Tito Livio. Historiador latino, instalado en Roma probablemente a partir del año 30 A.C., interesado por la retórica y diálogos morales, que después dejó de lado para consagrarse a la redacción de una gran historia de Roma, Ab urbe condita libri (más conocida como las Décadas), concebía la historia desde un punto de vista moral, la suya fue la aportación de un poeta que cantó con entusiasmo el esplendor del pueblo romano. Muy admirado por sus contemporáneos, sirvió de modelo a historiadores posteriores e influyó en los poetas épicos. Nos decía en épocas remotas que funciones del Estado son hacer la guerra, construir caminos y administrar justicia. Exacta concisión clásica. La dirección y el monopolio de la fuerza. Los caminos como síntesis de las obras públicas que exceden a las posibilidades de los particulares o que escapan a sus propósitos de lucro, y el fundamental cuidado de dar a cada uno lo suyo. Compendio de lo que el Estado es, de lo que el Estado debe ser para poder considerarse Estado y merecer respeto. De lo que el Estado debe cumplir para satisfacer a los ciudadanos que aspiran a vivir conforme al derecho, síntesis de un orden civilizado. Hoy todavía la justicia totalmente sospechada y en grave crisis aparece en serio peligro de escapar a las posibilidades del Estado. Se ha cometido hace ya mucho tiempo, el aterrante crimen – entre otros -, del que ha resultado víctima el señor José Luis Cabezas, fotógrafo de “Noticias”. El Estado se mostró y todavía demuestra lamentablemente que no somos capaces de impedir muchos hechos delictuosos mediante una buena vigilancia del orden público. El estado nos sigue informando que en el país están desapareciendo las mafias, lo que parece un chiste de pésimo gusto. Como he habrá sucedido a la viuda y los hijos de Cabezas y de muchos más creerán que es cierto que están desapareciendo las mafias en el país? Lo que ha pasado en su momento – no hace mucho tiempo- fue espantoso. Impone espanto pues demuestra que ciudadanos honestamente dedicados a un quehacer lícito, en nuestro país están expuestos a que tenebrosos y secretos poderes ajusten desconocidas cuentas en forma brutal. Lo que ha pasado ha sido un hito en nuestro país y no debemos olvidarnos del espanto. Los periodistas, por derecho propio, deben publicar, recordar y dar cuenta en el día del periodista de este horrendo suceso, compartiendo el dolor que los familiares de cabeza y de muchos otros colegas y amigos sufrieron. Y, además, advertir a los ciudadanos y compatriota, la necesidad imperiosa, urgente, indispensable – y hasta vital, según los hechos lo están demostrando – de componer el Estado, de organizarlo, de vigorizarlo, de dotarlo de medios para que sea eficaz, confiable. Tan confiable como Tito Livio lo suponía hace tantos siglos: capaz de administrar justicia, de dar a cada uno lo suyo; de darle seguridad al ciudadano pacífico y honesto para que ejerza las funciones de su oficio, y de castigar a los que delinquen con todo el rigor que las leyes les tuviesen previsto. Pero es indispensable. Indispensable e imperioso; que este caso, de Cabezas – el que nunca debe olvidarse –, no vuelva a repetirse.
EL CASO POLICIAL MÁS CARO DE LA HISTORIA ARGENTINA
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Sin lugar a dudas, el de Santiago Maldonado es el hecho policial más caro de la historia argentina. Difícil será saber, la cantidad de millones de dólares gastados hasta el momento y los que todavía se gastarán. Recordemos que solo los daños de la protesta en Plaza de Mayo, del día uno de septiembre pasado, ascendieron a 380.000 dólares. Muy lejos, hablando en dinero, en su momento había sido el caso Cabezas (José Luis) quien fuera asesinado en el año 1997. En esta oportunidad los malos manejos judiciales y políticos, se coronaron con la famosa frase pronunciada en el Senado el día 16 de agosto pasado por la Ministra Patricia Bullrich, ¡Me la banco yo! A partir de allí la politización fue “in crescendo” vertiginosamente y el gobierno debió destinar recursos al caso, como nunca en nuestra historia. Los mismos, por supuesto, fueron y son “bancados” de nuestros impuestos. La Ministra, si bien habrá tenido buena voluntad, más allá de graves errores cometidos por diferentes funcionarios y políticos, no captó que gobiernan un país donde priva la anarquía, la autoridad no es autoridad y lo anormal es normal.
De no ser así, no hubiéramos visto a una señora mapuche (Moira Millán) que junto con otros usurpan tierras, palpando de armas a la policía, cuando acompañara el 21 de septiembre pasado al Fiscal General de Esquel CARLOS DÍAZ MEYER. Este debía peritar los restos de la casa de Marcelo Calfupan, ilegalmente construida, incendiada el día anterior. En una muestra de debilidad extrema, Meyer había acordado que llegaría con dos policías desarmados. Recién entonces “las autoridades” judiciales y policiales, pudieron ingresar al lugar usurpado. Ahora, a pocas horas de una súper autopsia que se realizará a l850 kilómetros de su jurisdicción natural, Esquel, pienso y compadezco a todas las víctimas de homicidio y desaparición que habrá habido en el país, en estos 80 días del caso Maldonado. Estos hechos al no estar politizados, no tuvieron partidas especiales de dinero sin límite, ni privilegio alguno. Actuaron policías locales y cuando fueron necesarias autopsias las llevaron a cabo médicos que quizás ni son legistas. Una vez más, queda demostrado que en la vida y aún en la muerte, no todos somos iguales ante quienes administran la ley, en este territorio llamado Argentina.
Tito Livio dice que funciones del Estado son hacer la guerra, construir caminos y administrar justicia. Exacta concisión clásica. La dirección y el monopolio de la fuerza, los caminos como síntesis de las obras públicas que exceden a las posibilidades de los particulares o que escapan a sus propósitos de lucro, y el fundamental cuidado de dar a cada uno lo suyo. Compendio de lo que el estado es, de lo que el estado debe ser para poder considerarse estado y merecer respeto; de lo que el estado debe cumplir para satisfacer a los ciudadanos que aspiran a vivir conforme al derecho. Síntesis de un orden civilizado. Hoy la justicia aparece en grave peligro de escapar a las posibilidades del Estado. Se ha cometido hace ya tiempo, el aterrante crimen – entre otros -, del que ha resultado víctima el señor José Luis Cabezas, fotógrafo de “Noticias”, y el estado es su momento mostró que no sólo ha sido incapaz de impedir el hecho mediante una buena vigilancia del orden público, sino que evidenció ser incompetente para investigar a sus autores, pues pidió auxilios a otros Estados, extranacionales, para averiguar los hechos, para individualizar a los criminales; que vengan otros -ajenos a él, de otras órbitas estatales, a investigar qué es lo que aquí pasa.
El Estado -por medio de sus autoridades- ofreció un soborno a los posibles cómplices o encubridores del crimen; sus informes se galardonarán con dinero, mostrando que el estado -en vez de ejercer el poder de investigar para sancionar- recurrió a procedimientos propios de la corrupción, de los ámbitos turbios, de la delincuencia, negociando amnistías; toma y daca. Y por último, el Estado nos informó suelto de cuerpo que en el país no hay mafias, lo que nos pareció en su momento un chiste de pésimo gusto, pues ¿la viuda y los hijos de Cabezas creerán que es cierto que no hay mafias en el país? ¿Entonces no existió un crimen aleve y organizado con las características con que los mafiosos ponen su sello de terror? ¿O esa mafia no actuó en este país?Lo que ha pasado en su momento – no hace mucho tiempo- fue espantoso. Impone espanto pues demuestra que ciudadanos honestamente dedicados a un quehacer lícito, en nuestro país están expuestos a que tenebrosos y secretos poderes ajusten desconocidas cuentas en forma brutal. Lo que ha pasado ha sido un hito en nuestro país y no debemos olvidarnos del horror. Los periodistas, por derecho propio, deben publicar y dar cuenta periódicamente de este repugnante suceso, compartiendo el dolor que los familiares de cabeza y de muchos otros colegas y amigos que sufrieron. Es indispensable e imperioso; que este caso, como muchos otros nunca debe olvidarse–, para que no vuelva a repetirse. Feliz día a los periodistas
HECHOS TENEBROSOS QUE LOS CIUDADANOS Y ESPECIALMENTE LOS PERIODISTAS EN SU DÍA NO DEBEN OLVIDAR.
Tito Livio dice que funciones del Estado son hacer la guerra, construir caminos y administrar justicia. Exacta concisión clásica. La dirección y el monopolio de la fuerza, los caminos como síntesis de las obras públicas que exceden a las posibilidades de los particulares o que escapan a sus propósitos de lucro, y el fundamental cuidado de dar a cada uno lo suyo. Compendio de lo que el Estado es, de lo que el Estado debe ser para poder considerarse Estado y merecer respeto; de lo que el Estado debe cumplir para satisfacer a los ciudadanos que aspiran a vivir conforme al derecho, síntesis de un orden civilizado. Hoy la justicia aparece en grave peligro de escapar a las posibilidades del Estado. Se ha cometido hace ya tiempo, el aterrante crimen – entre otros -, del que ha resultado víctima el señor José Luis Cabezas, fotógrafo de “Noticias”, y el Estado se muestra como que no sólo ha sido incapaz de impedir el hecho mediante una buena vigilancia del orden público, sino que evidenció ser incompetente para investigar a sus autores, pues pidió auxilios a otros Estados, extranacionales, para averiguar los hechos, para individualizar a los criminales; que vengan otros -ajenos a él, de otras órbitas estatales- a investigar qué es lo que aquí pasa. El Estado -por medio de sus autoridades- ofreció un soborno a los posibles cómplices o encubridores del crimen; sus informes se galardonarán con dinero, mostrando que el Estado -en vez de ejercer el poder de investigar para sancionar- recurrió a procedimientos propios de la corrupción, de los ámbitos turbios, de la delincuencia, negociando amnistías; toma y daca. Y por último, el Estado nos informa que en el país no hay mafias, lo que parece un chiste de pésimo gusto, pues ¿la viuda y los hijos de Cabezas creerán que es cierto que no hay mafias en el país? ¿Entonces no existió un crimen aleve y organizado con las características con que los mafiosos ponen su sello de terror? ¿O esa mafia no actuó en este país? Lo que ha pasado en su momento – no hace mucho tiempo- fue espantoso. Impone espanto pues demuestra que ciudadanos honestamente dedicados a un quehacer lícito, en nuestro país están expuestos a que tenebrosos y secretos poderes ajusten desconocidas cuentas en forma brutal, mientras el Estado pide auxilios afuera, adentro ofrece dádivas a los cómplices y públicamente niega la existencia de organizaciones clandestinas de criminales, que eso, precisamente, son las mafias. Lo que ha pasado ha sido un hito en nuestro país y no debemos olvidarnos del espanto. Los periodistas, por derecho propio, deben publicar y dar cuenta periódicamente de este horrendo suceso, compartiendo el dolor que los familiares de cabeza y de muchos otros colegas y amigos que sufrieron. Y, además, advertir a los ciudadanos y compatriota, la necesidad imperiosa, urgente, indispensable -y hasta vital, según los hechos lo están demostrando- de componer el Estado, de organizarlo, de vigorizarlo, de dotarlo de medios para que sea eficaz, confiable. Tan confiable como Tito Livio lo suponía hace veinte siglos: capaz de administrar justicia, de dar a cada uno lo suyo; de darle seguridad al ciudadano pacífico y honesto para que ejerza las funciones de su oficio, y de castigar a los que delinquen con todo el rigor que las leyes les tuviesen previsto. Esto – que el Estado realmente sancione a los que se lo merecen –, parece una utopía en estos tiempos en que ni se pueden encontrar a los vendedores de drogas (como la Iglesia católica y muchos otros lo denuncian). Pero es indispensable. Indispensable e imperioso; que este caso, de Cabezas – el que nunca debe olvidarse–, no vuelva a repetirse. Nunca más.
El Periodismo debe recordar…
Por JORGE BERNABE LOBO ARAGON·
Tito Livio. Historiador latino, instalado en Roma probablemente a partir del año 30 A.C., interesado por la retórica y diálogos morales, que después dejó de lado para consagrarse a la redacción de una gran historia de Roma, Ab urbe condita libri (más conocida como las Décadas), concebía la historia desde un punto de vista moral, la suya fue la aportación de un poeta que cantó con entusiasmo el esplendor del pueblo romano. Muy admirado por sus contemporáneos, sirvió de modelo a historiadores posteriores e influyó en los poetas épicos. Nos decía en épocas remotas que funciones del Estado son hacer la guerra, construir caminos y administrar justicia. Exacta concisión clásica. La dirección y el monopolio de la fuerza. Los caminos como síntesis de las obras públicas que exceden a las posibilidades de los particulares o que escapan a sus propósitos de lucro, y el fundamental cuidado de dar a cada uno lo suyo. Compendio de lo que el Estado es, de lo que el Estado debe ser para poder considerarse Estado y merecer respeto. De lo que el Estado debe cumplir para satisfacer a los ciudadanos que aspiran a vivir conforme al derecho, síntesis de un orden civilizado. Hoy todavía la justicia totalmente sospechada y en grave crisis aparece en serio peligro de escapar a las posibilidades del Estado. Se ha cometido hace ya mucho tiempo, el aterrante crimen – entre otros -, del que ha resultado víctima el señor José Luis Cabezas, fotógrafo de “Noticias”. El Estado se mostró y todavía demuestra lamentablemente que no somos capaces de impedir muchos hechos delictuosos mediante una buena vigilancia del orden público. El estado nos sigue informando que en el país están desapareciendo las mafias, lo que parece un chiste de pésimo gusto. Como he habrá sucedido a la viuda y los hijos de Cabezas y de muchos más creerán que es cierto que están desapareciendo las mafias en el país? Lo que ha pasado en su momento – no hace mucho tiempo- fue espantoso. Impone espanto pues demuestra que ciudadanos honestamente dedicados a un quehacer lícito, en nuestro país están expuestos a que tenebrosos y secretos poderes ajusten desconocidas cuentas en forma brutal. Lo que ha pasado ha sido un hito en nuestro país y no debemos olvidarnos del espanto. Los periodistas, por derecho propio, deben publicar, recordar y dar cuenta en el día del periodista de este horrendo suceso, compartiendo el dolor que los familiares de cabeza y de muchos otros colegas y amigos sufrieron. Y, además, advertir a los ciudadanos y compatriota, la necesidad imperiosa, urgente, indispensable – y hasta vital, según los hechos lo están demostrando – de componer el Estado, de organizarlo, de vigorizarlo, de dotarlo de medios para que sea eficaz, confiable. Tan confiable como Tito Livio lo suponía hace tantos siglos: capaz de administrar justicia, de dar a cada uno lo suyo; de darle seguridad al ciudadano pacífico y honesto para que ejerza las funciones de su oficio, y de castigar a los que delinquen con todo el rigor que las leyes les tuviesen previsto. Pero es indispensable. Indispensable e imperioso; que este caso, de Cabezas – el que nunca debe olvidarse –, no vuelva a repetirse.
SANTIAGO MALDONADO, El caso policial más caro de la historia argentina
Por Claudio Kussman.
EL CASO POLICIAL MÁS CARO DE LA HISTORIA ARGENTINA
[ezcol_2third]Sin lugar a dudas, el de Santiago Maldonado es el hecho policial más caro de la historia argentina. Difícil será saber, la cantidad de millones de dólares gastados hasta el momento y los que todavía se gastarán. Recordemos que solo los daños de la protesta en Plaza de Mayo, del día uno de septiembre pasado, ascendieron a 380.000 dólares. Muy lejos, hablando en dinero, en su momento había sido el caso Cabezas (José Luis) quien fuera asesinado en el año 1997. En esta oportunidad los malos manejos judiciales y políticos, se coronaron con la famosa frase pronunciada en el Senado el día 16 de agosto pasado por la Ministra Patricia Bullrich, ¡Me la banco yo! A partir de allí la politización fue “in crescendo” vertiginosamente y el gobierno debió destinar recursos al caso, como nunca en nuestra historia. Los mismos, por supuesto, fueron y son “bancados” de nuestros impuestos. La Ministra, si bien habrá tenido buena voluntad, más allá de graves errores cometidos por diferentes funcionarios y políticos, no captó que gobiernan un país donde priva la anarquía, la autoridad no es autoridad y lo anormal es normal.
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PALPANDO DE ARMAS A LA POLICÍA
[ezcol_1half]De no ser así, no hubiéramos visto a una señora mapuche (Moira Millán) que junto con otros usurpan tierras, palpando de armas a la policía, cuando acompañara el 21 de septiembre pasado al Fiscal General de Esquel CARLOS DÍAZ MEYER. Este debía peritar los restos de la casa de Marcelo Calfupan, ilegalmente construida, incendiada el día anterior. En una muestra de debilidad extrema, Meyer había acordado que llegaría con dos policías desarmados. Recién entonces “las autoridades” judiciales y policiales, pudieron ingresar al lugar usurpado. Ahora, a pocas horas de una súper autopsia que se realizará a l850 kilómetros de su jurisdicción natural, Esquel, pienso y compadezco a todas las víctimas de homicidio y desaparición que habrá habido en el país, en estos 80 días del caso Maldonado. Estos hechos al no estar politizados, no tuvieron partidas especiales de dinero sin límite, ni privilegio alguno. Actuaron policías locales y cuando fueron necesarias autopsias las llevaron a cabo médicos que quizás ni son legistas. Una vez más, queda demostrado que en la vida y aún en la muerte, no todos somos iguales ante quienes administran la ley, en este territorio llamado Argentina.
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Claudio Kussman
www.PrisioneroEnArgentina.com
Claudio@PrisioneroEnArgentina.com
@PrisioneroA
Octubre 19, 2017
El Nunca Más en el Día del Periodista…
Por Jorge B. Lobo Aragón.
Hecho tenebroso que los ciudadanos
y especialmente los periodistas
en su día no deben olvidar.
[ezcol_1fifth].[/ezcol_1fifth] [ezcol_3fifth]Opinión:
Tito Livio dice que funciones del Estado son hacer la guerra, construir caminos y administrar justicia. Exacta concisión clásica. La dirección y el monopolio de la fuerza, los caminos como síntesis de las obras públicas que exceden a las posibilidades de los particulares o que escapan a sus propósitos de lucro, y el fundamental cuidado de dar a cada uno lo suyo. Compendio de lo que el estado es, de lo que el estado debe ser para poder considerarse estado y merecer respeto; de lo que el estado debe cumplir para satisfacer a los ciudadanos que aspiran a vivir conforme al derecho. Síntesis de un orden civilizado. Hoy la justicia aparece en grave peligro de escapar a las posibilidades del Estado. Se ha cometido hace ya tiempo, el aterrante crimen – entre otros -, del que ha resultado víctima el señor José Luis Cabezas, fotógrafo de “Noticias”, y el estado es su momento mostró que no sólo ha sido incapaz de impedir el hecho mediante una buena vigilancia del orden público, sino que evidenció ser incompetente para investigar a sus autores, pues pidió auxilios a otros Estados, extranacionales, para averiguar los hechos, para individualizar a los criminales; que vengan otros -ajenos a él, de otras órbitas estatales, a investigar qué es lo que aquí pasa.
El Estado -por medio de sus autoridades- ofreció un soborno a los posibles cómplices o encubridores del crimen; sus informes se galardonarán con dinero, mostrando que el estado -en vez de ejercer el poder de investigar para sancionar- recurrió a procedimientos propios de la corrupción, de los ámbitos turbios, de la delincuencia, negociando amnistías; toma y daca. Y por último, el Estado nos informó suelto de cuerpo que en el país no hay mafias, lo que nos pareció en su momento un chiste de pésimo gusto, pues ¿la viuda y los hijos de Cabezas creerán que es cierto que no hay mafias en el país? ¿Entonces no existió un crimen aleve y organizado con las características con que los mafiosos ponen su sello de terror? ¿O esa mafia no actuó en este país? Lo que ha pasado en su momento – no hace mucho tiempo- fue espantoso. Impone espanto pues demuestra que ciudadanos honestamente dedicados a un quehacer lícito, en nuestro país están expuestos a que tenebrosos y secretos poderes ajusten desconocidas cuentas en forma brutal. Lo que ha pasado ha sido un hito en nuestro país y no debemos olvidarnos del horror. Los periodistas, por derecho propio, deben publicar y dar cuenta periódicamente de este repugnante suceso, compartiendo el dolor que los familiares de cabeza y de muchos otros colegas y amigos que sufrieron. Es indispensable e imperioso; que este caso, como muchos otros nunca debe olvidarse –, para que no vuelva a repetirse. Feliz día a los periodistas
[/ezcol_3fifth] [ezcol_1fifth_end].[/ezcol_1fifth_end]PrisioneroEnArgentina.com
Junio 7, 2017
CABEZAS – NUNCA MÁS
Escribe Jorge B. Lobo Aragón.
HECHOS TENEBROSOS QUE LOS CIUDADANOS Y ESPECIALMENTE LOS PERIODISTAS EN SU DÍA NO DEBEN OLVIDAR.
Tito Livio dice que funciones del Estado son hacer la guerra, construir caminos y administrar justicia. Exacta concisión clásica. La dirección y el monopolio de la fuerza, los caminos como síntesis de las obras públicas que exceden a las posibilidades de los particulares o que escapan a sus propósitos de lucro, y el fundamental cuidado de dar a cada uno lo suyo. Compendio de lo que el Estado es, de lo que el Estado debe ser para poder considerarse Estado y merecer respeto; de lo que el Estado debe cumplir para satisfacer a los ciudadanos que aspiran a vivir conforme al derecho, síntesis de un orden civilizado. Hoy la justicia aparece en grave peligro de escapar a las posibilidades del Estado. Se ha cometido hace ya tiempo, el aterrante crimen – entre otros -, del que ha resultado víctima el señor José Luis Cabezas, fotógrafo de “Noticias”, y el Estado se muestra como que no sólo ha sido incapaz de impedir el hecho mediante una buena vigilancia del orden público, sino que evidenció ser incompetente para investigar a sus autores, pues pidió auxilios a otros Estados, extranacionales, para averiguar los hechos, para individualizar a los criminales; que vengan otros -ajenos a él, de otras órbitas estatales- a investigar qué es lo que aquí pasa. El Estado -por medio de sus autoridades- ofreció un soborno a los posibles cómplices o encubridores del crimen; sus informes se galardonarán con dinero, mostrando que el Estado -en vez de ejercer el poder de investigar para sancionar- recurrió a procedimientos propios de la corrupción, de los ámbitos turbios, de la delincuencia, negociando amnistías; toma y daca. Y por último, el Estado nos informa que en el país no hay mafias, lo que parece un chiste de pésimo gusto, pues ¿la viuda y los hijos de Cabezas creerán que es cierto que no hay mafias en el país? ¿Entonces no existió un crimen aleve y organizado con las características con que los mafiosos ponen su sello de terror? ¿O esa mafia no actuó en este país? Lo que ha pasado en su momento – no hace mucho tiempo- fue espantoso. Impone espanto pues demuestra que ciudadanos honestamente dedicados a un quehacer lícito, en nuestro país están expuestos a que tenebrosos y secretos poderes ajusten desconocidas cuentas en forma brutal, mientras el Estado pide auxilios afuera, adentro ofrece dádivas a los cómplices y públicamente niega la existencia de organizaciones clandestinas de criminales, que eso, precisamente, son las mafias. Lo que ha pasado ha sido un hito en nuestro país y no debemos olvidarnos del espanto. Los periodistas, por derecho propio, deben publicar y dar cuenta periódicamente de este horrendo suceso, compartiendo el dolor que los familiares de cabeza y de muchos otros colegas y amigos que sufrieron. Y, además, advertir a los ciudadanos y compatriota, la necesidad imperiosa, urgente, indispensable -y hasta vital, según los hechos lo están demostrando- de componer el Estado, de organizarlo, de vigorizarlo, de dotarlo de medios para que sea eficaz, confiable. Tan confiable como Tito Livio lo suponía hace veinte siglos: capaz de administrar justicia, de dar a cada uno lo suyo; de darle seguridad al ciudadano pacífico y honesto para que ejerza las funciones de su oficio, y de castigar a los que delinquen con todo el rigor que las leyes les tuviesen previsto. Esto – que el Estado realmente sancione a los que se lo merecen –, parece una utopía en estos tiempos en que ni se pueden encontrar a los vendedores de drogas (como la Iglesia católica y muchos otros lo denuncian). Pero es indispensable. Indispensable e imperioso; que este caso, de Cabezas – el que nunca debe olvidarse –, no vuelva a repetirse. Nunca más.
PrisioneroEnArgentina.com