Nathan Bedford Forrest era un soldado confederado. Extraordinariamente dotado también; Forrest ascendió de rango a pesar de la falta de entrenamiento militar y terminó como general. Sus habilidades de liderazgo incluso le valieron el apodo de “Mago de la Silla de Montar”. Su presencia autoritaria se observó en 1868, cuando un hombre amenazó con “golpearlo”. Forrest se acercó al hombre más grande, cuya confianza se desvaneció rápidamente.
Desafortunadamente, ese no es el único tipo de mago que fue: también fue el primer Gran Mago del Ku Klux Klan.
Su historial de liderazgo era sólido y había luchado con vehemencia contra la emancipación de los esclavos, por lo que se lo consideraba perfecto para comandar a los terroristas internos más notorios de Estados Unidos. Con su talento y experiencia, trajo orden y estructura a una banda heterogénea de fanáticos acérrimos.
Con el tiempo, Nathan Bedford Forrest se sintió cada vez más desilusionado con las costumbres del Klan. En la última década de su vida, se desvinculó por completo y se concentró en intentar enmendar las cosas.
En una carta al gobernador de Tennessee, se ofreció a ayudar a exterminar a los “merodeadores blancos” que habían asesinado a cuatro personas negras, diciendo que eran una “deshonra para su raza”. Posteriormente, pronunció un discurso en un evento que promovía la igualdad racial. Una mujer negra le ofreció un ramo, que él aceptó y la besó en la mejilla.
El acto fue condenado por la prensa y los confederados, que ridiculizaron sus facultades mentales y describieron a la mujer que llevaba flores como una “moza mulata”.
Al final de su vida, Forrest asistió a una barbacoa afroamericana en Memphis, animándolos a vivir con honestidad y diligencia, prometiendo acudir en su ayuda cuando estuvieran oprimidos.
Es un final increíblemente agridulce.
Muestra que incluso un confederado y una figura clave del KKK, el peor de los racistas, puede cambiar. Si tienen capacidad de compasión y humildad, al menos.
Cambio de corazon
◘
Por Venezia Johnson.
Nathan Bedford Forrest era un soldado confederado. Extraordinariamente dotado también; Forrest ascendió de rango a pesar de la falta de entrenamiento militar y terminó como general. Sus habilidades de liderazgo incluso le valieron el apodo de “Mago de la Silla de Montar”. Su presencia autoritaria se observó en 1868, cuando un hombre amenazó con “golpearlo”. Forrest se acercó al hombre más grande, cuya confianza se desvaneció rápidamente.
Desafortunadamente, ese no es el único tipo de mago que fue: también fue el primer Gran Mago del Ku Klux Klan.
Su historial de liderazgo era sólido y había luchado con vehemencia contra la emancipación de los esclavos, por lo que se lo consideraba perfecto para comandar a los terroristas internos más notorios de Estados Unidos. Con su talento y experiencia, trajo orden y estructura a una banda heterogénea de fanáticos acérrimos.
Con el tiempo, Nathan Bedford Forrest se sintió cada vez más desilusionado con las costumbres del Klan. En la última década de su vida, se desvinculó por completo y se concentró en intentar enmendar las cosas.
En una carta al gobernador de Tennessee, se ofreció a ayudar a exterminar a los “merodeadores blancos” que habían asesinado a cuatro personas negras, diciendo que eran una “deshonra para su raza”. Posteriormente, pronunció un discurso en un evento que promovía la igualdad racial. Una mujer negra le ofreció un ramo, que él aceptó y la besó en la mejilla.
El acto fue condenado por la prensa y los confederados, que ridiculizaron sus facultades mentales y describieron a la mujer que llevaba flores como una “moza mulata”.
Al final de su vida, Forrest asistió a una barbacoa afroamericana en Memphis, animándolos a vivir con honestidad y diligencia, prometiendo acudir en su ayuda cuando estuvieran oprimidos.
Es un final increíblemente agridulce.
Muestra que incluso un confederado y una figura clave del KKK, el peor de los racistas, puede cambiar. Si tienen capacidad de compasión y humildad, al menos.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 23, 2024