Mi primera expresión es de agradecimiento a los dueños de casa, por permitirme compartir esta mesa con el Sr. Embajador Guyer y estar aquí, con ustedes, tratando este tema tan actual, que no dejará de tener como punto de referencia -lo hago normalmente en mis exposiciones- a nuestra propia situación, en este espacio extremo-meridional del mundo.
Le agradezco al Sr. Embajador Guyer la descripción realizada en el cierre de su exposición. La confesión clara -y yo diría espontánea- de un hombre con su experiencia -la sola lectura de su currículum nos da una idea de lo que él representa en el conocimiento del ámbito internacional- con respecto a la compleja y “no entendible” situación que abarca a nuestro país, a nuestra región y al mundo constituye un excelente punto de apoyo para iniciar nuestra exposición.
Razones no faltan para que haya confusión y para que los intelectuales entren en perplejidad frente a cuestiones que en la lógica bipolar estaban estratificadas, o mejor dicho, hibernadas. La sencillez elemental del análisis durante ese período se fundaba en que los buenos eran los que estaban de un lado y los malos de otro.
En los años 89/91 no sólo se fractura la lógica bipolar, sino que con ella se rompe el cepo ideológico-militar que tenía inmovilizada a la situación mundial, dividida por una línea de borde establecida por los tratados que se firmaron cuando terminaba la Segunda Guerra Mundial y que consagraron los vencedores en las instituciones que aparecieron en la posguerra, como ya fue dicho aquí, en particular la ONU y las surgidas en Bretton Woods y San Francisco.
Esta posguerra afectó al derecho internacional público. Quedó establecida la resolución pacífica de los conflictos y el derecho a la defensa de las naciones. Las pautas económicas quedaron sujetas a nuevas normas y contralores que signaron la Pax Americano-Soviética.
En 1947, por denuncia de George Kennan, embajador americano en Moscú que firmó como Mister X un famoso memorándum que se filtró en Foreing Affairs, quedó establecido que Stalin, el socio y aliado con quien se había derrotado al totalitarismo nacionalsocialista central-europeo, en la GM II, actuaba de mala fe. Transgredía a los Tratados.
Como respuesta, surge la doctrina Truman. Se inicia la Guerra Fría en 1947. Los liberales que se habían aliado a los moscovitas contra El Eje inician una guerra que duró 45 años. Fue una guerra diferente -la primera en ambiente nuclear- contra el socialismo totalitario-colectivista que Occidente había inducido crear en los Urales, durante la GM I.
En 1989 se une Alemania e implosiona el Imperio Soviético, inesperadamente. La “revolución conservadora” había lanzado en 1983 la “Iniciativa de Defensa Estratégica” -llamada socarronamente por los progresistas “guerra de las galaxias”- y triunfa en breve lapso. Surge un “nuevo orden” a través de un gran desorden. Esta es la razón por la que no solamente el Embajador Guyer quedó admirado frente al nuevo escenario, sino que precipitadamente un japonés hegeliano, Francis Fukuyama, profesor universitario en EE.UU., planteó el fin de la historia. Edward Luttwak señaló que sobrevenían guerras geoeconómicas y Lester Thurow abonó inmediatamente esa tesis.
Hoy se hace necesario poner un poco más de atención en las ponencias de Samuel Huntington, porque es quien teorizó en línea con la descripción que el Sr. Embajador ha hecho dentro del cuadro situacional presentado en este espacio estratégico, tan particular, que llamamos Balcanes o sudeste europeo.
Así como el Medio Oriente es un “puente de tierra” entre continentes -África, Asia y Europa- este otro espacio norbalcánico o del sudeste europeo tiene y ha tenido siempre una enorme importancia estratégica por su localización y por sus características geográfico-físicas, que facilitan ciertas operaciones militares. Esta es la razón de su permanente situación de conflictos violentos. Es y fue natural área de encuentro de diferentes culturas. Cuando la bipolaridad cesó, reaparecieron los restablecimientos de las autonomías de las diferentes identidades. Y la montaña montuosa ayudó a las débiles guerrillas que enfrentaron al Ejército serbio. Así obtuvieron su independencia croatas y eslovenos en guerras de independencia “asimétricas”.
Hace siglos, los mongoles desde el este, los turcos otomanos desde los desiertos, los europeos desde el oeste y los “eslavos del sur”, como ocupantes de la región, se alistaron para disputar el vacío de poder provocado -progresivamente- por el decadente Imperio de Bizancio. La batalla decisiva se dio en Kosovo, en “El Campo de los Mirlos”. Prevalecieron los turcos sobre los serbios. Durante 700 años los otomanos sostuvieron su poder desde las montañas boscosas de la zona de los Balcanes. Allí resistieron la presión del oeste y del este.
Con los ocupantes de la región fueron tolerantes respetando sus usos, costumbres, religión e idioma.
La historia de los Balcanes, ya desarrollada por el Sr. Embajador, me releva de mayores comentarios. Sólo agregaremos algunos detalles referidos al croata que gobernó como serbio, que estuvo entre nosotros como capataz ferroviario construyendo los rieles del “tren de las nubes” en tiempos de Irigoyen: Joseph Brozz, más conocido como Mariscal Tito.
Fue desertor del Imperio Austrohúngaro, suboficial de las tropas bolcheviques recién creadas, fundador del partido comunista croata, combatió con los republicanos en España y en la GM II, fue líder de 300.000 guerrilleros apoyados desde el aire por el Reino Unido que le concedió la jerarquía de Mariscal por sus méritos militares al frente de irregulares.
Con este capital a su favor, logró gobernar a los eslavos del sur, dentro de un estado artificial: Yugoeslavia.
Étnicamente eslavos, los croatas, serbios, bosnios, eslovenos, albaneses o montenegrinos están racialmente emparentados con los eslavos del Norte, pero con culturas significativamente diferenciadas entre ellos. Allí es donde cobra interés el análisis del sociólogo de Harvard, Huntington.
Las culturas están estructuradas en orden a valores y principios que naturalmente surgen de las religiones y de la forma en que vive el conjunto social; en su estilo y comportamiento político. Allí es donde residen las identidades, allí están las diferencias entre estos pueblos de etnia común y diferentes identidades. Algo similar ocurre con los semitas, árabes y judíos. Son culturas diferenciadas de una misma etnia. He allí el nudo de la cuestión y el origen del conflicto.
En esta posguerra fría, en la Pax Global del primer Imperio Planetario Único gobernado por el G7 sobre el modelo de la Revolución Americana triunfante aparecen, pretendiendo el reemplazo de la figura de Tito, líderes extemporáneos como Milosevic o Milutinovic, actuando sobre la base de un nacionalismo decimonónico y valiéndose del enlace marxista, remanente de la guerra fría, con sectores del gobierno ruso, como la Duma.
En los últimos 500 años, desde el 1500 hasta el 2000, ha habido en el mundo nueve guerras mundiales, con sus correspondientes posguerras. En todas estas -el Emb. Guyer citó algunas, en particular las de las guerras civiles europeas- siempre surgió un nuevo imperio y hubo un proceso de transculturación.
El vencedor transmite sus señales para que el resto de los actores perciba cual es la modalidad del nuevo statu quo, de la nueva Pax, orientada hacia un nuevo equilibrio monitoreado por quien modera o manda. Al fin y al cabo a esto es lo que llamamos Imperio. Y siempre los hubo.
Vivimos durante casi cincuenta años (1947/1989) dentro de la simpleza de la lógica bipolar -que Raymond Arón citaba como etapa de las “repúblicas imperiales”-. Fue el período de la pugna este-oeste, que terminó hace diez años. Sin embargo, la implosión sorpresiva de la URSS dio lugar a inercias mentales. Hay quienes se mantienen en el estadio anterior.
¿Cuál es la impronta del Imperio Global vigente y qué es lo que no han tenido en cuenta estos líderes yugoslavos extemporáneos, que han destrozado a sus propias economías y a sus propias poblaciones?
Hoy existe un Imperio Global. Un Unicato, gobernado por la tríada desarrollada Norte, que ha sido citada en forma reiterada como G8, pero que en rigor es el G7 más 1, porque ese 1 -Rusia- no califica en paridad para llegar al G8 y Milosevic hizo mucho para desplazarlo a Yeltsin de la mesa del poder mundial. Ese status -G8- fue enunciado en Denver como un esfuerzo de Clinton para apoyar a Yeltsin y facilitar así la estabilización posguerra fría en Rusia, en particular frente a los dos macros estados no adscriptos: China e India.
Desde el punto de vista estratégico nos preguntamos hoy: ¿qué utilidad y qué función tiene un arsenal nuclear en la Pax Global? La Pax Americano-Soviética era de naturaleza ideológico-militar. Regía la mutua destrucción asegurada. ¿Cuál es la naturaleza de la actual Pax Global? En la respuesta a este interrogante aparecen los fundamentos de la confusión de nuestro tiempo.
De la paz del terror nuclear hemos trasegado a la multiplicidad de conflictos estratégicos extendidos, sin un sistema de control que los abarque. Los principios de la Revolución de Filadelfia triunfante, aceptados por la Unión Europea y por Japón, enlazan a la tríada del Unicato imperial. Son ellos quienes acaban de emplear a un instrumento de su poder, la NATO, para intervenir en los Balcanes frente a una opción de expansión hacia una pretendida “Gran Serbia”, con eventual apoyo comunista -que tan claramente se percibió entre nosotros-.
En el Consejo de Seguridad de la ONU los derrotados soviéticos aún tienen veto y varios de los triunfadores de la guerra fría no están allí, ni tienen veto. No debe causar extrañeza, entonces, que se haya operado con la OTAN en forma pragmática. Anthony Lake, el principal asesor de seguridad de Clinton, califica a esta actitud como de “pragmatismo wilsoniano”.
En la posguerra fría, el marxismo está desacreditado y el realismo inmóvil.
Los liberales han triunfado económicamente y conducen el Imperio Global, pero no han encontrado el principio y la teoría que permitan desatar el nudo del grave problema estratégico mundial de los ’90.
Problemas estratégicos de naturaleza absolutamente diversa a los conflictos históricos, son vistos aún con ojos del ayer. Así está ocurriendo entre nosotros. En pleno desarrollo de alianza e integración regional se retienen los conflictos históricos, ignorando la realidad estratégica que tenemos por delante. Ignorando cuál es el riesgo y la amenaza estratégica cierta, que ya están presentes entre nosotros en América del Sur. No se los ve, porque el ritmo de razonamiento no se compadece con el ritmo de la situación actual y a veces porque no se los quiere ver.
En Estrategia hay tres modos de conceptualizar el tiempo: como cronológico, como tiempo oportunidad y como tiempo ritmo. Cuando el ritmo de los acontecimientos supera al ritmo del razonamiento de los dirigentes, nos encontrarnos con quienes actúan fuera de la realidad. Los hemos llamado líderes extemporáneos.
Dirigentes que han vivido la implosión en cadena que se produjo en la URSS y luego en la ex Yugoslavia en los últimos años pero que, en vez de penetrar y entender la naturaleza y las causales del fenómeno, las omiten y continúan persistiendo en el estadio anterior,aferrados a su ideología y a sus voluntarismos.
La soberanía ya no reside en el límite geográfico. Éste ha sido superado por la electrónica. La soberanía emana de las culturas y de las consecuentes identidades. Aquí llamo la atención de todos Uds., frente al abandono de nuestra identidad, de nuestra cultura y educación, en el momento en que más necesitamos recuperarla.
Este fenómeno de disgregación política por recuperación de las autonomías culturales es el signo internacional de la posguerra fría acompañado por la formación de los bloques económicos regionales, impulsados por la innovación tecnológica.
En nuestra América del Sur el proceso es inverso. No hay disgregación, sino integración, fundada en la cultura común hispano-criolla del continente que fuera balcanizado en el siglo pasado por la diplomacia y el espionaje británico.
En resumen: podemos colegir que continuamos en la edad contemporánea y en la era antropológica, pero hemos ingresado vertiginosamente a una nueva etapa del desarrollo de la civilización: la etapa hiper-industrial o del Conocimiento. (No confundamos cultura con civilización).
Ésta ha cambiado el ritmo de los acontecimientos. PrisioneroEnArgentina.com
La Revolución Científico-Tecnológica ha cambiado el ritmo histórico y afecta a las Ciencias Sociales. En el ámbito de este encuadramiento, ¿qué hubiese ocurrido si Milutinovic, Presidente de Serbia o Milosevic, Presidente de la Federación Yugoslava en vez de quitarle a los albaneses-kosovares su autonomía preexistente, en tan particular circunstancia internacional, los hubiesen llamado a cooperar dentro de la Federación con más autonomía? Es muy probable que se hubiese evitado el drama que hoy comparten las naciones involucradas y que el G7, al observar el respeto a los derechos individuales, a los valores democráticos y a la libertad económica, hubiese apoyado a la Región.
Los liberales teóricos están en deuda en el frente estratégico. Como ya lo dijéramos, en el ápice de su expansión, el liberalismo mantiene irresueltos los conflictos típicos de esta posguerra diferente. No han encontrado el principio para lograr la solución de los graves problemas estratégicos que enfrentan y del correspondiente sistema internacional de control.
Se han multiplicado los conflictos. Son de naturaleza diversa y compleja. Es lo que nos acontece en América del Sur. La Argentina está en óptima posición para lanzar iniciativas que nos rescaten de la actual indefensión y que a la vez permitan la rehabilitación de nuestros Estados.
Somos conscientes del agravamiento acelerado de la situación sudamericana, pero estamos paralizados. La Unión Sudamericana está al alcance de la mano, la seguridad colectiva está al alcance de la mano y la defensa común es una exigencia insoslayable para la continuidad de la integración, que hasta ahora es solamente comercial.
Esas omisiones y carencias devienen de las cegueras políticas, de la falta de intuición política. El éxito de la Unión Europea tuvo en su base el sostén político de la OTAN, que en este momento, con el catalizador yugoslavo, se expande con una velocidad inesperada como avanzada de la expansión de la propia Unión Europea.
Hay seis países de la Región en espera para entrar a la OTAN. Acaban de entrar tres: Polonia, Hungría y los Checos, del ex Pacto de Varsovia. Estos pasos, indican la expansión de la Unión Europea hacia el sudeste. La ceguera serbia ha acelerado el proceso.
En resumen:
Los Balcanes constituyen un espacio estratégico histórico, valorizado por sus características geomorfológicas y por constituir un espacio de encuentro de diferentes culturas.
Las guerras civiles europeas y sus fallidas resoluciones constituyeron allí un estado artificial, bajo un liderazgo fuerte. En la posguerra fría, con una situación absolutamente diferente a la de la lógica bipolar, los líderes serbios desconocieron o ignoraron la impronta de la Pax Global.
El Imperio reaccionó luego de las experiencias en el Cuerno de África, Tíbet, Chechenia, África y en particular en Bosnia. La intervención imperial fue impuesta por la necesidad de preservar la autoridad del G7, en un momento confuso y complejo, cuando no existe un sistema de control estratégico sistematizado.
El conflicto en los Balcanes ha acelerado el proceso de expansión de la NATO y consecuentemente de la Unión Europea. Ello afectará a su vez la evolución de la situación en Medio Oriente, Asia Central y Lejano Oriente.
Entre nosotros estas experiencias debieran ser capitalizadas, actuando de consuno dentro de la región sudamericana, afectada por los mismos riesgos y amenazas estratégicas. Nuestras carencias en el frente del desarrollo político bloquean la reconstrucción del Estado Nación y retardan el proceso de avance hacia la Unión Sudamericana.
INTERVENCIÓN IMPERIAL EN LOS BALCANES
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INTERVENCIÓN IMPERIAL EN LOS BALCANES
Señoras, Señores:
Mi primera expresión es de agradecimiento a los dueños de casa, por permitirme compartir esta mesa con el Sr. Embajador Guyer y estar aquí, con ustedes, tratando este tema tan actual, que no dejará de tener como punto de referencia -lo hago normalmente en mis exposiciones- a nuestra propia situación, en este espacio extremo-meridional del mundo.
Le agradezco al Sr. Embajador Guyer la descripción realizada en el cierre de su exposición. La confesión clara -y yo diría espontánea- de un hombre con su experiencia -la sola lectura de su currículum nos da una idea de lo que él representa en el conocimiento del ámbito internacional- con respecto a la compleja y “no entendible” situación que abarca a nuestro país, a nuestra región y al mundo constituye un excelente punto de apoyo para iniciar nuestra exposición.
Razones no faltan para que haya confusión y para que los intelectuales entren en perplejidad frente a cuestiones que en la lógica bipolar estaban estratificadas, o mejor dicho, hibernadas. La sencillez elemental del análisis durante ese período se fundaba en que los buenos eran los que estaban de un lado y los malos de otro.
En los años 89/91 no sólo se fractura la lógica bipolar, sino que con ella se rompe el cepo ideológico-militar que tenía inmovilizada a la situación mundial, dividida por una línea de borde establecida por los tratados que se firmaron cuando terminaba la Segunda Guerra Mundial y que consagraron los vencedores en las instituciones que aparecieron en la posguerra, como ya fue dicho aquí, en particular la ONU y las surgidas en Bretton Woods y San Francisco.
Esta posguerra afectó al derecho internacional público. Quedó establecida la resolución pacífica de los conflictos y el derecho a la defensa de las naciones. Las pautas económicas quedaron sujetas a nuevas normas y contralores que signaron la Pax Americano-Soviética.
En 1947, por denuncia de George Kennan, embajador americano en Moscú que firmó como Mister X un famoso memorándum que se filtró en Foreing Affairs, quedó establecido que Stalin, el socio y aliado con quien se había derrotado al totalitarismo nacionalsocialista central-europeo, en la GM II, actuaba de mala fe. Transgredía a los Tratados.
Como respuesta, surge la doctrina Truman. Se inicia la Guerra Fría en 1947. Los liberales que se habían aliado a los moscovitas contra El Eje inician una guerra que duró 45 años. Fue una guerra diferente -la primera en ambiente nuclear- contra el socialismo totalitario-colectivista que Occidente había inducido crear en los Urales, durante la GM I.
En 1989 se une Alemania e implosiona el Imperio Soviético, inesperadamente. La “revolución conservadora” había lanzado en 1983 la “Iniciativa de Defensa Estratégica” -llamada socarronamente por los progresistas “guerra de las galaxias”- y triunfa en breve lapso. Surge un “nuevo orden” a través de un gran desorden. Esta es la razón por la que no solamente el Embajador Guyer quedó admirado frente al nuevo escenario, sino que precipitadamente un japonés hegeliano, Francis Fukuyama, profesor universitario en EE.UU., planteó el fin de la historia. Edward Luttwak señaló que sobrevenían guerras geoeconómicas y Lester Thurow abonó inmediatamente esa tesis.
Hoy se hace necesario poner un poco más de atención en las ponencias de Samuel Huntington, porque es quien teorizó en línea con la descripción que el Sr. Embajador ha hecho dentro del cuadro situacional presentado en este espacio estratégico, tan particular, que llamamos Balcanes o sudeste europeo.
Así como el Medio Oriente es un “puente de tierra” entre continentes -África, Asia y Europa- este otro espacio norbalcánico o del sudeste europeo tiene y ha tenido siempre una enorme importancia estratégica por su localización y por sus características geográfico-físicas, que facilitan ciertas operaciones militares. Esta es la razón de su permanente situación de conflictos violentos. Es y fue natural área de encuentro de diferentes culturas. Cuando la bipolaridad cesó, reaparecieron los restablecimientos de las autonomías de las diferentes identidades. Y la montaña montuosa ayudó a las débiles guerrillas que enfrentaron al Ejército serbio. Así obtuvieron su independencia croatas y eslovenos en guerras de independencia “asimétricas”.
Hace siglos, los mongoles desde el este, los turcos otomanos desde los desiertos, los europeos desde el oeste y los “eslavos del sur”, como ocupantes de la región, se alistaron para disputar el vacío de poder provocado -progresivamente- por el decadente Imperio de Bizancio. La batalla decisiva se dio en Kosovo, en “El Campo de los Mirlos”. Prevalecieron los turcos sobre los serbios. Durante 700 años los otomanos sostuvieron su poder desde las montañas boscosas de la zona de los Balcanes. Allí resistieron la presión del oeste y del este.
Con los ocupantes de la región fueron tolerantes respetando sus usos, costumbres, religión e idioma.
La historia de los Balcanes, ya desarrollada por el Sr. Embajador, me releva de mayores comentarios. Sólo agregaremos algunos detalles referidos al croata que gobernó como serbio, que estuvo entre nosotros como capataz ferroviario construyendo los rieles del “tren de las nubes” en tiempos de Irigoyen: Joseph Brozz, más conocido como Mariscal Tito.
Fue desertor del Imperio Austrohúngaro, suboficial de las tropas bolcheviques recién creadas, fundador del partido comunista croata, combatió con los republicanos en España y en la GM II, fue líder de 300.000 guerrilleros apoyados desde el aire por el Reino Unido que le concedió la jerarquía de Mariscal por sus méritos militares al frente de irregulares.
Con este capital a su favor, logró gobernar a los eslavos del sur, dentro de un estado artificial: Yugoeslavia.
Étnicamente eslavos, los croatas, serbios, bosnios, eslovenos, albaneses o montenegrinos están racialmente emparentados con los eslavos del Norte, pero con culturas significativamente diferenciadas entre ellos. Allí es donde cobra interés el análisis del sociólogo de Harvard, Huntington.
Las culturas están estructuradas en orden a valores y principios que naturalmente surgen de las religiones y de la forma en que vive el conjunto social; en su estilo y comportamiento político. Allí es donde residen las identidades, allí están las diferencias entre estos pueblos de etnia común y diferentes identidades. Algo similar ocurre con los semitas, árabes y judíos. Son culturas diferenciadas de una misma etnia. He allí el nudo de la cuestión y el origen del conflicto.
En esta posguerra fría, en la Pax Global del primer Imperio Planetario Único gobernado por el G7 sobre el modelo de la Revolución Americana triunfante aparecen, pretendiendo el reemplazo de la figura de Tito, líderes extemporáneos como Milosevic o Milutinovic, actuando sobre la base de un nacionalismo decimonónico y valiéndose del enlace marxista, remanente de la guerra fría, con sectores del gobierno ruso, como la Duma.
En los últimos 500 años, desde el 1500 hasta el 2000, ha habido en el mundo nueve guerras mundiales, con sus correspondientes posguerras. En todas estas -el Emb. Guyer citó algunas, en particular las de las guerras civiles europeas- siempre surgió un nuevo imperio y hubo un proceso de transculturación.
El vencedor transmite sus señales para que el resto de los actores perciba cual es la modalidad del nuevo statu quo, de la nueva Pax, orientada hacia un nuevo equilibrio monitoreado por quien modera o manda. Al fin y al cabo a esto es lo que llamamos Imperio. Y siempre los hubo.
Vivimos durante casi cincuenta años (1947/1989) dentro de la simpleza de la lógica bipolar -que Raymond Arón citaba como etapa de las “repúblicas imperiales”-. Fue el período de la pugna este-oeste, que terminó hace diez años. Sin embargo, la implosión sorpresiva de la URSS dio lugar a inercias mentales. Hay quienes se mantienen en el estadio anterior.
¿Cuál es la impronta del Imperio Global vigente y qué es lo que no han tenido en cuenta estos líderes yugoslavos extemporáneos, que han destrozado a sus propias economías y a sus propias poblaciones?
Hoy existe un Imperio Global. Un Unicato, gobernado por la tríada desarrollada Norte, que ha sido citada en forma reiterada como G8, pero que en rigor es el G7 más 1, porque ese 1 -Rusia- no califica en paridad para llegar al G8 y Milosevic hizo mucho para desplazarlo a Yeltsin de la mesa del poder mundial. Ese status -G8- fue enunciado en Denver como un esfuerzo de Clinton para apoyar a Yeltsin y facilitar así la estabilización posguerra fría en Rusia, en particular frente a los dos macros estados no adscriptos: China e India.
Desde el punto de vista estratégico nos preguntamos hoy: ¿qué utilidad y qué función tiene un arsenal nuclear en la Pax Global? La Pax Americano-Soviética era de naturaleza ideológico-militar. Regía la mutua destrucción asegurada. ¿Cuál es la naturaleza de la actual Pax Global? En la respuesta a este interrogante aparecen los fundamentos de la confusión de nuestro tiempo.
De la paz del terror nuclear hemos trasegado a la multiplicidad de conflictos estratégicos extendidos, sin un sistema de control que los abarque. Los principios de la Revolución de Filadelfia triunfante, aceptados por la Unión Europea y por Japón, enlazan a la tríada del Unicato imperial. Son ellos quienes acaban de emplear a un instrumento de su poder, la NATO, para intervenir en los Balcanes frente a una opción de expansión hacia una pretendida “Gran Serbia”, con eventual apoyo comunista -que tan claramente se percibió entre nosotros-.
En el Consejo de Seguridad de la ONU los derrotados soviéticos aún tienen veto y varios de los triunfadores de la guerra fría no están allí, ni tienen veto. No debe causar extrañeza, entonces, que se haya operado con la OTAN en forma pragmática. Anthony Lake, el principal asesor de seguridad de Clinton, califica a esta actitud como de “pragmatismo wilsoniano”.
En la posguerra fría, el marxismo está desacreditado y el realismo inmóvil.
Los liberales han triunfado económicamente y conducen el Imperio Global, pero no han encontrado el principio y la teoría que permitan desatar el nudo del grave problema estratégico mundial de los ’90.
Problemas estratégicos de naturaleza absolutamente diversa a los conflictos históricos, son vistos aún con ojos del ayer. Así está ocurriendo entre nosotros. En pleno desarrollo de alianza e integración regional se retienen los conflictos históricos, ignorando la realidad estratégica que tenemos por delante. Ignorando cuál es el riesgo y la amenaza estratégica cierta, que ya están presentes entre nosotros en América del Sur. No se los ve, porque el ritmo de razonamiento no se compadece con el ritmo de la situación actual y a veces porque no se los quiere ver.
En Estrategia hay tres modos de conceptualizar el tiempo: como cronológico, como tiempo oportunidad y como tiempo ritmo. Cuando el ritmo de los acontecimientos supera al ritmo del razonamiento de los dirigentes, nos encontrarnos con quienes actúan fuera de la realidad. Los hemos llamado líderes extemporáneos.
Dirigentes que han vivido la implosión en cadena que se produjo en la URSS y luego en la ex Yugoslavia en los últimos años pero que, en vez de penetrar y entender la naturaleza y las causales del fenómeno, las omiten y continúan persistiendo en el estadio anterior, aferrados a su ideología y a sus voluntarismos.
La soberanía ya no reside en el límite geográfico. Éste ha sido superado por la electrónica. La soberanía emana de las culturas y de las consecuentes identidades. Aquí llamo la atención de todos Uds., frente al abandono de nuestra identidad, de nuestra cultura y educación, en el momento en que más necesitamos recuperarla.
Este fenómeno de disgregación política por recuperación de las autonomías culturales es el signo internacional de la posguerra fría acompañado por la formación de los bloques económicos regionales, impulsados por la innovación tecnológica.
En nuestra América del Sur el proceso es inverso. No hay disgregación, sino integración, fundada en la cultura común hispano-criolla del continente que fuera balcanizado en el siglo pasado por la diplomacia y el espionaje británico.
En resumen: podemos colegir que continuamos en la edad contemporánea y en la era antropológica, pero hemos ingresado vertiginosamente a una nueva etapa del desarrollo de la civilización: la etapa hiper-industrial o del Conocimiento. (No confundamos cultura con civilización).
Ésta ha cambiado el ritmo de los acontecimientos. PrisioneroEnArgentina.com
La Revolución Científico-Tecnológica ha cambiado el ritmo histórico y afecta a las Ciencias Sociales. En el ámbito de este encuadramiento, ¿qué hubiese ocurrido si Milutinovic, Presidente de Serbia o Milosevic, Presidente de la Federación Yugoslava en vez de quitarle a los albaneses-kosovares su autonomía preexistente, en tan particular circunstancia internacional, los hubiesen llamado a cooperar dentro de la Federación con más autonomía? Es muy probable que se hubiese evitado el drama que hoy comparten las naciones involucradas y que el G7, al observar el respeto a los derechos individuales, a los valores democráticos y a la libertad económica, hubiese apoyado a la Región.
Los liberales teóricos están en deuda en el frente estratégico. Como ya lo dijéramos, en el ápice de su expansión, el liberalismo mantiene irresueltos los conflictos típicos de esta posguerra diferente. No han encontrado el principio para lograr la solución de los graves problemas estratégicos que enfrentan y del correspondiente sistema internacional de control.
Se han multiplicado los conflictos. Son de naturaleza diversa y compleja. Es lo que nos acontece en América del Sur. La Argentina está en óptima posición para lanzar iniciativas que nos rescaten de la actual indefensión y que a la vez permitan la rehabilitación de nuestros Estados.
Somos conscientes del agravamiento acelerado de la situación sudamericana, pero estamos paralizados. La Unión Sudamericana está al alcance de la mano, la seguridad colectiva está al alcance de la mano y la defensa común es una exigencia insoslayable para la continuidad de la integración, que hasta ahora es solamente comercial.
Esas omisiones y carencias devienen de las cegueras políticas, de la falta de intuición política. El éxito de la Unión Europea tuvo en su base el sostén político de la OTAN, que en este momento, con el catalizador yugoslavo, se expande con una velocidad inesperada como avanzada de la expansión de la propia Unión Europea.
Hay seis países de la Región en espera para entrar a la OTAN. Acaban de entrar tres: Polonia, Hungría y los Checos, del ex Pacto de Varsovia. Estos pasos, indican la expansión de la Unión Europea hacia el sudeste. La ceguera serbia ha acelerado el proceso.
En resumen:
Los Balcanes constituyen un espacio estratégico histórico, valorizado por sus características geomorfológicas y por constituir un espacio de encuentro de diferentes culturas.
Las guerras civiles europeas y sus fallidas resoluciones constituyeron allí un estado artificial, bajo un liderazgo fuerte. En la posguerra fría, con una situación absolutamente diferente a la de la lógica bipolar, los líderes serbios desconocieron o ignoraron la impronta de la Pax Global.
El Imperio reaccionó luego de las experiencias en el Cuerno de África, Tíbet, Chechenia, África y en particular en Bosnia. La intervención imperial fue impuesta por la necesidad de preservar la autoridad del G7, en un momento confuso y complejo, cuando no existe un sistema de control estratégico sistematizado.
El conflicto en los Balcanes ha acelerado el proceso de expansión de la NATO y consecuentemente de la Unión Europea. Ello afectará a su vez la evolución de la situación en Medio Oriente, Asia Central y Lejano Oriente.
Entre nosotros estas experiencias debieran ser capitalizadas, actuando de consuno dentro de la región sudamericana, afectada por los mismos riesgos y amenazas estratégicas. Nuestras carencias en el frente del desarrollo político bloquean la reconstrucción del Estado Nación y retardan el proceso de avance hacia la Unión Sudamericana.
Muchas Gracias por su atención.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 2, 2021