La doctora ANDREA PALOMAS ALARCÓN -en su incansable tarea- nos acercó una nota de Pedro J. Guiraldes que aquí reproducimos, en donde el escriba da un pantallazo a nuestra historia escondida.
Pedro José Güiraldes
PARA LA NACION SEGUIR
3 de noviembre de 2018
“Victoria del Ejército Montonero”, titulaba la tapa del N° 8 de la revista Evita Montonera, para informar que el 5 de octubre de 1975 había atacado al Regimiento de Infantería de Monte 29 de Formosa (RI Mte 29) del Ejército Argentino. Ya se cumplieron 43 años de una de las acciones terroristas de mayor magnitud ocurridas en nuestro país en la década del 70, en este caso durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, viuda del general Juan Domingo Perón, quien presidía un gobierno democrático elegido con el 62% de los votos.
Afirmaban los montoneros, en 1975: “La lucha es político-militar y nuestra estrategia de liberación es la guerra integral contra el imperialismo y sus aliados”, y por ello, “la organización Montoneros resolvía: […] Reasumir las formas armadas de lucha, la que junto con todas las otras formas (actos, movilizaciones, huelgas, caños, etcétera) constituyen la guerra popular integral […] Así formalizaban la guerra al gobierno constitucional, buscando reemplazarlo por las armas, por lo que fue declarada como una organización ilegal y sediciosa, por el propio gobierno peronista.
La revista describe los hechos de esta manera: “Para la operación en Formosa, planificamos y preparamos una larga aproximación y retirada de una fuerza muy grande de combate, tanto en hombres como equipo […] que incluía el copamiento de un avión en Aeroparque y del aeropuerto de Formosa […] Su armamento era: 11 fusiles FAL, 18 pistolas ametralladoras Halcón, 5 fusiles FN, 1 fusil ametralladora Madsen, 2 escopetas, 5 minas y 51 granadas; además, armas cortas para todos, y contábamos con 19 vehículos. […] El total de compañeros que participan de la operación, al que debe agregarse un pelotón de apoyo en Capital Federal, son 60. A esto deben sumarse dos móviles aéreos: el Boeing (secuestrado) y el Cessna de 4 plazas. Las bases operativas fueron Capital Federal, Rosario, Santa Fe, Resistencia y Formosa”.
Evita Montonera describe el combate así: “A partir de este momento comienza una verdadera batalla; los soldados -armados o desarmados en algunos casosdesobedecieron la orden de rendición, en todos lados presentaron fuerte resistencia y en algunos lugares esa resistencia fue suicida […] Los soldados cuando podían escapaban de los lugares atacados […] pero ninguno suelta el fusil y una vez a distancia buscaban parapetarse para iniciar el fuego”.
La publicación oficial de Montoneros pinta la soberbia armada de esta “vanguardia iluminada”: “Aventuramos la hipótesis de que esta resistencia suicida de los soldados tiene que ver, en parte, con el bajísimo nivel de conciencia de la población de la zona […]”. Vale decir que los conscriptos no entendieron que los guerrilleros eran sus liberadores y defendieron su regimiento.
Uno de esos soldados era Hermindo Luna, quien desafió la orden de rendición de los terroristas que atacaban su cuartel. Su grito de “¡Acá no se rinde nadie, mierda!”, mientras caía partido en dos por una ráfaga, inscribió su nombre entre los héroes de la defensa del RI Mte 29. Fieles a su juramento a la bandera, también cayeron otros nueve conscriptos: Antonio Arrieta, Heriberto Ávalos, José Coronel, Dante Salvatierra, Ismael Sánchez, Tomás Sánchez, Edmundo Sosa, Marcelino Torales y 3/11/2018 Una deuda pendiente con las víctimas del terrorismo – Alberto Villalba; el sargento Mario Sanabria, el subteniente Ricardo Massaferro y el agente de la policía formoseña Argentino Alegre.
Los terroristas, en la misma revista, informan acerca de sus muertos: “De la Guardia escapa la mayoría de los soldados […] allí había 33 soldados que se parapetan y hacen fuego contra nuestros compañeros provocándonos el mayor número de las bajas sufridas. […] Del Pelotón 3 y 4, ocho compañeros debían correr 40 metros sin protección física. Solo dos compañeros llegan, los otros seis caen en el camino. […] Los tres compañeros del pelotón 2 […] no volvieron. […] Estos son los once compañeros que caen en la operación”.
Los atacantes al cuartel abatidos en combate fueron en realidad doce: el soldado entregador, Luis Roberto Mayol; Oscar Ramón Boero, Reinaldo Ramón Briggiler, José Daniel Graziano, Juan Sebastián Hernández, Víctor Hugo Iribarren, Raimundo Kobalc, Saúl Mario Kobrinsky, Jorge Alberto Livieres, Arturo Inocencio Mariani, Luis Carlos Morero y Alfredo Rubén Velázquez.
El Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado (Ruvte) de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación afirma que los atacantes al RI Mte 29 fueron víctimas de la represión ilegal del Estado, calificando cada caso como “asesinato”, lo que habilitó a sus herederos al cobro de indemnizaciones, como beneficiarios de la “ley reparatoria” N° 24.411. La suma promedio, actualizada a octubre de 2018, de cada una de las nueve indemnizaciones pagadas hasta ahora, asciende a más de 5.500.000 pesos. Como contrapartida, los padres que sobreviven a aquellos hijos que murieron defendiendo el cuartel cobran una pensión mensual de unos 5000 pesos promedio.
En la CABA, el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, “homenajea y recuerda” a los guerrilleros abatidos en el ataque y proclama que “murieron combatiendo por ideales de justicia y equidad”. Para decirlo claramente: el Estado argentino y el gobierno de la ciudad de Buenos Aires llevan muchos años haciendo apología del terrorismo, y lo mismo sucede en otras provincias y ciudades de todo el país. Este despropósito debe cesar inmediatamente y la Justicia establecer si constituye delito y castigar a quienes eventualmente lo cometieron.
Adicionalmente, el gobierno nacional continúa faltando a su obligación de recordar y honrar a quienes fueron víctimas del terrorismo, y dar consuelo y resarcimiento a sus familiares. Tampoco admite ya más demora que el Estado dé cuenta acabada y precisa de los más de casi 76.000.000.000 de pesos, calculados a moneda de octubre de 2018, pagados sin control en decenas de miles de indemnizaciones, y también acerca de las pensiones graciables, otorgadas de manera igualmente opaca, en el marco de las llamadas “leyes reparatorias” vigentes, ninguna de ellas prevista para los héroes ni familiares de quienes entregaron sus vidas o sufrieron daños de todo tipo en la defensa de la Argentina durante la guerra revolucionaria de los 70.
Una deuda pendiente con las víctimas del terrorismo
Pedro José Güiraldes
“Victoria del Ejército Montonero”, titulaba la tapa del N° 8 de la revista Evita Montonera, para informar que el 5 de octubre de 1975 había atacado al Regimiento de Infantería de Monte 29 de Formosa (RI Mte 29) del Ejército Argentino. Ya se cumplieron 43 años de una de las acciones terroristas de mayor magnitud ocurridas en nuestro país en la década del 70, en este caso durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, viuda del general Juan Domingo Perón, quien presidía un gobierno democrático elegido con el 62% de los votos.
Afirmaban los montoneros, en 1975: “La lucha es político-militar y nuestra estrategia de liberación es la guerra integral contra el imperialismo y sus aliados”, y por ello, “la organización Montoneros resolvía: […] Reasumir las formas armadas de lucha, la que junto con todas las otras formas (actos, movilizaciones, huelgas, caños, etcétera) constituyen la guerra popular integral […] Así formalizaban la guerra al gobierno constitucional, buscando reemplazarlo por las armas, por lo que fue declarada como una organización ilegal y sediciosa, por el propio gobierno peronista.
La revista describe los hechos de esta manera: “Para la operación en Formosa, planificamos y preparamos una larga aproximación y retirada de una fuerza muy grande de combate, tanto en hombres como equipo […] que incluía el copamiento de un avión en Aeroparque y del aeropuerto de Formosa […] Su armamento era: 11 fusiles FAL, 18 pistolas ametralladoras Halcón, 5 fusiles FN, 1 fusil ametralladora Madsen, 2 escopetas, 5 minas y 51 granadas; además, armas cortas para todos, y contábamos con 19 vehículos. […] El total de compañeros que participan de la operación, al que debe agregarse un pelotón de apoyo en Capital Federal, son 60. A esto deben sumarse dos móviles aéreos: el Boeing (secuestrado) y el Cessna de 4 plazas. Las bases operativas fueron Capital Federal, Rosario, Santa Fe, Resistencia y Formosa”.
Evita Montonera describe el combate así: “A partir de este momento comienza una verdadera batalla; los soldados -armados o desarmados en algunos casosdesobedecieron la orden de rendición, en todos lados presentaron fuerte resistencia y en algunos lugares esa resistencia fue suicida […] Los soldados cuando podían escapaban de los lugares atacados […] pero ninguno suelta el fusil y una vez a distancia buscaban parapetarse para iniciar el fuego”.
La publicación oficial de Montoneros pinta la soberbia armada de esta “vanguardia iluminada”: “Aventuramos la hipótesis de que esta resistencia suicida de los soldados tiene que ver, en parte, con el bajísimo nivel de conciencia de la población de la zona […]”. Vale decir que los conscriptos no entendieron que los guerrilleros eran sus liberadores y defendieron su regimiento.
Uno de esos soldados era Hermindo Luna, quien desafió la orden de rendición de los terroristas que atacaban su cuartel. Su grito de “¡Acá no se rinde nadie, mierda!”, mientras caía partido en dos por una ráfaga, inscribió su nombre entre los héroes de la defensa del RI Mte 29. Fieles a su juramento a la bandera, también cayeron otros nueve conscriptos: Antonio Arrieta, Heriberto Ávalos, José Coronel, Dante Salvatierra, Ismael Sánchez, Tomás Sánchez, Edmundo Sosa, Marcelino Torales y 3/11/2018 Una deuda pendiente con las víctimas del terrorismo – Alberto Villalba; el sargento Mario Sanabria, el subteniente Ricardo Massaferro y el agente de la policía formoseña Argentino Alegre.
Los terroristas, en la misma revista, informan acerca de sus muertos: “De la Guardia escapa la mayoría de los soldados […] allí había 33 soldados que se parapetan y hacen fuego contra nuestros compañeros provocándonos el mayor número de las bajas sufridas. […] Del Pelotón 3 y 4, ocho compañeros debían correr 40 metros sin protección física. Solo dos compañeros llegan, los otros seis caen en el camino. […] Los tres compañeros del pelotón 2 […] no volvieron. […] Estos son los once compañeros que caen en la operación”.
Los atacantes al cuartel abatidos en combate fueron en realidad doce: el soldado entregador, Luis Roberto Mayol; Oscar Ramón Boero, Reinaldo Ramón Briggiler, José Daniel Graziano, Juan Sebastián Hernández, Víctor Hugo Iribarren, Raimundo Kobalc, Saúl Mario Kobrinsky, Jorge Alberto Livieres, Arturo Inocencio Mariani, Luis Carlos Morero y Alfredo Rubén Velázquez.
El Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado (Ruvte) de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación afirma que los atacantes al RI Mte 29 fueron víctimas de la represión ilegal del Estado, calificando cada caso como “asesinato”, lo que habilitó a sus herederos al cobro de indemnizaciones, como beneficiarios de la “ley reparatoria” N° 24.411. La suma promedio, actualizada a octubre de 2018, de cada una de las nueve indemnizaciones pagadas hasta ahora, asciende a más de 5.500.000 pesos. Como contrapartida, los padres que sobreviven a aquellos hijos que murieron defendiendo el cuartel cobran una pensión mensual de unos 5000 pesos promedio.
En la CABA, el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, “homenajea y recuerda” a los guerrilleros abatidos en el ataque y proclama que “murieron combatiendo por ideales de justicia y equidad”. Para decirlo claramente: el Estado argentino y el gobierno de la ciudad de Buenos Aires llevan muchos años haciendo apología del terrorismo, y lo mismo sucede en otras provincias y ciudades de todo el país. Este despropósito debe cesar inmediatamente y la Justicia establecer si constituye delito y castigar a quienes eventualmente lo cometieron.
Adicionalmente, el gobierno nacional continúa faltando a su obligación de recordar y honrar a quienes fueron víctimas del terrorismo, y dar consuelo y resarcimiento a sus familiares. Tampoco admite ya más demora que el Estado dé cuenta acabada y precisa de los más de casi 76.000.000.000 de pesos, calculados a moneda de octubre de 2018, pagados sin control en decenas de miles de indemnizaciones, y también acerca de las pensiones graciables, otorgadas de manera igualmente opaca, en el marco de las llamadas “leyes reparatorias” vigentes, ninguna de ellas prevista para los héroes ni familiares de quienes entregaron sus vidas o sufrieron daños de todo tipo en la defensa de la Argentina durante la guerra revolucionaria de los 70.
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