○ El número de misiles ATACMS que Ucrania puede obtener es limitado, por lo que el anuncio “no va a producir un cambio de la noche a la mañana en el campo de batalla”. El coste de los misiles estadounidenses de largo alcance ATACMS en poder de Ucrania, su número limitado, así como el carácter provocador de la decisión de autorizar su uso, son los principales problemas que plantea la decisión estadounidense de levantar las restricciones a Kiev para atacar territorio ruso internacionalmente reconocido, informó este lunes CNN.
El número de misiles ATACMS que Ucrania puede obtener es limitado, por lo que permitir su uso para lanzar ataques al interior de Rusia “no va a producir un cambio de la noche a la mañana en el campo de batalla”.
Además, su coste es significativamente superior al de los drones que los propios ucranianos ensamblan y ya utilizan para lanzar ataques en el interior de Rusia. Por otra parte, la decisión de la Administración estadounidense es “bastante provocadora”.
Medios occidentales informaron el domingo de que Washington había autorizado a Ucrania atacar territorio ruso, en particular la provincia rusa de Kursk, con misiles de fabricación estadounidense de largo alcance.
Desde el Kremlin consideran que la medida supone una nueva escalada de tensión y un mayor grado de implicación de Washington en el conflicto de Ucrania.
En septiembre, el presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó que, si se tomara la decisión de permitir a Ucrania que ataque el interior del territorio ruso internacionalmente reconocido con armas occidentales de largo alcance, eso significaría que los países de la OTAN “están en guerra con Rusia”. “Si se toma esta decisión, significará, nada menos, que la implicación directa de los países de la OTAN […] en la guerra de Ucrania. Esa es una implicación directa”, recalcó.
Javier Milei tendrá en el “H° Aguantadero” un frente permanente de tormenta que, a la luz de lo ya sucedido, puede convertirse en una temporada de fuertes huracanes.
Me refiero, sobre todo, al régimen de ajuste de las jubilaciones cuya nueva ley amenaza con vetar íntegramente tan pronto la sanción llegue a sus manos para la promulgación.
Si los votos se repartieran como se vio en las sesiones de Diputados y Senado, es altamente probable que sus enemigos (en realidad, quienes buscan estrellar el plan económico para lograr imponer una devaluación que, al concretarse, impactaría de lleno sobre la inflación que, con tanto sacrificio, estamos intentando domar) alcancen los dos tercios necesarios para insistir en el texto aprobado esta semana y, de ese modo, sortear el veto presidencial. Cuidado, porque si esta oposición de permanente geometría variable lograra reunir nuevamente ese porcentaje podría hasta hacerle juicio político al propio Presidente.
Es que aquellos que identifiqué en la nota tienen mucho para perder si Milei tiene éxito, y no me refiero sólo a los políticos y gremialistas sino, sobre todo, a los empresarios argentinos, que se niegan a invertir en sus propias industrias (generando puestos de trabajo de calidad), mejorar la productividad y competir con sus homólogos del exterior y así, permitir que tengamos mejores precios y más calidad en lo que compramos y consumimos.
Pero las derrotas que sufrió el Ejecutivo en el Congreso no se debieron sólo a una oposición que, con tal de conservar quioscos y privilegios, está dispuesta a hacer saltar todo por el aire, sino a las crisis que exponen a cielo abierto las disidencias intra-bloques libertarios y, en especial, a inexplicables procederes del propio Presidente de la Nación, que da permanentes muestras de incontinencia verbal.
Si bien algo así era esperable, dada la carencia de un número suficiente de cuadros propios y leales para cubrir tantos casilleros en las listas de legisladores y de la administración del Estado, que La Libertad Avanza continúe cobijando tantos kirchneristas y massistas en cargos relevantes y posiciones expectables después de ocho meses de ejercicio del poder, debiera llamar la atención.
Un ejemplo claro de lo que digo es, precisamente, la nominación de Ariel Lijo para integrar la Corte. En la medida en que Milei sólo se ocupa de la economía y se desentiende de todos las demás áreas del Ejecutivo, no tengo duda alguna acerca del autor intelectual de ese monumental dislate, que “vendió” esa candidatura en los inexpertos y crédulos oídos de Santiago Caputo y Karina Milei y, como proviene de ella, el Presidente la defiende a capa y espada.
Me refiero a Ricardo Lorenzetti, que aún sangra por la herida que le produjo su desplazamiento como Presidente del alto Tribunal; se trata de un personaje nefasto, criticado abiertamente en su pago chico (Rafaela, Provincia de Santa Fe) por su catadura moral, que habilitó la persecución de los militares para permitir la venganza de los terroristas derrotados en los 70’s.
Recordemos que, para definir cómo sería la jurisprudencia futura de la Corte al respecto, no tuvo empacho alguno en decir que el tema había sido “consensuado” con los otros poderes del Estado.
Un aspecto más grave de los problemas que muestra el espacio oficialista se da en la disputa entre el Presidente y su Vice por temas verdaderamente nimios.
Varios me han preguntado si es legítimo que Victoria Villarruel exprese públicamente su disgusto cuando no está de acuerdo con los criterios del tripartito tablero de comando blindado del Ejecutivo, y mi respuesta es siempre afirmativa. No podemos olvidar que Milei y ella, por mucho que moleste a muchos, tienen la misma legitimidad de origen, ya que fueron votados al unísono por la ciudadanía.
Por lo demás, esa ríspida relación no debiera sorprendernos, porque los desacuerdos entre presidentes y sus vices son una vieja costumbre en la historia argentina, inclusive en aquellos años en que nuestro país gozaba de las mieles de ser una de las primeras potencias mundiales, tan reivindicada por el actual mandatario como la época ideal a la que deberíamos volver.
Insisto en la necesidad de observar de cerca los sucesos que se están produciendo en la guerra entre Ucrania y Rusia, porque un eventual progreso de aquélla en territorio de Putin podría desesperar a éste y llevarlo a un manotazo nuclear, aunque fuera táctico.
En lo que respecta a los conflictos entre Israel, Hamas, los palestinos, el Líbano e Irán, tengo la sensación de que los ayatollahs están pensando muy bien si valdría la pena escalar el conflicto, por la seguramente fuerte reacción de los Estados Unidos en su contra.
No creo, en otro importante escenario, que China esté dispuesta a transformar sus amenazas en una invasión real a Taiwan, porque Xi Jinping sabe que su economía está comenzando a mostrar signos de debilidad y que el único campo en el que le conviene luchar es el comercial, y el comercio exige paz.
Para finalizar esta ya demasiado extensa respuesta, sólo queda por analizar con cautela las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, porque es probable que se repitan los resultados de 2015, cuando Hillary Clinton obtuvo más votos pero triunfó Donald Trump, que contó con mayor cantidad de electores.
La gran incógnita para los argentinos es con qué nuevo Presidente nos iría mejor: con Kamala Harris o con Trump. Al respecto, no estoy tan seguro, como muchos de los libertarios, que el regreso del magnate a la Casa Blanca se transformaría de inmediato en un apoyo irrestricto a Milei y su programa; como mínimo, esas esperanzas deberán esperar al menos hasta junio de 2025 (una eternidad para nosotros) para concretarse.
Ante el punto muerto que ha alcanzado la ayuda de Occidente a Ucrania, los aliados europeos empiezan a deliberar qué van a hacer si el plan derrotar a Rusia no funciona. Expertos citan a personas cercanas a las conversaciones internas que auguran el impacto de tal revés estratégico para el prestigio de la OTAN sería “mucho más profundo” que el causado por el “espectáculo de la fallida retirada de EE.UU. de Afganistán” en 2021. Algunos gobiernos están evaluando los riesgos que podrían correr los miembros orientales de la Alianza Atlántica en caso de que Ucrania ya no pueda oponer resistencia a las fuerzas rusas y sus defensas se desmoronen. En esta línea, ya se está cuestionando la fiabilidad de las promesas de defensa hechas por Washington. Funcionarios europeos afirmaron que Moscú buscaría tomar bajo su control más territorios y “destruir más infraestructura si Ucrania no recibe las armas de Occidente para defenderse”. En este caso, Kiev tendría que aceptar un acuerdo de alto el fuego bajo las condiciones de Moscú.
Mientras permanecen bloqueados por diferencias políticas 61.000 millones de dólares en EE.UU. y 50.000 millones euros en la UE, y los partidarios de Ucrania esperan decisiones a principios del próximo año, los funcionarios reconocen que es improbable que se produzca un gran avance ucraniano en el campo de batalla. Algunos funcionarios en los países bálticos ya están hablando de preparativos para una nueva guerra, dado que las tropas rusas “no serán derrotadas en Ucrania”, y crecen sus preocupaciones acerca de si EE.UU. y otros aliados arriesgarían sus tropas para defender a las pequeñas naciones que fueron parte de la URSS.
Así, Martin Herem, jefe de las Fuerzas de Defensa de Estonia, afirmó en declaraciones a un canal local la semana pasada que las fuerzas rusas podrían estar listas para atacar a la OTAN dentro de un año al terminar el conflicto en Ucrania. “Rusia no tiene miedo a la OTAN”, aseguró el jefe militar.
La agencia destaca que en Occidente ha desaparecido la confianza en que la operación militar especial lanzada por Moscú fuera una “derrota estratégica” para el líder ruso. En su lugar, hay quienes sugieren una “creciente sensación de que la apuesta del presidente ruso, Vladímir Putin, de que puede durar más que EE.UU. y sus aliados podría resultar acertada”.
El triunfo ruso en el conflicto ucraniano desencadenaría un flujo de refugiados hacia la UE, aumentando la presión sobre ciertos servicios en los países afectados y agravando las tensiones entre los miembros, indicó un funcionario occidental. Asimismo, la posible transición ucraniana a las tácticas de guerrilla perpetuaría la instabilidad en la frontera este de la UE.
Al mismo tiempo el acercamiento de Rusia a los países de Europa central y su dominación en el mar Negro gracias a la posición de Crimea obligarían a EE.UU. a emprender inversiones significativas en las fuerzas europeas para conseguir una disuasión fiable. Esto requeriría un considerable despliegue de fuerzas terrestres y de aeronaves.
Dadas las limitaciones de la industria militar estadounidense, es muy probable que la Casa Blanca se enfrente a una elección entre mantener suficientes fuerzas en Asia frente a un potencial ataque chino contra Taiwán o disuadir un potencial ataque ruso a la OTAN, argumenta el Instituto para el Estudio de la Guerra en un reciente informe.
“Toda esa empresa costaría una fortuna”, y “el coste durará mientras persista la amenaza rusa, potencialmente de forma indefinida”, opinó el historiador militar Frederick Kagan, uno de los analistas citados en el informe.
El ministro de Exteriores británico, David Cameron, afirmó el martes que su país y Francia seguirán apoyando a Ucrania tanto tiempo como sea necesaria hasta que Rusia sea derrotada.
Al respecto, Dmitri Peskov, portavoz del presidente ruso, comentó que tal postura conllevará a un mayor agotamiento de los recursos y a una mayor implicación de estos países en el conflicto ucraniano. “Conocemos bien esta posición, no puede cambiar el curso de los acontecimientos”, subrayó el vocero del Kremlin.
Por su parte, Putin calificó recientemente de “una completa tontería” la afirmación de su homólogo estadounidense, Joe Biden, de que Moscú podría atacar a un país de la OTAN. “Creo que el presidente Biden lo entiende, esto es solo una figura retórica para justificar su política errónea entorno a Rusia”, señaló el mandatario.
“Rusia no tiene ninguna razón, ningún interés, ni geopolítico, ni económico, ni político, ni militar, para luchar contra los países de la OTAN. No tenemos reclamaciones territoriales entre nosotros y no tenemos ningún deseo de estropear las relaciones con ellos”, explicó.
Los tres problemas de Biden al autorizar ataques contra Rusia
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El número de misiles ATACMS que Ucrania puede obtener es limitado, por lo que el anuncio “no va a producir un cambio de la noche a la mañana en el campo de batalla”. El coste de los misiles estadounidenses de largo alcance ATACMS en poder de Ucrania, su número limitado, así como el carácter provocador de la decisión de autorizar su uso, son los principales problemas que plantea la decisión estadounidense de levantar las restricciones a Kiev para atacar territorio ruso internacionalmente reconocido, informó este lunes CNN.
El número de misiles ATACMS que Ucrania puede obtener es limitado, por lo que permitir su uso para lanzar ataques al interior de Rusia “no va a producir un cambio de la noche a la mañana en el campo de batalla”.
Además, su coste es significativamente superior al de los drones que los propios ucranianos ensamblan y ya utilizan para lanzar ataques en el interior de Rusia. Por otra parte, la decisión de la Administración estadounidense es “bastante provocadora”.
Medios occidentales informaron el domingo de que Washington había autorizado a Ucrania atacar territorio ruso, en particular la provincia rusa de Kursk, con misiles de fabricación estadounidense de largo alcance.
Desde el Kremlin consideran que la medida supone una nueva escalada de tensión y un mayor grado de implicación de Washington en el conflicto de Ucrania.
En septiembre, el presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó que, si se tomara la decisión de permitir a Ucrania que ataque el interior del territorio ruso internacionalmente reconocido con armas occidentales de largo alcance, eso significaría que los países de la OTAN “están en guerra con Rusia”. “Si se toma esta decisión, significará, nada menos, que la implicación directa de los países de la OTAN […] en la guerra de Ucrania. Esa es una implicación directa”, recalcó.
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 19, 2024
POST DATA DE… SINVERGÜENZAS
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Por Dr. Enrique Guillermo Avogadro.
Javier Milei tendrá en el “H° Aguantadero” un frente permanente de tormenta que, a la luz de lo ya sucedido, puede convertirse en una temporada de fuertes huracanes.
Me refiero, sobre todo, al régimen de ajuste de las jubilaciones cuya nueva ley amenaza con vetar íntegramente tan pronto la sanción llegue a sus manos para la promulgación.
Si los votos se repartieran como se vio en las sesiones de Diputados y Senado, es altamente probable que sus enemigos (en realidad, quienes buscan estrellar el plan económico para lograr imponer una devaluación que, al concretarse, impactaría de lleno sobre la inflación que, con tanto sacrificio, estamos intentando domar) alcancen los dos tercios necesarios para insistir en el texto aprobado esta semana y, de ese modo, sortear el veto presidencial. Cuidado, porque si esta oposición de permanente geometría variable lograra reunir nuevamente ese porcentaje podría hasta hacerle juicio político al propio Presidente.
Es que aquellos que identifiqué en la nota tienen mucho para perder si Milei tiene éxito, y no me refiero sólo a los políticos y gremialistas sino, sobre todo, a los empresarios argentinos, que se niegan a invertir en sus propias industrias (generando puestos de trabajo de calidad), mejorar la productividad y competir con sus homólogos del exterior y así, permitir que tengamos mejores precios y más calidad en lo que compramos y consumimos.
Pero las derrotas que sufrió el Ejecutivo en el Congreso no se debieron sólo a una oposición que, con tal de conservar quioscos y privilegios, está dispuesta a hacer saltar todo por el aire, sino a las crisis que exponen a cielo abierto las disidencias intra-bloques libertarios y, en especial, a inexplicables procederes del propio Presidente de la Nación, que da permanentes muestras de incontinencia verbal.
Si bien algo así era esperable, dada la carencia de un número suficiente de cuadros propios y leales para cubrir tantos casilleros en las listas de legisladores y de la administración del Estado, que La Libertad Avanza continúe cobijando tantos kirchneristas y massistas en cargos relevantes y posiciones expectables después de ocho meses de ejercicio del poder, debiera llamar la atención.
Un ejemplo claro de lo que digo es, precisamente, la nominación de Ariel Lijo para integrar la Corte. En la medida en que Milei sólo se ocupa de la economía y se desentiende de todos las demás áreas del Ejecutivo, no tengo duda alguna acerca del autor intelectual de ese monumental dislate, que “vendió” esa candidatura en los inexpertos y crédulos oídos de Santiago Caputo y Karina Milei y, como proviene de ella, el Presidente la defiende a capa y espada.
Me refiero a Ricardo Lorenzetti, que aún sangra por la herida que le produjo su desplazamiento como Presidente del alto Tribunal; se trata de un personaje nefasto, criticado abiertamente en su pago chico (Rafaela, Provincia de Santa Fe) por su catadura moral, que habilitó la persecución de los militares para permitir la venganza de los terroristas derrotados en los 70’s.
Recordemos que, para definir cómo sería la jurisprudencia futura de la Corte al respecto, no tuvo empacho alguno en decir que el tema había sido “consensuado” con los otros poderes del Estado.
Un aspecto más grave de los problemas que muestra el espacio oficialista se da en la disputa entre el Presidente y su Vice por temas verdaderamente nimios.
Varios me han preguntado si es legítimo que Victoria Villarruel exprese públicamente su disgusto cuando no está de acuerdo con los criterios del tripartito tablero de comando blindado del Ejecutivo, y mi respuesta es siempre afirmativa. No podemos olvidar que Milei y ella, por mucho que moleste a muchos, tienen la misma legitimidad de origen, ya que fueron votados al unísono por la ciudadanía.
Por lo demás, esa ríspida relación no debiera sorprendernos, porque los desacuerdos entre presidentes y sus vices son una vieja costumbre en la historia argentina, inclusive en aquellos años en que nuestro país gozaba de las mieles de ser una de las primeras potencias mundiales, tan reivindicada por el actual mandatario como la época ideal a la que deberíamos volver.
Insisto en la necesidad de observar de cerca los sucesos que se están produciendo en la guerra entre Ucrania y Rusia, porque un eventual progreso de aquélla en territorio de Putin podría desesperar a éste y llevarlo a un manotazo nuclear, aunque fuera táctico.
En lo que respecta a los conflictos entre Israel, Hamas, los palestinos, el Líbano e Irán, tengo la sensación de que los ayatollahs están pensando muy bien si valdría la pena escalar el conflicto, por la seguramente fuerte reacción de los Estados Unidos en su contra.
No creo, en otro importante escenario, que China esté dispuesta a transformar sus amenazas en una invasión real a Taiwan, porque Xi Jinping sabe que su economía está comenzando a mostrar signos de debilidad y que el único campo en el que le conviene luchar es el comercial, y el comercio exige paz.
Para finalizar esta ya demasiado extensa respuesta, sólo queda por analizar con cautela las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, porque es probable que se repitan los resultados de 2015, cuando Hillary Clinton obtuvo más votos pero triunfó Donald Trump, que contó con mayor cantidad de electores.
La gran incógnita para los argentinos es con qué nuevo Presidente nos iría mejor: con Kamala Harris o con Trump. Al respecto, no estoy tan seguro, como muchos de los libertarios, que el regreso del magnate a la Casa Blanca se transformaría de inmediato en un apoyo irrestricto a Milei y su programa; como mínimo, esas esperanzas deberán esperar al menos hasta junio de 2025 (una eternidad para nosotros) para concretarse.
Hasta el sábado próximo, si Dios quiere.
Un fuerte abrazo.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401
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Agosto 26, 2024
El día después de “¿Y si Rusia gana?”
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Ante el punto muerto que ha alcanzado la ayuda de Occidente a Ucrania, los aliados europeos empiezan a deliberar qué van a hacer si el plan derrotar a Rusia no funciona. Expertos citan a personas cercanas a las conversaciones internas que auguran el impacto de tal revés estratégico para el prestigio de la OTAN sería “mucho más profundo” que el causado por el “espectáculo de la fallida retirada de EE.UU. de Afganistán” en 2021. Algunos gobiernos están evaluando los riesgos que podrían correr los miembros orientales de la Alianza Atlántica en caso de que Ucrania ya no pueda oponer resistencia a las fuerzas rusas y sus defensas se desmoronen. En esta línea, ya se está cuestionando la fiabilidad de las promesas de defensa hechas por Washington. Funcionarios europeos afirmaron que Moscú buscaría tomar bajo su control más territorios y “destruir más infraestructura si Ucrania no recibe las armas de Occidente para defenderse”. En este caso, Kiev tendría que aceptar un acuerdo de alto el fuego bajo las condiciones de Moscú.
Mientras permanecen bloqueados por diferencias políticas 61.000 millones de dólares en EE.UU. y 50.000 millones euros en la UE, y los partidarios de Ucrania esperan decisiones a principios del próximo año, los funcionarios reconocen que es improbable que se produzca un gran avance ucraniano en el campo de batalla. Algunos funcionarios en los países bálticos ya están hablando de preparativos para una nueva guerra, dado que las tropas rusas “no serán derrotadas en Ucrania”, y crecen sus preocupaciones acerca de si EE.UU. y otros aliados arriesgarían sus tropas para defender a las pequeñas naciones que fueron parte de la URSS.
Así, Martin Herem, jefe de las Fuerzas de Defensa de Estonia, afirmó en declaraciones a un canal local la semana pasada que las fuerzas rusas podrían estar listas para atacar a la OTAN dentro de un año al terminar el conflicto en Ucrania. “Rusia no tiene miedo a la OTAN”, aseguró el jefe militar.
La agencia destaca que en Occidente ha desaparecido la confianza en que la operación militar especial lanzada por Moscú fuera una “derrota estratégica” para el líder ruso. En su lugar, hay quienes sugieren una “creciente sensación de que la apuesta del presidente ruso, Vladímir Putin, de que puede durar más que EE.UU. y sus aliados podría resultar acertada”.
El triunfo ruso en el conflicto ucraniano desencadenaría un flujo de refugiados hacia la UE, aumentando la presión sobre ciertos servicios en los países afectados y agravando las tensiones entre los miembros, indicó un funcionario occidental. Asimismo, la posible transición ucraniana a las tácticas de guerrilla perpetuaría la instabilidad en la frontera este de la UE.
Al mismo tiempo el acercamiento de Rusia a los países de Europa central y su dominación en el mar Negro gracias a la posición de Crimea obligarían a EE.UU. a emprender inversiones significativas en las fuerzas europeas para conseguir una disuasión fiable. Esto requeriría un considerable despliegue de fuerzas terrestres y de aeronaves.
Dadas las limitaciones de la industria militar estadounidense, es muy probable que la Casa Blanca se enfrente a una elección entre mantener suficientes fuerzas en Asia frente a un potencial ataque chino contra Taiwán o disuadir un potencial ataque ruso a la OTAN, argumenta el Instituto para el Estudio de la Guerra en un reciente informe.
“Toda esa empresa costaría una fortuna”, y “el coste durará mientras persista la amenaza rusa, potencialmente de forma indefinida”, opinó el historiador militar Frederick Kagan, uno de los analistas citados en el informe.
El ministro de Exteriores británico, David Cameron, afirmó el martes que su país y Francia seguirán apoyando a Ucrania tanto tiempo como sea necesaria hasta que Rusia sea derrotada.
Al respecto, Dmitri Peskov, portavoz del presidente ruso, comentó que tal postura conllevará a un mayor agotamiento de los recursos y a una mayor implicación de estos países en el conflicto ucraniano. “Conocemos bien esta posición, no puede cambiar el curso de los acontecimientos”, subrayó el vocero del Kremlin.
Por su parte, Putin calificó recientemente de “una completa tontería” la afirmación de su homólogo estadounidense, Joe Biden, de que Moscú podría atacar a un país de la OTAN. “Creo que el presidente Biden lo entiende, esto es solo una figura retórica para justificar su política errónea entorno a Rusia”, señaló el mandatario.
“Rusia no tiene ninguna razón, ningún interés, ni geopolítico, ni económico, ni político, ni militar, para luchar contra los países de la OTAN. No tenemos reclamaciones territoriales entre nosotros y no tenemos ningún deseo de estropear las relaciones con ellos”, explicó.
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 26, 2023