UNA TEOLOGÍA PARA LA CIENCIA DE DIOS, BASADA EN EL TEXTO Y EN EL INTELECTO DIVINO

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  por Gonzalo Sánchez.

Pastor Misionero

IEBA

 

 Dios como Fundamento y Autor de las Leyes Naturales

La ciencia moderna surge de la profunda convicción teológica de que Dios, en su soberanía, estableció leyes inmutables que rigen el universo.

La naturaleza no es autónoma ni caótica, sino que refleja el orden divino; Dios, como creador, es el autor de las leyes matemáticas que describen el movimiento y las propiedades de la materia, haciendo que la naturaleza sea un “libro” escrito en el lenguaje de las matemáticas, accesible a la razón humana para descubrir su diseño divino.

 La Naturaleza como Manifestación del Orden Divino

La concepción teológica de que Dios es un matemático y ordena toda cosa implica que cada fenómeno natural tiene un propósito y una estructura que reflejan la mente divina. La naturaleza funciona como una máquina perfecta, diseñada por Dios, en la cual cada parte cumple su función en armonía con el plan divino, eliminando la idea de virtudes inherentes o impulsos internos en los objetos, y postulando procesos mecánicos controlados por la voluntad divina.

 Leyes Eternas e Inmutables y la Inmutabilidad de Dios

La ciencia se apoya en la creencia de que las leyes naturales son eternas e inmutables porque Dios es inmutable. La constancia de los resultados experimentales se explica por la permanencia del carácter divino que las sustenta. La ciencia, por tanto, no solo descubre leyes, sino que también revela la coherente sabiduría de Dios en la creación.

 Las Matemáticas como Lenguaje de Dios y la Verdad de la Ciencia

Las matemáticas no son meras construcciones humanas, sino el lenguaje en el que Dios escribió el universo. La correspondencia entre las relaciones matemáticas y los fenómenos naturales refleja la racionalidad divina. La evidencia de que las relaciones matemáticas describen con precisión el cosmos apunta a que estas leyes son la expresión del pensamiento divino, y que, por tanto, la ciencia es una forma de conocer y honrar la mente de Dios.

La Materia como Máquina Creada por Dios

La teoría de la materia atómica y la concepción de la naturaleza como máquina surgieron de la visión teológica de que la materia y sus movimientos son gobernados por leyes divinas. La explicación de procesos naturales en términos de partículas y colisiones refleja la creencia en un orden divino que regula toda la existencia física, eliminando causas finales y promoviendo causas externas impuestas por la voluntad de Dios.

 La Ciencia como Acto de Reconocimiento del Orden Divino

El avance científico no solo es una búsqueda de conocimiento, sino un acto de fe en la sabiduría y soberanía de Dios. La investigación y descubrimiento revelan el propósito divino en la creación, motivando una actitud de reverencia y gratitud hacia Dios, quien ha dispuesto todo en un orden racional y matemático.

 La Interdependencia entre Teología y Ciencia

La revolución científica se sustentó en la teología que afirmaba que el universo es un reflejo del carácter divino, y que su estudio es una manera de entender mejor a Dios; La ciencia, por su parte, confirma y profundiza la comprensión de la soberanía divina, mostrando que el conocimiento del cosmos es también un camino para alabar y honrar a Dios.

Énfasis teológico

La teología, en su visión de un Dios matemático, ordenado y soberano, no solo proporciona las bases filosóficas para la ciencia moderna, sino que también encarna una cosmovisión en la que la búsqueda de conocimiento es una expresión de fe en un Dios que gobierna y revela su sabiduría a través del orden natural.

 La ciencia y la fe, lejos de estar en conflicto, en esta perspectiva, son caminos complementarios para conocer la grandeza de Dios y la belleza de su creación.

Una Teología basada en la Física de Dios

 Diálogo entre Ciencia y Fe

 La relación entre Dios y la física ha sido un campo de reflexión profunda, donde la ciencia y la teología dialogan para entender la realidad última del cosmos.

 La física, con sus revoluciones conceptuales, nos invita a replantear nuestras ideas sobre Dios, la creación, y el sentido del universo; desde la mecánica clásica hasta la física cuántica y la cosmología moderna, cada avance científico abre nuevas ventanas para comprender la presencia divina en el mundo.

 La física clásica, con Newton y la ley de la inercia, nos muestra un universo ordenado y regido por leyes precisas, lo cual puede interpretarse como un reflejo del logos divino.

 La imagen de un Dios relojero que diseña un mecanismo en funcionamiento sugiere una creación intencional y racional; sin embargo, las revoluciones en física, como la relatividad y la mecánica cuántica, revelan que el orden no es absoluto ni determinista, sino dinámico y en constante cambio.

 La transformación en la comprensión de la materia, desde un materialismo mecánico hasta su carácter cuántico y ondulatorio, invita a una visión más sutil de lo divino.

 La materia, impregnada de historia y energía, refleja una creación en proceso, donde la presencia de Dios puede entenderse en la complejidad, la sutileza y la interconexión de las estructuras del universo.

 La óptica y el descubrimiento de que la luz blanca es una mezcla de colores, y posteriormente, la comprensión de la luz como onda electromagnética, ofrecen metáforas poderosas para la teología; la luz, símbolo de Dios, no es solo una entidad pura e intangible, sino también una realidad plural, diversa y en expansión, que revela la belleza y la diversidad de la creación.

 La cosmología moderna demuestra que el universo está en expansión, desafiando las ideas de un cosmos estático y eterno; la noción de un universo en cambio, con un principio en el tiempo, puede relacionarse con una visión teológica de un Dios creador que actúa en el tiempo, permitiendo la historia y la libertad humana. La evidencia de un universo finito y en desarrollo también plantea preguntas sobre el fin último y la finalidad de la creación.

La física cuántica introduce el indeterminismo y el papel del observador en la realidad; La superposición de estados y el colapso de la función de onda sugieren que la creación es un proceso dinámico donde el azar y la posibilidad coexisten con la acción divina; Esto puede interpretarse como una apertura a la libertad y a la acción de Dios en la contingencia del mundo, donde la presencia divina se manifiesta en la indeterminación y en la posibilidad de múltiples futuros.

 El efecto mariposa y la teoría del caos muestran que pequeñas perturbaciones pueden tener grandes consecuencias. Desde una perspectiva teológica, esto puede reflejar la delicada relación entre la libertad humana, la contingencia del mundo y la acción divina. La presencia de Dios en el caos no es una imposición, sino una presencia que sostiene y respeta la autonomía del cosmos.

 La física moderna revela que todo está interconectado a través de redes complejas y energías invisibles; esta visión puede fortalecer la idea de una creación en la que Dios no está ausente, sino presente en la trama de relaciones y en la estructura misma del universo, en línea con la teología del logos y la presencia inmanente de Dios en la creación.

 La física de Dios no consiste en una descripción literal de Dios, sino en una teología que dialoga con los descubrimientos científicos para profundizar en la comprensión del misterio divino.

La ciencia y la fe no son opuestas, sino complementarias; la ciencia revela los aspectos mensurables y estructurales del cosmos, mientras que la teología interpreta estos signos en la búsqueda de sentido, finalidad y presencia divina.

Este enfoque invita a una teología que sea capaz de integrar los avances científicos, reconociendo que cada revolución en la física abre nuevas preguntas y nuevas formas de entender la relación entre Dios y el mundo.

 La física de Dios, por tanto, es una invitación a contemplar la maravilla del cosmos como una expresión de la creatividad y la sabiduría divina, en un universo en movimiento, en transformación y en un misterio que el hombre de la mano del Creador trata de comprender.

Dedico el presente artículo, con afecto a los jóvenes y a todos los Hermanos congregados en la Iglesia Evangélica de Buenos Aires, IEBA

 

Baruj hashem Adonai                                                                                                 

Campo de Mayo,  Argentina

 


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Mayo 5, 2025


 

El Papa progre

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  Por Olivia Davis.

El Papa lo hace de maneras bastante inútiles. Escribe encíclicas sobre el cambio climático o a favor de la intervención en los mercados, que son temas que no conciernen a la fe y, francamente, son el uso menos apropiado del cargo papal. 

No es un científico ni un economista; está haciendo lo mismo que cualquier celebridad superficial que se cree una mezcla de Gandhi y Newton porque es famosa. En ese sentido, Francisco ha hecho el uso incorrecto más descarado del cargo papal en mucho tiempo, actuando como si fuera George Clooney o Lady Gaga, utilizando su influencia para propagar creencias políticas. Cree que es simplemente otro político.

También porque no logrará nada… a pesar de lo que se dicen a sí mismos los protestantes anticatólicos, los católicos no moldean sus creencias basándose en las del Papa. Especialmente cualquier creencia que no sea remotamente religiosa.

Que Francisco dijera que el socialismo es genial no convirtió a ningún católico en socialista, simplemente quemó un poco más su imagen como Papa.

En cambio, creo –aunque los católicos no europeos podrían estar en desacuerdo– que, dado que tiene un claro impulso reformista, Francisco debería haber mantenido limpia su imagen y haberla dedicado a la fe, a impulsar reformas en materia de Fe.

Como sentar las bases para el matrimonio homosexual, o tomar medidas enérgicas contra el abuso infantil dentro de la Iglesia, o liberalizar el uso de la propiedad de la Iglesia para actividades culturales con los jóvenes.

Asuntos de la Iglesia, que él gobierna, asuntos relacionados con su formulación de políticas. En lugar de escribir sobre el cambio climático, del que, sinceramente, no sabe prácticamente nada y no convencerá a nadie de nada.

 


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Enero 5, 2025


 

Apocalipsis newtoniano

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  Por Jason Riccardo.

Los humanos siempre nos hemos preocupado por el fin del mundo, pero Isaac Newton no era el tipo de hombre que aceptaba un susto apocalíptico al pie de la letra. No, cuando los alarmistas del siglo XVIII hicieron predicciones bíblicas sobre el fin de los tiempos, él se puso a leer los libros y verificó un poco los hechos.

Newton no se quedó atrás en lo que respecta a la teología. Así como su naturaleza obsesiva y resolutiva lo llevó a explorar los misterios de la alquimia, también se aventuró en los enigmas de las visiones bíblicas, como las descritas en el críptico Libro de Daniel.

Newton creía de todo corazón que la Biblia contenía una sabiduría antigua e irrefutable, si tan solo los hombres eruditos pudieran descifrar sus códigos. Aun así, documentos de 300 años de antigüedad indican que su principal motivación al estudiar el Libro de Daniel era silenciar a los que infundían miedo.

¿Su fecha proyectada para el fin del mundo? El año 2060, posiblemente más tarde, pero no antes. En otras palabras: “Sigan adelante, amigos, no hay nada que ver aquí“.

O al menos eso es lo que les dijo a sus compañeros habitantes del siglo XVIII. Usted, por otro lado, podría pensar de manera diferente al respecto.

¿Quién fue Sir Isaac Newton?
Newton, astrónomo, físico y matemático inglés, cambió por sí solo la forma en que entendemos y miramos el universo. Descubrió las leyes de la gravedad y el movimiento e inventó el cálculo infinitesimal.
¿Por qué es famoso Sir Isaac Newton?
Sir Isaac Newton fue el principal matemático de la Europa del siglo XVII. Además de descubrir las leyes de la gravedad mientras observaba la caída de una manzana, Newton inventó el cálculo, que allanó el camino para futuros desarrollos relacionados con el abordaje y la resolución de matemáticas complejas. Los descubrimientos de Newton incluyen las leyes del movimiento, que se convirtieron en la base de la física y mostraron cómo la luz se dispersa a través de un prisma de vidrio.
¿Qué descubrió Isaac Newton?
Sir Isaac Newton descubrió la gravedad.
¿En qué año descubrió Newton la gravedad?
Sir Isaac Newton documentó sus exhaustivas observaciones sobre la teoría de la gravedad en “Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica” (“Principios matemáticos de la filosofía natural”), publicado en 1687.
¿Cómo y cuándo murió Newton?
Falleció mientras dormía en Londres en marzo de 1727. Curiosamente, después de su muerte, se descubrió que el cabello de Newton contenía trazas de mercurio, lo que probablemente influyó en su muerte.

 


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Julio 8, 2024