Vengo sosteniendo desde hace muchos años, que no existe la discapacidad,ya que dicho término encierra un contrasentido. Capacidadesla potencia, son las fuerzas, con que Dios nos dotó para vivir plenamente nuestra vida.El hombre nace y es siempre entero, completo, capaz, porque es hecho a imagen y semejanza del Señor.Todos estamos obligados a socorrer las deficiencias físicas congénitas o adquiridas de nuestros semejantes. Es un deber de solidaridad, exigido por la naturaleza. Aun cuando no tengamos responsabilidad sobre la suerte del otro, la religión cualquiera sea el credo nos impulsa hacia él por el mero hecho de ser un prójimo con el que nos une la caridad. En el uso corriente la caridad suele confundirse con limosna y así se rebaja a protección humillante la más excelsa de las virtudes, la que mejor expresa el señorío del hombre sobre el dolor y la suerte.Pero a mi edad, después de tener una caterva de hijos y nietos con voluntad pude liberarme, dejar de lado el dolor de la prótesis y largarme al mundo con mis muletas sin ataduras ni complejos. Pero pareciera que en nuestra sociedad nada es fácil. Desde trasladarse a tribunales a ejercer la profesión y encontrarse con rampas inutilizadas cubiertas de enrejados, hasta subir y bajar escaleras empinadas en cualquier bar o restaurante para ir al baño.Pero hoy en una espléndida mañana de febrerodespués de tomar un rico café, acompañado con mis dos sostenes, se me antojó ingresar al hipermercado situado en la Avenida Perón (Gómez Pardo).Antes de entrar al establecimiento a una señorita de Atención al cliente le solicité una bolsita de plástico para poder sostener unas facturas que me apetecía.Con muletas es difícil llevar una canasta.La amable empleada no obstante la insignificancia del pedido, tuvo que solicitar por teléfono autorización a la gerencia, quien denegó el pedido manifestando que debía utilizar una silla de ruedas para hacer la compra. Dejar las muletas, subirme a una silla de rueda y desde allí con una sola pierna estirarme a la góndola Me sentí abochornado y me retire, no solo por la falta de solidaridad y sentido común sino por toda una vida luchando desde los distintos cargos a favor de los derechos de los discapacitados que lamentablemente se lo tiene en cuenta únicamente en épocas de la elecciones. La solidaridad con el discapacitado, por lo tanto, no puede circunscribirse al concepto de la beneficencia, ni de caridad ya que debe estar ligada al interés público y no es algo que se obtiene pidiendo sino algo que se tiene el derecho de reclamar. Hoy sabemos que la democracia plena, reconoce la diversidad como un valor esencial y que todos los hombres y todas las mujeres deben ser plenamente iguales en dignidad, trato y derechos.
Los minusválidos, necesitan, tienen derecho a varios o muchos pasos adelante de los otros para correr en igualdad de condiciones. No le concedemos nada, reconocemos en ellos un derecho elemental de los más elementales de los derechos humanos.
Por JORGE BERNABE LOBO ARAGON.
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Opinión:
Cuando éramos chicos y corríamos carreras. Al más chico lo poníamos varios pasos adelante.Le dábamos cancha. Tantos más pasos cuando más chico era el corredor. Así es la vida. Los minusválidos, necesitan, tienen derecho a varios o muchos pasos adelante de los otros para correr en igualdad de condiciones. No le concedemos nada, reconocemos en ellos un derecho elemental de los más elementales de los derechos humanos.Para poder ganarse la vida, el ciego, el amputado, el débil mental por cualquier causa, el sordo, el mudo, requieren muchos pasos de ventaja.Puede un sordo, un mudo, un ciego manejar una computadora? Pues enseñémosle y que lo hagan como el mejor, con orgullo, pero enseñémosle.No quieren limosna, no quieren favores, quieren ejercer el derecho elemental a trabajar. Quieren ser capaces de sostenerse a sí mismos y sostener una familia.Y digo computadora como podría decir mil cosas distintas.
Desde traducir braille a estudiar una carrera independiente. Desde música a artesanías pasando por distintos profesorados. Cuando tenemos el problema en casa recién reaccionamos. Cuanto cuesta una operación de ojos o de oído o de cerebro, cuánto cuesta una pierna ortopédica o una silla de rueda especial?Conocemos a genios que se levantaron sobre sus disminuciones físicas o mentales por que tuvieron los medios para hacerlo.A cuanto de ellos perdemos, desperdiciamos? De cuantos cerebros nos privamos?No es caridad, es obligación la de velar por ellos, como por los niños, las madres necesitadas y los ancianos. No creo que dios justifique a un pueblo que olvida a los débiles. Pero resulta imprescindible que las “autoridades” – poder ejecutivo; legislatura – comisión permanente – diputados y senadores nacionales tomen conciencia de que la discapacidades son generales y que no se puede “discriminar” en el sentido de que las peticiones, resoluciones o soluciones, siempre se resuelven en la capital federal. Las provincias son autónomas, independientes y federares y debería tener unrepresentante para solucionar los problemas de las personas que más nos necesitan.
Los discapacitados son una parte muy considerable de la sociedad. Muy considerable. Merecen consideración, son acreedores a la consideración de todos los integrantes de la sociedad y en forma muy especial a la consideración de los gobernantes, de los políticos, de los que tienen bajo su responsabilidad velar por el bien común, abarcante de todos. Tienen derecho a que se piense en ellos, a que se medite sobre sus circunstancias, a que se atiendan las especiales dificultades que deben afrontar, a que se procure brindarles un cuidado especial ya que es especial su forma de integrarse en el ambiente y en la humanidad. Estas aclaraciones vienen al caso para que se entienda que si se habla de “una parte muy considerable de la sociedad” no se está aludiendo meramente al número de votos que ellos representan. Son considerables por su condición humana, por su calidad de prójimos, y de prójimos cuyas condiciones mueven el corazón de sus semejantes y lo estimulan a una especial estima, a un cordial aprecio, a las deferencias de una singular cortesía .Estas son razones suficientes para repudiaruna decisión que disponga condiciones diferentes para los que tienen que afrontar la vida con diferentes dificultades. Se trata de una medida, que perjudica a los sectores más vulnerables de la población. Unas 70.000 personas han sido afectadas con bajas injustificadas de las pensiones no contributivas, sin que se brinde explicaciones sobre los motivos por los que se realizaron los recortes. Medida que se contradice con principios constitucionales, tratados internacionales, leyes nacionales y la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad” y toda normativa legal vigente al respecto. Más allá de las investigaciones sobre excesos, en la mayoría de los casos no existió previo aviso a los beneficiarios para que puedan ejercer el derecho a la defensa y el debido proceso. Las pensiones contributivas no pueden ser entendidas como una carga plausible de ser recortada sino como un instrumento necesario de seguridad social.La solidaridad con los discapacitados o con los que menos tienen, está ligada al interés público y no es algo que se obtiene pidiendo sino algo que se tiene el derecho de reclamar. Todo ataque a la vida ajena inocente – discapacitado -, es un deber primordial que el Estado debe proteger y un principio fundamental de justicia.
Reflexionando acerca del nacimiento de un hijo, imaginaba un poderoso barco a vela lanzado al mar de la vida.El hijo podría capitanear esta nave bella y contundente, hecha de sus propias esperanzas y sueños.Sordamente navegando las inmensas velas blancas que cogen los vientos de oportunidades. Viajaríamos juntos por un rato, mientras le mostraría lugares donde el podría ir y ayudarlo cuando la necesidad surja. Un día, dejaría el barco y lo dejaría navegar solo. Pero después de su nacimiento notamos que no estaba haciendo cosas que la mayoría de niños de su edad realizaban. Los médicos comenzaron a hacer pruebas y comenzó con terapias física, ocupacional y de lenguaje. Al principio pensaba que todos se equivocaban, ya que todavía podía ver mi hijo sobre su nave poderosa. Después me di cuenta que los médicos tenían razón, y que algo no estaba bien. Una tormenta de emociones corrió en mi interior, envolviendo la nave de mi hijo.Lluvias de la tristeza terrible que yo sentía, lo golpeaban. Truenos sacudían en ira por tener un niño anormal.Vientos furiosos de duelo dirigían la nave poderosa de mi hijo, rompiéndolo contra las rocas. Lo injusto e insoportable, sentía que “perdía el hijo que quería y esperaba”. Con el tiempo la tormenta despejó, y las nubes se abrieron. Yo vi que la nave sobrevivía. Pero se había transformado de una maquina contundente de competición que fácilmente corta el agua, en un lanchón rezagado navegando laboriosamente por corrientes difíciles.Las velas gigantes habían sido reemplazadas por unas pequeñas, andrajosas, con agujeros en su frente. Me maraville que la nave pudiera aun flotar. Me imaginé que mi hijo todavía estaba al frente del timón, sin darme cuenta que algo esta mal. Me pregunto una y mil veces si algún día el va a comprender que su nave no es como las otras. Mirando a la nave ahora, veo mucha otra gente trabajando.Algunos están remendando los agujeros masivos que todo el mundo sabe que nunca se podrán reparar completamente.Otras solamente están pintando pequeños lugares u ofreciendo apoyo donde pueden.Todavía muchos piensan que todo este trabajo es excesivo.Las esperanzas vienen y van, como lo hacen los sentimientos de culpa por no hacer más.Me doy cuenta que mi trabajo como Padre, guía y maestro va a ser difícil.Una y otra vez continuamente, le enseño como hacer cosas que otros chicos adquieren naturalmente. Siento tanta angustia cuando veo niños de la mitad de su edad que hacen cosas que solo espero que el va a poder hacer algún día. Pero existe la esperanza, porque hay mejoras, aunque lentas. Todavía tengo el mismo orgullo que todo padre siente cuando su hijo finalmente completa una tarea que no ha podido terminar antes.Recién he comenzado a preguntarme lo que el futuro devendrá para mi hijo, y las preguntas se multiplican. Vivirá independientemente?Tendrá un trabajo? Tendrá amigos?Se hace claro que yo no podría nunca dejar a mi hijo navegar su nave solo. Con pánico, me doy cuenta que yo hasta podría morir antes de que el complete su viaje, y entonces comienzo a preocuparme por testamentos especiales que tendrán que ser creados. Me obsesiono por la pregunta de quien cuidara de mi hijo cuando yo no pueda más. Se me hace difícil solo el imaginarme pedir a alguien que tome esta tarea, y aun mas imaginarme que alguien lo aceptaría.Entonces miro a mi hijo, y veo a un niño feliz y contento. No entiende que es diferente y por eso estoy seguro que él tiene una sensibilidad superior, indescriptible, sobrenatural.Creo que la mano de Dios me ha enseñado con la experiencia de los años algunas lecciones importantes.Considero que todos los niños nacen con un tipo de inocencia que se despedaza rápidamente mientras crecen y aprenden de la vida.La vida con la que mi hijo se enfrenta se vuelve una bendición, porque el va a esparcir su inocencia por un tiempo mas largo.De muchas maneras es ejemplo de cómo el mundo deberían conducirse. Cuando el está feliz, sonríe o se ríe; cuando esta triste, llora. No entiende las reglas de la sociedad que enmascaran con caretas ficticias tantos pensamientos y sentimientos, no exhibe ningún rasgo de avaricia, deshonestidad, racismo o amargura, que son tan prevalentes en el mundo de hoy. También mi hijo da al mundo sin esperar nada a cambio.Caminando con él, lo he observado mirar a la gente, intercambiar miradas y alegremente decir hola. Invariablemente la persona sonríe de vuelta y el les ha brindado, un enorme regalo de amabilidad inocente. El me ha ayudado también a cuestionar lo que es importante en la vida. Tener un hijo con necesidades especiales es un regalo milagroso, nunca renunciaría a tenerlo. Tomados individualmente, los desafíos adicionales parecen pequeños, pero en su totalidad parecen inmensos a veces. Las tormentas de ira y emoción todavía soplan, pero ahora puedo esperar para ver donde terminaremos, sabiendo que la nave de mi hijo, en efecto, sobrevivirá, y que viajaremos a puertos imprevistos pero fascinantes. Un regalo de Tata Dios.
Con admiracióna mi familia – “No te des por vencido ni aún vencido”
OPINIÓN
Reflexionando acerca del nacimiento de un hijo, imaginaba un poderoso barco a vela lanzado al mar de la vida. El hijo podría capitanear esta nave bella y contundente, hecha de sus propias esperanzas y sueños.Sordamente navegando las inmensas velas blancas que cogen los vientos de oportunidades.Viajaríamos juntos por un rato, mostrándole lugares donde él podría ir y ayudarlo cuando la necesidad surja.Un día, dejaría el barco y lo dejaría navegar solo. Después de su nacimiento notamos que algo malo estaba sucediendo.Los médicos comenzaron a hacer pruebas con terapias física, ocupacional y de lenguaje.Al principio pensaba que todos se equivocaban. Todavía podía ver mi hijo sobre su nave poderosa. Después me di cuenta que los médicos tenían razón. Algo no estaba bien.Una tormenta de emociones corrió enmi interior envolviendo la nave de mi hijo. Lluvias y gotas de tristeza golpeaban la embarcación. Los truenos la sacudían en ira por tener un niño diferente. Vientos furiosos de duelo dirigían la nave poderosa de mi hijo, rompiéndose contra las rocas. Sentía que “perdía el hijo que quería y esperaba”. Con el tiempo la tormenta despejó. Las nubes se abrieron.La nave sobrevivió. Pero se había transformado. Una maquina contundente de competición que fácilmente corta el agua, se convertía en un lanchón navegando laboriosamente por corrientes difíciles. Las velas gigantes habían sido reemplazadas por unas pequeñas, andrajosas, con agujeros en su frente.Me asombre que la nave pudiera flotar. Imaginé que mi hijo todavía estaba al frente del timón, sin darme cuenta que algo esta mal.Me pregunto si algún día el va a comprender que su nave no es como las otras.Mirando al navío puedo ver la labor del solidario trabajando.Algunos están remendando los agujeros masivos que se sabe que tal vez no se podrán reparar. Otros pintando pequeños lugares ofrecen el apoyo donde pueden.Para muchos el trabajo es excesivo. Las esperanzas y los sentimientos de culpa van y vienen como una nave a la deriva.El trabajo de guía y maestro va a ser difícil.Enseñar hacer cosas que otros chicos adquieren naturalmente me desgarra el corazón. Siento una angustia que brota por todos mis poros.Pero las esperanzas, están intactas.Percibo mejoras aunque lentas. Todavía mantengo el mismo orgullo que todo padre siente cuando su hijo finalmente completa una tarea.Recién he comenzado con las preguntas. El futuro que devendrá para mi hijo. Las dudas, los interrogatorios y las consultas me marean. ¿Será independiente.Tendrá un trabajo?Se hará de amigos? Se hace claro que no podré dejar a mi hijo navegar su nave solo. Con pánico, me doy cuenta de que no soy eterno. Que podría morir antes de que el complete su viaje. Las preocupaciones por testamentos y cuidados eventuales me atormentan.La obsesión de quien cuidara de mi hijo me desgaja. Se me dificulta imaginar a quien pedir esa tarea.Más aún conjeturar quien aceptaría. Entonces miro a mi hijo.Simplemente observo y contemplo a un niño feliz. No entiende que es ser diferente. Un halo de sensibilidad superior, indescriptible, sobrenatural lo rodea. La mano de Dios me enseña a comprender. A madurar. Ahora sé que todos los niños nacen con esa inocencia por ser imagen y semejanza de Dios. Que algunos son diferentes y no esperaran cuando el supremo los llame. Se me revela que lo terrible se convierte en bendición.Que su inocencia se esparcirá de manera natural como las aguas que surcan el mar. Que puede ser ejemplo de cómo el mundo deberían conducirse.Cuando está feliz, sonríe. Se ríe. Cuando esta triste, solamente llora.No entiende las reglas de la sociedad que enmascaran con caretas ficticias los sentimientos. No exhibe ningún rasgo de avaricia, deshonestidad, o amargura. Está en el mundo esperando ser insertado sin esperar ni pedir nada a cambio. Solamente amor. Al mirar. Alegremente dice hola. Sonríe y ya ha brindado, un enorme regalo de amabilidad inocente. Me ha ayudado sin duda a comprender lo que es importante en la vida.Tener un hijo con necesidades especiales es un regalo milagroso. Jamás renunciaría a tenerlo. Los desafíos adicionales parecen pequeños, pero existen y debo resolverlo. Las tormentas de ira y emoción todavía soplan. Pero la nave de mi hijo, sobrevivirá. Viajaremos a puertos imprevistos y fascinantes. Es mi hijo.
Reflexionando acerca del nacimiento de un hijo, imaginaba un poderoso barco a vela lanzado al mar de la vida. El hijo podría capitanear esta nave bella y contundente, hecha de sus propias esperanzas y sueños; sordamente navegando las inmensas velas blancas que cogen los vientos de oportunidades. Viajaríamos juntos por un rato, mientras le mostraría lugares donde el podría ir y ayudarlo cuando la necesidad surja. Un día, dejaría el barco y lo dejaría navegar solo. Dos años después de su nacimiento notamos que no estaba haciendo cosas que la mayoría de niños de su edad realizaban.Los médicos comenzaron a hacer pruebas y comenzó con terapias física, ocupacional y de lenguaje. Al principio pensaba que todos se equivocaban, ya que todavía podía ver mi hijo sobre su nave poderosa. Después me di cuenta que los médicos tenían razón, y que algo no estaba bien. Una tormenta de emociones corrió enmi interior, envolviendo la nave de mi hijo.Lluvia de gotas de tristeza golpeaban. Truenos sacudían en ira por tener un niño anormal. Vientos furiosos de duelo dirigían la nave poderosa de mi hijo, rompiéndolo contra las rocas. Peor de todo, sentía que “perdía el hijo que quería y esperaba”.Con el tiempo la tormenta despejó, y las nubes se abrieron.Yo vi que la nave sobrevivió. Se había transformado de una maquina contundente de competición que fácilmente corta el agua, en un lanchón navegando laboriosamente por corrientes difíciles. Las velas gigantes habían sido reemplazadas por unas pequeñas, andrajosas, con agujeros en su frente.Me maraville que la nave pudiera aun flotar. Me imaginé que mi hijo todavía estaba al frente del timón, sin darme cuenta que algo esta mal.Me pregunto si algún día el va a comprender que su nave no es como las otras. Mirando a la nave ahora, veo mucha otra gente trabajando. Algunos están remendando los agujeros masivos que todo el mundo sabe que nunca se podrán reparar completamente. Otra gente solamente están pintando pequeños lugares u ofreciendo apoyo donde pueden. Todavía otros piensan que todo este trabajo es excesivo; las esperanzas vienen y van, como lo hacen los sentimientos de culpa por no hacer más. Me doy cuenta que mi trabajo como guía y maestro va a ser difícil. Una y otra vez continuamente, le enseño como hacer cosas que otros chicos adquieren naturalmente. Siento tanta angustia cuando veo niños de la mitad de su edad que hacen cosas que solo espero que el va a poder hacer algún día. Pero, las esperanzas están latentes. Siempre existen mejoras, a veces lentas.Todavía tengo el mismo orgullo que todo padre siente cuando su hijo finalmente completa una tarea que no ha podido completar antes. Recién he comenzado a preguntarme lo que el futuro devendrá para mi hijo. Las preguntas son muchas.Vivirá independientemente?Tendrá un trabajo?Tendrá amigos?Se hace claro. Nunca podría nunca dejar a mi hijo navegar su nave solo. Con pánico, me doy cuenta que hasta podría morir antes de que el complete su viaje. Los testamentos especiales obsesionan mi mente. Me sacude la pregunta insistente de quien cuidara de mi hijo cuando no pueda más. Se me hace difícil solo el imaginarme pedir a alguien que tome esta tarea, y aun mas imaginarme que alguien lo aceptara. Entonces miro a mi hijo, y veo a un niño feliz y contento. No entiende que es diferente y por eso estoy seguro que él tiene una sensibilidad superior, indescriptible, sobrenatural. Creo que la mano de Dios me enseña algunas lecciones importantes. Creo que todos los niños nacen con un tipo de inocencia que se despedaza rápidamente mientras crecen y aprenden de la vida. La vida con la que mi hijo se enfrenta se vuelve una bendición, porque el va a esparcir su inocencia por un tiempo mas largo.De muchas maneras es ejemplo de cómo el mundo debería conducirse.Cuando el está feliz, sonríe o se ríe; cuando esta triste, llora.No entiende las reglas de la sociedad que enmascaran con caretas ficticias tantos pensamientos y sentimientos. No exhibe ningún rasgo de avaricia, deshonestidad, racismo o amargura, que son tan prevalentes en el mundo de hoy. También mi hijo da al mundo sin esperar nada a cambio. Caminando con él, lo he observado mirar a la gente, intercambiar miradas y alegremente decir hola.Invariablemente la persona sonríe. Ha sido brindado, un enorme regalo de amabilidad inocente.Me ha ayudado también a comprender lo que es importante en la vida. Tener un hijo con necesidades especiales es un regalo milagroso.Las tormentas de ira y emoción todavía soplan, pero ahora puedo esperar, mirar y detenerme.Estoy convencido que la nave de mi hijo, sobrevivirá, y que viajaremos Dios mediante a puertos imprevistos pero fascinantes.
-SENTIDO COMÚN – SOLIDARIDAD-
♦
Por Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
Vengo sosteniendo desde hace muchos años, que no existe la discapacidad, ya que dicho término encierra un contrasentido. Capacidad es la potencia, son las fuerzas, con que Dios nos dotó para vivir plenamente nuestra vida. El hombre nace y es siempre entero, completo, capaz, porque es hecho a imagen y semejanza del Señor. Todos estamos obligados a socorrer las deficiencias físicas congénitas o adquiridas de nuestros semejantes. Es un deber de solidaridad, exigido por la naturaleza. Aun cuando no tengamos responsabilidad sobre la suerte del otro, la religión cualquiera sea el credo nos impulsa hacia él por el mero hecho de ser un prójimo con el que nos une la caridad. En el uso corriente la caridad suele confundirse con limosna y así se rebaja a protección humillante la más excelsa de las virtudes, la que mejor expresa el señorío del hombre sobre el dolor y la suerte. Pero a mi edad, después de tener una caterva de hijos y nietos con voluntad pude liberarme, dejar de lado el dolor de la prótesis y largarme al mundo con mis muletas sin ataduras ni complejos. Pero pareciera que en nuestra sociedad nada es fácil. Desde trasladarse a tribunales a ejercer la profesión y encontrarse con rampas inutilizadas cubiertas de enrejados, hasta subir y bajar escaleras empinadas en cualquier bar o restaurante para ir al baño. Pero hoy en una espléndida mañana de febrero después de tomar un rico café, acompañado con mis dos sostenes, se me antojó ingresar al hipermercado situado en la Avenida Perón (Gómez Pardo). Antes de entrar al establecimiento a una señorita de Atención al cliente le solicité una bolsita de plástico para poder sostener unas facturas que me apetecía. Con muletas es difícil llevar una canasta. La amable empleada no obstante la insignificancia del pedido, tuvo que solicitar por teléfono autorización a la gerencia, quien denegó el pedido manifestando que debía utilizar una silla de ruedas para hacer la compra. Dejar las muletas, subirme a una silla de rueda y desde allí con una sola pierna estirarme a la góndola Me sentí abochornado y me retire, no solo por la falta de solidaridad y sentido común sino por toda una vida luchando desde los distintos cargos a favor de los derechos de los discapacitados que lamentablemente se lo tiene en cuenta únicamente en épocas de la elecciones. La solidaridad con el discapacitado, por lo tanto, no puede circunscribirse al concepto de la beneficencia, ni de caridad ya que debe estar ligada al interés público y no es algo que se obtiene pidiendo sino algo que se tiene el derecho de reclamar. Hoy sabemos que la democracia plena, reconoce la diversidad como un valor esencial y que todos los hombres y todas las mujeres deben ser plenamente iguales en dignidad, trato y derechos.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
jorgeloboaragon@gmail.com
No debe discriminarse …Discapacidad…
Los minusválidos, necesitan, tienen derecho a varios o muchos pasos adelante de los otros para correr en igualdad de condiciones. No le concedemos nada, reconocemos en ellos un derecho elemental de los más elementales de los derechos humanos.
Por JORGE BERNABE LOBO ARAGON.
[/ezcol_1fifth] [ezcol_4fifth_end]
Opinión:
Cuando éramos chicos y corríamos carreras. Al más chico lo poníamos varios pasos adelante. Le dábamos cancha. Tantos más pasos cuando más chico era el corredor. Así es la vida. Los minusválidos, necesitan, tienen derecho a varios o muchos pasos adelante de los otros para correr en igualdad de condiciones. No le concedemos nada, reconocemos en ellos un derecho elemental de los más elementales de los derechos humanos.Para poder ganarse la vida, el ciego, el amputado, el débil mental por cualquier causa, el sordo, el mudo, requieren muchos pasos de ventaja. Puede un sordo, un mudo, un ciego manejar una computadora? Pues enseñémosle y que lo hagan como el mejor, con orgullo, pero enseñémosle. No quieren limosna, no quieren favores, quieren ejercer el derecho elemental a trabajar. Quieren ser capaces de sostenerse a sí mismos y sostener una familia. Y digo computadora como podría decir mil cosas distintas.
Desde traducir braille a estudiar una carrera independiente. Desde música a artesanías pasando por distintos profesorados. Cuando tenemos el problema en casa recién reaccionamos. Cuanto cuesta una operación de ojos o de oído o de cerebro, cuánto cuesta una pierna ortopédica o una silla de rueda especial? Conocemos a genios que se levantaron sobre sus disminuciones físicas o mentales por que tuvieron los medios para hacerlo. A cuanto de ellos perdemos, desperdiciamos? De cuantos cerebros nos privamos? No es caridad, es obligación la de velar por ellos, como por los niños, las madres necesitadas y los ancianos. No creo que dios justifique a un pueblo que olvida a los débiles. Pero resulta imprescindible que las “autoridades” – poder ejecutivo; legislatura – comisión permanente – diputados y senadores nacionales tomen conciencia de que la discapacidades son generales y que no se puede “discriminar” en el sentido de que las peticiones, resoluciones o soluciones, siempre se resuelven en la capital federal. Las provincias son autónomas, independientes y federares y debería tener un representante para solucionar los problemas de las personas que más nos necesitan.
Dr. Jorge B. Lobo Aragón
[/ezcol_4fifth_end]PrisioneroEnArgentina.com
Junio 16, 2017
Una decision discriminatoria…
Por JORGE BERNABE LOBO ARAGON.
Discapacitados
Opinión
Los discapacitados son una parte muy considerable de la sociedad. Muy considerable. Merecen consideración, son acreedores a la consideración de todos los integrantes de la sociedad y en forma muy especial a la consideración de los gobernantes, de los políticos, de los que tienen bajo su responsabilidad velar por el bien común, abarcante de todos. Tienen derecho a que se piense en ellos, a que se medite sobre sus circunstancias, a que se atiendan las especiales dificultades que deben afrontar, a que se procure brindarles un cuidado especial ya que es especial su forma de integrarse en el ambiente y en la humanidad. Estas aclaraciones vienen al caso para que se entienda que si se habla de “una parte muy considerable de la sociedad” no se está aludiendo meramente al número de votos que ellos representan. Son considerables por su condición humana, por su calidad de prójimos, y de prójimos cuyas condiciones mueven el corazón de sus semejantes y lo estimulan a una especial estima, a un cordial aprecio, a las deferencias de una singular cortesía .Estas son razones suficientes para repudiar una decisión que disponga condiciones diferentes para los que tienen que afrontar la vida con diferentes dificultades. Se trata de una medida, que perjudica a los sectores más vulnerables de la población. Unas 70.000 personas han sido afectadas con bajas injustificadas de las pensiones no contributivas, sin que se brinde explicaciones sobre los motivos por los que se realizaron los recortes. Medida que se contradice con principios constitucionales, tratados internacionales, leyes nacionales y la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad” y toda normativa legal vigente al respecto. Más allá de las investigaciones sobre excesos, en la mayoría de los casos no existió previo aviso a los beneficiarios para que puedan ejercer el derecho a la defensa y el debido proceso. Las pensiones contributivas no pueden ser entendidas como una carga plausible de ser recortada sino como un instrumento necesario de seguridad social. La solidaridad con los discapacitados o con los que menos tienen, está ligada al interés público y no es algo que se obtiene pidiendo sino algo que se tiene el derecho de reclamar. Todo ataque a la vida ajena inocente – discapacitado -, es un deber primordial que el Estado debe proteger y un principio fundamental de justicia.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 15, 2017
Discapacidad, Un hijo diferente
Escribe Jorge B. Lobo Aragón.
“No te des por vencido ni aún vencido”
Opinión
Reflexionando acerca del nacimiento de un hijo, imaginaba un poderoso barco a vela lanzado al mar de la vida. El hijo podría capitanear esta nave bella y contundente, hecha de sus propias esperanzas y sueños. Sordamente navegando las inmensas velas blancas que cogen los vientos de oportunidades. Viajaríamos juntos por un rato, mientras le mostraría lugares donde el podría ir y ayudarlo cuando la necesidad surja. Un día, dejaría el barco y lo dejaría navegar solo. Pero después de su nacimiento notamos que no estaba haciendo cosas que la mayoría de niños de su edad realizaban. Los médicos comenzaron a hacer pruebas y comenzó con terapias física, ocupacional y de lenguaje. Al principio pensaba que todos se equivocaban, ya que todavía podía ver mi hijo sobre su nave poderosa. Después me di cuenta que los médicos tenían razón, y que algo no estaba bien. Una tormenta de emociones corrió en mi interior, envolviendo la nave de mi hijo. Lluvias de la tristeza terrible que yo sentía, lo golpeaban. Truenos sacudían en ira por tener un niño anormal. Vientos furiosos de duelo dirigían la nave poderosa de mi hijo, rompiéndolo contra las rocas. Lo injusto e insoportable, sentía que “perdía el hijo que quería y esperaba”. Con el tiempo la tormenta despejó, y las nubes se abrieron. Yo vi que la nave sobrevivía. Pero se había transformado de una maquina contundente de competición que fácilmente corta el agua, en un lanchón rezagado navegando laboriosamente por corrientes difíciles. Las velas gigantes habían sido reemplazadas por unas pequeñas, andrajosas, con agujeros en su frente. Me maraville que la nave pudiera aun flotar. Me imaginé que mi hijo todavía estaba al frente del timón, sin darme cuenta que algo esta mal. Me pregunto una y mil veces si algún día el va a comprender que su nave no es como las otras. Mirando a la nave ahora, veo mucha otra gente trabajando. Algunos están remendando los agujeros masivos que todo el mundo sabe que nunca se podrán reparar completamente. Otras solamente están pintando pequeños lugares u ofreciendo apoyo donde pueden. Todavía muchos piensan que todo este trabajo es excesivo. Las esperanzas vienen y van, como lo hacen los sentimientos de culpa por no hacer más. Me doy cuenta que mi trabajo como Padre, guía y maestro va a ser difícil. Una y otra vez continuamente, le enseño como hacer cosas que otros chicos adquieren naturalmente. Siento tanta angustia cuando veo niños de la mitad de su edad que hacen cosas que solo espero que el va a poder hacer algún día. Pero existe la esperanza, porque hay mejoras, aunque lentas. Todavía tengo el mismo orgullo que todo padre siente cuando su hijo finalmente completa una tarea que no ha podido terminar antes. Recién he comenzado a preguntarme lo que el futuro devendrá para mi hijo, y las preguntas se multiplican. Vivirá independientemente? Tendrá un trabajo? Tendrá amigos? Se hace claro que yo no podría nunca dejar a mi hijo navegar su nave solo. Con pánico, me doy cuenta que yo hasta podría morir antes de que el complete su viaje, y entonces comienzo a preocuparme por testamentos especiales que tendrán que ser creados. Me obsesiono por la pregunta de quien cuidara de mi hijo cuando yo no pueda más. Se me hace difícil solo el imaginarme pedir a alguien que tome esta tarea, y aun mas imaginarme que alguien lo aceptaría. Entonces miro a mi hijo, y veo a un niño feliz y contento. No entiende que es diferente y por eso estoy seguro que él tiene una sensibilidad superior, indescriptible, sobrenatural. Creo que la mano de Dios me ha enseñado con la experiencia de los años algunas lecciones importantes.Considero que todos los niños nacen con un tipo de inocencia que se despedaza rápidamente mientras crecen y aprenden de la vida. La vida con la que mi hijo se enfrenta se vuelve una bendición, porque el va a esparcir su inocencia por un tiempo mas largo.De muchas maneras es ejemplo de cómo el mundo deberían conducirse. Cuando el está feliz, sonríe o se ríe; cuando esta triste, llora. No entiende las reglas de la sociedad que enmascaran con caretas ficticias tantos pensamientos y sentimientos, no exhibe ningún rasgo de avaricia, deshonestidad, racismo o amargura, que son tan prevalentes en el mundo de hoy. También mi hijo da al mundo sin esperar nada a cambio. Caminando con él, lo he observado mirar a la gente, intercambiar miradas y alegremente decir hola. Invariablemente la persona sonríe de vuelta y el les ha brindado, un enorme regalo de amabilidad inocente. El me ha ayudado también a cuestionar lo que es importante en la vida. Tener un hijo con necesidades especiales es un regalo milagroso, nunca renunciaría a tenerlo. Tomados individualmente, los desafíos adicionales parecen pequeños, pero en su totalidad parecen inmensos a veces. Las tormentas de ira y emoción todavía soplan, pero ahora puedo esperar para ver donde terminaremos, sabiendo que la nave de mi hijo, en efecto, sobrevivirá, y que viajaremos a puertos imprevistos pero fascinantes. Un regalo de Tata Dios.
Dr. Jorge B. Lobo Aragón
jorgeloboaragon@gmail.com
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 25, 2017
Un hijo diferente…
Por Jorge B. Lobo Aragón.
Con admiración a mi familia – “No te des por vencido ni aún vencido”
Reflexionando acerca del nacimiento de un hijo, imaginaba un poderoso barco a vela lanzado al mar de la vida. El hijo podría capitanear esta nave bella y contundente, hecha de sus propias esperanzas y sueños. Sordamente navegando las inmensas velas blancas que cogen los vientos de oportunidades. Viajaríamos juntos por un rato, mostrándole lugares donde él podría ir y ayudarlo cuando la necesidad surja. Un día, dejaría el barco y lo dejaría navegar solo. Después de su nacimiento notamos que algo malo estaba sucediendo. Los médicos comenzaron a hacer pruebas con terapias física, ocupacional y de lenguaje. Al principio pensaba que todos se equivocaban. Todavía podía ver mi hijo sobre su nave poderosa. Después me di cuenta que los médicos tenían razón. Algo no estaba bien. Una tormenta de emociones corrió en mi interior envolviendo la nave de mi hijo. Lluvias y gotas de tristeza golpeaban la embarcación. Los truenos la sacudían en ira por tener un niño diferente. Vientos furiosos de duelo dirigían la nave poderosa de mi hijo, rompiéndose contra las rocas. Sentía que “perdía el hijo que quería y esperaba”. Con el tiempo la tormenta despejó. Las nubes se abrieron. La nave sobrevivió. Pero se había transformado. Una maquina contundente de competición que fácilmente corta el agua, se convertía en un lanchón navegando laboriosamente por corrientes difíciles. Las velas gigantes habían sido reemplazadas por unas pequeñas, andrajosas, con agujeros en su frente. Me asombre que la nave pudiera flotar. Imaginé que mi hijo todavía estaba al frente del timón, sin darme cuenta que algo esta mal. Me pregunto si algún día el va a comprender que su nave no es como las otras. Mirando al navío puedo ver la labor del solidario trabajando. Algunos están remendando los agujeros masivos que se sabe que tal vez no se podrán reparar. Otros pintando pequeños lugares ofrecen el apoyo donde pueden. Para muchos el trabajo es excesivo. Las esperanzas y los sentimientos de culpa van y vienen como una nave a la deriva. El trabajo de guía y maestro va a ser difícil. Enseñar hacer cosas que otros chicos adquieren naturalmente me desgarra el corazón. Siento una angustia que brota por todos mis poros. Pero las esperanzas, están intactas. Percibo mejoras aunque lentas. Todavía mantengo el mismo orgullo que todo padre siente cuando su hijo finalmente completa una tarea. Recién he comenzado con las preguntas. El futuro que devendrá para mi hijo. Las dudas, los interrogatorios y las consultas me marean. ¿Será independiente. Tendrá un trabajo? Se hará de amigos? Se hace claro que no podré dejar a mi hijo navegar su nave solo. Con pánico, me doy cuenta de que no soy eterno. Que podría morir antes de que el complete su viaje. Las preocupaciones por testamentos y cuidados eventuales me atormentan. La obsesión de quien cuidara de mi hijo me desgaja. Se me dificulta imaginar a quien pedir esa tarea. Más aún conjeturar quien aceptaría. Entonces miro a mi hijo. Simplemente observo y contemplo a un niño feliz. No entiende que es ser diferente. Un halo de sensibilidad superior, indescriptible, sobrenatural lo rodea. La mano de Dios me enseña a comprender. A madurar. Ahora sé que todos los niños nacen con esa inocencia por ser imagen y semejanza de Dios. Que algunos son diferentes y no esperaran cuando el supremo los llame. Se me revela que lo terrible se convierte en bendición. Que su inocencia se esparcirá de manera natural como las aguas que surcan el mar. Que puede ser ejemplo de cómo el mundo deberían conducirse. Cuando está feliz, sonríe. Se ríe. Cuando esta triste, solamente llora. No entiende las reglas de la sociedad que enmascaran con caretas ficticias los sentimientos. No exhibe ningún rasgo de avaricia, deshonestidad, o amargura. Está en el mundo esperando ser insertado sin esperar ni pedir nada a cambio. Solamente amor. Al mirar. Alegremente dice hola. Sonríe y ya ha brindado, un enorme regalo de amabilidad inocente. Me ha ayudado sin duda a comprender lo que es importante en la vida. Tener un hijo con necesidades especiales es un regalo milagroso. Jamás renunciaría a tenerlo. Los desafíos adicionales parecen pequeños, pero existen y debo resolverlo. Las tormentas de ira y emoción todavía soplan. Pero la nave de mi hijo, sobrevivirá. Viajaremos a puertos imprevistos y fascinantes. Es mi hijo.
Una Nave Poderosa…No te rindas
Por Jorge Lobo Aragón.
“No te des por vencido ni aún vencido”
Discapacidad
Reflexionando acerca del nacimiento de un hijo, imaginaba un poderoso barco a vela lanzado al mar de la vida. El hijo podría capitanear esta nave bella y contundente, hecha de sus propias esperanzas y sueños; sordamente navegando las inmensas velas blancas que cogen los vientos de oportunidades. Viajaríamos juntos por un rato, mientras le mostraría lugares donde el podría ir y ayudarlo cuando la necesidad surja. Un día, dejaría el barco y lo dejaría navegar solo. Dos años después de su nacimiento notamos que no estaba haciendo cosas que la mayoría de niños de su edad realizaban. Los médicos comenzaron a hacer pruebas y comenzó con terapias física, ocupacional y de lenguaje. Al principio pensaba que todos se equivocaban, ya que todavía podía ver mi hijo sobre su nave poderosa. Después me di cuenta que los médicos tenían razón, y que algo no estaba bien. Una tormenta de emociones corrió en mi interior, envolviendo la nave de mi hijo. Lluvia de gotas de tristeza golpeaban. Truenos sacudían en ira por tener un niño anormal. Vientos furiosos de duelo dirigían la nave poderosa de mi hijo, rompiéndolo contra las rocas. Peor de todo, sentía que “perdía el hijo que quería y esperaba”. Con el tiempo la tormenta despejó, y las nubes se abrieron. Yo vi que la nave sobrevivió. Se había transformado de una maquina contundente de competición que fácilmente corta el agua, en un lanchón navegando laboriosamente por corrientes difíciles. Las velas gigantes habían sido reemplazadas por unas pequeñas, andrajosas, con agujeros en su frente. Me maraville que la nave pudiera aun flotar. Me imaginé que mi hijo todavía estaba al frente del timón, sin darme cuenta que algo esta mal. Me pregunto si algún día el va a comprender que su nave no es como las otras. Mirando a la nave ahora, veo mucha otra gente trabajando. Algunos están remendando los agujeros masivos que todo el mundo sabe que nunca se podrán reparar completamente. Otra gente solamente están pintando pequeños lugares u ofreciendo apoyo donde pueden. Todavía otros piensan que todo este trabajo es excesivo; las esperanzas vienen y van, como lo hacen los sentimientos de culpa por no hacer más. Me doy cuenta que mi trabajo como guía y maestro va a ser difícil. Una y otra vez continuamente, le enseño como hacer cosas que otros chicos adquieren naturalmente. Siento tanta angustia cuando veo niños de la mitad de su edad que hacen cosas que solo espero que el va a poder hacer algún día. Pero, las esperanzas están latentes. Siempre existen mejoras, a veces lentas. Todavía tengo el mismo orgullo que todo padre siente cuando su hijo finalmente completa una tarea que no ha podido completar antes. Recién he comenzado a preguntarme lo que el futuro devendrá para mi hijo. Las preguntas son muchas. Vivirá independientemente? Tendrá un trabajo? Tendrá amigos? Se hace claro. Nunca podría nunca dejar a mi hijo navegar su nave solo. Con pánico, me doy cuenta que hasta podría morir antes de que el complete su viaje. Los testamentos especiales obsesionan mi mente. Me sacude la pregunta insistente de quien cuidara de mi hijo cuando no pueda más. Se me hace difícil solo el imaginarme pedir a alguien que tome esta tarea, y aun mas imaginarme que alguien lo aceptara. Entonces miro a mi hijo, y veo a un niño feliz y contento. No entiende que es diferente y por eso estoy seguro que él tiene una sensibilidad superior, indescriptible, sobrenatural. Creo que la mano de Dios me enseña algunas lecciones importantes. Creo que todos los niños nacen con un tipo de inocencia que se despedaza rápidamente mientras crecen y aprenden de la vida. La vida con la que mi hijo se enfrenta se vuelve una bendición, porque el va a esparcir su inocencia por un tiempo mas largo. De muchas maneras es ejemplo de cómo el mundo debería conducirse. Cuando el está feliz, sonríe o se ríe; cuando esta triste, llora. No entiende las reglas de la sociedad que enmascaran con caretas ficticias tantos pensamientos y sentimientos. No exhibe ningún rasgo de avaricia, deshonestidad, racismo o amargura, que son tan prevalentes en el mundo de hoy. También mi hijo da al mundo sin esperar nada a cambio. Caminando con él, lo he observado mirar a la gente, intercambiar miradas y alegremente decir hola. Invariablemente la persona sonríe. Ha sido brindado, un enorme regalo de amabilidad inocente. Me ha ayudado también a comprender lo que es importante en la vida. Tener un hijo con necesidades especiales es un regalo milagroso. Las tormentas de ira y emoción todavía soplan, pero ahora puedo esperar, mirar y detenerme. Estoy convencido que la nave de mi hijo, sobrevivirá, y que viajaremos Dios mediante a puertos imprevistos pero fascinantes.