El agente del FBI Scott Payne y su infiltración en grupos neonazis

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  Por Michael Rossovich.

Scott Payne, exagente encubierto del FBI, dedicó 23 años a infiltrarse en organizaciones extremistas, incluyendo grupos neonazis, bandas de motociclistas al margen de la ley y cárteles de la droga. Su trabajo no se limitaba a recopilar inteligencia, sino a prevenir ataques violentos y exponer el funcionamiento interno de algunos de los movimientos más peligrosos de Estados Unidos. Sus operaciones encubiertas desempeñaron un papel crucial para llevar a criminales ante la justicia, a la vez que arrojaron luz sobre la creciente amenaza del extremismo de extrema derecha.

Una de las misiones más notables de Payne consistió en infiltrarse en una organización neonazi que representaba una amenaza para la seguridad nacional. Estos grupos, a menudo impulsados ​​por ideologías racistas y antigubernamentales, buscan desestabilizar la sociedad e incitar al conflicto racial, una táctica conocida como aceleracionismo. Payne tuvo que ganarse la confianza de los extremistas mientras evitaba cuidadosamente ser descubierto, una tarea que requería una resiliencia psicológica y una adaptabilidad excepcionales. Se enfrentó a situaciones que pusieron en peligro su vida, incluyendo que le apuntaran con una escopeta a la cabeza y lo presionaran para participar en actos violentos para demostrar su lealtad.

Durante su trabajo encubierto, Payne presenció las tácticas de reclutamiento empleadas por los neonazis, incluyendo el ataque a personas marginadas y veteranos militares susceptibles de radicalizarse. Observó cómo estos grupos difundían propaganda a través de foros en línea, música y redes sociales, utilizando lenguaje codificado para evadir la detección. Sus hallazgos proporcionaron a las fuerzas del orden información crucial sobre sus métodos operativos, ayudando al FBI a prevenir complots violentos antes de que se llevaran a cabo.

Una de las contribuciones clave de Payne fue exponer el papel de los neonazis en el crimen organizado, revelando su participación en el tráfico de armas, la distribución de drogas y el blanqueo de capitales. Su trabajo demostró que estos grupos extremistas no eran solo movimientos ideológicos, sino también organizaciones criminales que financiaban sus actividades con medios ilegales. Su información condujo a múltiples arrestos y al desmantelamiento de varias células neonazis, lo que interrumpió su capacidad operativa. Tras jubilarse, Payne compartió sus experiencias en su libro, “Nombre Clave: Caballo Pálido”, donde describió el impacto psicológico de vivir de incógnito durante décadas. Habló con franqueza sobre la tensión emocional de equilibrar una identidad falsa y mantener un sentido de moralidad personal. A pesar del peligro, sus esfuerzos contribuyeron a la lucha nacional contra el extremismo, ofreciendo lecciones invaluables para las fuerzas del orden y los expertos en antiterrorismo.

El trabajo de Scott Payne destaca las batallas ocultas que se libran entre bastidores para prevenir el terrorismo nacional. Su compromiso con la infiltración y la exposición de grupos neonazis jugó un papel crucial en la protección de las comunidades del extremismo violento. Su historia sirve como recordatorio de los sacrificios que realizan los agentes encubiertos que arriesgan sus vidas para defender la seguridad nacional.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 31, 2025


 

LOS NIÑOS DE LÍDICE

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  Por Maren Berkjo.

El 2 de julio de 1942, la mayoría de los niños de Lidice, un pequeño pueblo de la entonces Checoslovaquia, fueron entregados a la oficina de la Gestapo.

Estos 82 niños fueron luego transportados a un campo de exterminio a 70 km de distancia. Una vez allí, fueron gaseados hasta la muerte. Una notable escultura de Marie Uchytilová conmemora esta masacre.

Un grupo de esculturas de bronce, en honor a los niños fallecidos. Su construcción se decidió en 1969. Como símbolo de una tumba imaginaria de los 13 millones de víctimas más inocentes de la guerra, los niños, eligió como modelo a 82 niños de Lidice asfixiados en las cámaras de gas de Chelmno.

Tardó 20 años en realizar una escultura, ya que utilizó documentos antiguos para reproducir los rostros de los niños desaparecidos y representarlos según su tamaño exacto.

 

 


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Octubre 12, 2024