EL 9 DE JULIO DE 2024, Y LA IMPERDONABLE CASTA MILITAR

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  Por Claudio Kussman.

Luego de una interrupción de 5 años volvieron los tradicionales desfiles militares a la Avenida Del Libertador en CABA, conmemorando   un nuevo aniversario del día que se declaró la independencia del país, hace 208 años. Así, durante varias horas, se hizo un alto en el dramático caso del niño LOAN, y entonces   el sol pareció brillar como nunca, todo se tiño de celeste y blanco retumbando hasta el infinito frases  exaltando el honor, la gloria, el valor, el heroísmo y el sacrificio de los uniformados, que arrancaron lágrimas de emoción en casi todos ellos, al son de patrióticas marchas militares.  

Por supuesto un espacio preponderante en ese magno evento, lo ocuparon los Veteranos de la Guerra de Malvinas ampliamente conocidos, y reconocidos, por la sigla VGM. Ahora bien como uniformado observador, no perteneciente a las fuerzas armadas, pero igualmente imputado por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad juntamente, con otros más de 2500 humanos, todos reducidos a la categoría de sub,   de los cuales más de 850 ya fallecieron hasta hoy en cautiverio, me permito oficiar de abogado del diablo y digo: Que en esas horas también se visibilizó no solo el hijoputismo y la hipocresía de los políticos que componen el esperanzador gobierno de “Viva la Libertad Carajo” (para unos sí para otros no), sino también la de  los miembros de las fuerzas armadas en general y de los VGM en particular. A estos últimos habría que sumarle al periodista NICOLÁS KASANZEW, quien en 1982 fuera designado por la Junta Militar como corresponsal de guerra en Malvinas y compartiera vicisitudes con los combatientes en las islas. Este fue recientemente nombrado por la vicepresidente VICTORIA VILLARUEL titular de la “Dirección de Gesta de Malvinas en el Senado”.

Listo, salvado el hombre gracias a su nuevo conchabo en el Estado. Todo esto viene al caso porque ABSOLUTAMENTE NADIE se acordó de los 69 VGM prisioneros a como dé lugar acusados de lesa, de los cuales 18 recuperaron su libertad…en el cementerio.  Eso sí entre otros, en los medios pudimos escuchar al emocionado Coronel JORGE ZANELLA, actual responsable de la “Oficina de Coordinación de Veteranos y Veteranas de Malvinas, del Ministerio de Defensa” agradeciendo el privilegio de poder desfilar frente al Presidente de la Nación junto a otros veteranos. También resaltó los estacionamientos exclusivos y prioritarios para ellos dispuestos por este gobierno, sin mencionar que en ambos casos, por razones obvias, nada alcanza a sus pares encarcelados y no recordados. A pesar de todo y todos, fuera de protocolo, lugar de privilegio, ni reconocimiento mediático alguno, 4 fieles esposas se mostraron con los colores patrios en una pancarta que pedía por la libertad de los prisioneros. Si alguno de estos “heroicos” y fanáticos desfilantes a quienes se podrían calificar de “casta militar”, las vio, ¿no se habrá sentido, bien en el    fondo de su conciencia un vil desertor por haber abandonado y olvidado a sus “camaradas” caídos? ¿SABE?  PESE A TANTAS EMOTIVAS LÁGRIMAS VERTIDAS… YO CREO QUE NO.

 

Claudio Kussman

Comisario Mayor (R) 

Policía Pcia. Buenos Aires

claudio@PrisioneroEnArgentina.com

www.PrisioneroEnArgentina.com


“Hemos logrado construir esta alternativa que no solo dará fin al kirchnerismo, sino a la casta política parasitaria, chorra e inútil que hunde a este país”.

Javier Milei (1970-       )


 


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Julio 13, 2024


 

El más cobarde de los generales

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Kasanzew sobre Balza y su mención de los cobardes de Malvinas

 

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José Rodolfo Baneta


Balza y Edgardo Esteban

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Balza ha dicho en el programa de Fantino que en Malvinas hubo oficiales cobardes en las demás unidades, pero no en la suya. Pues en la suya también hubo uno.
El propio Balza. Cuando el mayor Jose Rodolfo Baneta, heroico jefe de la guarnición argentina en Moody Brook, lo agarró del pescuezo por una actitud impropia que ponía en riesgo a los soldados de Baneta, Balza arrugó como una oveja y no se animó a defenderse.
Yo le pregunté a Baneta si quería que yo incluyera ese episodio en mi libro, pero con caridad cristiana este gran oficial me dijo que no lo hiciera porque Balza le daba lástima. Una consideración que el propio Balza, amigo de otro cobarde, el soldado Edgardo Esteban (en la foto) nunca tuvo para con sus camaradas de armas, tratando de ensuciarlos en cuanta oportunidad se presenta. Sumemos a esto su camaleonismo político, (arrastradamente obsecuente con todos los poderosos, desde Videla hasta Kirchner, pasando por Menem) que es otra forma de cobardía, y tendremos la acabada imagen de un Judas de nuestro tiempo.
En 1995 Balza me condecoró, y me dedicó un libro con la frase “al soldado Nicolás Kasanzew”. Pero cuando en el 2007 los kirchneristas me quitaron la condición de veterano otorgada por el Congreso, Balza me negó, aseverando en un reportaje televisivo que yo no era veterano.
Estas últimas canallescas declaraciones suyas en el programa de Fantino han colmado el vaso. Me estoy presentando ya mismo ante las autoridades del Ejército Argentino para devolver la condecoración. Al haber sido otorgada por un cobarde, esa medalla no solo ya no tiene valor para mi. Es un baldón, en vez de un blasón.
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Envío: DRA. ANDREA PALOMAS ALARCÓN


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Abril 4, 2019


 

QUINTA Y ÚLTIMA  ENTREGA DE LA ENTREVISTA AL CORONEL ENRIQUE STEL POR EL PERIODISTA LUIS ALLEGRINI

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LA GUERRA DE MALVINAS

Enrique Stel, VGM (Veterano Guerra de Malvinas)  donde como comando del Ejército Argentino tuvo destacada actuación, hoy Preso Político, nos habla de temas como:

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El estrés postraumático de argentinos e ingleses luego de la guerra de Malvinas.

El suicidio.

Raúl Alfonsín presidente, defensor de Mario Santucho (terrorista) y su abandono a los veteranos de Malvinas.

La muerte en combate del Teniente Luis Carlos Martella.

La “muerte” de Enrique Stel.

El Informe Rattenbach.

La invasión a Malvinas  que no existió.

La relación Reagan-Galtieri.

Los civiles que participaron y murieron en la guerra de Malvinas.

Por qué perdimos la guerra y otros temas de real interés.

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Diciembre 12, 2018


 

ESTEBAN VILGRÉ LAMADRID

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 Escribe NICOLÁS KASANZEW.

 

2 de abril honramos a los héroes. Cada sociedad los necesita. Y cada sociedad los tiene. Los tiene también la Argentina, pero no los reconoce… sin darse cuenta del perjuicio que con ello se autoinflige. Hay dos clases de héroes. Quienes brillan en los campos de batalla en defensa de su país. Y quienes viven en la sociedad civil haciendo su trabajo sin alharaca, desapercibidos por la mayoría de nosotros, pero que hacen una gran diferencia en la vida del prójimo. Esteban Vilgré La Madrid es la encarnación de ambas clases de heroísmo. El joven subteniente de Malvinas se destacó combatiendo en las cercanías de Monte Tumbledown. Su valor, incluso, ha sido destacado en los libros de dos autores ingleses: Mike Seear y Martin Middlebrook. Pero no menos heroico fue su desempeño en la posguerra, principalmente como jefe del Centro de Salud de las Fuerzas Armadas, donde se dedicó por entero a organizar la curación de las heridas del alma de nuestros combatientes. Nunca tendremos la cantidad exacta de soldados que salvó del suicidio, ni a cuantos veteranos ayudó a reencausar sus vidas, pero sabemos que fueron legión. Vilgré La Madrid es una persona abnegada que realizó acciones extraordinarias. Su vida nos recuerda el alto propósito que debería guiar la nuestra: el servicio. Hombres como él dan forma a la definición de la palabra heroísmo. Simbolizan el honor, el deber y el verdadero ser argentino. ¿Qué es lo que inspira a argentinos como Vilgré La Madrid? ¿Es el sentido de la obligación? ¿La determinación? ¿La perseverancia? Todos esos factores juegan su rol. Pero hay otro elemento clave, vital y no mensurable, que es el amor. Amor a la patria, que se traduce en amor al prójimo. En este 2 de abril, ¡gloria y honor a nuestros guerreros de Malvinas! Y especialmente a aquellos que siguieron combatiendo, – con otras armas, – también en la paz.

 

Nicolás Kasanzew

Fuente: https://www.facebook.com/nicolas.kasanzewcorresponsal

 


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Abril 21, 2018


 

La Guerra y sus Héroes

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Escribe Jorge B. Lobo Aragón.

Estamos por conmemorar el día del Veterano y de los caídos en la guerra de Malvinas y en los medios se desato una guerra mediática en donde se enlazan y confunden temas de enorme importancia como el aborto y su legalización; la tiranía de los jueces contra los presos con enfermedades terminales; los derechos humano, el tema Astiz y el golpe de estado de 1976, entre muchos más. Pero estimo que no se puede olvidar que el 2 de abril de 1982, la dictadura cívico-militar inició el desembarco de tropas en las islas Malvinas, usurpadas por Inglaterra desde 1833. Leyendo un excelente libro sobre “La pasión según Malvinas” del entonces corresponsal de guerra Nicolás Kasanzew, me vino a la memoria cuando paraguayos y bolivianos se trenzaron en una guerra, dejando atrás un período de cinco años de ataques crónicos en la frontera. Debieron luchar por intereses extranjeros que se disputaban la explotación del petróleo en ricos yacimientos del Chaco. Una guerra evidentemente injusta. Pero una guerra, una vez declarada es, se lo quiera o no, una guerra de la Nación. Es la Nación la que -quizás- se beneficie con el triunfo, y es la Nación la que -con toda seguridad- ha de perjudicarse con la derrota. Lucharon bolivianos y paraguayos con bravura, con abnegación, haciendo gala de amor a su patria. Y cuando reinó la paz cada nación rindió homenaje a sus héroes, a sus queridos muertos, a los venerables veteranos. Al concepto general de que los ciudadanos son iguales, bien vale la pena modificarlo separando dos clases: el ciudadano común y los héroes de guerra, los que han jugado su vida por la patria y se merecen todos los honores, todos los privilegios, todas las atenciones, todas las desigualdades a su favor. En el Paraguay los héroes sobrevivientes aún hoy son tratados con reverencia. Que la comunidad ofrende su respeto a los que han perdido la vida por defenderla y a los que no ha sido voluntad de Dios llevarlos, pero igualmente la expusieron ante el enemigo, es una obligación nacida de la más elemental decencia. Seríamos unos canallas despreciables regateando ese homenaje. Pero, además, honrar a los que nos defendieron es la mínima política de conservación, de defensa. Ver que a los que han expuesto su vida por la patria se los aplaude los 2 de abril y que los demás días tienen que andar buscando un trabajito es un despropósito. Debiera ser la sociedad la que espontáneamente se ofrezca a que se les conceda algún beneficio de los que los burócratas usufructúan como merecidas conquistas sociales. ¿No es acaso una vergüenza aceptar que somos una sociedad que no se merece el esfuerzo de sus hijos? La Argentina -Gracias a Dios- tiene héroes que le han ofrendado la vida. Unos la perdieron. El primero el teniente Pedro Giachino, muerto sin siquiera defenderse, en cumplimiento del plan impuesto de no hacer daño al enemigo. Post mortem fue ascendido a capitán de fragata y -el 4 de abril de 1982- sepultado en el cementerio de Punta Alta. Se cumplía con la obligación de honrar a los héroes, y también se rindió honores a los restos mortales del soldado Mario Almonacid. Muchos héroes de tierra mar y aire murieron, y son igualmente respetables los que pusieron su pecho al peligro y no murieron. Quizás un emblema de todos ellos, de los vivos y de los muertos, sea el abnegado teniente Giachino. Podría su nombre ser bandera de lo que significó ponerlo al estado al servicio de un interés permanente de la nación. Que se haya llegado a la derrota significa que a la nación hay que defenderla mejor, no que no deba defendérsela. Aquel gobierno militar inmediatamente después -lo mismo que los gobiernos civiles que lo sucedieron- , se impuso la tarea de “desmalvinizar“, y para desmalvinizar se considera a los respetables veteranos como a simples “chicos” a los que es preciso tirarles alguna propina. Y no es así. Ellos, como Guachineo, se merecen el homenaje permanente de la Patria! Como también los que hicieron el supremo sacrificio personal de exponer sus propias vidas y las vidas de sus enemigos por una causa superior. El artículo 21 de la Constitución dice que “todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria…”, y se supone que armarse no significa esgrimir armas de juguete para realizar un desfile sino empuñar armas de verdad para realizar el supremo desatino, la magnífica locura, de exponer la vida por un bien superior que nos envuelve a todos. Tampoco puede negársele a él -ni a ningún otro argentino- el acierto en su propósito de recuperar y defender el territorio nacional y el de emplear la violencia cuando las pacíficas negociaciones han fracasado a lo largo de siglo y medio. Seguramente la violencia no es ni ha sido el camino eficaz pero el objeto, que la hermanita perdida vuelva a casa, ¿no es el mayor logro al que puedan aspirar los que tienen a su cargo la defensa de la nación?

Dr. Jorge B. Lobo Aragón
D.N.I nº 12.209.529
San Miguel de Tucumán
Argentina
jorgeloboaragon@gmail.com

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Marzo 22, 2018

Los Héroes de Guerra

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 Escribe Jorge B. Lobo Aragón.

Al concepto general de que los ciudadanos son iguales, bien vale la pena modificarlo separando dos clases: el ciudadano común y los héroes de guerra, los que han jugado su vida por la patria y se merecen todos los honores, todos los privilegios, todas las atenciones, todas las desigualdades a su favor. Que la comunidad ofrende su respeto a los que han perdido la vida por defenderla y a los que no ha sido voluntad de Dios llevarlos, pero igualmente la expusieron ante el enemigo, es una obligación nacida de la más elemental decencia.

Opinión

Estamos a horas de conmemorar el día del Veterano y de los caídos en la guerra de Malvinas. El 2 de abril de 1982, la dictadura cívico-militar inició el desembarco de tropas en las islas Malvinas, usurpadas por Inglaterra desde 1833. Leyendo un excelente libro “La pasión Según Malvinas” – del entonces corresponsal de guerra Nicolás Kasanzew, me vino a la memoria cuando paraguayos y bolivianos se trenzaron en una guerra, dejando atrás un período de cinco años de ataques crónicos en la frontera. Debieron luchar por intereses extranjeros que se disputaban la explotación del petróleo en ricos yacimientos del Chaco. Una guerra evidentemente injusta. Pero una guerra, una vez declarada es, se lo quiera o no, una guerra de la nación. Es la nación la que -quizás- se beneficie con el triunfo, y es la nación la que -con toda seguridad- ha de perjudicarse con la derrota. Lucharon bolivianos y paraguayos con bravura, con abnegación, haciendo gala de amor a sus patrias. Y cuando reinó la paz cada nación rindió homenaje a sus héroes, a sus queridos muertos, a los venerables veteranos. Al concepto general de que los ciudadanos son iguales, bien vale la pena modificarlo separando dos clases: el ciudadano común y los héroes de guerra, los que han jugado su vida por la patria y se merecen todos los honores, todos los privilegios, todas las atenciones, todas las desigualdades a su favor. En el Paraguay los héroes sobrevivientes aún hoy son tratados con reverencia. Que la comunidad ofrende su respeto a los que han perdido la vida por defenderla y a los que no ha sido voluntad de Dios llevarlos, pero igualmente la expusieron ante el enemigo, es una obligación nacida de la más elemental decencia. Seríamos unos canallas despreciables regateando ese homenaje. Pero, además, honrar a los que nos defendieron es la mínima política de conservación, de defensa. Ver que a los que han expuesto su vida por la patria se los aplaude los 2 de abril y que los demás días tienen que andar buscando un trabajito. Cuando debiera ser la sociedad la que espontáneamente se ofrezca a que se les conceda algún beneficio de los que los burócratas usufructúan como merecidas conquistas sociales. ¿No es acaso una vergüenza que está proclamando que somos una sociedad que no se merece el esfuerzo de sus hijos? La Argentina -gracias a Dios- tiene héroes que le han ofrendado la vida. Unos la perdieron. El primero el teniente Pedro Giachino, muerto sin siquiera defenderse, en cumplimiento del plan impuesto de no hacer daño al enemigo. Post mortem fue ascendido a capitán de fragata y -el 4 de abril de 1982- sepultado en el cementerio de Punta Alta. Se cumplía con la obligación de honrar a los héroes, y también se rindió honores a los restos mortales del soldado Mario Almonacid. Muchos héroes de tierra mar y aire murieron, y son igualmente respetables los que pusieron su pecho al peligro y no murieron. Quizás un emblema de todos ellos, de los vivos y de los muertos, sea el abnegado teniente Giachino. Podría su nombre ser bandera de lo que significó ponerlo al Estado al servicio de un interés permanente de la nación. Que se haya llegado a la derrota significa que a la nación hay que defenderla mejor, no que no deba defendérsela. Aquel gobierno militar inmediatamente después -lo mismo que los gobiernos civiles que lo sucedieron- se impuso la tarea de “desmalvinizar”, y para desmalvinizar se considera a los respetables veteranos como a simples “chicos” a los que es preciso tirarles alguna propina. Y no es así. Ellos, como Guachineo, se merecen el homenaje permanente de la patria! Feliz Día Veteranos.

 

 


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Abril 1, 2017