En 1940 la Constitución de 1940 fue mantenida por todas las esferas políticas del país vinculado al Partido Socialista Popular, en su instancia uno de los más progresistas del mundo. Comienza entonces una época de secuencia democrática de administraciones que duraría 12 años, período que estuvo caracterizado en parte por el triunfo del soborno político y los mafiosos de corte político, el sistema financiero de la isla, sin embargo, mejora.
10 de marzo de 1952, Batista da un golpe militar en oposición al gobierno de Carlos Prío Socarrás, violando la estructura legítima. Obtiene el apoyo de las fuerzas militares y es proclamado presidente. Estados Unidos reconoce a este gobierno. Sin embargo, el golpe fue incruento, los estudiantes inician protestas.
En 1953, el abogado Fidel Castro encabeza un ataque contra el cuartel Moncada de la ciudad de Santiago de Cuba, a unos 900 kilómetros al este de La Habana, con pérdidas de ambos bandos. Castro es arrestado y sentenciado a 15 años de prisión. En 1955 los insurgentes, entre ellos Castro, fueron amnistiados. En diciembre de 1956, Castro encabeza un desembarco del ejército insurgente del Movimiento 26 de Julio procedente de México. La lucha guerrillera se inicia en las montañas de la Sierra Maestra, y también en las ciudades, particularmente en La Habana y Santiago de Cuba. En 1958 Estados Unidos deja de ayudar militarmente al gobierno de Batista que ya derivó en una dictadura sangrienta que sigue y asesina adversarios sin ajuste a ley.
A fines de la década del cincuenta, el capital norteamericano es el mayor del sistema financiero de Cuba y controla:
90% de la producción minera. 80% de los servicios públicos. 50% de los ferrocarriles. 40% de la producción de azúcar. 25% de los depósitos bancarios.
Esta valoración del capital condujo a una enorme pobreza de los ciudadanos cubanos, ya que los inversores estadounidenses en América Latina nunca se preocuparon por los trabajadores, sino solo por las ganancias.
La posibilidad de Batista de ocupar el sillón presidencial se dio en 1940. Sostenido por una coalición de otros partidos, y por los comunistas, venció a su antiguo oponente Grau San Martín en las primeras elecciones presidenciales bajo una nueva constitución cubana. A lo largo de su presidencia se incrementaron los contactos comerciales con Estados Unidos y se aplicaron una serie de impuestos de guerra a los habitantes cubanos. En 1944, Grau San Martín fue elegido presidente y Batista fue obligado a renunciar a la presidencia.
El 10 de marzo de 1952, casi veinte años después de la rebelión de los Sargentos, Batista asumió nuevamente la administración, esta vez oponiéndose al presidente electo cubano Carlos Prío Socorras. El golpe se produjo tres meses antes de las próximas votaciones en las que seguramente sería derrotado. También participó en esos votos un joven y vigoroso abogado Fidel Castro. El 27 de marzo, la administración de Batista fue reconocida formalmente por el presidente estadounidense Dwight Eisenhower.
Poco después de este reconocimiento, Batista afirmó que, no obstante ser totalmente leal a la constitución cubana de 1940, habría que posponer provisionalmente las garantías legítimas, así como la libertad de huelga. En abril Batista anunció una nueva norma constitucional de 275 artículos, afirmando que en el nuevo reglamento se mantenía el espíritu democrático y progresista de la Constitución de 1940.
Batista abrió el camino para un amplio negocio de juegos de azar en La Habana y reorganizó el estado cubano para que él y sus designados políticos pudieran cosechar los recursos de la nación. Afirmó que su administración igualaría cualquier inversión hotelera superior a $1 millón, lo que implicaría una certificación de casino, y Lansky se convirtió en el centro de todo el proceso del juego cubano.
Bajo Batista, Cuba se volvió rentable para la industria estadounidense y el crimen organizado. La Habana era considerada como el “Latin Las Vegas”, un campo de juego elegido por los jugadores adinerados, y se decía muy poco sobre el sistema democrático o los derechos de los ciudadanos cubanos. La oposición fue aplastada rápida y violentamente, y muchos comenzaron a temer al nuevo gobierno.
Debido al dominio del arte y la literatura del régimen de Batista, el espíritu libre de esos artistas los ubicó en la oposición al gobierno. Muchos escritores que sintieron estas restricciones en su trabajo optaron por expulsar en lugar de seguir la “línea oficial” de la administración. Estas restricciones a las libertades simples crearon revolucionarios a partir de ciudadanos promedio.
Castro tuvo suerte. Batista, cuyo gobierno estaba siendo criticado por su crueldad, garantizó la amnistía a muchos cautivos políticos para “cortejar a la opinión pública y recuperar su figura de dictador”. Fue un error estratégico lo que permitió a Castro escapar a México para planear y organizar la revuelta.
En México, Castro logró el apoyo parcial de los ex líderes izquierdistas mexicanos y cubanos, Lázaro Cárdenas y Carlos Prío Socarrás. Regresó a Cuba en 1956 con Raúl y Ernesto “Che” Guevara al frente del grupo revolucionario “26 de julio” de 86 miembros. Se suponía que el asalto era parte de una revuelta contra Batista. Cuando el esperado levantamiento radical no logró expandirse, Castro y sus radicales sobrevivientes huyeron a las montañas de la Sierra Maestra para reorganizar y crear una base para la guerra de guerrillas consuetudinaria contra el gobierno de Batista.
Quedándose en las montañas, Castro logró “estatus internacional de la noche a la mañana” y Batista fue ubicado como sospechoso por una serie de publicaciones del New York Times. Los artículos aparecieron en 1957 cuando Batista afirmaba que Castro estaba muerto y que la revolución estaba destruida. La promoción hizo lo que Castro había previsto. Ayudó a erosionar el apoyo exterior de Batista. También ofreció nuevas esperanzas a los izquierdistas cubanos y ayudó a Castro a involucrar a nuevos guerreros. Mientras creaba su ejército revolucionario, Castro pasó a la guerra de guerrillas habitual, que dependía del mantenimiento de la población del país para su supervivencia, protección e inteligencia.
La revolución alcanzó una nueva esperanza en 1958 cuando la administración de los Estados Unidos impuso una restricción a las entregas de armas a los poderes de Batista y los obispos católicos publicaron una carta pastoral llamando a una “administración de unidad nacional”. Sin embargo, cuando no se presentó una huelga general concertada, Castro modificó su táctica a la de la lucha guerrillera convencional.
Batista llamó a votación para noviembre de 1958 en el último intento de conciliar a sus adversarios. Los votantes desistieron y el mantenimiento estadounidense disminuyó. Después de su enamoramiento, Batista no planeaba salir perdiendo. El último día de diciembre de 1958, Batista asignó descendencia y se exilió a la República Dominicana. El movimiento acuñó a los rebeldes por revelación, pero el 1 de enero de 1959, por orden de Castro, Guevara y Camilo Cienfuegos entraron y llevaron a los insurgentes a La Habana. Castro no entró en La Habana hasta el 7 de enero, después de haberse convertido en un ídolo revolucionario para gran parte del mundo.
Una fuerza guerrillera boliviana dirigida por el revolucionario marxista Che Guevara es derrotado en una escaramuza con un destacamento especial del ejército boliviano. Guevara fue herido, capturado y ejecutado al día siguiente. Nacido en Argentina, Guevara creía que un hombre de acción podría revolucionar a un pueblo. Jugó un papel fundamental en la Revolución Cubana de 1956-59 y alentó a Fidel Castro a seguir su agenda comunista y antiamericana.
Después de ocupar varios cargos en el gobierno de Castro, desapareció de Cuba en 1965. En secreto viajó al Congo, donde entrenó a rebeldes, y en 1966 resurgió en Bolivia como líder de otro grupo guerrillero. Luego de su muerte, Guevara ha sido idolatrado como un héroe de la revolución izquierdista del Tercer Mundo. Desde su primer encuentro con Fidel Castro en México en 1955 hasta su muerte en los Andes bolivianos e 8 de octubre de 1967, la carrera revolucionaria de Ché Guevara abarcó poco más de una década ejecutando asesinatos y torturas. Sin embargo, el apuesto joven, con la mirada fija en el futuro, ha vivido por generaciones. En la imaginación de una parte de la población hoy, Ché sigue siendo un héroe mítico y romántico: un revolucionario intransigente, desinteresado, dedicado, incorruptible, listo para morir por sus creencias.
[ezcol_1half]
Naturaleza determinada Ernesto Guevara de la Serna creció en el refugio de la aristocracia provincial en Argentina. Su personalidad no fue forjada en un privilegio fácil, pero por la feroz batalla que libró contra el asma aguda. “Era un niño muy enfermo”, recordó su hermano más tarde, “pero su carácter y fuerza de voluntad le permitieron superarlo”. Guevara llegó a creer que toda la vida era un acto de voluntad. “Cualquier tarea, no importa cuán desalentadora pueda resolverse a fuerza de entusiasmo, fervor revolucionario y determinación inquebrantable”.
Viajero inquieto En 1948 Guevara fue a Buenos Aires a estudiar medicina. Inquieto por naturaleza, dejó su tierra natal en 1952 en un viaje de ocho meses de descubrimiento y despertar. Mientras se dirigía hacia el norte a través de América del Sur, Guevara fue testigo de injusticias que lo llenaron de indignación. “Estaré con la gente”, escribió en el diario que llamó “viaje”. “Mojaré mis armas en sangre y, enloquecido de furia, cortaré las gargantas de mis enemigos derrotados. Ya puedo sentir mis fosas nasales dilatadas saboreando el olor acre de pólvora y sangre, de muerte para el enemigo”. Un año después, después de completar su título de médico, dejó Argentina para siempre.
Anti-estadounidense, pro-comunista A los 26 años, Guevara llegó a México. Había pasado cinco semanas en Bolivia y nueve meses en Guatemala, donde fue testigo del derrocamiento del presidente reformista Jacobo Arbenz por un golpe militar respaldado por la CIA. El evento corrigió para siempre su odio hacia los Estados Unidos. Para entonces era un marxista convencido y un ferviente admirador de la Unión Soviética. Casado con una mujer guatemalteca, Hilda Galea, tenía la intención de nombrar a su primer hijo Vladimir.
Había decidido unirse a las filas del Partido Comunista, “en algún lugar del mundo”. Pero a pesar de sus elevados ideales, Ché era poco más que un vagabundo, un fotógrafo errante, un investigador médico mal pagado, un rebelde en busca de una causa.
Un camarada
Guevara descubrió esa causa a fines del verano de 1955, cuando fue presentado a un atrevido líder rebelde cubano exiliado comprometido a liberar a su país de un dictador. El rebelde se llamaba Fidel Castro y planeaba regresar a su Cuba natal y tomar las armas. “Para las pequeñas horas de esa noche me había convertido en uno de los futuros expedicionarios”, Ché más tarde registró. La pasión de Castro y las ideas de Guevara se encendieron. “Era como Lenin y Trotsky, como Hitler y Goebbels, como Mao Tse-Tung y Zhu De”, escribiría más tarde el periodista Georgie Anne Geyer.
Un sobreviviente Ché se distinguió, superando a todos los cubanos mientras entrenaba en México, a pesar de sus ataques de asma.
Fue uno de los pocos sobrevivientes del desastroso aterrizaje en Granma de Castro, que el ejército cubano había visto.
Ché Guevara se dirigió a la remota Sierra Maestra, donde se unió a Castro y a otros diecisiete sobrevivientes de Granma, los hombres que formarían el liderazgo central de la Cuba revolucionaria.
Luchador de la selva Ché luchó valientemente en las montañas. Se ganó la confianza de Castro y fue el primer rebelde en recibir el rango de comandante. Marchando hacia Santa Clara a fines de 1958, su columna descarriló un tren blindado lleno de tropas del dictador Fulgencio Batista y se apoderó de la ciudad. El triunfo de Guevara sería el golpe final en la campaña militar rebelde contra Batista.
Líder cubano En enero de 1959, Guevara, junto con los hermanos Castro, fue reconocido como uno de los tres líderes más poderosos de la revolución cubana. Se convirtió en ciudadano cubano, se divorció de Hilda Galea, se casó con una bella mujer cubana, Aleida March, y comenzó una nueva familia.
Supervisó las cárceles La primera asignación de Guevara fue supervisar las ejecuciones en una prisión infame, La Cabaña. Entre 1959 y 1963, aproximadamente 500 hombres fueron asesinados bajo su vigilancia. Muchas personas encarceladas en La Cabaña, incluido el activista de derechos humanos Armando Valladares, alegan que Guevara se interesó personalmente en el interrogatorio, la tortura y la ejecución de presos políticos.
Autor Guevara registró los dos años que pasó derrocando el régimen de Fulgencio Batista en un relato detallado titulado Pasajes de la Guerra Revolucionaria, que salió en 1963. Cinco años después, se emitió una traducción al inglés, Reminiscencias de la Guerra Revolucionaria Cubana.
Popular pero ineficaz Sin ninguna capacitación gerencial, Ché fue nombrado jefe del Banco Central de Cuba. Más tarde, se convirtió en Ministro de Industrias. Pidió la diversificación de la economía cubana y la eliminación de lo que llamó incentivos materiales. El trabajo voluntario y la dedicación de los trabajadores impulsarían el crecimiento económico. Todo lo que se necesitaba era voluntad. Ché dirigido por el ejemplo. Trabajó sin cesar en su trabajo en el ministerio, en la construcción e incluso cortando caña de azúcar. Su buena apariencia, humor mordaz y disposición para señalar las deficiencias de la revolución le valieron el afecto de muchos cubanos. Pero en 1963, como se canoció gracias a varios reportes económicos y por un informe clasificado de la CIA, “Guevara … había llevado … la economía a su punto más bajo desde que Castro llegó al poder“.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 8, 2019
[/ezcol_1half]
[ezcol_1half_end]
Crítico de los soviéticos Guevara se desilusionó con la Unión Soviética, atacando a Moscú en todos los foros internacionales. Después de que el líder soviético Nikita Khrushchev retirara los misiles nucleares de Cuba durante la crisis de los misiles de 1962, Guevara cuestionó el compromiso de Moscú con el socialismo internacional. También criticó la insistencia soviética de que Cuba continúe especializándose en azúcar. “Los países socialistas son, en cierto modo, cómplices de la explotación imperialista”, dijo en una reunión de revolucionarios del Tercer Mundo en Argel.
Era de la revolución mundial La reputación de Ché fuera de Cuba, entre los intelectuales de izquierda y la juventud radical que se llamaba a sí misma “la nueva izquierda”, creció a pasos agigantados. Era una era de revolución mundial, y Fidel Castro había declarado que estaba dispuesto a apoyar a los revolucionarios “en cualquier rincón del mundo”. Ché fue el defensor más visible de este compromiso. A principios de 1965 desapareció misteriosamente de la vista. Durante seis meses, Fidel guardó silencio. Luego, en octubre de 1965, reveló el contenido de una carta que había mantenido en secreto. En una emotiva despedida, Ché renunció a todos sus cargos oficiales, renunció a su ciudadanía cubana y abandonó Cuba “para luchar contra el imperialismo … en nuevos campos de batalla”. Ché escribió: “He cumplido la parte de mi deber que me unía a la revolución cubana … y les digo adiós, a los camaradas, a su pueblo, que ahora son míos”.
Agitador internacional El paradero de Ché se convirtió en un juego de adivinanzas internacional: el London Times lo reportó en Addis Abeba y Dar es Salaam; testigos presenciales lo vieron en Vietnam. Otros anunciaron su muerte. Pero Ché estaba en lo profundo del Congo africano, librando una guerra que no supo luchar y apenas escapando con su vida. Humillado, regresó en secreto a Cuba. Sin embargo, pronto, Ché decidió regresar a su Argentina natal para provocar la revolución. Pero ni el Partido Comunista argentino ni Castro aprobaron su decisión. Fue Fidel quien sugirió que Ché fuera a Bolivia e intentara encender una revolución continental.
Leyenda y responsabilidad A fines de la década de 1960, Cuba estaba cada vez más absorbida en la esfera soviética, y Ché se estaba convirtiendo en una responsabilidad. Incapaz de encender movimientos guerrilleros exitosos, ofendió a Moscú a cada paso. Después de seis meses de entrenamiento en las montañas de Cuba, el ahora legendario rebelde ingresó a Bolivia disfrazado de hombre de negocios, decidido a “convertir los Andes bolivianos en otra Sierra Maestra”.
En Bolivia El grupo guerrillero de Guevara, que sumaba unos 120 hombres, estaba bien equipado y obtuvo varios éxitos tempranos. Luego vino una serie de desastres. El gobierno de Estados Unidos localizó el grupo y envió agentes de la CIA a Bolivia. La población local dio la espalda a los rebeldes. El Partido Comunista de Bolivia, orientado a Moscú, incumplió el compromiso de ayudarlo. Por otra parte, Guevara estaba siendo cazado por un batallón de élite de los Rangers bolivianos entrenados en los Estados Unidos, expertos en la guerra de la selva. “Bolivia. Julio de 1967”, escribió Ché en su diario. “Los aspectos negativos prevalecen, incluida la falta de contacto con el exterior. Tenemos 22 hombres, tres de los cuales están discapacitados, incluido yo mismo”. Para septiembre, sufría de asma aguda, estaba debilitado por la disentería y rodeado por los Rangers bolivianos.
Aroma a traición Pasaron los meses y Guevara no recibió noticias de La Habana. “Lo interesante de Ché en Bolivia fue que estaba en los altos Andes orientales, que son fácilmente accesibles para cualquiera que supiera dónde estaba. Fidel sabía dónde estaba”, concluyó la periodista Georgie Anne Geyer, que investigó la muerte de Ché. “Podría haber enviado a alguien desde Paraguay. Podría haber enviado a alguien desde La Paz, la capital. No hubo contacto. Ché se quedó vagando en esta selva salvaje y muy alta”. Aunque Castro negaría cualquier posibilidad de rescatar a Guevara, el biógrafo Jorge Castañeda concluyó con autoridad: “Fidel no envió a Ché a su muerte en Bolivia. Simplemente permitió que la historia siguiera su curso”.
Muerte de un terrorista Los Rangers bolivianos capturaron a Ché Guevara el 8 de octubre de 1967, en un barranco llamado El Yuro. Al día siguiente fue ejecutado. Su cuerpo fue fotografiado en una losa de piedra en una pequeña cabaña para que todo el mundo lo vea. El 12 de octubre, un análisis del Departamento de Estado estadounidense sobre la muerte de Ché predijo: “Guevara será elogiado como el revolucionario modelo que enfrentó una muerte heroica”.
Icono Una fotografía tomada por Alberto Korda en marzo de 1960 pronto se convirtió en una de las imágenes más reconocibles del siglo. El retrato del Che fue simplificado y reproducido en una gran variedad de productos, como camisetas, carteles y gorras de béisbol, y Guevara sigue siendo un ícono de la revolución mundial y representante universal de la mercadotecnia.
[/ezcol_1half_end]
Fuentes: Che Guevara: A Revolutionary Life de Jon Lee Anderson . Reminiscences of the Cuban Revolutionary War de Ernesto Che Guevara . Death of a Revolucionary de Richard Harris . Guerrilla Warfare de Ernesto Che Guevara .
El 23 de febrero de 1958, el cinco veces campeón de Fórmula Uno, Juan Manuel Fangio, de Argentina, es secuestrado en Cuba por un grupo de rebeldes de Fidel Castro.
Fangio fue sacado de su hotel en La Habana el día antes del Gran Premio de Cuba, un evento destinado a mostrar la nación isleña. Fue liberado ileso varias horas después de la carrera. El secuestro estaba destinado a causar vergüenza internacional al presidente cubano, Fulgencio Batista, cuyo gobierno derrocaría Castro el 1 de enero de 1959.
Además del secuestro de Fangio, el Gran Premio de Cuba se vio empañado por la tragedia cuando un conductor cubano llamado Armando García Cifuentes perdió el control de su automóvil en una parte cubierta de aceite del circuito callejero y se lanzó contra una multitud de espectadores. Siete personas murieron y docenas más resultaron heridas. El choque dio lugar a una inmediata especulación de que los seguidores de Castro habían saboteado el curso cubriéndolo con aceite; sin embargo, luego se creyó que una línea de aceite rota en un automóvil conducido por el argentino Roberto Mieres era la causa de la mancha.
El incidente de secuestro ocurrió al final de la legendaria carrera de Juan Manuel Fangio. “Fangio, quien nació el 24 de junio de 1911 en Balcarce, Argentina, dejó la escuela a la edad de 11 años para trabajar como asistente de mecánico y desde joven corrió” autos en los caminos sin pavimentar de América del Sur ” Según su obituario de 1995 en The New York Times.
Después de que las carreras modernas de Fórmula Uno comenzaran en 1950, Fangio ganó su primer campeonato mundial en 1951. Repitió esta hazaña en 1954, 1955, 1956 y 1957. Fangio dejó las carreras en 1958, afirmando que los autos se habían vuelto demasiado rápidos y peligrosos. Según el Times: “Que sobreviviera para disfrutar de su riqueza a pesar de correr en una era sin cinturones de seguridad y uniformes ignífugos era un mérito de sus habilidades, de los autos que manejaba y sin mucha suerte”.
Fangio murió en Buenos Aires a la edad de 84 años el 17 de julio de 1995. Su récord de cinco títulos mundiales de Fórmula Uno se mantuvo hasta 2003, cuando Michael Schumacher de Alemania ganó su sexto campeonato mundial (Schumacher se retiró en 2006 con un total de siete títulos mundiales) .
En vísperas de la revolución de Fidel Castro en 1959, Cuba no era ni el jardín del Edén que más tarde sería relatado una y otra vez por las vagas y tendenciosas remembranzas de muchos exiliados cubanos, ni el peor círculo del infierno que muchos partidarios de la revolución dispersan. Cuba era -antes de los tiempos del dictador Castro- uno de los países más avanzados y exitosos de América. La Habana era una ciudad brillante, dinámica y llena de oportunidades. La economía del país se veía beneficiada por la venta de azúcar a los Estados Unidos en la primera mitad del siglo, la economía del país había crecido notablemente impulsada por la venta de azúcar a los Estados Unidos. Cuba ocupaba el quinto lugar en el hemisferio en ingresos per cápita, tercero en expectativa de vida, segundo en propiedad de teléfonos y automotores por ciudadano además de estar en la primera posición en cuanto al número de televisores por habitante. Con el 77%, la tasa de alfabetización fue la cuarta más alta en América Latina. Cuba ocupaba el 11º lugar en el mundo en número de médicos per cápita. Muchas clínicas privadas y hospitales proporcionaron servicios para los pobres. La distribución de los ingresos de Cuba se comparaba favorablemente con la de otras sociedades latinoamericanas. Una próspera clase media tenía la promesa de prosperidad y movilidad social.
En 1948, once años antes de la Revolución, se convirtió en una especie de Broadway internacional ofreciendo espectáculos teatrales de alta calidad. La explosión artística era llamativa y con expresiones políticas de todo tipo. Hacia mediado de la década del cincuenta, Cuba no era un territorio desarrollado y las riquezas no se distribuían necesariamente de manera equitativa -tampoco se han distribuido así durante el período marxista-leninista-, pero en 1958 sólo el 14% del capital total invertido en la isla era norteamericano. El 62% del principal soporte de la economía -la industria azucarera-, era propiedad de cubanos.
Un año antes de que Castro asaltara sus principales ciudades, Cuba tenía una población cercana a los seis millones cuatrocientos mil habitantes. En sus hospitales había treinta y cinco mil camas (una cama cada 190 habitantes, mientras en países con mejor desarrollo se encontraba una cama cada 200 habitantes) con un médico cada mil habitantes, solo superada por en América Latina por Uruguay (1 cada 860) y Argentina (1 cada 760). En ese mismo año, un empleado industrial ganaba aproximadamente seis dólares cada jornada de ocho horas. En Estados Unidos ese mismo salario se retribuía con 16 billetes. En Noruega (Posicionada en el sexto lugar en este rubro) otorgaba seis dólares con diez centavos a sus trabajadores. Ese año, unas novecientas escuelas del gobierno impartían clases a unos cien mil estudiantes. Tres universidades subvencionadas por el estado y otras tres privadas prestaban servicios educativos a más de veinte mil alumnos. La tasa de analfabetismo rondaba el 18%.
Para los extranjeros en general y los estadounidenses en particular, Cuba era sinónimo de juegos de azar y juegos de azar se refería a la vida glamorosa en los casinos. Estos se empezaron a desarrollar en la Isla en los 1920 con el crecimiento del turismo. Después de varios altibajos en las siguientes tres décadas, despegaron a mediados de los cincuenta, cuando Batista y sus socios, junto a americanos de dudosa reputación, utilizaron los recursos de los bancos de desarrollo estatal y los fondos de pensiones sindicales para construir hoteles, con sus correspondientes casinos, como el hotel y casino Capri, como el Riviera, y el Havana Hilton.
Si bien el mundo de los casinos en Cuba recibió amplia cobertura en los medios de Estados Unidos, jamás fue un tema importante en los medios de la Isla ni en la conciencia de los cubanos. Aparte de los turistas estadounidenses, que eran los clientes principales de los casinos, solo un pequeño número de cubanos – blancos de clase alta y media alta – jugaban en esos lugares.
El atuendo requerido por los casinos, así como el mínimo de las apuestas, excluía a la mayoría de los cubanos, aunque es cierto que un número relativamente pequeño de trabajadores oriundos se ganaba la vida trabajando en esos centros, o en los hoteles y cabarets donde generalmente estaban situados.
Igualmente, exagerada era la importancia económica que EE.UU. atribuía a los casinos y al turismo de la Isla. En 1956, un buen año para el turismo, el ingreso de ese sector fue solamente de 30 millones de dólares, a duras penas el 10 por ciento del monto de los ingresos de la industria azucarera en el mismo año.
Un peso cubano era un dólar estadounidense. Seis dólares pagaban una noche en un albergue transitorio. Tres o cuatro dólares, amanecer con una dama de la noche. En ese entonces, había -solo en La Habana- unos 270 prostíbulos y unas doce mil mujeres que se ganaban la vida como trabajadoras sexuales, que entretenían turistas bajo ciertos ataques de la Iglesia. Pero los turistas no iban a misa mientras que las pecadoras si, y excluirlas del perdón disminuía el diezmo. De esta manera, tanto la curia como la policía apalabrada por los primeros desviaban la mirada a esta profesión ilegal. El dramaturgo Arthur Miller, basado en lo que le habían contado gente que había trabajado en la industria cinematográfica en la Isla, en un artículo escrito en el año 2004 para el semanario The Nation, describió a la sociedad bajo el Gobierno de Batista, como “irremediablemente corrupta, un lugar predilecto de la mafia, y un prostíbulo para los estadounidenses y otros extranjeros.” Quién se basó en una visita a la isla en 1969 para esgrimir su opinión fue Susan Sontag, en un artículo de la revista Ramparts, describió a Cuba como “un país conocido principalmente por el baile, la música, las prostitutas, los tabacos, los abortos, los centros turísticos, y las películas pornográficas.” ¿Algo había cambiado con la Revolución?
En las primeras décadas revolucionarias bajo el mandato de Fidel Castro, los soviéticos reemplazaron a Estados Unidos en su influencia económica en la isla. Amparada en la retórica de la “solidaridad socialista”, Rusia ofreció millonarios subsidios a la débil economía cubana, manteniéndola a flote en medio de su evidente estancamiento. El grado de dependencia que llegó a desarrollar de sus patrocinadores soviéticos fue evidente después de 1989, cuando al desplomarse el comunismo ruso, terminó la ayuda del Kremlin a la isla y Cuba se vio inmersa en una catástrofe económica conocida con el engañosamente inocuo término de “Período Especial”. Una de las soluciones que se encontró para reemplazar la ayuda de los soviéticos, la de los dólares del turismo extranjero, también revivió fantasmas de humillación que se creían desterrados por el orgulloso gobierno revolucionario. Como contaban los visitantes a los nuevos y relucientes hoteles de Varadero que surgieron en la década de 1990, los cubanos que se veían en esos sitios eran sirvientes, no huéspedes. Algo similar a lo ocurrido en los casinos de la era de Batista. Siempre hay disconformes, con Batista o con Fidel, al igual que ocurre en casi todas las naciones en desarrollo, la llegada masiva a Cuba de turistas de países más prósperos puso en evidencia diferencias y jerarquías incómodas entre visitantes y locales. Además de estos hoteles, los turistas visitan la exótica Cuba para ver cómo se vive bajo el Comunismo, el museo de automóviles en funcionamiento y las jineteras baratas. El Comunismo se vive como se vive en todos lados. Los pobres son más pobres e iguales entre si debido a la hermandad que les brinda esa pobreza. Los automóviles de la época lujosa y corrupta de Batista son los mismos -no réplicas- los mismos que recorren las calles de La Habana o los mismos que se atreven a la ruta entre Mariel y Bauta, más desvencijados, más vencidos. Las damas de compañía cobran los mismos tres o cuatro dólares como hace setenta años. O un kilo de azúcar o arroz, todo sea por la Revolución.
Fulgencio Batista
Por Delia Crespo.
En 1940 la Constitución de 1940 fue mantenida por todas las esferas políticas del país vinculado al Partido Socialista Popular, en su instancia uno de los más progresistas del mundo. Comienza entonces una época de secuencia democrática de administraciones que duraría 12 años, período que estuvo caracterizado en parte por el triunfo del soborno político y los mafiosos de corte político, el sistema financiero de la isla, sin embargo, mejora.
10 de marzo de 1952, Batista da un golpe militar en oposición al gobierno de Carlos Prío Socarrás, violando la estructura legítima. Obtiene el apoyo de las fuerzas militares y es proclamado presidente. Estados Unidos reconoce a este gobierno. Sin embargo, el golpe fue incruento, los estudiantes inician protestas.
En 1953, el abogado Fidel Castro encabeza un ataque contra el cuartel Moncada de la ciudad de Santiago de Cuba, a unos 900 kilómetros al este de La Habana, con pérdidas de ambos bandos. Castro es arrestado y sentenciado a 15 años de prisión. En 1955 los insurgentes, entre ellos Castro, fueron amnistiados. En diciembre de 1956, Castro encabeza un desembarco del ejército insurgente del Movimiento 26 de Julio procedente de México. La lucha guerrillera se inicia en las montañas de la Sierra Maestra, y también en las ciudades, particularmente en La Habana y Santiago de Cuba. En 1958 Estados Unidos deja de ayudar militarmente al gobierno de Batista que ya derivó en una dictadura sangrienta que sigue y asesina adversarios sin ajuste a ley.
A fines de la década del cincuenta, el capital norteamericano es el mayor del sistema financiero de Cuba y controla:
90% de la producción minera.
80% de los servicios públicos.
50% de los ferrocarriles.
40% de la producción de azúcar.
25% de los depósitos bancarios.
Esta valoración del capital condujo a una enorme pobreza de los ciudadanos cubanos, ya que los inversores estadounidenses en América Latina nunca se preocuparon por los trabajadores, sino solo por las ganancias.
La posibilidad de Batista de ocupar el sillón presidencial se dio en 1940. Sostenido por una coalición de otros partidos, y por los comunistas, venció a su antiguo oponente Grau San Martín en las primeras elecciones presidenciales bajo una nueva constitución cubana. A lo largo de su presidencia se incrementaron los contactos comerciales con Estados Unidos y se aplicaron una serie de impuestos de guerra a los habitantes cubanos. En 1944, Grau San Martín fue elegido presidente y Batista fue obligado a renunciar a la presidencia.
El 10 de marzo de 1952, casi veinte años después de la rebelión de los Sargentos, Batista asumió nuevamente la administración, esta vez oponiéndose al presidente electo cubano Carlos Prío Socorras. El golpe se produjo tres meses antes de las próximas votaciones en las que seguramente sería derrotado. También participó en esos votos un joven y vigoroso abogado Fidel Castro. El 27 de marzo, la administración de Batista fue reconocida formalmente por el presidente estadounidense Dwight Eisenhower.
Poco después de este reconocimiento, Batista afirmó que, no obstante ser totalmente leal a la constitución cubana de 1940, habría que posponer provisionalmente las garantías legítimas, así como la libertad de huelga. En abril Batista anunció una nueva norma constitucional de 275 artículos, afirmando que en el nuevo reglamento se mantenía el espíritu democrático y progresista de la Constitución de 1940.
Batista abrió el camino para un amplio negocio de juegos de azar en La Habana y reorganizó el estado cubano para que él y sus designados políticos pudieran cosechar los recursos de la nación. Afirmó que su administración igualaría cualquier inversión hotelera superior a $1 millón, lo que implicaría una certificación de casino, y Lansky se convirtió en el centro de todo el proceso del juego cubano.
Bajo Batista, Cuba se volvió rentable para la industria estadounidense y el crimen organizado. La Habana era considerada como el “Latin Las Vegas”, un campo de juego elegido por los jugadores adinerados, y se decía muy poco sobre el sistema democrático o los derechos de los ciudadanos cubanos. La oposición fue aplastada rápida y violentamente, y muchos comenzaron a temer al nuevo gobierno.
Debido al dominio del arte y la literatura del régimen de Batista, el espíritu libre de esos artistas los ubicó en la oposición al gobierno. Muchos escritores que sintieron estas restricciones en su trabajo optaron por expulsar en lugar de seguir la “línea oficial” de la administración. Estas restricciones a las libertades simples crearon revolucionarios a partir de ciudadanos promedio.
Castro tuvo suerte. Batista, cuyo gobierno estaba siendo criticado por su crueldad, garantizó la amnistía a muchos cautivos políticos para “cortejar a la opinión pública y recuperar su figura de dictador”. Fue un error estratégico lo que permitió a Castro escapar a México para planear y organizar la revuelta.
En México, Castro logró el apoyo parcial de los ex líderes izquierdistas mexicanos y cubanos, Lázaro Cárdenas y Carlos Prío Socarrás. Regresó a Cuba en 1956 con Raúl y Ernesto “Che” Guevara al frente del grupo revolucionario “26 de julio” de 86 miembros. Se suponía que el asalto era parte de una revuelta contra Batista. Cuando el esperado levantamiento radical no logró expandirse, Castro y sus radicales sobrevivientes huyeron a las montañas de la Sierra Maestra para reorganizar y crear una base para la guerra de guerrillas consuetudinaria contra el gobierno de Batista.
Quedándose en las montañas, Castro logró “estatus internacional de la noche a la mañana” y Batista fue ubicado como sospechoso por una serie de publicaciones del New York Times. Los artículos aparecieron en 1957 cuando Batista afirmaba que Castro estaba muerto y que la revolución estaba destruida. La promoción hizo lo que Castro había previsto. Ayudó a erosionar el apoyo exterior de Batista. También ofreció nuevas esperanzas a los izquierdistas cubanos y ayudó a Castro a involucrar a nuevos guerreros. Mientras creaba su ejército revolucionario, Castro pasó a la guerra de guerrillas habitual, que dependía del mantenimiento de la población del país para su supervivencia, protección e inteligencia.
La revolución alcanzó una nueva esperanza en 1958 cuando la administración de los Estados Unidos impuso una restricción a las entregas de armas a los poderes de Batista y los obispos católicos publicaron una carta pastoral llamando a una “administración de unidad nacional”. Sin embargo, cuando no se presentó una huelga general concertada, Castro modificó su táctica a la de la lucha guerrillera convencional.
Batista llamó a votación para noviembre de 1958 en el último intento de conciliar a sus adversarios. Los votantes desistieron y el mantenimiento estadounidense disminuyó. Después de su enamoramiento, Batista no planeaba salir perdiendo. El último día de diciembre de 1958, Batista asignó descendencia y se exilió a la República Dominicana. El movimiento acuñó a los rebeldes por revelación, pero el 1 de enero de 1959, por orden de Castro, Guevara y Camilo Cienfuegos entraron y llevaron a los insurgentes a La Habana. Castro no entró en La Habana hasta el 7 de enero, después de haberse convertido en un ídolo revolucionario para gran parte del mundo.
PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 1, 2023
1967: CHE GUEVARA ES ABATIDO EN BOLIVIA
Una fuerza guerrillera boliviana dirigida por el revolucionario marxista Che Guevara es derrotado en una escaramuza con un destacamento especial del ejército boliviano. Guevara fue herido, capturado y ejecutado al día siguiente. Nacido en Argentina, Guevara creía que un hombre de acción podría revolucionar a un pueblo. Jugó un papel fundamental en la Revolución Cubana de 1956-59 y alentó a Fidel Castro a seguir su agenda comunista y antiamericana.
Después de ocupar varios cargos en el gobierno de Castro, desapareció de Cuba en 1965. En secreto viajó al Congo, donde entrenó a rebeldes, y en 1966 resurgió en Bolivia como líder de otro grupo guerrillero. Luego de su muerte, Guevara ha sido idolatrado como un héroe de la revolución izquierdista del Tercer Mundo. Desde su primer encuentro con Fidel Castro en México en 1955 hasta su muerte en los Andes bolivianos e 8 de octubre de 1967, la carrera revolucionaria de Ché Guevara abarcó poco más de una década ejecutando asesinatos y torturas. Sin embargo, el apuesto joven, con la mirada fija en el futuro, ha vivido por generaciones. En la imaginación de una parte de la población hoy, Ché sigue siendo un héroe mítico y romántico: un revolucionario intransigente, desinteresado, dedicado, incorruptible, listo para morir por sus creencias.
[ezcol_1half]Naturaleza determinada
Ernesto Guevara de la Serna creció en el refugio de la aristocracia provincial en Argentina. Su personalidad no fue forjada en un privilegio fácil, pero por la feroz batalla que libró contra el asma aguda. “Era un niño muy enfermo”, recordó su hermano más tarde, “pero su carácter y fuerza de voluntad le permitieron superarlo”. Guevara llegó a creer que toda la vida era un acto de voluntad. “Cualquier tarea, no importa cuán desalentadora pueda resolverse a fuerza de entusiasmo, fervor revolucionario y determinación inquebrantable”.
Viajero inquieto
En 1948 Guevara fue a Buenos Aires a estudiar medicina. Inquieto por naturaleza, dejó su tierra natal en 1952 en un viaje de ocho meses de descubrimiento y despertar. Mientras se dirigía hacia el norte a través de América del Sur, Guevara fue testigo de injusticias que lo llenaron de indignación. “Estaré con la gente”, escribió en el diario que llamó “viaje”. “Mojaré mis armas en sangre y, enloquecido de furia, cortaré las gargantas de mis enemigos derrotados. Ya puedo sentir mis fosas nasales dilatadas saboreando el olor acre de pólvora y sangre, de muerte para el enemigo”. Un año después, después de completar su título de médico, dejó Argentina para siempre.
Anti-estadounidense, pro-comunista
A los 26 años, Guevara llegó a México. Había pasado cinco semanas en Bolivia y nueve meses en Guatemala, donde fue testigo del derrocamiento del presidente reformista Jacobo Arbenz por un golpe militar respaldado por la CIA. El evento corrigió para siempre su odio hacia los Estados Unidos. Para entonces era un marxista convencido y un ferviente admirador de la Unión Soviética. Casado con una mujer guatemalteca, Hilda Galea, tenía la intención de nombrar a su primer hijo Vladimir.
Había decidido unirse a las filas del Partido Comunista, “en algún lugar del mundo”. Pero a pesar de sus elevados ideales, Ché era poco más que un vagabundo, un fotógrafo errante, un investigador médico mal pagado, un rebelde en busca de una causa.
Un camarada
Guevara descubrió esa causa a fines del verano de 1955, cuando fue presentado a un atrevido líder rebelde cubano exiliado comprometido a liberar a su país de un dictador. El rebelde se llamaba Fidel Castro y planeaba regresar a su Cuba natal y tomar las armas. “Para las pequeñas horas de esa noche me había convertido en uno de los futuros expedicionarios”, Ché más tarde registró. La pasión de Castro y las ideas de Guevara se encendieron. “Era como Lenin y Trotsky, como Hitler y Goebbels, como Mao Tse-Tung y Zhu De”, escribiría más tarde el periodista Georgie Anne Geyer.
Un sobreviviente
Ché se distinguió, superando a todos los cubanos mientras entrenaba en México, a pesar de sus ataques de asma.
Fue uno de los pocos sobrevivientes del desastroso aterrizaje en Granma de Castro, que el ejército cubano había visto.
Ché Guevara se dirigió a la remota Sierra Maestra, donde se unió a Castro y a otros diecisiete sobrevivientes de Granma, los hombres que formarían el liderazgo central de la Cuba revolucionaria.
Luchador de la selva
Ché luchó valientemente en las montañas. Se ganó la confianza de Castro y fue el primer rebelde en recibir el rango de comandante. Marchando hacia Santa Clara a fines de 1958, su columna descarriló un tren blindado lleno de tropas del dictador Fulgencio Batista y se apoderó de la ciudad. El triunfo de Guevara sería el golpe final en la campaña militar rebelde contra Batista.
Líder cubano
En enero de 1959, Guevara, junto con los hermanos Castro, fue reconocido como uno de los tres líderes más poderosos de la revolución cubana. Se convirtió en ciudadano cubano, se divorció de Hilda Galea, se casó con una bella mujer cubana, Aleida March, y comenzó una nueva familia.
Supervisó las cárceles
La primera asignación de Guevara fue supervisar las ejecuciones en una prisión infame, La Cabaña. Entre 1959 y 1963, aproximadamente 500 hombres fueron asesinados bajo su vigilancia. Muchas personas encarceladas en La Cabaña, incluido el activista de derechos humanos Armando Valladares, alegan que Guevara se interesó personalmente en el interrogatorio, la tortura y la ejecución de presos políticos.
Autor
Guevara registró los dos años que pasó derrocando el régimen de Fulgencio Batista en un relato detallado titulado Pasajes de la Guerra Revolucionaria, que salió en 1963. Cinco años después, se emitió una traducción al inglés, Reminiscencias de la Guerra Revolucionaria Cubana.
Popular pero ineficaz
Sin ninguna capacitación gerencial, Ché fue nombrado jefe del Banco Central de Cuba. Más tarde, se convirtió en Ministro de Industrias. Pidió la diversificación de la economía cubana y la eliminación de lo que llamó incentivos materiales. El trabajo voluntario y la dedicación de los trabajadores impulsarían el crecimiento económico. Todo lo que se necesitaba era voluntad. Ché dirigido por el ejemplo. Trabajó sin cesar en su trabajo en el ministerio, en la construcción e incluso cortando caña de azúcar. Su buena apariencia, humor mordaz y disposición para señalar las deficiencias de la revolución le valieron el afecto de muchos cubanos. Pero en 1963, como se canoció gracias a varios reportes económicos y por un informe clasificado de la CIA, “Guevara … había llevado … la economía a su punto más bajo desde que Castro llegó al poder“.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 8, 2019
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]
Crítico de los soviéticos
Guevara se desilusionó con la Unión Soviética, atacando a Moscú en todos los foros internacionales. Después de que el líder soviético Nikita Khrushchev retirara los misiles nucleares de Cuba durante la crisis de los misiles de 1962, Guevara cuestionó el compromiso de Moscú con el socialismo internacional. También criticó la insistencia soviética de que Cuba continúe especializándose en azúcar. “Los países socialistas son, en cierto modo, cómplices de la explotación imperialista”, dijo en una reunión de revolucionarios del Tercer Mundo en Argel.
Era de la revolución mundial
La reputación de Ché fuera de Cuba, entre los intelectuales de izquierda y la juventud radical que se llamaba a sí misma “la nueva izquierda”, creció a pasos agigantados. Era una era de revolución mundial, y Fidel Castro había declarado que estaba dispuesto a apoyar a los revolucionarios “en cualquier rincón del mundo”. Ché fue el defensor más visible de este compromiso. A principios de 1965 desapareció misteriosamente de la vista. Durante seis meses, Fidel guardó silencio. Luego, en octubre de 1965, reveló el contenido de una carta que había mantenido en secreto. En una emotiva despedida, Ché renunció a todos sus cargos oficiales, renunció a su ciudadanía cubana y abandonó Cuba “para luchar contra el imperialismo … en nuevos campos de batalla”. Ché escribió: “He cumplido la parte de mi deber que me unía a la revolución cubana … y les digo adiós, a los camaradas, a su pueblo, que ahora son míos”.
Agitador internacional
El paradero de Ché se convirtió en un juego de adivinanzas internacional: el London Times lo reportó en Addis Abeba y Dar es Salaam; testigos presenciales lo vieron en Vietnam. Otros anunciaron su muerte. Pero Ché estaba en lo profundo del Congo africano, librando una guerra que no supo luchar y apenas escapando con su vida. Humillado, regresó en secreto a Cuba. Sin embargo, pronto, Ché decidió regresar a su Argentina natal para provocar la revolución. Pero ni el Partido Comunista argentino ni Castro aprobaron su decisión. Fue Fidel quien sugirió que Ché fuera a Bolivia e intentara encender una revolución continental.
Leyenda y responsabilidad
A fines de la década de 1960, Cuba estaba cada vez más absorbida en la esfera soviética, y Ché se estaba convirtiendo en una responsabilidad. Incapaz de encender movimientos guerrilleros exitosos, ofendió a Moscú a cada paso. Después de seis meses de entrenamiento en las montañas de Cuba, el ahora legendario rebelde ingresó a Bolivia disfrazado de hombre de negocios, decidido a “convertir los Andes bolivianos en otra Sierra Maestra”.
En Bolivia
El grupo guerrillero de Guevara, que sumaba unos 120 hombres, estaba bien equipado y obtuvo varios éxitos tempranos. Luego vino una serie de desastres. El gobierno de Estados Unidos localizó el grupo y envió agentes de la CIA a Bolivia. La población local dio la espalda a los rebeldes. El Partido Comunista de Bolivia, orientado a Moscú, incumplió el compromiso de ayudarlo. Por otra parte, Guevara estaba siendo cazado por un batallón de élite de los Rangers bolivianos entrenados en los Estados Unidos, expertos en la guerra de la selva. “Bolivia. Julio de 1967”, escribió Ché en su diario. “Los aspectos negativos prevalecen, incluida la falta de contacto con el exterior. Tenemos 22 hombres, tres de los cuales están discapacitados, incluido yo mismo”. Para septiembre, sufría de asma aguda, estaba debilitado por la disentería y rodeado por los Rangers bolivianos.
Aroma a traición
Pasaron los meses y Guevara no recibió noticias de La Habana. “Lo interesante de Ché en Bolivia fue que estaba en los altos Andes orientales, que son fácilmente accesibles para cualquiera que supiera dónde estaba. Fidel sabía dónde estaba”, concluyó la periodista Georgie Anne Geyer, que investigó la muerte de Ché. “Podría haber enviado a alguien desde Paraguay. Podría haber enviado a alguien desde La Paz, la capital. No hubo contacto. Ché se quedó vagando en esta selva salvaje y muy alta”. Aunque Castro negaría cualquier posibilidad de rescatar a Guevara, el biógrafo Jorge Castañeda concluyó con autoridad: “Fidel no envió a Ché a su muerte en Bolivia. Simplemente permitió que la historia siguiera su curso”.
Muerte de un terrorista
Los Rangers bolivianos capturaron a Ché Guevara el 8 de octubre de 1967, en un barranco llamado El Yuro. Al día siguiente fue ejecutado. Su cuerpo fue fotografiado en una losa de piedra en una pequeña cabaña para que todo el mundo lo vea. El 12 de octubre, un análisis del Departamento de Estado estadounidense sobre la muerte de Ché predijo: “Guevara será elogiado como el revolucionario modelo que enfrentó una muerte heroica”.
Icono
Una fotografía tomada por Alberto Korda en marzo de 1960 pronto se convirtió en una de las imágenes más reconocibles del siglo. El retrato del Che fue simplificado y reproducido en una gran variedad de productos, como camisetas, carteles y gorras de béisbol, y Guevara sigue siendo un ícono de la revolución mundial y representante universal de la mercadotecnia.
[/ezcol_1half_end]
Fuentes: Che Guevara: A Revolutionary Life de Jon Lee Anderson . Reminiscences of the Cuban Revolutionary War de Ernesto Che Guevara . Death of a Revolucionary de Richard Harris . Guerrilla Warfare de Ernesto Che Guevara .
Secuestrado
El 23 de febrero de 1958, el cinco veces campeón de Fórmula Uno, Juan Manuel Fangio, de Argentina, es secuestrado en Cuba por un grupo de rebeldes de Fidel Castro.
Fangio fue sacado de su hotel en La Habana el día antes del Gran Premio de Cuba, un evento destinado a mostrar la nación isleña. Fue liberado ileso varias horas después de la carrera. El secuestro estaba destinado a causar vergüenza internacional al presidente cubano, Fulgencio Batista, cuyo gobierno derrocaría Castro el 1 de enero de 1959.
Además del secuestro de Fangio, el Gran Premio de Cuba se vio empañado por la tragedia cuando un conductor cubano llamado Armando García Cifuentes perdió el control de su automóvil en una parte cubierta de aceite del circuito callejero y se lanzó contra una multitud de espectadores. Siete personas murieron y docenas más resultaron heridas. El choque dio lugar a una inmediata especulación de que los seguidores de Castro habían saboteado el curso cubriéndolo con aceite; sin embargo, luego se creyó que una línea de aceite rota en un automóvil conducido por el argentino Roberto Mieres era la causa de la mancha.
El incidente de secuestro ocurrió al final de la legendaria carrera de Juan Manuel Fangio. “Fangio, quien nació el 24 de junio de 1911 en Balcarce, Argentina, dejó la escuela a la edad de 11 años para trabajar como asistente de mecánico y desde joven corrió” autos en los caminos sin pavimentar de América del Sur ” Según su obituario de 1995 en The New York Times.
Después de que las carreras modernas de Fórmula Uno comenzaran en 1950, Fangio ganó su primer campeonato mundial en 1951. Repitió esta hazaña en 1954, 1955, 1956 y 1957. Fangio dejó las carreras en 1958, afirmando que los autos se habían vuelto demasiado rápidos y peligrosos. Según el Times: “Que sobreviviera para disfrutar de su riqueza a pesar de correr en una era sin cinturones de seguridad y uniformes ignífugos era un mérito de sus habilidades, de los autos que manejaba y sin mucha suerte”.
Fangio murió en Buenos Aires a la edad de 84 años el 17 de julio de 1995. Su récord de cinco títulos mundiales de Fórmula Uno se mantuvo hasta 2003, cuando Michael Schumacher de Alemania ganó su sexto campeonato mundial (Schumacher se retiró en 2006 con un total de siete títulos mundiales) .
PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 23, 2019
Todo sea por la Revolución
Por Fabian Kussman
En vísperas de la revolución de Fidel Castro en 1959, Cuba no era ni el jardín del Edén que más tarde sería relatado una y otra vez por las vagas y tendenciosas remembranzas de muchos exiliados cubanos, ni el peor círculo del infierno que muchos partidarios de la revolución dispersan. Cuba era -antes de los tiempos del dictador Castro- uno de los países más avanzados y exitosos de América. La Habana era una ciudad brillante, dinámica y llena de oportunidades. La economía del país se veía beneficiada por la venta de azúcar a los Estados Unidos en la primera mitad del siglo, la economía del país había crecido notablemente impulsada por la venta de azúcar a los Estados Unidos. Cuba ocupaba el quinto lugar en el hemisferio en ingresos per cápita, tercero en expectativa de vida, segundo en propiedad de teléfonos y automotores por ciudadano además de estar en la primera posición en cuanto al número de televisores por habitante. Con el 77%, la tasa de alfabetización fue la cuarta más alta en América Latina. Cuba ocupaba el 11º lugar en el mundo en número de médicos per cápita. Muchas clínicas privadas y hospitales proporcionaron servicios para los pobres. La distribución de los ingresos de Cuba se comparaba favorablemente con la de otras sociedades latinoamericanas. Una próspera clase media tenía la promesa de prosperidad y movilidad social.
En 1948, once años antes de la Revolución, se convirtió en una especie de Broadway internacional ofreciendo espectáculos teatrales de alta calidad. La explosión artística era llamativa y con expresiones políticas de todo tipo. Hacia mediado de la década del cincuenta, Cuba no era un territorio desarrollado y las riquezas no se distribuían necesariamente de manera equitativa -tampoco se han distribuido así durante el período marxista-leninista-, pero en 1958 sólo el 14% del capital total invertido en la isla era norteamericano. El 62% del principal soporte de la economía -la industria azucarera-, era propiedad de cubanos.
Un año antes de que Castro asaltara sus principales ciudades, Cuba tenía una población cercana a los seis millones cuatrocientos mil habitantes. En sus hospitales había treinta y cinco mil camas (una cama cada 190 habitantes, mientras en países con mejor desarrollo se encontraba una cama cada 200 habitantes) con un médico cada mil habitantes, solo superada por en América Latina por Uruguay (1 cada 860) y Argentina (1 cada 760). En ese mismo año, un empleado industrial ganaba aproximadamente seis dólares cada jornada de ocho horas. En Estados Unidos ese mismo salario se retribuía con 16 billetes. En Noruega (Posicionada en el sexto lugar en este rubro) otorgaba seis dólares con diez centavos a sus trabajadores. Ese año, unas novecientas escuelas del gobierno impartían clases a unos cien mil estudiantes. Tres universidades subvencionadas por el estado y otras tres privadas prestaban servicios educativos a más de veinte mil alumnos. La tasa de analfabetismo rondaba el 18%.
Para los extranjeros en general y los estadounidenses en particular, Cuba era sinónimo de juegos de azar y juegos de azar se refería a la vida glamorosa en los casinos. Estos se empezaron a desarrollar en la Isla en los 1920 con el crecimiento del turismo. Después de varios altibajos en las siguientes tres décadas, despegaron a mediados de los cincuenta, cuando Batista y sus socios, junto a americanos de dudosa reputación, utilizaron los recursos de los bancos de desarrollo estatal y los fondos de pensiones sindicales para construir hoteles, con sus correspondientes casinos, como el hotel y casino Capri, como el Riviera, y el Havana Hilton.
Si bien el mundo de los casinos en Cuba recibió amplia cobertura en los medios de Estados Unidos, jamás fue un tema importante en los medios de la Isla ni en la conciencia de los cubanos. Aparte de los turistas estadounidenses, que eran los clientes principales de los casinos, solo un pequeño número de cubanos – blancos de clase alta y media alta – jugaban en esos lugares.
El atuendo requerido por los casinos, así como el mínimo de las apuestas, excluía a la mayoría de los cubanos, aunque es cierto que un número relativamente pequeño de trabajadores oriundos se ganaba la vida trabajando en esos centros, o en los hoteles y cabarets donde generalmente estaban situados.
Igualmente, exagerada era la importancia económica que EE.UU. atribuía a los casinos y al turismo de la Isla. En 1956, un buen año para el turismo, el ingreso de ese sector fue solamente de 30 millones de dólares, a duras penas el 10 por ciento del monto de los ingresos de la industria azucarera en el mismo año.
Un peso cubano era un dólar estadounidense. Seis dólares pagaban una noche en un albergue transitorio. Tres o cuatro dólares, amanecer con una dama de la noche. En ese entonces, había -solo en La Habana- unos 270 prostíbulos y unas doce mil mujeres que se ganaban la vida como trabajadoras sexuales, que entretenían turistas bajo ciertos ataques de la Iglesia. Pero los turistas no iban a misa mientras que las pecadoras si, y excluirlas del perdón disminuía el diezmo. De esta manera, tanto la curia como la policía apalabrada por los primeros desviaban la mirada a esta profesión ilegal. El dramaturgo Arthur Miller, basado en lo que le habían contado gente que había trabajado en la industria cinematográfica en la Isla, en un artículo escrito en el año 2004 para el semanario The Nation, describió a la sociedad bajo el Gobierno de Batista, como “irremediablemente corrupta, un lugar predilecto de la mafia, y un prostíbulo para los estadounidenses y otros extranjeros.” Quién se basó en una visita a la isla en 1969 para esgrimir su opinión fue Susan Sontag, en un artículo de la revista Ramparts, describió a Cuba como “un país conocido principalmente por el baile, la música, las prostitutas, los tabacos, los abortos, los centros turísticos, y las películas pornográficas.” ¿Algo había cambiado con la Revolución?
En las primeras décadas revolucionarias bajo el mandato de Fidel Castro, los soviéticos reemplazaron a Estados Unidos en su influencia económica en la isla. Amparada en la retórica de la “solidaridad socialista”, Rusia ofreció millonarios subsidios a la débil economía cubana, manteniéndola a flote en medio de su evidente estancamiento. El grado de dependencia que llegó a desarrollar de sus patrocinadores soviéticos fue evidente después de 1989, cuando al desplomarse el comunismo ruso, terminó la ayuda del Kremlin a la isla y Cuba se vio inmersa en una catástrofe económica conocida con el engañosamente inocuo término de “Período Especial”. Una de las soluciones que se encontró para reemplazar la ayuda de los soviéticos, la de los dólares del turismo extranjero, también revivió fantasmas de humillación que se creían desterrados por el orgulloso gobierno revolucionario. Como contaban los visitantes a los nuevos y relucientes hoteles de Varadero que surgieron en la década de 1990, los cubanos que se veían en esos sitios eran sirvientes, no huéspedes. Algo similar a lo ocurrido en los casinos de la era de Batista. Siempre hay disconformes, con Batista o con Fidel, al igual que ocurre en casi todas las naciones en desarrollo, la llegada masiva a Cuba de turistas de países más prósperos puso en evidencia diferencias y jerarquías incómodas entre visitantes y locales. Además de estos hoteles, los turistas visitan la exótica Cuba para ver cómo se vive bajo el Comunismo, el museo de automóviles en funcionamiento y las jineteras baratas. El Comunismo se vive como se vive en todos lados. Los pobres son más pobres e iguales entre si debido a la hermandad que les brinda esa pobreza. Los automóviles de la época lujosa y corrupta de Batista son los mismos -no réplicas- los mismos que recorren las calles de La Habana o los mismos que se atreven a la ruta entre Mariel y Bauta, más desvencijados, más vencidos. Las damas de compañía cobran los mismos tres o cuatro dólares como hace setenta años. O un kilo de azúcar o arroz, todo sea por la Revolución.