La Isla del Diablo, parte de la infame colonia penal francesa en la Guayana Francesa, era famosa por sus brutales condiciones y altas tasas de mortalidad. Fundada en 1852, albergó a miles de convictos, incluyendo presos políticos como Alfred Dreyfus. Si bien su función principal era el castigo, el gobierno francés intentó un experimento social radical: animar a los reclusos a formar familias con prostitutas enviadas a la colonia. Esta iniciativa, destinada a fomentar la estabilidad y reducir los intentos de fuga, finalmente fracasó debido a la dura realidad y las fallas sistémicas.
La colonia penal y sus reclusos El sistema penal francés transportaba a los criminales a la Isla del Diablo y las islas circundantes, donde soportaban un aislamiento extremo, enfermedades y trabajos forzados. La colonia fue diseñada para ser ineludible, rodeada de aguas traicioneras y una densa jungla. Los reclusos eran sometidos a desnutrición, enfermedades tropicales y tratos violentos, lo que en su peor momento condujo a una alarmante tasa de mortalidad del 75%.
La mayoría de los reclusos eran pequeños delincuentes o disidentes políticos, condenados a trabajos forzados. Al cumplir sus condenas, no se les permitía regresar a Francia; en cambio, se les obligaba a permanecer en la Guayana Francesa, en la práctica exiliados de por vida. Esta política creó una población de exconvictos sin posibilidad de reintegrarse a la sociedad.
El experimento social: Prostitutas y formación familiar En un intento por civilizar la colonia penal y proporcionar una apariencia de normalidad, las autoridades francesas idearon un plan: enviar prostitutas a la Isla del Diablo para animar a los reclusos a formar familias. La idea era que las relaciones estables reducirían la violencia, mejorarían la moral y desalentarían los intentos de fuga.
Sin embargo, el experimento presentaba graves deficiencias. Las mujeres enviadas a la colonia a menudo participaban involuntariamente, obligadas a aceptar el acuerdo bajo falsas promesas o coacción. Muchas sufrieron abusos a manos de las reclusas, quienes estaban desesperadas y psicológicamente destrozadas por años de encarcelamiento. La falta de recursos, atención médica e infraestructura básica imposibilitaba la vida familiar.
¿Por qué fracasó el experimento? Varios factores contribuyeron al fracaso de esta iniciativa:
Condiciones de vida difíciles: La colonia carecía de alojamiento, alimentación y atención médica adecuados. Las familias no podían prosperar en un entorno donde la supervivencia era una lucha diaria.
Falta de una auténtica estructura social: La colonia penal fue diseñada para el castigo, no para la rehabilitación. Las autoridades no proporcionaban educación, oportunidades de empleo ni apoyo social a las familias.
Abuso y explotación: Las mujeres enviadas a la Isla del Diablo a menudo eran tratadas como propiedad en lugar de como compañeras. Muchas sufrieron violencia y explotación, lo que hacía irrealizable la idea de formar familias estables.
Aislamiento continuo: Incluso si se formaban familias, permanecían atrapadas en un entorno hostil sin perspectivas de futuro. La política de exilio forzoso impedía que las exreclusas y sus familias pudieran reintegrarse a la sociedad francesa.
El legado de la Isla del Diablo A principios del siglo XX, el fracaso del experimento era innegable. La colonia penal continuó funcionando hasta 1953, cuando finalmente fue clausurada. Hoy, la Isla del Diablo se alza como un sombrío recordatorio del fracaso de las políticas penales y los peligros de la ingeniería social forzada.
El intento de crear familias dentro de un sistema penitenciario brutal estaba condenado al fracaso desde el principio. En lugar de fomentar la estabilidad, exacerbó el sufrimiento y reforzó la reputación de la colonia como una de las instituciones penales más inhumanas de la historia. El legado de la Isla del Diablo sirve como advertencia sobre los límites de los experimentos sociales en entornos diseñados para el castigo en lugar de la rehabilitación.
En medio de la jungla de la Guayana Francesa, un territorio ubicado en Sudamérica y a más de 7.000 kilómetros de París, el gobierno de Emmanuel Macron quiere construir una prisión de alta seguridad, como parte de su estrategia para combatir el narcotráfico en la región.
El ministro de Justicia, Gerald Darmanin, explicó que la cárcel tendrá capacidad para 500 internos, con un ala especial para unos 60 narcotraficantes considerados de alto riesgo y otra para una quincena de presos islamistas.
“He decidido implantar en Guayana la tercera prisión de alta seguridad de Francia. Sesenta plazas, un régimen carcelario extremadamente estricto y un objetivo: neutralizar a los perfiles más peligrosos del narcotráfico”, declaró Darmanin, que visitó la Guayana Francesa el pasado fin de semana.
La prisión se ubicará en Saint-Laurent-du-Maroni, un enclave estratégico situado en plena selva, a orillas del río Maroni (frontera natural con Surinam), y a 300 kilómetros de la capital, Cayena. La zona es tan remota que algunas comunidades cercanas solo son accesibles en piragua o por vía aérea.
La elección del lugar no es casual. Entre 1850 y 1938, Saint-Laurent-du-Maroni fue el principal puerto de entrada del sistema penitenciario colonial francés. Allí desembarcaron miles de presos enviados desde la metrópoli para cumplir condenas en condiciones extremas y a menudo sin retorno.
Por ahora, no se ha levantado ni una sola estructura. Sin embargo, todo está ya decidido para iniciar la obra valorada en 400 millones de euros y su inauguración prevista para 2028.
“Mi estrategia es simple: golpear la criminalidad organizada en todos los niveles. Aquí, en el inicio del camino de la droga. En la metrópoli, neutralizando a los cabecillas de redes. Y hasta los consumidores. Esta prisión será un cerrojo en la guerra contra el narcotráfico”, comentó el ministro.
Macron
El centro penitenciario actual de Rémire-Montjoly está colapsado. Diseñado para 500 internos, alberga casi el doble. Las celdas para dos presos alojan hasta a cuatro, el personal está agotado y la violencia se ha vuelto endémica.
En ese contexto, la nueva prisión se presenta como una solución “urgente y estratégica”. Estará equipada con tecnologías de vigilancia avanzada, controles estrictos, régimen de aislamiento total para los internos más peligrosos y un sistema diseñado para resistir fugas y tráfico de información.
La Guayana Francesa es un punto clave en las rutas del narcotráfico que conectan Sudamérica con Europa, y Saint-Laurent-du-Maroni se ha convertido en un cruce estratégico para las ‘mulas’ que llegan de Brasil.
Según el diario conservador, se calcula que uno de cada tres pasajeros de los vuelos con destino a París transporta cocaína. Cada semana, varios pasan inadvertidos, pero otros sí son detenidos y acaban en un sistema judicial al borde del colapso.
Además, la región sufre los efectos del abandono institucional: violencia estructural, tráfico humano, minería ilegal y blanqueo de dinero, entre otros problemas.
“No es solo una cuestión de justicia, también es una cuestión de soberanía”, afirmó Darmanin.
El anuncio del ministro, que de algún modo recuerda al modelo impulsado por el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, quien construyó una megacárcel para encerrar a miles de pandilleros, ha provocado críticas en Guayana Francesa.
Henri Charriere, “Papillon”
Jean-Paul Fereira, presidente interino de la Colectividad Territorial de la Guayana Francesa —una asamblea con 51 legisladores que supervisa los asuntos del gobierno local— expresó su malestar. “Con asombro e indignación, los miembros electos de la Colectividad descubrieron, junto con toda la población de Guayana, la información detallada en Le Journal du Dimanche”, criticó en un comunicado difundido en redes sociales.
Y continuó: “Si bien todos los cargos electos locales llevan mucho tiempo pidiendo medidas enérgicas para frenar el aumento del crimen organizado en nuestro territorio, Guayana no está destinada a acoger a delincuentes y personas radicalizadas”.
Por su parte, Jean-Victor Castor, diputado de la Guayana Francesa, también condenó el plan: “Es un insulto a nuestra historia, una provocación política y una regresión colonial”, afirmó.
No sería la primera experiencia en Francia con estos métodos inquietantes.Papillon, Henri Charrière, fue enviado a la colonia penal francesa en la Guayana Francesa, concretamente a Saint Laurent du Maroni y la Isla del Diablo.Este infame sistema penitenciario, conocido como Bagne de Cayenne, funcionó de 1852 a 1953 y fue famoso por sus duras condiciones, trato brutal, nulo sistema sanitario y altas tasas de mortalidad.
El fallido experimento social de la Isla del Diablo
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La Isla del Diablo, parte de la infame colonia penal francesa en la Guayana Francesa, era famosa por sus brutales condiciones y altas tasas de mortalidad. Fundada en 1852, albergó a miles de convictos, incluyendo presos políticos como Alfred Dreyfus. Si bien su función principal era el castigo, el gobierno francés intentó un experimento social radical: animar a los reclusos a formar familias con prostitutas enviadas a la colonia. Esta iniciativa, destinada a fomentar la estabilidad y reducir los intentos de fuga, finalmente fracasó debido a la dura realidad y las fallas sistémicas.
La colonia penal y sus reclusos
El sistema penal francés transportaba a los criminales a la Isla del Diablo y las islas circundantes, donde soportaban un aislamiento extremo, enfermedades y trabajos forzados. La colonia fue diseñada para ser ineludible, rodeada de aguas traicioneras y una densa jungla. Los reclusos eran sometidos a desnutrición, enfermedades tropicales y tratos violentos, lo que en su peor momento condujo a una alarmante tasa de mortalidad del 75%.
La mayoría de los reclusos eran pequeños delincuentes o disidentes políticos, condenados a trabajos forzados. Al cumplir sus condenas, no se les permitía regresar a Francia; en cambio, se les obligaba a permanecer en la Guayana Francesa, en la práctica exiliados de por vida. Esta política creó una población de exconvictos sin posibilidad de reintegrarse a la sociedad.
El experimento social: Prostitutas y formación familiar
En un intento por civilizar la colonia penal y proporcionar una apariencia de normalidad, las autoridades francesas idearon un plan: enviar prostitutas a la Isla del Diablo para animar a los reclusos a formar familias. La idea era que las relaciones estables reducirían la violencia, mejorarían la moral y desalentarían los intentos de fuga.
¿Por qué fracasó el experimento?
Varios factores contribuyeron al fracaso de esta iniciativa:
Condiciones de vida difíciles: La colonia carecía de alojamiento, alimentación y atención médica adecuados. Las familias no podían prosperar en un entorno donde la supervivencia era una lucha diaria.
Falta de una auténtica estructura social: La colonia penal fue diseñada para el castigo, no para la rehabilitación. Las autoridades no proporcionaban educación, oportunidades de empleo ni apoyo social a las familias.
Abuso y explotación: Las mujeres enviadas a la Isla del Diablo a menudo eran tratadas como propiedad en lugar de como compañeras. Muchas sufrieron violencia y explotación, lo que hacía irrealizable la idea de formar familias estables.
Aislamiento continuo: Incluso si se formaban familias, permanecían atrapadas en un entorno hostil sin perspectivas de futuro. La política de exilio forzoso impedía que las exreclusas y sus familias pudieran reintegrarse a la sociedad francesa.
El legado de la Isla del Diablo
A principios del siglo XX, el fracaso del experimento era innegable. La colonia penal continuó funcionando hasta 1953, cuando finalmente fue clausurada. Hoy, la Isla del Diablo se alza como un sombrío recordatorio del fracaso de las políticas penales y los peligros de la ingeniería social forzada.
El intento de crear familias dentro de un sistema penitenciario brutal estaba condenado al fracaso desde el principio. En lugar de fomentar la estabilidad, exacerbó el sufrimiento y reforzó la reputación de la colonia como una de las instituciones penales más inhumanas de la historia. El legado de la Isla del Diablo sirve como advertencia sobre los límites de los experimentos sociales en entornos diseñados para el castigo en lugar de la rehabilitación.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 17, 2025
Francia y la Isla del Diablo II
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El ministro de Justicia, Gerald Darmanin, explicó que la cárcel tendrá capacidad para 500 internos, con un ala especial para unos 60 narcotraficantes considerados de alto riesgo y otra para una quincena de presos islamistas.
La prisión se ubicará en Saint-Laurent-du-Maroni, un enclave estratégico situado en plena selva, a orillas del río Maroni (frontera natural con Surinam), y a 300 kilómetros de la capital, Cayena. La zona es tan remota que algunas comunidades cercanas solo son accesibles en piragua o por vía aérea.
La elección del lugar no es casual. Entre 1850 y 1938, Saint-Laurent-du-Maroni fue el principal puerto de entrada del sistema penitenciario colonial francés. Allí desembarcaron miles de presos enviados desde la metrópoli para cumplir condenas en condiciones extremas y a menudo sin retorno.
Por ahora, no se ha levantado ni una sola estructura. Sin embargo, todo está ya decidido para iniciar la obra valorada en 400 millones de euros y su inauguración prevista para 2028.
“Mi estrategia es simple: golpear la criminalidad organizada en todos los niveles. Aquí, en el inicio del camino de la droga. En la metrópoli, neutralizando a los cabecillas de redes. Y hasta los consumidores. Esta prisión será un cerrojo en la guerra contra el narcotráfico”, comentó el ministro.
El centro penitenciario actual de Rémire-Montjoly está colapsado. Diseñado para 500 internos, alberga casi el doble. Las celdas para dos presos alojan hasta a cuatro, el personal está agotado y la violencia se ha vuelto endémica.
En ese contexto, la nueva prisión se presenta como una solución “urgente y estratégica”. Estará equipada con tecnologías de vigilancia avanzada, controles estrictos, régimen de aislamiento total para los internos más peligrosos y un sistema diseñado para resistir fugas y tráfico de información.
La Guayana Francesa es un punto clave en las rutas del narcotráfico que conectan Sudamérica con Europa, y Saint-Laurent-du-Maroni se ha convertido en un cruce estratégico para las ‘mulas’ que llegan de Brasil.
Según el diario conservador, se calcula que uno de cada tres pasajeros de los vuelos con destino a París transporta cocaína. Cada semana, varios pasan inadvertidos, pero otros sí son detenidos y acaban en un sistema judicial al borde del colapso.
Además, la región sufre los efectos del abandono institucional: violencia estructural, tráfico humano, minería ilegal y blanqueo de dinero, entre otros problemas.
“No es solo una cuestión de justicia, también es una cuestión de soberanía”, afirmó Darmanin.
El anuncio del ministro, que de algún modo recuerda al modelo impulsado por el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, quien construyó una megacárcel para encerrar a miles de pandilleros, ha provocado críticas en Guayana Francesa.
Jean-Paul Fereira, presidente interino de la Colectividad Territorial de la Guayana Francesa —una asamblea con 51 legisladores que supervisa los asuntos del gobierno local— expresó su malestar. “Con asombro e indignación, los miembros electos de la Colectividad descubrieron, junto con toda la población de Guayana, la información detallada en Le Journal du Dimanche”, criticó en un comunicado difundido en redes sociales.
Y continuó: “Si bien todos los cargos electos locales llevan mucho tiempo pidiendo medidas enérgicas para frenar el aumento del crimen organizado en nuestro territorio, Guayana no está destinada a acoger a delincuentes y personas radicalizadas”.
Por su parte, Jean-Victor Castor, diputado de la Guayana Francesa, también condenó el plan: “Es un insulto a nuestra historia, una provocación política y una regresión colonial”, afirmó.
No sería la primera experiencia en Francia con estos métodos inquietantes. Papillon, Henri Charrière, fue enviado a la colonia penal francesa en la Guayana Francesa, concretamente a Saint Laurent du Maroni y la Isla del Diablo. Este infame sistema penitenciario, conocido como Bagne de Cayenne, funcionó de 1852 a 1953 y fue famoso por sus duras condiciones, trato brutal, nulo sistema sanitario y altas tasas de mortalidad.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 21, 2025