Cuando vemos el Israel actual –un país ultramoderno de más de 9 millones de ciudadanos–, a menudo resulta difícil imaginar cómo era el país antes de 1948. Al observar los horizontes de muchas de las ciudades de Israel, con relucientes y brillantes edificios de oficinas de varios pisos, edificios de apartamentos y, cada vez más, rascacielos (al menos en Tel Aviv), el paisaje geográfico es absolutamente irreconocible.
Sin embargo, los cambios y las diferencias no terminan allí. Antes de que David Ben Gurion, el primer Primer Ministro de Israel, anunciara la Declaración de Independencia de Israel el 14 de mayo de 1948, vivían en el país 600.000 judíos. Según las estimaciones, aproximadamente una quinta parte –o hasta 120.000 judíos– vivían en Jerusalén, la recién declarada capital del naciente Estado. Aproximadamente 2.000 judíos vivían dentro de las murallas de la ciudad de Jerusalén, de 500 años de antigüedad, como lo habían hecho legítimamente durante siglos, ciertamente desde el regreso del exilio en Babilonia en el siglo VI a. C.
Fuera de Jerusalén, los judíos estaban ampliamente dispersos por todo el Mandato de Palestina. Aproximadamente la mitad de los 480.000 judíos que aún vivían en el país (244.000 personas) vivían en la zona de Tel Aviv. El primer barrio judío de la ciudad (Neve Tzedek) se estableció recién en 1887, como resultado de un sorteo de 60 familias iniciales y de la necesidad de espacio en Jaffa, una ciudad mayoritariamente árabe en ese momento. Tel Aviv se estableció en 1909. Antes de la guerra civil entre los judíos y los árabes de Palestina en 1947-48 y luego del conflicto internacional que siguió a la Declaración de Independencia de Israel, la tierra estaba escasamente poblada.
Israel Zangwill, novelista y dramaturgo británico judío (y una persona muy involucrada en el movimiento por los derechos de las mujeres), escribió una serie de artículos al principio de su carrera en los que describía a Palestina como “un desierto… una desolación pétrea… un hogar desierto” y una tierra que “se había ido a la ruina”.
Una visión popular del país en ese momento era que Palestina era una “tierra sin pueblo, esperando a un pueblo sin tierra”. Eso no es del todo exacto, ya que obviamente había gente poblando Palestina, pero no estaban organizados de una manera que diera siquiera la impresión de un país funcional. Era un remanso administrativo del Imperio Otomano, que se desmoronaba rápidamente y que gobernó la región durante 400 años y apenas hizo nada para desarrollarla.
Tel Aviv se construyó en 1909, cuando la región todavía pertenecía al Imperio Otomano. La Universidad Hebrea de Jerusalén se fundó en 1925. Ciudades como Rishon Lezion, Petach Tikva y Zichron Yakov se fundaron a finales del siglo XIX. El autor israelí ganador del Premio Nobel Agnon escribió sus novelas premiadas aquí en la década de 1920.
La única invasión fue llevada a cabo por cinco países árabes vecinos cuando terminó el mandato británico. Jordania tomó toda Cisjordania (que el plan de partición de la ONU había asignado a los árabes palestinos) y la anexó dos años después.
En el curso de su campaña electoral -antes de los ataques de Hamás que dejaron unos 1.200 muertos y 240 rehenes- el candidato Javier Milei había anunciado que, de ganar, sus dos principales aliados serían Estados Unidos e Israel.
“Estoy cumpliendo mi promesa de que el primer país que visitaría sería Israel y obviamente vengo a apoyar a Israel contra los terroristas de Hamás”, le dijo Milei al canciller Israel Katz, apenas arribó al aeropuerto Internacional Ben Gurión.
El mandatario sudamericano le confirmó a Katz otra promesa que hizo durante su campaña: “Mi plan es mudar la embajada a Jerusalén occidental”, le aseguró.
Israel considera a Jerusalén como su capital indivisible, mientras que los palestinos reclaman la parte oriental de esa ciudad como la capital de un futuro Estado. Por ese motivo pocos países tienen sus sedes diplomáticas ahí, aunque Donald Trump movió la embajada de EE.UU. a Jerusalén en 2018.
Durante su visita, el mandatario argentino también reiteró que buscará declarar a Hamás como una organización “terrorista”.
El viaje de Milei fue un respaldo bienvenido por el gobierno israelí, que está bajo creciente presión por los más de 25.000 muertos que ha provocado su incursión militar en Gaza, según fuentes locales.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien se reunió como Milei este miércoles, lo llamó “un gran amigo del Estado judío” y le dijo que su gobierno está “encantado” con la decisión del presidente argentino de mover la embajada a Jerusalén.
Pero ¿por qué quiere Milei profundizar los vínculos con Israel? Y ¿qué puede ganar o perder Argentina con esta alianza?
Se estima que Argentina tiene la comunidad judía más grande de América Latina y una de las mayores fuera de Israel.
El país sudamericano fue uno de los primeros en reconocer la creación de ese país, en 1948. Pero fue recién Carlos Menem, en 1991, el primer presidente en visitarlo.
El exmandatario -muy admirado por Milei- incluso llegó a considerar que ese viaje histórico fue uno de los motivos por los que Buenos Aires fue elegida, no una sino dos veces durante su mandato, como blanco de ataques terroristas con coches bomba.
El primero fue contra la embajada israelí en 1992. Fallecieron 22 personas. El segundo, contra el principal centro de la comunidad judía, la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en 1994, que dejó 85 muertos.
Ambos fueron atribuidos al grupo islámico libanés Hezbolá, con apoyo de Irán (aunque ninguno de los casos llegó a juicio).
“Sabemos que el mayor desafío para la paz en nuestra zona, pero también en la suya, es Irán. Y apreciamos la cooperación que estamos manteniendo con ustedes en seguridad y diplomacia”, dijo Netanyahu, tras el encuentro con su par sudamericano.
Lo cierto es que ningún líder argentino le ha dado tanta prioridad a Israel como Javier Milei.
El propio mandatario ha admitido que tiene un vínculo especial con el país por motivos espirituales: aunque se crió como católico, practica el judaísmo, fe que hoy ocupa un lugar primordial en su vida.
Sin embargo, su elección de viajar a Israel -un país en guerra- como primer destino -tras un breve paso por Davos en enero- va mucho más allá de lo personal, coinciden muchos observadores: Profesar su apoyo a Israel.
La postura va a contramano de otros países latinoamericanos, como México, Chile y Bolivia, que han pedido que se investigue si Israel está cometiendo un genocidio en Gaza.
Trump -otro acérrimo defensor de Israel- es el favorito, según las encuestas, para ganar los próximos comicios presidenciales de noviembre próximo en EE.UU.
Con su viaje el presidente Milei va a estar en la prensa estadounidense y europea. Se ha convertido en una de las figuras internacionales de mayor resonancia en el momento actual.
La jugada de Milei de colocarse en el centro mismo de la crisis internacional más importante de este momento, singularizándose del resto de América Latina, es estratégicamente muy riesgosa. Pero podría rendir sus frutos. Esta política del presidente Milei no se olvidará en Israel nunca más.
El 14 de mayo de 1948, en Tel Aviv, el presidente de la Agencia Judía David Ben-Gurion proclama el Estado de Israel, estableciendo el primer estado judío en 2,000 años. En una ceremonia durante la tarde en el Museo de Arte de Tel Aviv, Ben-Gurion pronunció las palabras “Por la presente proclamamos el establecimiento del estado judío en Palestina, que se llamará Israel”, provocando aplausos y lágrimas de la multitud reunida en el museo. Ben-Gurion se convirtió en el Primer Ministro de Israel.
A lo lejos, se escuchó el estruendo de las armas de las luchas que estallaron entre judíos y árabes inmediatamente después de la retirada del ejército británico ese mismo día. Egipto lanzó un ataque aéreo contra Israel esa noche. A pesar de un apagón en Tel Aviv -y la esperada invasión árabe- los judíos celebraron gozosamente el nacimiento de su nueva nación, especialmente después de que se recibió la noticia de que Estados Unidos había reconocido oficialmente al estado judío. A medianoche, el Estado de Israel se creó legalmente al finalizar el mandato británico en Palestina.
El Mandato británico de Palestina fue una administración territorial encomendada por la Sociedad de Naciones al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en Oriente Medio, tras la Primera Guerra Mundial y como parte de la partición del Imperio otomano, con el estatus de territorio bajo mandato. El territorio sobre el que se estableció correspondía a la región meridional del Levante mediterráneo, una región que el Imperio otomano perdió como consecuencia de su derrota en la guerra.
Aunque el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda administraba estos territorios de facto desde 1917, el Mandato entró en vigor en junio de 19223 y expiró en -precisamente- mayo de 1948.
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El Israel moderno tiene sus orígenes en el movimiento sionista, establecido a fines del siglo XIX por los judíos en el Imperio ruso que pidieron el establecimiento de un estado judío territorial después de soportar la persecución. En 1896, el periodista judío-austríaco Theodor Herzl publicó un influyente panfleto político titulado El Estado judío, que sostenía que el establecimiento de un estado judío era la única manera de proteger a los judíos del antisemitismo. Herzl se convirtió en el líder del sionismo, convocando el primer Congreso Sionista en Suiza en 1897. Palestina controlada por los otomanos, el hogar original de los judíos fue elegida el lugar más deseable para un estado judío, y Herzl solicitó sin éxito al gobierno otomano una carta.
Después de la fallida Revolución Rusa de 1905, un número creciente de judíos de Europa del Este y Rusia comenzaron a emigrar a Palestina, uniéndose a los pocos miles de judíos que llegaron antes. Los colonos judíos insistieron en el uso del hebreo como su idioma hablado. Con el colapso del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña tomó Palestina. En 1917, Gran Bretaña emitió la “Declaración Balfour”, que declaraba su intención de establecer una patria judía en Palestina. Aunque fue protestada por los estados árabes, la Declaración Balfour fue incluida en el mandato británico sobre Palestina, que fue autorizado por la Liga de las Naciones en 1922. Debido a la oposición árabe al establecimiento de cualquier estado judío en Palestina, el dominio británico continuó a lo largo de la década de 1920 y ’30s.
A partir de 1929, los árabes y los judíos lucharon abiertamente en Palestina, y Gran Bretaña intentó limitar la inmigración judía como un medio para apaciguar a los árabes. Como resultado del Holocausto en Europa, muchos judíos ingresaron ilegalmente a Palestina durante la Segunda Guerra Mundial. Los grupos radicales judíos emplearon el terrorismo contra las fuerzas británicas en Palestina, que pensaron que había traicionado a la causa sionista. Al final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, Estados Unidos asumió la causa sionista. Gran Bretaña, incapaz de encontrar una solución práctica, remitió el problema a las Naciones Unidas, que en noviembre de 1947 votaron a favor de la partición de Palestina.
Los judíos debían poseer más de la mitad de Palestina, aunque constituían menos de la mitad de la población de Palestina. Los árabes palestinos, ayudados por voluntarios de otros países, lucharon contra las fuerzas sionistas, pero para el 14 de mayo de 1948, los judíos habían asegurado el control total de la parte de Palestina asignada por los EE. UU. y también de algún territorio árabe. El 14 de mayo, Gran Bretaña se retiró al expirar su mandato y se proclamó el Estado de Israel. Al día siguiente, fuerzas de Egipto, Transjordania, Siria, Líbano e Irak invadieron.
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EINSTEIN PRESIDENTE. Mejor no…
Como físico ganador del Premio Nobel y creador de la ecuación más famosa del mundo, Albert Einstein tenía un currículum impresionante. Pero hubo un título notable que rechazó: el de presidente de Israel.
El primer presidente de Israel, Chaim Weizmann, dijo que Einstein era “el mayor judío vivo”. Así que, después de la muerte de Weizmann el 9 de noviembre de 1952, solo un sucesor parecía ser un candidato natural.
Como tal, la Embajada de Israel envió una carta a Einstein el 17 de noviembre, ofreciéndole oficialmente la presidencia.
Tendría que mudarse a Israel, decía la carta, pero no tendría que preocuparse porque el trabajo fuera una distracción de sus otros intereses. Era solo la presidencia, después de todo.
“El primer ministro me asegura que, en tales circunstancias, un gobierno y personas totalmente conscientes del significado supremo de sus trabajos proporcionarán una facilidad y libertad plenas para llevar a cabo su gran trabajo científico”, escribió Abba Ebban, un diplomático israelí.
Y a pesar de la vejez de Einstein, tenía 73 años en ese momento, habría sido una elección popular. Por un lado, como un profesor nacido en Alemania que encontró refugio en Estados Unidos durante el ascenso de Hitler al poder, había sido un defensor de largo plazo para el establecimiento de un santuario libre de persecución para los judíos.
“El sionismo surge de un motivo incluso más profundo que el sufrimiento judío”, se cita en un ejemplar de 1929 del Manchester Guardian. “Está arraigado en una tradición espiritual judía cuyo mantenimiento y desarrollo son para los judíos la base de su existencia continua como comunidad”.
Además, el liderazgo de Einstein al establecer la Universidad Hebrea de Jerusalén sugirió que podría ser un candidato voluntario, y los proponentes pensaron que su experiencia en matemáticas habría sido útil para el floreciente estado.
“Incluso podría ser capaz de calcular las matemáticas de nuestra economía y dar sentido a eso”, dijo un estadístico a la revista TIME.
Sin embargo, Einstein rechazó la oferta e insistió en que él, el hombre cuyo apellido es sinónimo de “genio”, no estaba calificado. También citó la vejez, la inexperiencia y las habilidades insuficientes de las personas como razones por las que no sería una buena opción. (Imagínese, alguien rechazando una presidencia basada en la falta de experiencia, la vejez y la incapacidad de tratar adecuadamente con las personas).
“Durante toda mi vida he tratado cuestiones objetivas, por lo tanto, carezco tanto de la aptitud natural como de la experiencia para tratar adecuadamente a las personas y para ejercer funciones oficiales”, escribió.
A pesar de que fue resuelto en su decisión, Einstein esperaba que no se reflejara negativamente en su relación con la comunidad judía, una conexión que llamó su “vínculo humano más fuerte”.
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Los israelíes, aunque menos equipados, lograron luchar contra los árabes y luego tomar territorio clave, como Galilea, la costa palestina y una franja de territorio que conecta la región costera con la sección occidental de Jerusalén. En 1949, el cese del fuego mediados por los Estados Unidos dejó el Estado de Israel en control permanente de este territorio conquistado. La partida de cientos de miles de árabes palestinos de Israel durante la guerra dejó al país con una considerable mayoría judía.
Durante el tercer conflicto árabe-israelí -la Guerra de los Seis Días de 1967-, Israel volvió a aumentar considerablemente sus fronteras, capturando desde Jordania, Egipto y Siria la Ciudad Vieja de Jerusalén, la Península del Sinaí, la Franja de Gaza, la Ribera Occidental y los Altos del Golán. En 1979, Israel y Egipto firmaron un histórico acuerdo de paz en el que Israel devolvió el Sinaí a cambio del reconocimiento y la paz egipcios. Israel y la Organización de Liberación de Palestina (OLP) firmaron un importante acuerdo de paz en 1993, que preveía la implementación gradual del autogobierno palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza. Sin embargo, el proceso de paz israelo-palestino avanzó lentamente, y en 2000 se reanudaron importantes combates entre israelíes y palestinos en Israel y los territorios ocupados.
¿Dónde estaba Israel antes de 1948?
◘
Por Michael Rossovich.
Cuando vemos el Israel actual –un país ultramoderno de más de 9 millones de ciudadanos–, a menudo resulta difícil imaginar cómo era el país antes de 1948. Al observar los horizontes de muchas de las ciudades de Israel, con relucientes y brillantes edificios de oficinas de varios pisos, edificios de apartamentos y, cada vez más, rascacielos (al menos en Tel Aviv), el paisaje geográfico es absolutamente irreconocible.
Sin embargo, los cambios y las diferencias no terminan allí. Antes de que David Ben Gurion, el primer Primer Ministro de Israel, anunciara la Declaración de Independencia de Israel el 14 de mayo de 1948, vivían en el país 600.000 judíos. Según las estimaciones, aproximadamente una quinta parte –o hasta 120.000 judíos– vivían en Jerusalén, la recién declarada capital del naciente Estado. Aproximadamente 2.000 judíos vivían dentro de las murallas de la ciudad de Jerusalén, de 500 años de antigüedad, como lo habían hecho legítimamente durante siglos, ciertamente desde el regreso del exilio en Babilonia en el siglo VI a. C.
Fuera de Jerusalén, los judíos estaban ampliamente dispersos por todo el Mandato de Palestina. Aproximadamente la mitad de los 480.000 judíos que aún vivían en el país (244.000 personas) vivían en la zona de Tel Aviv. El primer barrio judío de la ciudad (Neve Tzedek) se estableció recién en 1887, como resultado de un sorteo de 60 familias iniciales y de la necesidad de espacio en Jaffa, una ciudad mayoritariamente árabe en ese momento. Tel Aviv se estableció en 1909. Antes de la guerra civil entre los judíos y los árabes de Palestina en 1947-48 y luego del conflicto internacional que siguió a la Declaración de Independencia de Israel, la tierra estaba escasamente poblada.
Israel Zangwill, novelista y dramaturgo británico judío (y una persona muy involucrada en el movimiento por los derechos de las mujeres), escribió una serie de artículos al principio de su carrera en los que describía a Palestina como “un desierto… una desolación pétrea… un hogar desierto” y una tierra que “se había ido a la ruina”.
Una visión popular del país en ese momento era que Palestina era una “tierra sin pueblo, esperando a un pueblo sin tierra”. Eso no es del todo exacto, ya que obviamente había gente poblando Palestina, pero no estaban organizados de una manera que diera siquiera la impresión de un país funcional. Era un remanso administrativo del Imperio Otomano, que se desmoronaba rápidamente y que gobernó la región durante 400 años y apenas hizo nada para desarrollarla.
Tel Aviv se construyó en 1909, cuando la región todavía pertenecía al Imperio Otomano. La Universidad Hebrea de Jerusalén se fundó en 1925. Ciudades como Rishon Lezion, Petach Tikva y Zichron Yakov se fundaron a finales del siglo XIX. El autor israelí ganador del Premio Nobel Agnon escribió sus novelas premiadas aquí en la década de 1920.
La única invasión fue llevada a cabo por cinco países árabes vecinos cuando terminó el mandato británico. Jordania tomó toda Cisjordania (que el plan de partición de la ONU había asignado a los árabes palestinos) y la anexó dos años después.
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 6, 2024
Milei, Argentina e Israel
♣
En el curso de su campaña electoral -antes de los ataques de Hamás que dejaron unos 1.200 muertos y 240 rehenes- el candidato Javier Milei había anunciado que, de ganar, sus dos principales aliados serían Estados Unidos e Israel.
“Estoy cumpliendo mi promesa de que el primer país que visitaría sería Israel y obviamente vengo a apoyar a Israel contra los terroristas de Hamás”, le dijo Milei al canciller Israel Katz, apenas arribó al aeropuerto Internacional Ben Gurión.
El mandatario sudamericano le confirmó a Katz otra promesa que hizo durante su campaña: “Mi plan es mudar la embajada a Jerusalén occidental”, le aseguró.
Israel considera a Jerusalén como su capital indivisible, mientras que los palestinos reclaman la parte oriental de esa ciudad como la capital de un futuro Estado. Por ese motivo pocos países tienen sus sedes diplomáticas ahí, aunque Donald Trump movió la embajada de EE.UU. a Jerusalén en 2018.
Durante su visita, el mandatario argentino también reiteró que buscará declarar a Hamás como una organización “terrorista”.
El viaje de Milei fue un respaldo bienvenido por el gobierno israelí, que está bajo creciente presión por los más de 25.000 muertos que ha provocado su incursión militar en Gaza, según fuentes locales.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien se reunió como Milei este miércoles, lo llamó “un gran amigo del Estado judío” y le dijo que su gobierno está “encantado” con la decisión del presidente argentino de mover la embajada a Jerusalén.
Pero ¿por qué quiere Milei profundizar los vínculos con Israel? Y ¿qué puede ganar o perder Argentina con esta alianza?
Se estima que Argentina tiene la comunidad judía más grande de América Latina y una de las mayores fuera de Israel.
El país sudamericano fue uno de los primeros en reconocer la creación de ese país, en 1948. Pero fue recién Carlos Menem, en 1991, el primer presidente en visitarlo.
El exmandatario -muy admirado por Milei- incluso llegó a considerar que ese viaje histórico fue uno de los motivos por los que Buenos Aires fue elegida, no una sino dos veces durante su mandato, como blanco de ataques terroristas con coches bomba.
El primero fue contra la embajada israelí en 1992. Fallecieron 22 personas. El segundo, contra el principal centro de la comunidad judía, la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en 1994, que dejó 85 muertos.
Ambos fueron atribuidos al grupo islámico libanés Hezbolá, con apoyo de Irán (aunque ninguno de los casos llegó a juicio).
“Sabemos que el mayor desafío para la paz en nuestra zona, pero también en la suya, es Irán. Y apreciamos la cooperación que estamos manteniendo con ustedes en seguridad y diplomacia”, dijo Netanyahu, tras el encuentro con su par sudamericano.
Lo cierto es que ningún líder argentino le ha dado tanta prioridad a Israel como Javier Milei.
El propio mandatario ha admitido que tiene un vínculo especial con el país por motivos espirituales: aunque se crió como católico, practica el judaísmo, fe que hoy ocupa un lugar primordial en su vida.
Sin embargo, su elección de viajar a Israel -un país en guerra- como primer destino -tras un breve paso por Davos en enero- va mucho más allá de lo personal, coinciden muchos observadores: Profesar su apoyo a Israel.
La postura va a contramano de otros países latinoamericanos, como México, Chile y Bolivia, que han pedido que se investigue si Israel está cometiendo un genocidio en Gaza.
Trump -otro acérrimo defensor de Israel- es el favorito, según las encuestas, para ganar los próximos comicios presidenciales de noviembre próximo en EE.UU.
Con su viaje el presidente Milei va a estar en la prensa estadounidense y europea. Se ha convertido en una de las figuras internacionales de mayor resonancia en el momento actual.
La jugada de Milei de colocarse en el centro mismo de la crisis internacional más importante de este momento, singularizándose del resto de América Latina, es estratégicamente muy riesgosa. Pero podría rendir sus frutos. Esta política del presidente Milei no se olvidará en Israel nunca más.
PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 12, 2024
Setenta años de Israel
El 14 de mayo de 1948, en Tel Aviv, el presidente de la Agencia Judía David Ben-Gurion proclama el Estado de Israel, estableciendo el primer estado judío en 2,000 años. En una ceremonia durante la tarde en el Museo de Arte de Tel Aviv, Ben-Gurion pronunció las palabras “Por la presente proclamamos el establecimiento del estado judío en Palestina, que se llamará Israel”, provocando aplausos y lágrimas de la multitud reunida en el museo. Ben-Gurion se convirtió en el Primer Ministro de Israel.
A lo lejos, se escuchó el estruendo de las armas de las luchas que estallaron entre judíos y árabes inmediatamente después de la retirada del ejército británico ese mismo día. Egipto lanzó un ataque aéreo contra Israel esa noche. A pesar de un apagón en Tel Aviv -y la esperada invasión árabe- los judíos celebraron gozosamente el nacimiento de su nueva nación, especialmente después de que se recibió la noticia de que Estados Unidos había reconocido oficialmente al estado judío. A medianoche, el Estado de Israel se creó legalmente al finalizar el mandato británico en Palestina.
El Mandato británico de Palestina fue una administración territorial encomendada por la Sociedad de Naciones al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en Oriente Medio, tras la Primera Guerra Mundial y como parte de la partición del Imperio otomano, con el estatus de territorio bajo mandato. El territorio sobre el que se estableció correspondía a la región meridional del Levante mediterráneo, una región que el Imperio otomano perdió como consecuencia de su derrota en la guerra.
Aunque el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda administraba estos territorios de facto desde 1917, el Mandato entró en vigor en junio de 19223 y expiró en -precisamente- mayo de 1948.
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El Israel moderno tiene sus orígenes en el movimiento sionista, establecido a fines del siglo XIX por los judíos en el Imperio ruso que pidieron el establecimiento de un estado judío territorial después de soportar la persecución. En 1896, el periodista judío-austríaco Theodor Herzl publicó un influyente panfleto político titulado El Estado judío, que sostenía que el establecimiento de un estado judío era la única manera de proteger a los judíos del antisemitismo. Herzl se convirtió en el líder del sionismo, convocando el primer Congreso Sionista en Suiza en 1897. Palestina controlada por los otomanos, el hogar original de los judíos fue elegida el lugar más deseable para un estado judío, y Herzl solicitó sin éxito al gobierno otomano una carta.
Después de la fallida Revolución Rusa de 1905, un número creciente de judíos de Europa del Este y Rusia comenzaron a emigrar a Palestina, uniéndose a los pocos miles de judíos que llegaron antes. Los colonos judíos insistieron en el uso del hebreo como su idioma hablado. Con el colapso del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña tomó Palestina. En 1917, Gran Bretaña emitió la “Declaración Balfour”, que declaraba su intención de establecer una patria judía en Palestina. Aunque fue protestada por los estados árabes, la Declaración Balfour fue incluida en el mandato británico sobre Palestina, que fue autorizado por la Liga de las Naciones en 1922. Debido a la oposición árabe al establecimiento de cualquier estado judío en Palestina, el dominio británico continuó a lo largo de la década de 1920 y ’30s.
A partir de 1929, los árabes y los judíos lucharon abiertamente en Palestina, y Gran Bretaña intentó limitar la inmigración judía como un medio para apaciguar a los árabes. Como resultado del Holocausto en Europa, muchos judíos ingresaron ilegalmente a Palestina durante la Segunda Guerra Mundial. Los grupos radicales judíos emplearon el terrorismo contra las fuerzas británicas en Palestina, que pensaron que había traicionado a la causa sionista. Al final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, Estados Unidos asumió la causa sionista. Gran Bretaña, incapaz de encontrar una solución práctica, remitió el problema a las Naciones Unidas, que en noviembre de 1947 votaron a favor de la partición de Palestina.
Los judíos debían poseer más de la mitad de Palestina, aunque constituían menos de la mitad de la población de Palestina. Los árabes palestinos, ayudados por voluntarios de otros países, lucharon contra las fuerzas sionistas, pero para el 14 de mayo de 1948, los judíos habían asegurado el control total de la parte de Palestina asignada por los EE. UU. y también de algún territorio árabe. El 14 de mayo, Gran Bretaña se retiró al expirar su mandato y se proclamó el Estado de Israel. Al día siguiente, fuerzas de Egipto, Transjordania, Siria, Líbano e Irak invadieron.
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EINSTEIN PRESIDENTE. Mejor no…
Como físico ganador del Premio Nobel y creador de la ecuación más famosa del mundo, Albert Einstein tenía un currículum impresionante. Pero hubo un título notable que rechazó: el de presidente de Israel.
El primer presidente de Israel, Chaim Weizmann, dijo que Einstein era “el mayor judío vivo”. Así que, después de la muerte de Weizmann el 9 de noviembre de 1952, solo un sucesor parecía ser un candidato natural.
Como tal, la Embajada de Israel envió una carta a Einstein el 17 de noviembre, ofreciéndole oficialmente la presidencia.
Tendría que mudarse a Israel, decía la carta, pero no tendría que preocuparse porque el trabajo fuera una distracción de sus otros intereses. Era solo la presidencia, después de todo.
“El primer ministro me asegura que, en tales circunstancias, un gobierno y personas totalmente conscientes del significado supremo de sus trabajos proporcionarán una facilidad y libertad plenas para llevar a cabo su gran trabajo científico”, escribió Abba Ebban, un diplomático israelí.
Y a pesar de la vejez de Einstein, tenía 73 años en ese momento, habría sido una elección popular. Por un lado, como un profesor nacido en Alemania que encontró refugio en Estados Unidos durante el ascenso de Hitler al poder, había sido un defensor de largo plazo para el establecimiento de un santuario libre de persecución para los judíos.
“El sionismo surge de un motivo incluso más profundo que el sufrimiento judío”, se cita en un ejemplar de 1929 del Manchester Guardian. “Está arraigado en una tradición espiritual judía cuyo mantenimiento y desarrollo son para los judíos la base de su existencia continua como comunidad”.
Además, el liderazgo de Einstein al establecer la Universidad Hebrea de Jerusalén sugirió que podría ser un candidato voluntario, y los proponentes pensaron que su experiencia en matemáticas habría sido útil para el floreciente estado.
“Incluso podría ser capaz de calcular las matemáticas de nuestra economía y dar sentido a eso”, dijo un estadístico a la revista TIME.
Sin embargo, Einstein rechazó la oferta e insistió en que él, el hombre cuyo apellido es sinónimo de “genio”, no estaba calificado. También citó la vejez, la inexperiencia y las habilidades insuficientes de las personas como razones por las que no sería una buena opción. (Imagínese, alguien rechazando una presidencia basada en la falta de experiencia, la vejez y la incapacidad de tratar adecuadamente con las personas).
“Durante toda mi vida he tratado cuestiones objetivas, por lo tanto, carezco tanto de la aptitud natural como de la experiencia para tratar adecuadamente a las personas y para ejercer funciones oficiales”, escribió.
A pesar de que fue resuelto en su decisión, Einstein esperaba que no se reflejara negativamente en su relación con la comunidad judía, una conexión que llamó su “vínculo humano más fuerte”.
[/ezcol_1half_end]
Los israelíes, aunque menos equipados, lograron luchar contra los árabes y luego tomar territorio clave, como Galilea, la costa palestina y una franja de territorio que conecta la región costera con la sección occidental de Jerusalén. En 1949, el cese del fuego mediados por los Estados Unidos dejó el Estado de Israel en control permanente de este territorio conquistado. La partida de cientos de miles de árabes palestinos de Israel durante la guerra dejó al país con una considerable mayoría judía.
Durante el tercer conflicto árabe-israelí -la Guerra de los Seis Días de 1967-, Israel volvió a aumentar considerablemente sus fronteras, capturando desde Jordania, Egipto y Siria la Ciudad Vieja de Jerusalén, la Península del Sinaí, la Franja de Gaza, la Ribera Occidental y los Altos del Golán. En 1979, Israel y Egipto firmaron un histórico acuerdo de paz en el que Israel devolvió el Sinaí a cambio del reconocimiento y la paz egipcios. Israel y la Organización de Liberación de Palestina (OLP) firmaron un importante acuerdo de paz en 1993, que preveía la implementación gradual del autogobierno palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza. Sin embargo, el proceso de paz israelo-palestino avanzó lentamente, y en 2000 se reanudaron importantes combates entre israelíes y palestinos en Israel y los territorios ocupados.
PRISIONEROenARGENTINA.com
Mayo 14, 2018