El caso de David Reimer, conocido como ‘John/Joan’, es uno de los más impactantes en la historia de esta ciencia y los estudios de género. Brenda Reimer nació siendo niño, pero no lo supo hasta que cumplió los 15 años, cuando su padre le reveló la verdad, ante el sufrimiento del que era testigo. Este caso expuso las limitaciones de la teoría de la construcción social del género y las consecuencias éticas de la negligencia de intervenciones médicas y psicológicas mal fundamentadas.
David Reimer nació en 1965 en Winnipeg, Canadá, como uno de dos hermanos gemelos idénticos, Bruce y Brian. Los niños nacieron sanos y se desarrollaron dentro de los límites normales hasta los 7 meses, que fueron diagnosticados con fimosis, un defecto en el prepucio del pene que es demasiado estrecho para dejar salir el glande.
Para resolver el problema, los médicos aconsejaron a los padres Janet y Ron Reimer realizar una circuncisión, un procedimiento estándar y no el más complicado. Sin embargo, el médico utilizó la técnica poco convencional de cauterización, en lugar de un bisturí, para extirparle el prepucio durante una circuncisión rutinaria, lo que le quemó el pene por completo. Bruce, terminó mutilado. Brian nunca se sometió a cirugía y después de un tiempo su fimosis desapareció sin tratamiento.
Sus padres (jóvenes campesinos que apenas habían salido de la adolescencia) fueron derivados al Hospital Johns Hopkins de Baltimore (EE.UU.), sede del principal experto mundial en identidad de género, el psicólogo John Money, un defensor de la teoría de que el género no es una condición innata, sino es completamente aprendido en los primeros años de vida y recomendó una cirugía de cambio de sexo, de hombre a mujer.
Money, por su parte, vio en el caso una oportunidad para demostrar sus teorías, dándole instrucciones a Janet y Ron de no contarle al niño jamás lo que había ocurrido.
Los progenitores de David accedieron al procedimiento radical, creyendo que esta sería la única esperanza de que su hijo llevara una vida satisfactoria. El 3 de julio de 1967, los médicos sometieron al menor a una castración quirúrgica y le modelaron una vagina. Bruce se convirtió en Brenda y a partir de los 2 años, fue sometido a tratamientos hormonales y cirugías, y sus padres lo criaban como niña.
Sin embargo, desde muy pequeño, Brenda mostró comportamientos que desafiaban esta identidad impuesta: prefería juguetes y actividades típicamente asociadas con niños, rechazaba la ropa femenina y se sentía profundamente incómoda con su rol.
“Pude ver que Brenda no era feliz como niña”, recordó Janet, su madre. “Era muy rebelde. Era muy masculina y no lograba persuadirla de que hiciera algo ‘femenino'” agregó.
A pesar de las afirmaciones iniciales de Money de que el experimento era un éxito, la niña sufría confusión, rechazo social y problemas psicológicos severos, incluso tuvo varios intentos de suicidio. En la escuela casi no tenía amigos, todos se burlaban de ella y la llamaban “mujer cavernícola”.
Para los menores las visitas al especialista eran traumáticas. El doctor insistía en la necesidad de que Brenda comprendiera la diferencia entre hombre y mujer y les hablaba con frecuencia sobre los genitales, y los fotografía a ambos desnudos. Los gemelos luego acusaron a Money de obligarlos a posar juntos en varias posiciones sexualizadas, que el médico describió como un “ensayo sexual”.
Reimer relató la ira y el abuso verbal de Money si se resistían a las órdenes, en contraste con la actitud tranquila y científica que mostraba con sus padres.
Al llegar a la adolescencia Brenda se negó a someterse a más cirugías, pero continuó consumiendo suplementos de estrógeno para estimular el desarrollo de sus senos y permaneció en tratamiento psicológico constante. Mientras, Money fue desapareciendo poco a poco de la vida de la familia Reimer.
A los 15 años, tras años de angustia y terapia, un día Ron recogió a su hija de la sesión y, en lugar de llevarla a casa, fueron a una heladería, donde decidió revelarle toda la verdad.
A partir de esta revelación Brenda decidió su identidad y optó por un cambio de sexo pocas semanas después. Poco a poco fue adaptándose a vivir como hombre, se sometió a nuevas cirugías y tratamientos para recuperar su identidad masculina.
A los 23 años conoció a Jane Fontaine, madre de tres hijos, y se casó con ella poco después. Sin embargo, las secuelas psicológicas de su infancia fueron profundas. Tenía dificultades matrimoniales, dada su ira explosiva, sus depresiones cíclicas y su miedo al abandono. Después de casi 14 años juntos, ella le dijo que debían separarse por un tiempo.
David Reimer se quitó la vida en el 2004, a los 38 años, tras años de lucha contra la depresión y el trauma. Su hermano, que sufría de depresión y esquizofrenia, falleció por una sobredosis de antidepresivos 2 años antes, en julio del 2002.
¿SOMOS HOMOFÓBICOS O TENEMOS RAZÓN Y SON UNOS ASQUEROSOS?
Más que evidente que en el mundo se está produciendo una gran revolución de índole sexual y “cultural” que, con seguridad para quienes somos algo conservadores la misma es mala… muy mala. Esto se debe al exhibicionismo impúdico y consecuentemente, la falta de respeto por el prójimo.
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El cambio es acelerado e imperativo y entre muchas transgresiones, dos son destacadamente reprobables. Una es la perversa utilización de los niños, a quienes se les violenta su inocencia llevándolos por oscuros y escabrosos caminos antinaturales, ante la mansedumbre de quienes nos comportamos como meros testigos. Al mismo tiempo la iglesia teniendo sus propias culpas, tampoco hace nada contundente, más allá de un tibio comunicado al que las autoridades gubernamentales casi no leen ni escuchan. Y los medios pareciera que no existen, o están a favor de esta locura generalizada.
“Mi odio hacia alguien que le quita a un niño parte de su infancia es grandioso. A mi entender, ése es uno de los mayores crímenes que existen, ese robo de la inocencia”
Albert Espinosa (1973- )
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Yo usaría el dinero de los vecinos para campañas publicitarias sobre como los jóvenes sin trabajo pueden capacitarse y adquirir un oficio y conocimientos para valerse por sí mismos. Para promover planes de absorción de empleos y cooperación entre las empresas y los sindicatos. pic.twitter.com/jx3iwevgkJ
El otro punto reprobable es el accionar de los políticos que con tal de obtener “votos, venden su alma al diablo”. En el caso de Argentina, ellos saben que nosotros por más que estemos en desacuerdo con este “cambio” que impulsan, por hipocresía a la hora de votarlos, en gran mayoría, no lo tendremos en cuenta (con mi familia no votaremos más ni aunque nos paguen). Así tenemos un Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires como HORACIO RODRIGUEZ LARRETA, quien pareciera que una de sus principales prioridades son los gais, ignoro si por oportunismo político o porque todavía tiene que “salir del closet”.
David / Brenda
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David Reimer nació en 1965 en Winnipeg, Canadá, como uno de dos hermanos gemelos idénticos, Bruce y Brian. Los niños nacieron sanos y se desarrollaron dentro de los límites normales hasta los 7 meses, que fueron diagnosticados con fimosis, un defecto en el prepucio del pene que es demasiado estrecho para dejar salir el glande.
Para resolver el problema, los médicos aconsejaron a los padres Janet y Ron Reimer realizar una circuncisión, un procedimiento estándar y no el más complicado. Sin embargo, el médico utilizó la técnica poco convencional de cauterización, en lugar de un bisturí, para extirparle el prepucio durante una circuncisión rutinaria, lo que le quemó el pene por completo. Bruce, terminó mutilado. Brian nunca se sometió a cirugía y después de un tiempo su fimosis desapareció sin tratamiento.
Sus padres (jóvenes campesinos que apenas habían salido de la adolescencia) fueron derivados al Hospital Johns Hopkins de Baltimore (EE.UU.), sede del principal experto mundial en identidad de género, el psicólogo John Money, un defensor de la teoría de que el género no es una condición innata, sino es completamente aprendido en los primeros años de vida y recomendó una cirugía de cambio de sexo, de hombre a mujer.
Money, por su parte, vio en el caso una oportunidad para demostrar sus teorías, dándole instrucciones a Janet y Ron de no contarle al niño jamás lo que había ocurrido.
Los progenitores de David accedieron al procedimiento radical, creyendo que esta sería la única esperanza de que su hijo llevara una vida satisfactoria. El 3 de julio de 1967, los médicos sometieron al menor a una castración quirúrgica y le modelaron una vagina. Bruce se convirtió en Brenda y a partir de los 2 años, fue sometido a tratamientos hormonales y cirugías, y sus padres lo criaban como niña.
Sin embargo, desde muy pequeño, Brenda mostró comportamientos que desafiaban esta identidad impuesta: prefería juguetes y actividades típicamente asociadas con niños, rechazaba la ropa femenina y se sentía profundamente incómoda con su rol.
A pesar de las afirmaciones iniciales de Money de que el experimento era un éxito, la niña sufría confusión, rechazo social y problemas psicológicos severos, incluso tuvo varios intentos de suicidio. En la escuela casi no tenía amigos, todos se burlaban de ella y la llamaban “mujer cavernícola”.
Para los menores las visitas al especialista eran traumáticas. El doctor insistía en la necesidad de que Brenda comprendiera la diferencia entre hombre y mujer y les hablaba con frecuencia sobre los genitales, y los fotografía a ambos desnudos. Los gemelos luego acusaron a Money de obligarlos a posar juntos en varias posiciones sexualizadas, que el médico describió como un “ensayo sexual”.
Reimer relató la ira y el abuso verbal de Money si se resistían a las órdenes, en contraste con la actitud tranquila y científica que mostraba con sus padres.
Al llegar a la adolescencia Brenda se negó a someterse a más cirugías, pero continuó consumiendo suplementos de estrógeno para estimular el desarrollo de sus senos y permaneció en tratamiento psicológico constante. Mientras, Money fue desapareciendo poco a poco de la vida de la familia Reimer.
A los 15 años, tras años de angustia y terapia, un día Ron recogió a su hija de la sesión y, en lugar de llevarla a casa, fueron a una heladería, donde decidió revelarle toda la verdad.
A partir de esta revelación Brenda decidió su identidad y optó por un cambio de sexo pocas semanas después. Poco a poco fue adaptándose a vivir como hombre, se sometió a nuevas cirugías y tratamientos para recuperar su identidad masculina.
A los 23 años conoció a Jane Fontaine, madre de tres hijos, y se casó con ella poco después. Sin embargo, las secuelas psicológicas de su infancia fueron profundas. Tenía dificultades matrimoniales, dada su ira explosiva, sus depresiones cíclicas y su miedo al abandono. Después de casi 14 años juntos, ella le dijo que debían separarse por un tiempo.
David Reimer se quitó la vida en el 2004, a los 38 años, tras años de lucha contra la depresión y el trauma. Su hermano, que sufría de depresión y esquizofrenia, falleció por una sobredosis de antidepresivos 2 años antes, en julio del 2002.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 4, 2025
Orgullo Gay
Escribe LUIS BARDIN.
ORGULLO GAY
¿Dónde está el orgullo gay de hombres mal maquillados
ostentando sin pudor sus pechos siliconados?
¿Dónde el de las lesbianeras cuyo deseo sexual,
en forma antinatural, lo satisfacen con hembras?
¿Es necesario ostentarlo si todo tan normal fuera
y el que quieran reafirmarlo, si no se tiene vergüenza?
Los héteros no lo hacen, ni desfilan por las calles,
ni nos muestran agresivos sus propias intimidades.
La ley de una presidenta que les cambió el DNI
no transforma en XX lo que ha nacido XY.
Es la ley del cromosoma, no se puede transgredir
por quorum o mayorías que la quieran suprimir.
Los varones ni amamantan y ni tampoco menstrúan.
tienen próstata normal que esperméa y que no ovula.
Mostrar ese falso orgullo es autoestima muy burda.
Quizás quieren demostrarnos, con vehemencia y con locuras
que también ellos practican las poses del Kamasutra.
Luis Bardín.
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 24, 2018
MARCHAS DEL ORGULLO GAY – LA INOCENCIA VIOLENTADA
¿SOMOS HOMOFÓBICOS O TENEMOS RAZÓN Y SON UNOS ASQUEROSOS?
Más que evidente que en el mundo se está produciendo una gran revolución de índole sexual y “cultural” que, con seguridad para quienes somos algo conservadores la misma es mala… muy mala. Esto se debe al exhibicionismo impúdico y consecuentemente, la falta de respeto por el prójimo.
[ezcol_3fifth]El cambio es acelerado e imperativo y entre muchas transgresiones, dos son destacadamente reprobables. Una es la perversa utilización de los niños, a quienes se les violenta su inocencia llevándolos por oscuros y escabrosos caminos antinaturales, ante la mansedumbre de quienes nos comportamos como meros testigos. Al mismo tiempo la iglesia teniendo sus propias culpas, tampoco hace nada contundente, más allá de un tibio comunicado al que las autoridades gubernamentales casi no leen ni escuchan. Y los medios pareciera que no existen, o están a favor de esta locura generalizada.
Albert Espinosa (1973- )
[/ezcol_3fifth] [ezcol_2fifth_end] [/ezcol_2fifth_end]El otro punto reprobable es el accionar de los políticos que con tal de obtener “votos, venden su alma al diablo”. En el caso de Argentina, ellos saben que nosotros por más que estemos en desacuerdo con este “cambio” que impulsan, por hipocresía a la hora de votarlos, en gran mayoría, no lo tendremos en cuenta (con mi familia no votaremos más ni aunque nos paguen). Así tenemos un Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires como HORACIO RODRIGUEZ LARRETA, quien pareciera que una de sus principales prioridades son los gais, ignoro si por oportunismo político o porque todavía tiene que “salir del closet”.
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[/ezcol_1half_end]Claudio Kussman
Interno L.U.P 345.349
Servicio Penitenciario Federal
Noviembre 22, 2018
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 22, 2018