Hoy debo rendir homenaje al Dr. Carlos Fiori, quien fue y seguirá siendo un altísimo ejemplo para la sociedad tucumana, ejemplo de cultura, ejemplo de capacidad intelectual, ejemplo de nobles inclinaciones, y, sobre todo, ejemplo de una tremenda capacidad de volcarse en obras de bien hacia cuántos lo rodeamos en todo el ámbito de Tucumán. Como sostuvo el lector Damián José Paz en su carta al lector “Despedida” y el homenaje del Diario la Gaceta bajo el título “Adiós a un defensor de derechos en la Discapacidad”, la patria esta triste porque pierde una parte de humanismo hecha carne. Es que primó siempre en el espíritu y empeño de quien fue sin duda el abogado de los derechos de los discapacitados, con su libro “Al amparo de la discapacidad”, y toda su enorme obra dedicada a los más desvalidos, su pregunta de siempre ¿Por qué las personas con discapacidad no acceden a la justicia. Pocos discapacitados conocen sus derechos. Su magnífica y desinteresada inclinación fue la de volcarse a atenuar los inconvenientes, carencias y privaciones de los desvalidos. A esta noble empresa le dedicaría para siempre los conocimientos de su ciencia, el impulso de su corazón generoso, los afanes de sus inquietudes políticas, y por fin le entregaría hasta su vida, para tratar los temas que a él lo apasionaban: las discapacidades físicas y los prójimos que sufren sus consecuencias. Tucumán todavía mucho podía esperar de él. Porque mucho habían recibido ya. Su vida quedó entronizada porque dejó plasmados logros rotundos concretados en sus iniciativas, sus proyectos, sus realizaciones. Dejó constituida en Celia Gerardi una pareja ejemplar sus deseos de que se perpetúe su simiente. Carlos supo labrar un sólido prestigio profesional y humano. El Dr. Fiori había sabido conquistar la amistad, el cariño y el respeto de cuantos lo trataron. Por eso, en medio de ese dolor que nos produjo su desaparición, los que admiramos su fecunda personalidad reconocemos que no ha vivido en vano, sino que su vida la ha llenado de los elevados valores que merecieron el agradecimiento en su momento de la sociedad toda, de la ciudadanía y del gobierno, de la comunidad que integró y, sobre todo, de aquellos a quienes las vicisitudes de la vida los ha privado de las capacidades que son normales para a la categoría. Hoy su mujer y quienes lo rodearon en su fecunda tarea continuaran con esa empresa recordando las enseñanza de Platón, una de las lumbreras de nuestra civilización: “la buena educación da al cuerpo y al alma toda la belleza y la perfección de que son capaces”, fue el Dr. Carlos quien con su tiempo esfuerzo y saber posibilito, educando cuerpos y almas, que esa perfección, se concrete y resplandezca en bien de muchísimos discapacitados, en seres que son imagen y semejanza de Dios, y en beneficio de la sociedad toda. Fue Carlos con su amor el que enalteció a seres con altísima capacidad para percibirlo, ese amor que es la mejor medicina que pueda impartírseles. Ese amor que es afecto, es cariño, es suavidad en el trato, y al derramarse sobre los seres queridos se eleva como una plegaria. Ese amor que a muchos les posibilita dar pasos adelante en su capacitación para colaborar con los demás. Pero la más trascendente de sus obras ha sido la de volcarse hacia los demás. Con la muerte del Dr. Carlos Fiori es todo Tucumán quien pierde uno de los más claros valores de su sociedad. Al rendir este homenaje hago votos a que haya muchos tucumanos dispuestos a seguir la clara senda que él, con afabilidad y humildad, marcara a su paso..
Dr. CARLOS FIORI, HOMENAJE A UN TUCUMANO ILUSTRE
“BREGÓ como nadie por la Discapacidad”
Hoy debo rendir homenaje al Dr. Carlos Fiori, quien fue y seguirá siendo un altísimo ejemplo para la sociedad tucumana, ejemplo de cultura, ejemplo de capacidad intelectual, ejemplo de nobles inclinaciones, y, sobre todo, ejemplo de una tremenda capacidad de volcarse en obras de bien hacia cuántos lo rodeamos en todo el ámbito de Tucumán. Como sostuvo el lector Damián José Paz en su carta al lector “Despedida” y el homenaje del Diario la Gaceta bajo el título “Adiós a un defensor de derechos en la Discapacidad”, la patria esta triste porque pierde una parte de humanismo hecha carne. Es que primó siempre en el espíritu y empeño de quien fue sin duda el abogado de los derechos de los discapacitados, con su libro “Al amparo de la discapacidad”, y toda su enorme obra dedicada a los más desvalidos, su pregunta de siempre ¿Por qué las personas con discapacidad no acceden a la justicia. Pocos discapacitados conocen sus derechos. Su magnífica y desinteresada inclinación fue la de volcarse a atenuar los inconvenientes, carencias y privaciones de los desvalidos. A esta noble empresa le dedicaría para siempre los conocimientos de su ciencia, el impulso de su corazón generoso, los afanes de sus inquietudes políticas, y por fin le entregaría hasta su vida, para tratar los temas que a él lo apasionaban: las discapacidades físicas y los prójimos que sufren sus consecuencias. Tucumán todavía mucho podía esperar de él. Porque mucho habían recibido ya. Su vida quedó entronizada porque dejó plasmados logros rotundos concretados en sus iniciativas, sus proyectos, sus realizaciones. Dejó constituida en Celia Gerardi una pareja ejemplar sus deseos de que se perpetúe su simiente. Carlos supo labrar un sólido prestigio profesional y humano. El Dr. Fiori había sabido conquistar la amistad, el cariño y el respeto de cuantos lo trataron. Por eso, en medio de ese dolor que nos produjo su desaparición, los que admiramos su fecunda personalidad reconocemos que no ha vivido en vano, sino que su vida la ha llenado de los elevados valores que merecieron el agradecimiento en su momento de la sociedad toda, de la ciudadanía y del gobierno, de la comunidad que integró y, sobre todo, de aquellos a quienes las vicisitudes de la vida los ha privado de las capacidades que son normales para a la categoría. Hoy su mujer y quienes lo rodearon en su fecunda tarea continuaran con esa empresa recordando las enseñanza de Platón, una de las lumbreras de nuestra civilización: “la buena educación da al cuerpo y al alma toda la belleza y la perfección de que son capaces”, fue el Dr. Carlos quien con su tiempo esfuerzo y saber posibilito, educando cuerpos y almas, que esa perfección, se concrete y resplandezca en bien de muchísimos discapacitados, en seres que son imagen y semejanza de Dios, y en beneficio de la sociedad toda. Fue Carlos con su amor el que enalteció a seres con altísima capacidad para percibirlo, ese amor que es la mejor medicina que pueda impartírseles. Ese amor que es afecto, es cariño, es suavidad en el trato, y al derramarse sobre los seres queridos se eleva como una plegaria. Ese amor que a muchos les posibilita dar pasos adelante en su capacitación para colaborar con los demás. Pero la más trascendente de sus obras ha sido la de volcarse hacia los demás. Con la muerte del Dr. Carlos Fiori es todo Tucumán quien pierde uno de los más claros valores de su sociedad. Al rendir este homenaje hago votos a que haya muchos tucumanos dispuestos a seguir la clara senda que él, con afabilidad y humildad, marcara a su paso..
Dr. Jorge B Lobo Aragón.
jorgeloboaragon@gmail.com
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 16, 2017