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Por Bella Watts.

Cuando El Padrino se estrenó en 1972, la interpretación de Marlon Brando de Don Vito Corleone se convirtió instantáneamente en un icono: voz grave, mejillas hundidas y todo. Pero la elección de Brando no estaba garantizada. De hecho, fue una de las decisiones más polémicas en la historia de Hollywood, casi arruinando la película antes de que las cámaras comenzaran a rodar.

En aquel entonces, la reputación de Brando estaba por los suelos. Alguna vez aclamado como el mejor actor de su generación, se había hecho conocido por su comportamiento errático, sus fracasos de taquilla y sus enfrentamientos con directores. Paramount Pictures, propietaria de los derechos de la novela superventas de Mario Puzo, no quería saber nada de él. Los ejecutivos del estudio temían que Brando fuera un personaje difícil, costoso y potencialmente desastroso para la producción.

Sin embargo, el director Francis Ford Coppola se mantuvo firme. Creía que Brando era el único actor capaz de encarnar al anciano patriarca de la familia mafiosa Corleone. Junto a Puzo, quien también defendía a Brando, Coppola luchó con uñas y dientes para convencer a Paramount. Cuando el presidente del estudio le prohibió incluso mencionar el nombre de Brando, Coppola montó una protesta dramática: literalmente se desplomó sobre la alfombra con fingida desesperación, pidiendo libertad creativa.

Finalmente, Paramount cedió, pero con tres condiciones estrictas: Brando debía trabajar gratis, someterse a una prueba de cámara y pagar una fianza de un millón de dólares para garantizar su buen comportamiento. Brando aceptó.

La prueba de cámara se volvió legendaria. En lugar de una audición formal, Brando se transformó en casa. Se peinó hacia atrás con betún para zapatos, se llenó las mejillas con bolas de algodón y habló en un tono bajo y pausado. Coppola filmó la transformación y se la mostró a Paramount. Los ejecutivos quedaron atónitos. Brando no solo actuaba: se había convertido en Don Corleone.

A pesar de la resistencia inicial del estudio, a Brando le ofrecieron el papel por tan solo 100.000 dólares. Su actuación le valió el Premio de la Academia al Mejor Actor y redefinió el género de gánsteres. Más de cinco décadas después, su interpretación sigue siendo una de las más celebradas de la historia del cine.

La historia del casting de Brando va más allá de la tradición hollywoodense: es un testimonio de su convicción artística. La negativa de Coppola a ceder y la disposición de Brando a reinventarse contribuyeron a la creación de una obra maestra. Al final, el riesgo valió la pena. Brando no solo interpretó al Padrino, sino que se convirtió en el alma de la película.

 


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Agosto 17, 2025