Presentación de libros del doctor Benard en el Café Tortoni

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El Café Tortoni, ubicado en Avenida de Mayo, una calle de tradición española en Buenos Aires, fue el lugar propicio para la presentación de los libros  “Reflexiones Profundas de mi Vida” y “Cartas de Amor y de Esperanza” de Francisco Bénard.  El evento estuvo a cargo del Dr. Carlos Besanson Director Ejecutivo del Diario del Viajero. 

El Café Tortoni es una cafetería ubicada en 825 Avenida de Mayo en Buenos Aires, Argentina. Inaugurado en 1858 por un inmigrante francés cuyo apellido era Touan, fue nombrado Tortoni por el café parisino del mismo nombre ubicado en el Boulevard des Italiens (donde se reunió la élite de la cultura parissiense en el siglo XIX). El café en sí estaba inspirado en los cafés Fin de siècle. Café Tortoni fue seleccionado por UCityGuides como uno de los diez cafés más hermosos del mundo.

El doctor Francisco “Pancho” Benard es abogado, escritor, periodista, poeta y asesor político.  Sus notas-colaboraciones son difundidas frecuentemente en distintos medios nacionales e internacionales.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Enero 19, 2019


 

MERA SUGESTIÓN

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Un cuento de Fernando Sorrentino*

 

Mis amigos dicen que yo soy muy sugestionable. Creo que tienen razón. Como argumento, aducen un pequeño episodio que me ocurrió el jueves pasado.

Esa mañana yo estaba leyendo una novela de terror, y, aunque era pleno día, me sugestioné. La sugestión me infundió la idea de que en la cocina había un feroz asesino; y este feroz asesino, esgrimiendo un enorme puñal, aguardaba que yo entrase en la cocina para abalanzarse sobre mí y clavarme el cuchillo en la espalda. De modo que, pese a que yo estaba sentado frente a la puerta de la cocina y a que nadie podría haber entrado en ella sin que yo lo hubiera visto y a que, excepto aquella puerta, la cocina carecía de otro acceso; pese a todos estos hechos, yo, sin embargo, estaba enteramente convencido de que el asesino acechaba tras la puerta cerrada.

De manera que yo me hallaba sugestionado y no me atrevía a entrar en la cocina. Esto me preocupaba, pues se acercaba la hora del almuerzo y sería imprescindible que yo entrase en la cocina.

Entonces sonó el timbre.

—¡Entre! —grité sin levantarme—. Está sin llave.

Entró el portero del edificio, con dos o tres cartas.

—Se me durmió la pierna —dije—. ¿No podría ir a la cocina y traerme un vaso de agua?

El portero dijo «Cómo no», abrió la puerta de la cocina y entró. Oí un grito de dolor y el ruido de un cuerpo que, al caer, arrastraba tras sí platos o botellas. Entonces salté de mi silla y corrí a la cocina. El portero, con medio cuerpo sobre la mesa y un enorme puñal clavado en la espalda, yacía muerto. Ahora, ya tranquilizado, pude comprobar que, desde luego, en la cocina no había ningún asesino.

Se trataba, como es lógico, de un caso de mera sugestión.

*Fernando Sorrentino (Buenos Aires, 8/11/1942) es un escritor y profesor de literatura argentina.

Algunos de sus cuentos han sido traducidos al inglés y han sido publicados en varias revistas literarias y antologías en los Estados Unidos y Gran Bretaña.

Además de obras de ficción y de periodismo cultural, ha escrito ensayos completos de autores clásicos españoles y argentinos (Don Juan Manuel, Arcipreste de Hita, Juan Ruiz de Alarcón, Mariano José de Larra, José Hernández) y ha editado varias antologías de cuentos de Argentina que han sido publicadas por la editorial Plus Ultra de Buenos Aires.

Fernando Sorrentino ha trabajado en la sección literaria de los diarios La Nación, Clarín, La Opinión, La Prensa, Letras de Buenos Aires y Proa.

 


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Noviembre 8, 2018


 

Mi Vuelo al Polo

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lobo-aragon-upsPor JORGE BERNABE LOBO ARAGON

 

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-CON MI AMIGO JULIO VERNE –

Reflexión

Si bien mis facultades de bilocación son tan especiales ya que solamente han sido reconocidas en la vida de Santos y místicos, he narrado a mis lectores en varias publicaciones mi presencia simultánea en varios lugares. He podido observar la luna, las estrellas, las constelaciones y a grandes personajes de la historia que son mis amigos. Facultad tan especial en mi persona que soy el único que visitó el Polo sur. La Antártida. Este fenómeno que me viene sucediendo sistemáticamente, me obliga a pedir que lean verne2sobre las facultades sobrenaturales y milagrosas – la mano de Dios – de grandes Santos y místicos. San Clemente; San Francisco de Asís; San Antonio de Padua; San Martin de Porres; San José de Cupertino, San Alfonso de Ligorio; San Juan Bosco y San Pio de Pietrelcina, son quienes están complotados en darme una mano para que me aferre a la primera manivela para llegar al purgatorio. Y yendo a mi vuelo. Ustedes saben que en el polo Sur hay un continente. La Antártida. Que no puede navegarse pues siempre está helado. Se lo ha navegado con submarinos, por debajo de la capa de hielo. Pero en el siglo pasado el polo se presentaba como un atractivo desafío a los espíritus aventureros deseosos de llegar a ese punto singularísimo de la Tierra y de verificar la posibilidad de pasos navegables. Pero lo que pude apreciar en mi vuelo de pájaro, es que recién en el año 1909 se alcanzó ese lugar maravilloso en el que existe el tiempo. Pero los relojes están de más, pues no existe la hora. Allí conocí a Julio Verne, como novelista curioso de la ciencia, quien se ocupó del tema y escribió “Ingleses en el polo Norte”. Me subo con mi amigo Julio un 5 de abril de 1860. Puedo distinguir y observar, cuando está listo para partir un barco especialísimo que lo había construido en secreto con una serie de detalles singulares, sin poder explicarme cuál sería su destino. Tiene un amplio velamen que le aseguraba una buena velocidad, y además motor de vapor bien surtido de carbón. Las provisiones son como para alimentar a su tripulación durante dos años, y la estructura, por su forma y su excepcional fortaleza, denuncia el propósito de navegar los mares helados. Contemplo como se alista la tripulación mediante sigilosas cartas anónimas, sin que nadie sepa el destino del viaje ni quién será su capitán. El capitán – Verne – , seguramente aparecerá a su debido tiempo; y es notable que cuando se piensa que en esos mares helados no aparecería nadie. El capitán aparece. Un notable personaje es el médico del barco, que además de medicina conoce todas las demás ciencias y encuentra soluciones verne3correctas a los problemas que se presentan. Después de comprobar novelescos inconvenientes, y como se agotan las posibilidades de caminar por el hielo, al final veo como llegan navegando a vela. También percibo, que en el último tramo que el mar no se congele se debe a que en el mismo polo imagina una isla con un salvador volcán encendido. Por supuesto en el viaje vislumbro motines y naufragios, como corresponde a una historia con marineros. Y aunque sea extraño para novelas de mar, también me llama la atención la existencia notable de un perro. Desde mi posición de pájaro espectador que tiene que hacer un perro. Ni en un barco ni en el polo. No se lo digo, para que usted no pierda interés y tenga transcendencia mediática la segunda parte de mi viaje con mi amigo Julio y mi celebre bilocación.

Dr. Jorge B. Lobo Aragón