de salvación, al igual que de mi descorazonada conclusión que ni el socialismo es capaz de cambiar a los hombres. (Y esto sí es un tema que me hubiese gustado discutir con usted, en vez de preguntarle – como lo ha hecho la televisión americana – «Quien duerme en su cama».)
Pero nadie me había dicho que para entrevistar a Fidel Castro era necesario ser socialista y creer que los países socialistas son el paraíso terrenal. Los periodistas norteamericanos que usted recibe sin tiempo de espera de 7 años, sin ofenderlos con acusaciones mal enmarcadas, que no son más que pretextos muy bien calculados, sin protestar cuando reducen cuatro horas de entrevista a una pequeña página de extrapolaciones arbitrarias o quince minutos de superficialidad televisiva, no son socialistas. No van a Cuba para decir que el socialismo es el paraíso terrenal y que es capaz de cambiar a los hombres. Es más, son los peores reaccionarios que conozco.
Nadie puede decir lo mismo de mí. Sus informantes «de comprobada lealtad» hubiesen hecho mejor tarea tomando en cuenta la historia de mi vida; el afecto, la admiración y la credibilidad de la que gozo y que me rodea en todas partes del mundo; y lo que hago y continúo haciendo a favor de la libertad, a costo de mi tranquilidad y de mi seguridad personal.
5) Obviamente no creo que la razón por la cual usted haya retractado su palabra sea el motivo que me fue comunicado por parte de Alfredo Guevara. Si lo creyese, para empezar, estuviese insultando mi inteligencia. Y añado: puede ser que se haya tramado una conspiración en mi contra, pero dudo que usted sea el tipo de persona y el tipo de gobernante que se deje manipular por la mala fe de sus subordinados.
La verdad es que usted ha retractado su palabra; me ha traicionado porque se arrepintió. Y se arrepintió porque tuvo miedo de hablar conmigo de Fidel Castro y de los temas por los cuales lo consideraba un interlocutor ideal. (Y yo al igual era para usted la interlocutora ideal) En lugar de esto, usted ha previsto el riesgo que ciertos líderes ven en mí: la mujer incómoda, de pensamiento independiente, la escritora a quien no le impresiona el poder y que lo enfrenta sin miedo y sin timidez para permitir que su trabajo quede grabado en la historia. ¡Qué pena! Lo consideraba más audaz, más feroz. No hay nada que admire más que la valentía y cultivo siempre gran respeto por aquellos que no tienen miedo de lidiar conmigo.
6) Dos representantes del poder me han dado la espalda en este día: Augusto Pinochet y Fidel Castro. Pinochet ha cambiado de opinión, acusándome de ser una subversiva que vagaba por los entornos de Santiago sublevando al pueblo en contra del régimen. No fue exactamente de esa manera, pero los temores del chileno eran justificables… Puedo entender a Pinochet. No puedo decir lo mismo de Fidel Castro. No me halaga saber que le ha tenido miedo a Oriana Fallaci. Al contrario, me decepciona como hombre y como político. Y más como hombre que como político. Creía haber conocido a un hombre que no solo era jefe de estado o político. Pero ahora entiendo que conocí solo a uno de tantos jefes de estado. Y más, he conocido a un político que se ha atrevido a burlarse de mí. Escribiré todo en el próximo libro, explicando la razón por la que no aparece la entrevista con Castro. Y este triste capítulo será la amarga conclusión de mis estudios acerca del poder.
Se dará cuenta que el miércoles 28 de septiembre cometió un grave error: no solo se deshizo de una entrevista de primera calidad y de relieve histórico. No solo ha indignado a una persona que hubiese sido mucho más sabio no ofender e insultar. Como una piedra que cae pesadamente en un cuarto de cristal y que rompe todo lo que es precioso, usted ha destruido algo de mucho más valor.
Y por esta razón, no lo absolveré.
Oriana Fallaci.
El pequeño asunto con los Reyes de España
“No es sorprendente que (Juan Carlos y Sofía) se conviertan en rey y reina de España cuando muera el Asesino”, sigue explicando Oriana en una carta, refiriéndose al dictador español. Y añade: «Son sus protegidos. Desde pequeño, Juan Carlos vivió bajo la sombra de Franco y es su robot obediente”. En cuanto a Sofía, la describe así: “Es simplemente la hija de aquella reina de Grecia que estaba en la Juventud Hitleriana y que hizo encarcelar a 50.000 ciudadanos griegos”.
En el decreto 7734-sgg-2016, firmado ayer por el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, se estableció tres días de duelo provincial por la muerte del líder de la revolución cubana Fidel Castro, se señaló que el gobierno de la Provincia de San Luis mantiene estrechos vínculos de cooperación con la República de Cuba, por lo cual declaró tres días de duelo provincial.
El objetivo de la medida es “expresar el profundo dolor del Gobierno y la Provincia de San Luis por el fallecimiento del ex Presidente de la República de Cuba, Comandante Fidel Alejandro Castro Ruz”, reza la norma.
El duelo implicará que las banderas nacionales y provinciales permanezcan izadas a media asta en los edificios de las dependencias Públicas Provinciales a partir de ayer y por el término de tres días.
El gobierno de San Luis consideró como parte del buen vínculo entre Cuba y San Luis la recordada carta que el comandante Castro le enviara al entonces presidente argentino Adolfo Rodríguez Saá, el 24 de diciembre de 2001, en la que felicita al mandatario por su postura respecto de la deuda externa de los países latinoamericanos en general y de Argentina en particular.
Adolfo Rodríguez Saá ocupó la presidencia durante siete días, tras la debacle del país en el marco de la caída del presidente Fernando De la Rúa, durante los cuales decretó la suspensión del pago de la deuda externa.
San Luis es una provincia argentina situada en la región de Cuyo. Limita al norte con la provincia de La Rioja, al este con Córdoba, al sur con La Pampa, al oeste con Mendoza y al noroeste con San Juan. Su población de más de 430.000 habitantes estará demostrando su profundo dolor por el fallecimiento del líder cubano durante 72 horas. Tal vez uno o dos puntanos conozcan la historia real del dictador y con eso logren apaciguar su dolor.
Cosa de políticos y es entendible. Parte del protocolo. Rodríguez Saá entre quedar bien con Dios o con el diablo, prefirió quedar mal con la historia.
Los unos y los otros. Y terceros que ven tiempos peores.
La muerte de Fidel Castro desencadenó sentimientos tanto de celebración como el duelo. Mientras los críticos daban la bienvenida a su deceso, los partidarios se mostraban afligidos por la muerte del hombre fuerte que dominó Cuba durante décadas.
Su hermano Raúl Castro anunció su muerte en una declaración televisada.
“Digo al pueblo de Cuba, con profundo dolor, que vengo aquí para informar a nuestro pueblo, a nuestros amigos de América y al mundo, que hoy, 25 de noviembre de 2016, a las 22.29 horas, murió el jefe de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz “, comunicó el presidente del Consejo del Estado de Cuba.
Debería ser cremado el sábado temprano “siguiendo los deseos explícitos del líder Fidel”, dijo Raúl Castro.
Su entierro se llevará a cabo el 4 de diciembre en Santiago de Cuba después de nueve días de duelo nacional, según Granma, la agencia estatal de noticias cubana. Cuba inició un período oficial de luto a las 6 de la mañana del sábado.
Durante este tiempo, todas las actividades y actuaciones públicas se detendrán, y la bandera se situará a media asta. La radio y la televisión transmitirán programación patriótica e histórica.
En períodos de duelo previos para figuras prominentes de la revolución, restaurantes y bares se han cerrado, y se prohibió cualquier tipo de celebraciones.
En Bíran, una ciudad cercana al extremo oriental de Cuba donde nació Fidel Castro, la gente llamaba a la puerta de su hermanastro, Martín Castro. Con el fin de cerciorarse que las noticias eran verdaderas.
Querían saber si el revolucionario oriundo de esa ciudad estaba muerto.
“Han estado llamando y llamando y preguntando si es cierto”, dijo el domingo Ángel Daniel Castro, sobrino de Fidel Castro. “Mucha gente está llorando, algunos se quejan de descompensaciones y alta presión arterial. Fidel era un buen hombre y querido por billones de personas. El mundo lo llora”.
Sin embargo, la contracara es el júbilo en Miami, en Estados Unidos.
En la Florida, los juerguistas se derramaron por las calles de Miami, el centro de la comunidad cubana en el exilio. Lanzaron champaña, chocaron copas, y saludaron la bandera cubana con alegría. Se pararon frente al popular restaurante Versalles en La Pequeña Habana con letreros que decían: “Satanás, Fidel es ahora tuyo”.
Algunos otros exiliados sospechan que hay aires de cambio, pero para mal. La duda es si los jóvenes líderes de la Revolución no planearan desplazar a Raúl, para tomar el poder y comenzar una era más dura y de más crueldad para los opositores.
La famosa y tan promocionada distribución real de la riqueza a menudo se ha comparado con un hipotético ideal o utopía, en lugar de la experiencia real en cualquier país, en cualquier momento de la historia.
Muchos occidentales una vez creyeron que los ingresos eran casi iguales en la antigua Unión Soviética, por ejemplo. Ahora sabemos que existían sustanciales privilegios para unos pocos elegidos, basado en el poder político en lugar de la contribución económica. Incluso al margen del soborno y la corrupción, el acceso especial a la atención de salud, educación, vivienda y tiendas especiales se concede a menudo a la jerarquía del Partido Comunista y la clase burocrática. En todos los casos, una porción de la población ha sido subvencionada. En ciertos casos la policía para atender los designios del dictador (Venezuela), el ejército (La Unión Soviética, la Venezuela de Chávez, la Cuba castrista) grupos paramilitares (La China de Mao) o sectores ciudadanos a cambio de un voto (La Argentina K)
A finales de los años 70, sólo un puñado de mandatarios de izquierda en occidente siguió defendiendo dictaduras como la Unión Soviética de Stalin, la China de Mao, la Cuba de Castro, o Corea del Norte, Kim Jong-il (Si, aquel que en un juego de golf podía hacer 18 hoyos con un solo golpe).
En los últimos años, el romanticismo anterior de la izquierda del comunismo a veces que ha sido recuperado con un disfraz, pero en realidad es un socialismo-populista que maquilla a ladrones. Este socialismo-comunismo suena mejor bajo esa denominación, pero no lo es. Otros han cambiado a idealizar una edad de oro del pasado. En los EE.UU., por ejemplo, se dice que la edad de oro de la equidad se produjo entre 1930 y 1973. Sin embargo, en Estados Unidos manda la eficiencia y quien no se prepara para competir, sufre.
El discurso populista siempre hace alusiones a la justicia social. Se emplea a menudo para sugerir que una mayor fracción de los beneficios de la economía (alimentos, vivienda, atención de salud, etc.) puede y debe ser distribuido por el gobierno en lugar de por los mercados. En teoría, se podrían entregar todos nuestros ingresos a los funcionarios elegidos democráticamente y dejarlos decidir quién obtiene qué. Sin embargo, la distribución sobre la base de criterios políticos, no es necesariamente el más conveniente. Sospeche usted donde terminara su sueldo si le entregara un sobre a José López -ex secretario de obras públicas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, hoy entrenando para las próximas olimpíadas en lanzamiento de maletas-.
El mejor ejemplo de las distribuciones puede darse en Cuba, donde ciudadanos que ganan veinte dólares por mes distribuyen habitaciones en lujosos hoteles, sin tener oportunidad de reservar una para ellos. O un granjero especializado en cultivo de tabaco que debe distribuir el 90% de sus ingresos entre funcionarios del gobierno y hacer magia para distribuir las plantas en su campo para su nueva cosecha con mil dólares, 10% de lo que podría haber recaudado en un año.
Es decir, la distribución de la riqueza en países comunistas, o populistas, es en sentido inverso. El pueblo distribuye sangre, sudor y lágrimas (Y sus alcancías) para que los líderes los puedan seguir extorsionando.
Napoleón -el cerdo, no el militar francés- la tenía clara.
Conferencia de la Dra. Hilda Molina. 7 de diciembre.
Pilares de la Vida en Dignidad. Conferencia de la doctora Hilda Molina.
Fallaci vs. Castro: Doce rounds que nunca se produjeron
“No soy socialista. Lo he sido. Si usted realmente hubiera leído mis artículos y mi último libro, conocería mi desconfianza en los dogmas, y mi poca esperanza en que ni tan siquiera el socialismo pueda cambiar a los hombres”
(Oriana Fallaci, 1 de octubre de 1983, al saber que Fidel Castro no le concedería una entrevista.)
La gigante del papel se enfrentaría al gigante de papel en una entrevista seguramente volcánica. La italiana, que enfrentó a pesos pesados como Kissinger, Khomeini o Arafat y derrotándoles en su propio terreno, a locales como Neustad o Galtieri de quienes desnudó sus flaquezas o que no dudó en calificar de idiotas a los reyes de España, no pudo enfrentar al magnate cubano -una especie de Ali vs Stevenson- en lo que hubiera resultado, para mentes receptivas, revelador, esclarecedor.
Castro fue un buen orador, inteligente para contestar, hasta simpático para evitar preguntas que podían encadenar otras más comprometedoras y ningún periodista lo tuvo entre las cuerdas. Ni Barbara Walters (La entrevista de cinco horas se retransmitió en Cuba, usted haga las cuentas), ni Herbert Matthews (El periodista que casi lanzó a Castro como héroe romántico, en Sierra Madre en los años cincuenta), o Andrew St. George (Apenas pudo robarle alguna declaración homofóbica) lograron ganarle un asalto.
Oriana Fallaci -sin intentar ser un adivino- no le hubiera acercado interrogantes tipo” ¿Cómo ve a Cuba en un futuro sin Fidel? Tal vez eso consiguió que Castro evitara la contienda. El líder cubano se negó de manera terminante. No le concedería la audiencia ya que la periodista italiana era una contra-revolucionaria. “Nadie me había dicho que para entrevistar a Fidel Castro había que ser socialista, y creer que los países socialistas son el paraíso terrenal” -concluyó la florentina.
Carta a Fidel Castro
New York, 1ro de octubre 1983
Señor Presidente,
El miércoles 28 de septiembre su embajador a la Unesco, el doctor Alfredo Guevara -enviado por usted especialmente de Paris a Nueva York para entregarme su mensaje- me ha comunicado que la entrevista fijada para el mes de noviembre había sido cancelada. El motivo de esta decisión es increíble: «Dile a Oriana que he recibido por parte de una fuente de comprobada lealtad la información que, no muy lejos de Cuba, se expresó de manera irreverente a mi persona y que ha difundido declaraciones que denotan prejuicios acerca de la revolución y del socialismo». «En la Habana cinco testigos» agregó Guevara «pueden confirmar que el mismo “delito” fue cometido también en el territorio nacional.»
Este mensaje es un insulto a mi inteligencia y a mi dignidad. Su gesto es una traición, y más, una falta de respeto hacia mi persona que nunca le ha faltado consideración y a quien usted debe -y no solo por esta razón- mucho respeto.
Sin embargo, ya que soy una señora educada, voy a tratar de controlar la indignación que se apodera de mí. Y le responderé.
1) No sé cuál es, ni mucho menos me interesa, el nivel intelectual y cultural de los informantes de «comprobada lealtad» que me han puesto en mi nombre tan ridículas acusaciones dentro y fuera del territorio cubano. Además, que con Alfredo Guevara, Gabriel García Márquez y su círculo de amigos – personas inteligentes que nunca me hubiesen atribuido un comportamiento tan estúpido- en Cuba he tenido contacto solo con el embajador italiano y con esos que se encargaron de mis necesidades en los últimos días. En el aeropuerto se me unió un periodista argentino que tenía como tarea asistirme en caso de cualquier eventualidad.
2) El embajador italiano es un idiota que no sabe lo que dice, al igual que su terrible esposa y su inepto personal. Todos ellos que se ocuparon de mí en esos últimos días fueron extremadamente serviciales y sonrientes, pero – lo siento por usted – no parecían tener ni idea de quién era
Oriana Fallaci, ni poder comprender sus ideas y mucho menos entender su idioma. Decían hablar inglés e italiano, pero me di cuenta que entendían muy poco de lo que decía y que de lo poco que entendían, perdían frecuentemente el hilo de la conversación… Y cuando se trata del periodista argentino, el italiano al igual que los otros lo hablaba muy mal. Y como si esto no fuese suficiente, malamente disimulaba una irritación hacia mí por lo que declaré en Buenos Aires acerca de los periodistas de su país. Me abstuve cuidadosamente de proporcionarle alguna oportunidad que pudiese ser utilizada para construir una inútil y mal ideada calumnia en mi contra.
No nací ayer. Sé bien que el escolta que me acompañaba ya sea alrededor de la ciudad o en el aeropuerto le reportaría cada uno de mis pasos, desde el nombre del perfume que uso al número de cigarros fumados. Aunque si no hubiese establecido con usted el acuerdo que pensaba haber establecido, no hubiese sido tan imbécil de cometer un error tan grotesco e infantil como ese que usted me atribuye.
3) Una vez fuera de Cuba mantuve el silencio acerca de su persona y el secreto de nuestro proyecto, tanto que ni los más sofisticados micrófonos de la CIA unidos con esos de la KGB hubiesen podido captar mi voz. He roto el silencio solo con tres personas: a) William Broyles Jr., director de «Newsweek», quien sería el primero en publicar mi entrevista con usted y quien quedó estupefacto al escuchar el entusiasmo con que describía nuestro futuro encuentro; b) nuestro ministro del interior, Giulio Andreotti, quien me había ayudado a renovar la solicitud para entrevistarlo; c) mi padre quien tiene ochenta años y que vive en las colinas de la Toscana junto a sus perros, sus gatos, sus gallinas y sus abejas. Excluyo la posibilidad de que William Broyles, Giulio Andreotti, mi padre, sus perros, gatos, gallinas o abejas puedan haber dicho lo que sus informantes de «comprobada lealtad» le han reportado.
En referencia a los «irreverentes juicios y prejuicios» de los que he sido acusada, esto es todo. Y no acepto ser llevada a juicio por chismes de la calle. Es más, no acepto ser llevada a juicio por nada ni por nadie.
4) No soy socialista. Lo era. Si usted en realidad hubiese leído mis artículos y mi último libro, conocería mi desconfianza hacia los dogmas de salvación, al igual que de mi descorazonada conclusión que ni el socialismo es capaz de cambiar a los hombres. (Y esto sí es un tema que me hubiese gustado discutir con usted, en vez de preguntarle – como lo ha hecho la televisión americana – «Quien duerme en su cama».)
Nadie puede decir lo mismo de mí. Sus informantes «de comprobada lealtad» hubiesen hecho mejor tarea tomando en cuenta la historia de mi vida; el afecto, la admiración y la credibilidad de la que gozo y que me rodea en todas partes del mundo; y lo que hago y continúo haciendo a favor de la libertad, a costo de mi tranquilidad y de mi seguridad personal.
5) Obviamente no creo que la razón por la cual usted haya retractado su palabra sea el motivo que me fue comunicado por parte de Alfredo Guevara. Si lo creyese, para empezar, estuviese insultando mi inteligencia. Y añado: puede ser que se haya tramado una conspiración en mi contra, pero dudo que usted sea el tipo de persona y el tipo de gobernante que se deje manipular por la mala fe de sus subordinados.
La verdad es que usted ha retractado su palabra; me ha traicionado porque se arrepintió. Y se arrepintió porque tuvo miedo de hablar conmigo de Fidel Castro y de los temas por los cuales lo consideraba un interlocutor ideal. (Y yo al igual era para usted la interlocutora ideal) En lugar de esto, usted ha previsto el riesgo que ciertos líderes ven en mí: la mujer incómoda, de pensamiento independiente, la escritora a quien no le impresiona el poder y que lo enfrenta sin miedo y sin timidez para permitir que su trabajo quede grabado en la historia. ¡Qué pena! Lo consideraba más audaz, más feroz. No hay nada que admire más que la valentía y cultivo siempre gran respeto por aquellos que no tienen miedo de lidiar conmigo.
6) Dos representantes del poder me han dado la espalda en este día: Augusto Pinochet y Fidel Castro. Pinochet ha cambiado de opinión, acusándome de ser una subversiva que vagaba por los entornos de Santiago sublevando al pueblo en contra del régimen. No fue exactamente de esa manera, pero los temores del chileno eran justificables… Puedo entender a Pinochet. No puedo decir lo mismo de Fidel Castro. No me halaga saber que le ha tenido miedo a Oriana Fallaci. Al contrario, me decepciona como hombre y como político. Y más como hombre que como político. Creía haber conocido a un hombre que no solo era jefe de estado o político. Pero ahora entiendo que conocí solo a uno de tantos jefes de estado. Y más, he conocido a un político que se ha atrevido a burlarse de mí. Escribiré todo en el próximo libro, explicando la razón por la que no aparece la entrevista con Castro. Y este triste capítulo será la amarga conclusión de mis estudios acerca del poder.
Se dará cuenta que el miércoles 28 de septiembre cometió un grave error: no solo se deshizo de una entrevista de primera calidad y de relieve histórico. No solo ha indignado a una persona que hubiese sido mucho más sabio no ofender e insultar. Como una piedra que cae pesadamente en un cuarto de cristal y que rompe todo lo que es precioso, usted ha destruido algo de mucho más valor.
Y por esta razón, no lo absolveré.
Oriana Fallaci.
Fabian Kussman
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 30, 2016
“El Alberto” y la historia
En el decreto 7734-sgg-2016, firmado ayer por el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, se estableció tres días de duelo provincial por la muerte del líder de la revolución cubana Fidel Castro, se señaló que el gobierno de la Provincia de San Luis mantiene estrechos vínculos de cooperación con la República de Cuba, por lo cual declaró tres días de duelo provincial.
El objetivo de la medida es “expresar el profundo dolor del Gobierno y la Provincia de San Luis por el fallecimiento del ex Presidente de la República de Cuba, Comandante Fidel Alejandro Castro Ruz”, reza la norma.
El duelo implicará que las banderas nacionales y provinciales permanezcan izadas a media asta en los edificios de las dependencias Públicas Provinciales a partir de ayer y por el término de tres días.
El gobierno de San Luis consideró como parte del buen vínculo entre Cuba y San Luis la recordada carta que el comandante Castro le enviara al entonces presidente argentino Adolfo Rodríguez Saá, el 24 de diciembre de 2001, en la que felicita al mandatario por su postura respecto de la deuda externa de los países latinoamericanos en general y de Argentina en particular.
Adolfo Rodríguez Saá ocupó la presidencia durante siete días, tras la debacle del país en el marco de la caída del presidente Fernando De la Rúa, durante los cuales decretó la suspensión del pago de la deuda externa.
San Luis es una provincia argentina situada en la región de Cuyo. Limita al norte con la provincia de La Rioja, al este con Córdoba, al sur con La Pampa, al oeste con Mendoza y al noroeste con San Juan. Su población de más de 430.000 habitantes estará demostrando su profundo dolor por el fallecimiento del líder cubano durante 72 horas. Tal vez uno o dos puntanos conozcan la historia real del dictador y con eso logren apaciguar su dolor.
Cosa de políticos y es entendible. Parte del protocolo. Rodríguez Saá entre quedar bien con Dios o con el diablo, prefirió quedar mal con la historia.
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 28, 2016
Fidel Castro
Escribe: Luis Bardín.
FIDEL CASTRO
Anestesiando sus mentes y haciéndolos Castro adictos
de todo se lo ha privado a este pueblo sometido.
Inculcando en los cubanos mentalidad de rebaño
Fidel les hizo creer, durante 50 años,
que eran un pueblo elegido, que el noble pueblo cubano
vivía en un paraíso que era ejemplo de igualdad,
que leales al comunismo se sentían hermanados,
que el soportar sus carencias era ser privilegiados.
Más que sentirse castristas el Fidel los ha castrado:
nadie podía desear, más allá de lo asignado.
Con celo y mediocridad repartía la pobreza.
Todo estaba racionado.
Intelectuales e ideólogos con el Papa a la cabeza
enviarán su gran pesar y sentidas condolencias.
Pésames protocolares obligará a mucha gente
a escribir hipocrecías aparentando indulgencia.
Hay síndrome de Estocolmo, después de ser torturados,
con sentidos homenajes y 9 días de duelo
sus fieles tendrán que honrarlo.
Quienes huyeran en balsa junto a los libres del mundo
festejaremos por años que no tendrá más poder,
que ya nunca ha de volver,
que no podrá hacer más daño.
Luis Bardín
Alegría y Tristeza por la muerte de Fidel Castro
Los unos y los otros. Y terceros que ven tiempos peores.
La muerte de Fidel Castro desencadenó sentimientos tanto de celebración como el duelo. Mientras los críticos daban la bienvenida a su deceso, los partidarios se mostraban afligidos por la muerte del hombre fuerte que dominó Cuba durante décadas.
Su hermano Raúl Castro anunció su muerte en una declaración televisada.
“Digo al pueblo de Cuba, con profundo dolor, que vengo aquí para informar a nuestro pueblo, a nuestros amigos de América y al mundo, que hoy, 25 de noviembre de 2016, a las 22.29 horas, murió el jefe de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz “, comunicó el presidente del Consejo del Estado de Cuba.
Debería ser cremado el sábado temprano “siguiendo los deseos explícitos del líder Fidel”, dijo Raúl Castro.
Su entierro se llevará a cabo el 4 de diciembre en Santiago de Cuba después de nueve días de duelo nacional, según Granma, la agencia estatal de noticias cubana. Cuba inició un período oficial de luto a las 6 de la mañana del sábado.
Durante este tiempo, todas las actividades y actuaciones públicas se detendrán, y la bandera se situará a media asta. La radio y la televisión transmitirán programación patriótica e histórica.
En períodos de duelo previos para figuras prominentes de la revolución, restaurantes y bares se han cerrado, y se prohibió cualquier tipo de celebraciones.
En Bíran, una ciudad cercana al extremo oriental de Cuba donde nació Fidel Castro, la gente llamaba a la puerta de su hermanastro, Martín Castro. Con el fin de cerciorarse que las noticias eran verdaderas.
Querían saber si el revolucionario oriundo de esa ciudad estaba muerto.
“Han estado llamando y llamando y preguntando si es cierto”, dijo el domingo Ángel Daniel Castro, sobrino de Fidel Castro. “Mucha gente está llorando, algunos se quejan de descompensaciones y alta presión arterial. Fidel era un buen hombre y querido por billones de personas. El mundo lo llora”.
Sin embargo, la contracara es el júbilo en Miami, en Estados Unidos.
En la Florida, los juerguistas se derramaron por las calles de Miami, el centro de la comunidad cubana en el exilio. Lanzaron champaña, chocaron copas, y saludaron la bandera cubana con alegría. Se pararon frente al popular restaurante Versalles en La Pequeña Habana con letreros que decían: “Satanás, Fidel es ahora tuyo”.
Algunos otros exiliados sospechan que hay aires de cambio, pero para mal. La duda es si los jóvenes líderes de la Revolución no planearan desplazar a Raúl, para tomar el poder y comenzar una era más dura y de más crueldad para los opositores.
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 28, 2016
EL QUE QUIERE COMUNISMO, QUE LE CUESTE
La famosa y tan promocionada distribución real de la riqueza a menudo se ha comparado con un hipotético ideal o utopía, en lugar de la experiencia real en cualquier país, en cualquier momento de la historia.
Muchos occidentales una vez creyeron que los ingresos eran casi iguales en la antigua Unión Soviética, por ejemplo. Ahora sabemos que existían sustanciales privilegios para unos pocos elegidos, basado en el poder político en lugar de la contribución económica. Incluso al margen del soborno y la corrupción, el acceso especial a la atención de salud, educación, vivienda y tiendas especiales se concede a menudo a la jerarquía del Partido Comunista y la clase burocrática. En todos los casos, una porción de la población ha sido subvencionada. En ciertos casos la policía para atender los designios del dictador (Venezuela), el ejército (La Unión Soviética, la Venezuela de Chávez, la Cuba castrista) grupos paramilitares (La China de Mao) o sectores ciudadanos a cambio de un voto (La Argentina K)
A finales de los años 70, sólo un puñado de mandatarios de izquierda en occidente siguió defendiendo dictaduras como la Unión Soviética de Stalin, la China de Mao, la Cuba de Castro, o Corea del Norte, Kim Jong-il (Si, aquel que en un juego de golf podía hacer 18 hoyos con un solo golpe).
En los últimos años, el romanticismo anterior de la izquierda del comunismo a veces que ha sido recuperado con un disfraz, pero en realidad es un socialismo-populista que maquilla a ladrones. Este socialismo-comunismo suena mejor bajo esa denominación, pero no lo es. Otros han cambiado a idealizar una edad de oro del pasado. En los EE.UU., por ejemplo, se dice que la edad de oro de la equidad se produjo entre 1930 y 1973. Sin embargo, en Estados Unidos manda la eficiencia y quien no se prepara para competir, sufre.
El discurso populista siempre hace alusiones a la justicia social. Se emplea a menudo para sugerir que una mayor fracción de los beneficios de la economía (alimentos, vivienda, atención de salud, etc.) puede y debe ser distribuido por el gobierno en lugar de por los mercados. En teoría, se podrían entregar todos nuestros ingresos a los funcionarios elegidos democráticamente y dejarlos decidir quién obtiene qué. Sin embargo, la distribución sobre la base de criterios políticos, no es necesariamente el más conveniente. Sospeche usted donde terminara su sueldo si le entregara un sobre a José López -ex secretario de obras públicas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, hoy entrenando para las próximas olimpíadas en lanzamiento de maletas-.
El mejor ejemplo de las distribuciones puede darse en Cuba, donde ciudadanos que ganan veinte dólares por mes distribuyen habitaciones en lujosos hoteles, sin tener oportunidad de reservar una para ellos. O un granjero especializado en cultivo de tabaco que debe distribuir el 90% de sus ingresos entre funcionarios del gobierno y hacer magia para distribuir las plantas en su campo para su nueva cosecha con mil dólares, 10% de lo que podría haber recaudado en un año.
Es decir, la distribución de la riqueza en países comunistas, o populistas, es en sentido inverso. El pueblo distribuye sangre, sudor y lágrimas (Y sus alcancías) para que los líderes los puedan seguir extorsionando.
Napoleón -el cerdo, no el militar francés- la tenía clara.