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Por Candace herrera.

Uno de los más grandes comandantes militares de todos los tiempos, Federico el Grande de Prusia, fue en su día un joven sensible, sin demasiado interés en asuntos militares…

Federico soñaba con huir a Inglaterra con su tutor y amante, Hans von Katte. Pero su padre, el rey Federico Guillermo, los atrapó.

Federico Guillermo, furioso, acusó a Von Katte de alta traición. Lo mandó ejecutar y lo retuvo ante una ventana, obligándolo a ver morir a su amante.

Federico se desmayó ante la horrible visión. Estuvo deprimido, destrozado y miserable durante tres días y tres noches, tras lo cual se recompuso y se propuso convertirse en un excelente militar y general. Adoptó hábitos espartanos, se obligó a soportar penurias físicas y se convirtió, a fuerza de voluntad, en un formidable comandante militar.

Donde el padre de Federico temía que su hijo fuera débil de voluntad, inútil en el campo de batalla y carente de valentía personal, le demostró que estaba equivocado no solo al volverse capaz, sino incluso al superar por diez el éxito, la valentía y las victorias de su padre. Su reinado fue más largo, su impacto mayor y sus victorias mucho más numerosas. Al final, quizás a través del trauma y el dolor, Federico se convirtió en un hombre de voluntad férrea, que moldeó la historia de Prusia y de toda Alemania según su visión…

Supongo que algunas personas “nacen para la grandeza”. Ciertamente, algunos talentos deben ser innatos, y la capacidad de aprender y dominar nuevas habilidades rápidamente y perfeccionarlas no está presente en todos nosotros. Pero que desarrollemos o no el impulso para alcanzar nuestro máximo potencial a menudo no lo determina el destino, sino las circunstancias: Federico el Grande podría haberse fugado para ser un dandi en Inglaterra, pero en cambio se vio obligado a ver cómo decapitaban a su amante y juró ser el mayor general y rey ​​de su época solo para fastidiar a su bárbaro padre.

 


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Julio 2, 2025