Cada año, desde que llegó al poder, Adolf Hitler pronunció un discurso en la cervecería de Múnich, Beer Hall. En septiembre de 1939 lo hizo de nuevo, en los primeros días de la Primera Guerra Mundial, después de haber invadido Polonia. Un carpintero alemán llamado Georg Elser observaba los acontecimientos con gran interés: justo encima de la cabeza de Hitler, se había instalado una bomba en un pilar cercano.
Elser sabía exactamente dónde se situaría Hitler, ya que siempre había estado en el mismo lugar en años anteriores. Durante más de un mes había preparado su plan, entrando a escondidas en la cervecería por la noche, trabajando en tallar un trozo del pilar y luego escondiendo los restos en una pequeña maleta. Cada mañana se escabullía y abandonaba el lugar junto con los trabajadores que entraban. Fue un intento atrevido. Y la bomba que finalmente colocó tenía un temporizador. Estaba programada para explotar justo cuando el discurso de Hitler estaba terminando.
¿Y cuándo llegó el gran discurso? Hitler lo terminó abruptamente antes de su hora habitual. Abandonó el escenario. Y siguió su alegre camino. La bomba explotó trece minutos después… la columna se rompió y un enorme trozo del techo cayó sobre el escenario, exactamente donde Hitler se habría parado. La Segunda Guerra Mundial y la historia mundial podrían haber tomado un rumbo muy diferente si Hitler no hubiera acortado su discurso.
Un evento que podría haber cambiado el curso de la historia
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Por Candace Herrera.
Cada año, desde que llegó al poder, Adolf Hitler pronunció un discurso en la cervecería de Múnich, Beer Hall. En septiembre de 1939 lo hizo de nuevo, en los primeros días de la Primera Guerra Mundial, después de haber invadido Polonia. Un carpintero alemán llamado Georg Elser observaba los acontecimientos con gran interés: justo encima de la cabeza de Hitler, se había instalado una bomba en un pilar cercano.
Elser sabía exactamente dónde se situaría Hitler, ya que siempre había estado en el mismo lugar en años anteriores. Durante más de un mes había preparado su plan, entrando a escondidas en la cervecería por la noche, trabajando en tallar un trozo del pilar y luego escondiendo los restos en una pequeña maleta. Cada mañana se escabullía y abandonaba el lugar junto con los trabajadores que entraban. Fue un intento atrevido. Y la bomba que finalmente colocó tenía un temporizador. Estaba programada para explotar justo cuando el discurso de Hitler estaba terminando.
¿Y cuándo llegó el gran discurso? Hitler lo terminó abruptamente antes de su hora habitual. Abandonó el escenario. Y siguió su alegre camino. La bomba explotó trece minutos después… la columna se rompió y un enorme trozo del techo cayó sobre el escenario, exactamente donde Hitler se habría parado. La Segunda Guerra Mundial y la historia mundial podrían haber tomado un rumbo muy diferente si Hitler no hubiera acortado su discurso.
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