Share

Por Carl Harras.

El imperio mediático de Rupert Murdoch ha sido durante mucho tiempo un estudio de contradicciones, pero en ningún otro ámbito la tensión es más vívida que en la extraña dualidad entre dos de sus medios estadounidenses más influyentes: The New York Post y Fox News. Ambas son plataformas populistas de tendencia conservadora con un alcance masivo, pero a menudo divergen en tono, prioridades editoriales y mensajes políticos, creando una curiosa división en la imagen pública y la influencia estratégica de Murdoch.

Fox News, fundada por Murdoch en 1996, se convirtió en la joya de la corona de su imperio. Revolucionó las noticias por cable al combinar una programación de opinión con comentarios de extrema derecha, elevando a figuras como Sean Hannity y Tucker Carlson a íconos culturales. La cadena ha sido fundamental para moldear la política republicana, especialmente durante la era Trump, donde sirvió como amplificador y validador del mensaje del expresidente. La influencia de Murdoch a través de Fox es directa e inconfundible: según informes, ha intervenido en decisiones de programación y dirección editorial, especialmente cuando hay mucho en juego político.

En contraste, The New York Post, adquirido por Murdoch en 1976, opera como un tabloide con una voz populista y contundente. Es conocido por sus titulares sensacionalistas, chismes de famosos y agudas posturas políticas. Si bien comparte las inclinaciones conservadoras de Fox, el Post ha adoptado ocasionalmente posturas editoriales sorprendentes. Por ejemplo, fue uno de los primeros medios propiedad de Murdoch en pedir a Trump que reconociera su derrota tras las elecciones de 2020, incluso mientras Fox News seguía promoviendo el negacionismo electoral. Esta divergencia se hizo especialmente evidente durante la demanda contra Dominion Voting Systems, donde Fox fue acusado de difundir a sabiendas afirmaciones falsas sobre fraude electoral. El Post, a pesar de su proximidad al escándalo, mantuvo un silencio notorio.

Esta división editorial plantea interrogantes sobre la intención estratégica de Murdoch. ¿Es el Post su medio para una negación plausible, una forma de protegerse de las narrativas más extremas de Fox? ¿O es simplemente un reflejo de la naturaleza descentralizada de su imperio, donde diferentes editores persiguen diferentes agendas bajo el mismo paraguas corporativo? En cualquier caso, el contraste entre ambos medios revela un enfoque estratificado de la influencia: Fox moviliza a la base, mientras que el Post moldea la opinión de la élite y la cultura sensacionalista.

El doble control de Murdoch también habla de su adaptabilidad. Ha construido plataformas que se adaptan a diferentes grupos demográficos y tendencias políticas, lo que le permite mantener su relevancia en entornos cambiantes. Sin embargo, esta dualidad también expone vulnerabilidades. A medida que Murdoch se aleja del liderazgo y se desarrollan las batallas por la sucesión dentro de su familia<sup>3</sup>, la coherencia de su estrategia mediática podría fracturarse. Lachlan Murdoch, ahora director ejecutivo, podría inclinarse más hacia la inclinación ideológica de Fox, mientras que el Post podría derivar aún más hacia el populismo sensacionalista o recalibrar su tono por completo.

En definitiva, la extraña dualidad entre The New York Post y Fox News refleja el genio de Murdoch y sus contradicciones. Ha dominado el arte de la influencia mediante la fragmentación, creando cámaras de resonancia que se superponen pero nunca se alinean del todo. Al hacerlo, ha moldeado los medios estadounidenses a su imagen: audaces, divididos y en constante movimiento.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Septiembre 10, 2025