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  Por Bella Watts.

Cuando hablas de Daniel Day-Lewis, no estás hablando sólo de un actor; Estás hablando de una maldita fuerza de la naturaleza. Este tipo se sumerge tan profundamente en sus papeles que casi da miedo. En serio, él no sólo actúa; él se transforma. Cada actuación es como una clase magistral de actuación.

Empezando por su método de actuación, no es sólo una tontería de Hollywood: él lo vive. Para “Lincoln”, el tipo enviaba mensajes de texto con la voz de Abraham Lincoln. Vaya, ¿verdad? Y para “My Left Foot”, permaneció en una silla de ruedas durante todo el rodaje, exigiendo a los miembros del equipo que le dieran de comer con cuchara. Eso es dedicación… o locura, según se mire.

¿Su filmografía? Estelar. “Habrá sangre”? Nos dio un hombre del petróleo tan intenso, tan terriblemente ambicioso que casi se podía oler el petróleo crudo y la traición. Y ni siquiera me hagas hablar de “Gangs of New York”. Como Bill el Carnicero, era escalofriante, una presencia imponente que podía hacerte orinar en los pantalones con solo una mirada.

El hombre ganó tres premios de la Academia al Mejor Actor y, sinceramente, bien podrían haberle puesto el premio en su honor a estas alturas. Aporta tal seriedad e intensidad a cada papel que es como ver diferentes versiones de la realidad en torno a sus actuaciones.

En pocas palabras, si Daniel Day-Lewis está en una película, sabes que te espera una gran potencia de actuación. A nadie le gusta DDL. El hombre es una leyenda, un enigma y absolutamente uno de los mejores que jamás haya existido en el negocio.

 

 


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Mayo 12, 2024