La angustia, el terror, la destrucción y el hambre que producen las guerras está generando, como siempre ha sucedido en la historia, grandes desplazamientos humanos hacia países que, al menos supuestamente, están alejadas de esos dramas, además de ofrecer mejores condiciones de vida a sus habitantes.
Rusia y Ucrania están padeciendo la emigración de los más jóvenes, reacios a participar personalmente en esos conflictos, pero el miedo también hace que polacos, estonios, letones y lituanos traten de alejarse de esos escenarios tan peligrosos.
Siria y el Líbano, devastadas por décadas de guerra, aportan sus propios contingentes a la emigración, tal como lo hacen muchos países africanos, azotados por la miseria y la enfermedad, aunque (o tal vez por ello) sus subsuelos se hayan convertido en botines de caza para las grandes potencias, comenzando por China.
Quienes disponen de mayores recursos optan por geografías más exóticas para ellos, como el Caribe y Sudamérica, que hoy reciben importantes inversiones inmobiliarias individuales de esos expatriados; quienes carecen de tales medios, no tienen otra opción que arriesgar sus vidas en el Mediterráneo y el Atlántico oriental para tratar de acceder a una Europa que, quizás ya sólo por su cercanía, sigue actuando como un imán para esos pauperizados invasores.
Por primera vez, escuché a Giorgia Meloni, presidente del Consejo de Ministros de Italia, proponer a las Naciones Unidas crear algún remedo del Plan Marshall, que permitió reconstruir a Europa después de la II Guerra, para los países africanos.
Resulta claro que su objetivo, por cierto la política más inteligente y constructiva que puede llevarse a cabo para alcanzarlo, es lograr que sus habitantes prefieran quedarse en sus lugares de origen, sabiendo que allí podrán vivir, progresar y ascender.
El exilio siempre es malo, aunque a veces sea la única opción para la supervivencia, y si Europa adhiriera realmente, y financiara la implementación de un plan como el que Meloni propone, el primer logro sería atenuar mucho la inmigración ilegal que padecen tantos países de la Comunidad, amén de comenzar a solucionar la catástrofe humanitaria que afecta, sobre todo, al África Subsahariana.
Muchos de esos problemas en el continente negro se originan en el proceso de descolonización del siglo XX cuando, al retirarse de los vastos territorios que ocupaban, las grandes potencias trazaron, sólo con regla y escuadra, las fronteras de los nuevos países inventados.
Así ignoraron, tal como sucedió también en los Balcanes casi contemporáneamente, los reales límites establecidos por razas y religiones preexistentes que, a partir de entonces, no cesan de guerrear entre ellas y producen, en muchos casos, verdaderos genocidios. Ruanda, Bosnia y Serbia pueden dar testimonio.
Pero, para volver a nuestra Argentina, resulta indispensable hacer un par de breves comentarios sobre los sucesos de estos días.
En el tema de la financiación de la universidad pública, pese a que ésta sigue ignorando la propuesta que formulé para su futuro en otras notas, creo que el Gobierno está cometiendo dos errores: el primero, claro, es la clara reducción en los fondos que la sustentan; el segundo, que se podría haber evitado con una buena comunicación e información a la sociedad, radica en no poner de manifiesto que, a lo largo de las dos últimas décadas, al Estado le resultó imposible auditar el verdadero destino que se dio a los ingentes fondos que se le transfirieron.
Eso permitió, y aún lo hace, que la Universidad de Buenos Aires se haya transformado en una caja sideral para el radicalismo, cuya organización dependiente, Franja Morada, la ha gobernado durante todo ese largo lapso. El kirchnerismo, envidioso, lo imitó y, para facilitar el saqueo, creó decenas de universidades, en especial en el Conurbano bonaerense, sede de su base electoral.
En el aspecto laboral, y en la medida en que “la política es el arte de lo posible”, justifico la postergación de la reforma sindical que el Presidente había anunciado ya en campaña. De haber avanzado en ese sentido, Javier Milei hubiera abierto un nuevo frente de conflictos cuando ya tiene tantos contra que luchar.
De todos modos, me sigue molestando el rol que está jugando Santiago Caputo, un asesor externo y sin responsabilidades formales, en la administración del Ejecutivo. Se ha transformado en un verdadero pac-man sobre la gestión de todos los ministerios, y ya se ha hecho nada menos que con el control de la SIDE y grandes áreas del Ministerio de Capital Humano.
En otro orden de cosas, me llama la atención la escasa correlación entre el descubrimiento de tantos ilícitos y saqueos del gobierno de los Fernández² y la escasez de denuncias ante la Justicia Criminal. Espero que no se deba esa inactividad a un pacto secreto entre los libertarios y el kirchnerismo, tal como sugiere la permanencia de tantos funcionarios de ese origen y massistas en grandes organismos del Estado.
Para terminar de una vez con esta demasiado larga exposición, insisto en mi enorme preocupación por la subsistencia, aunque ahora demorada, nominación de Ariel Lijo para integrar la Corte. Si el Gobierno logra su objetivo de contar con un alto Tribunal adicto y permisivo, mis principios republicanos y liberales me obligarán, muy a mi pesar, a ponerme en la vereda de enfrente.
La General, jefa del Comando Sur de EE.UU., Laura Richardson, insta a los dirigentes del país a ofrecer a las naciones latinoamericanas un plan de ayuda similar al que Washington brindó a la Europa de posguerra. Sin embargo, expertos creen que su intención es justificar la presencia militar estadounidense en la región para contrarrestar a Rusia y China.
Las autoridades y las empresas privadas de EE.UU. deben hacer más para contrarrestar la influencia de China y Rusia en América Latina, defendió la semana pasada la jefa del Comando Sur, la general Laura Richardson, en el foro de seguridad de Aspen.
Richardson afirmó que no todos los países de la región se han recuperado del impacto económico de la pandemia, lo que ha creado una inestabilidad de la que Moscú y Pekín se están “aprovechando” ofreciendo dinero a los países o pidiéndoles que se unan a la iniciativa de la Franja y la Ruta.
“No tenemos ese tipo de herramientas en nuestra mochila. ¿Cómo podemos contribuir a ello? Creo firmemente que necesitamos un ‘Plan Marshall’ para la región, o una ley de recuperación económica como la de 1948, pero en 2024, 2025”, explicó.
El ‘Plan Marshall’ fue un programa de ayuda económica para la Europa de posguerra, desarrollado por el entonces secretario de Estado George Marshall y lanzado en 1948, que proporcionó unos 13.300 millones de dólares en ayuda a 16 países (equivalentes a unos 150.000 millones de dólares actuales).
Proyecto de Puertos
Al mismo tiempo, el programa servía directamente a los intereses de Washington, al proporcionar puestos de trabajo dentro del propio EE.UU. y garantizar un enorme flujo de mercancías estadounidenses hacia los mercados europeos. Además, se considera una herramienta capital de la Guerra Fría, ya que contribuyó a combatir la popularidad de las ideas socialistas en los países europeos y al distanciamiento con la Unión Soviética, dividiendo Europa en dos bloques.
La jefa del Comando Sur señaló que a EE.UU. le resulta cada vez más difícil competir en la región latinoamericana. “Ellos [los líderes de América Latina] no ven lo que el equipo de EE.UU. está trayendo a los países y las inversiones -a pesar de que la inversión extranjera directa es realmente alta-, no lo ven”, afirmó.
“Todo lo que ven son las grúas chinas y todo el desarrollo y los proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta”, lamentó.
Richardson dijo que le preocupa la posibilidad de que Pekín utilice esos proyectos para obtener ventajas militares estratégicas. “Si es para hacer el bien en el hemisferio, entonces estoy totalmente a favor. Pero me hace sospechar un poco cuando hay mucha inversión en la infraestructura crítica -mucha en la infraestructura crítica de los países de esta región- puertos de aguas profundas, 5G, ciberseguridad, energía, espacio”, explicó.
“Me preocupa la naturaleza de doble uso de eso. Son empresas estatales de un gobierno comunista y me preocupa que se conviertan rápidamente en aplicaciones militares”, añadió.
Las declaraciones de Richardson han provocado reacciones contradictorias en EE.UU. Kelley Beaucar Vlahos, asesora principal del Quincy Institute, un centro de análisis de política exterior, cuestionó si los comentarios de la general son una forma de canalizar grandes recursos militares hacia la región.
“También deberíamos preguntarnos por qué los militares llevan la iniciativa a la hora de plantear las verdaderas cuestiones. ¿Dónde están los diplomáticos? ¿Se trata solo de otro argumento para poner más ojos y activos militares en la región?”, escribió en un artículo.
En mayo, Juan Gabriel Tokatlian, investigador argentino y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Torcuato Di Tella, ya llamó la atención sobre lo dudoso de las afirmaciones de Richardson sobre la amenaza china en América Latina.
Según él, “la histeria antisoviética y anticomunista que caracterizó el periodo de la Guerra Fría sigue viva en cierta medida con el ascenso de China”. Así, citó la intervención de Richardson ante el Congreso estadounidense en marzo de este año, durante la cual pronunció la palabra “malicioso” 24 veces en referencia a las acciones de Pekín y Moscú en la región.
Al mismo tiempo, al examinar los datos de cooperación en materia de defensa entre los países latinoamericanos, Tokatlian concluyó que los informes sobre una supuesta amenaza china son necesarios para que Washington aumente su propio gasto militar. Así, el Comando Sur solicitó un aumento de casi el 50 % de su presupuesto para 2025.
“La presencia militar estadounidense en la región es mucho mayor e incluye acuerdos de cooperación en materia portuaria, aeroespacial y fluvial. No existen análogos chinos a estos acuerdos”, destacó el experto. “En América Latina, donde las tasas de homicidio están por las nubes y las armas de fuego son una de las principales causas de muerte, redimensionar la presencia militar china nos deja con una pregunta provocativa: ¿de qué sirve a la región una carrera armamentística de EE.UU. con un competidor que no es ni de lejos su par?”, finalizó.
POST DATA DE… MUNDO EN LLAMAS
♣
Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro.
La angustia, el terror, la destrucción y el hambre que producen las guerras está generando, como siempre ha sucedido en la historia, grandes desplazamientos humanos hacia países que, al menos supuestamente, están alejadas de esos dramas, además de ofrecer mejores condiciones de vida a sus habitantes.
Rusia y Ucrania están padeciendo la emigración de los más jóvenes, reacios a participar personalmente en esos conflictos, pero el miedo también hace que polacos, estonios, letones y lituanos traten de alejarse de esos escenarios tan peligrosos.
Siria y el Líbano, devastadas por décadas de guerra, aportan sus propios contingentes a la emigración, tal como lo hacen muchos países africanos, azotados por la miseria y la enfermedad, aunque (o tal vez por ello) sus subsuelos se hayan convertido en botines de caza para las grandes potencias, comenzando por China.
Quienes disponen de mayores recursos optan por geografías más exóticas para ellos, como el Caribe y Sudamérica, que hoy reciben importantes inversiones inmobiliarias individuales de esos expatriados; quienes carecen de tales medios, no tienen otra opción que arriesgar sus vidas en el Mediterráneo y el Atlántico oriental para tratar de acceder a una Europa que, quizás ya sólo por su cercanía, sigue actuando como un imán para esos pauperizados invasores.
Por primera vez, escuché a Giorgia Meloni, presidente del Consejo de Ministros de Italia, proponer a las Naciones Unidas crear algún remedo del Plan Marshall, que permitió reconstruir a Europa después de la II Guerra, para los países africanos.
Resulta claro que su objetivo, por cierto la política más inteligente y constructiva que puede llevarse a cabo para alcanzarlo, es lograr que sus habitantes prefieran quedarse en sus lugares de origen, sabiendo que allí podrán vivir, progresar y ascender.
El exilio siempre es malo, aunque a veces sea la única opción para la supervivencia, y si Europa adhiriera realmente, y financiara la implementación de un plan como el que Meloni propone, el primer logro sería atenuar mucho la inmigración ilegal que padecen tantos países de la Comunidad, amén de comenzar a solucionar la catástrofe humanitaria que afecta, sobre todo, al África Subsahariana.
Muchos de esos problemas en el continente negro se originan en el proceso de descolonización del siglo XX cuando, al retirarse de los vastos territorios que ocupaban, las grandes potencias trazaron, sólo con regla y escuadra, las fronteras de los nuevos países inventados.
Así ignoraron, tal como sucedió también en los Balcanes casi contemporáneamente, los reales límites establecidos por razas y religiones preexistentes que, a partir de entonces, no cesan de guerrear entre ellas y producen, en muchos casos, verdaderos genocidios. Ruanda, Bosnia y Serbia pueden dar testimonio.
Pero, para volver a nuestra Argentina, resulta indispensable hacer un par de breves comentarios sobre los sucesos de estos días.
En el tema de la financiación de la universidad pública, pese a que ésta sigue ignorando la propuesta que formulé para su futuro en otras notas, creo que el Gobierno está cometiendo dos errores: el primero, claro, es la clara reducción en los fondos que la sustentan; el segundo, que se podría haber evitado con una buena comunicación e información a la sociedad, radica en no poner de manifiesto que, a lo largo de las dos últimas décadas, al Estado le resultó imposible auditar el verdadero destino que se dio a los ingentes fondos que se le transfirieron.
Eso permitió, y aún lo hace, que la Universidad de Buenos Aires se haya transformado en una caja sideral para el radicalismo, cuya organización dependiente, Franja Morada, la ha gobernado durante todo ese largo lapso. El kirchnerismo, envidioso, lo imitó y, para facilitar el saqueo, creó decenas de universidades, en especial en el Conurbano bonaerense, sede de su base electoral.
En el aspecto laboral, y en la medida en que “la política es el arte de lo posible”, justifico la postergación de la reforma sindical que el Presidente había anunciado ya en campaña. De haber avanzado en ese sentido, Javier Milei hubiera abierto un nuevo frente de conflictos cuando ya tiene tantos contra que luchar.
De todos modos, me sigue molestando el rol que está jugando Santiago Caputo, un asesor externo y sin responsabilidades formales, en la administración del Ejecutivo. Se ha transformado en un verdadero pac-man sobre la gestión de todos los ministerios, y ya se ha hecho nada menos que con el control de la SIDE y grandes áreas del Ministerio de Capital Humano.
En otro orden de cosas, me llama la atención la escasa correlación entre el descubrimiento de tantos ilícitos y saqueos del gobierno de los Fernández² y la escasez de denuncias ante la Justicia Criminal. Espero que no se deba esa inactividad a un pacto secreto entre los libertarios y el kirchnerismo, tal como sugiere la permanencia de tantos funcionarios de ese origen y massistas en grandes organismos del Estado.
Para terminar de una vez con esta demasiado larga exposición, insisto en mi enorme preocupación por la subsistencia, aunque ahora demorada, nominación de Ariel Lijo para integrar la Corte. Si el Gobierno logra su objetivo de contar con un alto Tribunal adicto y permisivo, mis principios republicanos y liberales me obligarán, muy a mi pesar, a ponerme en la vereda de enfrente.
Hasta la próxima nota.
Un fuerte abrazo.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401
Cel. en Argentina (+54911) o (15) 4473 4003
Cel. en Brasil (+5521) 98128 7896
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
Site: www.avogadro.com.ar
Blog: http://egavogadro.blogspot.com
Facebook: Enrique Guillermo Avogadro
Twitter: @egavogadro
Nota 413 del Doctor Guillermo Avogadro en este portal. (Hacer clic)
PrisioneroEnArgentina.com
Setiembre 30, 2024
Un Plan Marshall para América Latina
◘
Las autoridades y las empresas privadas de EE.UU. deben hacer más para contrarrestar la influencia de China y Rusia en América Latina, defendió la semana pasada la jefa del Comando Sur, la general Laura Richardson, en el foro de seguridad de Aspen.
Richardson afirmó que no todos los países de la región se han recuperado del impacto económico de la pandemia, lo que ha creado una inestabilidad de la que Moscú y Pekín se están “aprovechando” ofreciendo dinero a los países o pidiéndoles que se unan a la iniciativa de la Franja y la Ruta.
“No tenemos ese tipo de herramientas en nuestra mochila. ¿Cómo podemos contribuir a ello? Creo firmemente que necesitamos un ‘Plan Marshall’ para la región, o una ley de recuperación económica como la de 1948, pero en 2024, 2025”, explicó.
El ‘Plan Marshall’ fue un programa de ayuda económica para la Europa de posguerra, desarrollado por el entonces secretario de Estado George Marshall y lanzado en 1948, que proporcionó unos 13.300 millones de dólares en ayuda a 16 países (equivalentes a unos 150.000 millones de dólares actuales).
Al mismo tiempo, el programa servía directamente a los intereses de Washington, al proporcionar puestos de trabajo dentro del propio EE.UU. y garantizar un enorme flujo de mercancías estadounidenses hacia los mercados europeos. Además, se considera una herramienta capital de la Guerra Fría, ya que contribuyó a combatir la popularidad de las ideas socialistas en los países europeos y al distanciamiento con la Unión Soviética, dividiendo Europa en dos bloques.
La jefa del Comando Sur señaló que a EE.UU. le resulta cada vez más difícil competir en la región latinoamericana. “Ellos [los líderes de América Latina] no ven lo que el equipo de EE.UU. está trayendo a los países y las inversiones -a pesar de que la inversión extranjera directa es realmente alta-, no lo ven”, afirmó.
“Todo lo que ven son las grúas chinas y todo el desarrollo y los proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta”, lamentó.
Richardson dijo que le preocupa la posibilidad de que Pekín utilice esos proyectos para obtener ventajas militares estratégicas. “Si es para hacer el bien en el hemisferio, entonces estoy totalmente a favor. Pero me hace sospechar un poco cuando hay mucha inversión en la infraestructura crítica -mucha en la infraestructura crítica de los países de esta región- puertos de aguas profundas, 5G, ciberseguridad, energía, espacio”, explicó.
“Me preocupa la naturaleza de doble uso de eso. Son empresas estatales de un gobierno comunista y me preocupa que se conviertan rápidamente en aplicaciones militares”, añadió.
Las declaraciones de Richardson han provocado reacciones contradictorias en EE.UU. Kelley Beaucar Vlahos, asesora principal del Quincy Institute, un centro de análisis de política exterior, cuestionó si los comentarios de la general son una forma de canalizar grandes recursos militares hacia la región.
“También deberíamos preguntarnos por qué los militares llevan la iniciativa a la hora de plantear las verdaderas cuestiones. ¿Dónde están los diplomáticos? ¿Se trata solo de otro argumento para poner más ojos y activos militares en la región?”, escribió en un artículo.
En mayo, Juan Gabriel Tokatlian, investigador argentino y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Torcuato Di Tella, ya llamó la atención sobre lo dudoso de las afirmaciones de Richardson sobre la amenaza china en América Latina.
Según él, “la histeria antisoviética y anticomunista que caracterizó el periodo de la Guerra Fría sigue viva en cierta medida con el ascenso de China”. Así, citó la intervención de Richardson ante el Congreso estadounidense en marzo de este año, durante la cual pronunció la palabra “malicioso” 24 veces en referencia a las acciones de Pekín y Moscú en la región.
Al mismo tiempo, al examinar los datos de cooperación en materia de defensa entre los países latinoamericanos, Tokatlian concluyó que los informes sobre una supuesta amenaza china son necesarios para que Washington aumente su propio gasto militar. Así, el Comando Sur solicitó un aumento de casi el 50 % de su presupuesto para 2025.
“La presencia militar estadounidense en la región es mucho mayor e incluye acuerdos de cooperación en materia portuaria, aeroespacial y fluvial. No existen análogos chinos a estos acuerdos”, destacó el experto. “En América Latina, donde las tasas de homicidio están por las nubes y las armas de fuego son una de las principales causas de muerte, redimensionar la presencia militar china nos deja con una pregunta provocativa: ¿de qué sirve a la región una carrera armamentística de EE.UU. con un competidor que no es ni de lejos su par?”, finalizó.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 23, 2024