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  Por Megan L. Zsienewsky. 

A los cuatro años, Ludwig von Beethoven aprendió a tocar el piano con su padre alcohólico. Se ganó la reputación de virtuoso cuando se mudó a Viena a los 22 años. Alrededor de los 28 años, su audición comenzó a declinar. La sordera progresó y se convirtió en total cuando tenía 44 años.

Beethoven no dejó de componer ni siquiera cuando estaba perdiendo la audición. Encontró formas de sortear su discapacidad y la aprovechó al máximo. Aprendió a sentir las notas musicales detectando las vibraciones del piano. Se ponía un lápiz en la boca y usaba el otro extremo para tocar la caja de resonancia mientras componía. Cortó las patas del piano para sentir las vibraciones del sonido en el suelo.

Escribió su famosa Novena Sinfonía completamente sordo. En su estreno, Beethoven insistió en dirigir la pieza. El público estalló en estruendosos aplausos al final.

Por desgracia, Beethoven no escuchó nada.

“No estaba dirigiendo. Había un verdadero director y Beethoven estaba allí arriba moviendo las manos como si estuviera dirigiendo. (La orquesta recibió instrucciones de ignorarlo). Cuando la orquesta terminó, Beethoven estaba varios compases por detrás. Alguien se acercó y lo giró para que viera al público que aplaudía atronadoramente. No se puede dirigir cuando no se puede escuchar la música. Es la razón por la que Beethoven dejó de tocar el piano. Lo asombroso es que compuso esas obras maestras “escuchándolas” solo en su mente… ¡Qué genio!”

 

 


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Octubre 21, 2024