Los seres humanos ilustrados tienen una tendencia notable a rechazar las evidencias cuando la realidad no coincide con sus afectos y deseos. Curiosamente, son las personas más simples y sencillas las que reaccionan privilegiando los hechos a los discursos. Su lógica es: me ayudas, te quiero; me castigas, te rechazo. Sin embargo se atribuye a Julio Cesar o al Senador Catón la frase latina “Res non verba” o “Facta non verba” que apela a atender los hechos antes que al discurso, hombres ilustrados que, obviamente, no lograron imponer su lógica entre sus pares.
Milei
Esta introducción viene a cuento de la notable falta de atención de los seguidores del presidente Javier Gerardo Milei a la enorme distancia entre sus palabras y sus actos, que es negada o al menos tolerada con el argumento de que sus opositores eran aun peores o con el latiguillo de que ha bajado la inflación, como si eso fuera la quintaesencia de la perfección y todo lo justificare.
En campaña, Milei agravió severamente al Papa Francisco pero luego se abrazó con él. De China dijo que no haría negocios con comunistas pero luego aceptó que es un socio comercial interesante. Respecto de los impuestos prometió cortarse un brazo antes que imponer uno solo pero, ya presidente, comenzó por reponer el impuesto a las ganancias cuya derogación había votado como diputado. Podría llenar páginas con estas contradicciones pero el caso ya quedó bien ilustrado. Algunos llaman a eso pragmatismo y otros más sofisticados hablan de la ética de la responsabilidad citando a Max Weber. Yo lo llamaría inconsistencia o ligereza en sus juicios y en sus manifestaciones
Para darme la razón, Milei fue al foro económico de Davos y pronunció un discurso incendiario, según es su estilo, atacando a la cultura “woke”, los grupos LGBTQ+, la ideología de género y similares. Haciendo abstracción de lo impropio del ámbito y de los términos desaforados a los que es tan afecto, no deja de ser valioso que se plantee una discusión sobre estos temas con los que, al menos en Argentina, los gobiernos kirchneristas inundaron a los medios y a las escuelas y se lanzaron alegremente a la sexualización y perversión de los niños y adolescentes. Pero el punto es que, una vez lanzada la piedra y vistas algunas esperables reacciones adversas, el presidente pasó a decir que no había dicho lo que el mundo escuchó y leyó, y a echar culpas a diestra y siniestra acusando a quien se le pusiera enfrente de haber tergiversado sus dichos. Eso se llama banalizar su propia palabra.
No abundaré en mi crítica sobre los aspectos económicos. Mi opinión y la de los economistas de línea desarrollista con los que coincido, es que un programa que ataca la inflación y el déficit sólo con ajustes y sujeción del dólar no tiene sustentabilidad en el mediano plazo. Es necesario acompañar con un plan de desarrollo e incentivo a la producción que incluya obras de infraestructura con efecto multiplicador tales como la represa del Paraná Medio, un puerto de aguas profundas o la Red Federal de Autopistas. Volcar recursos en Ciencia y Tecnología, promover la generación de patentes y apoyar el desarrollo industrial es el camino de las naciones prósperas. Sin embargo, pocos quieren escuchar estos argumentos cuando el canto de las sirenas repite una melodía que solo habla de los avances macroeconómicos y la baja de la inflación entre las ruinas de una economía que algún día promete despertar.
Esperando que la realidad, o sea los hechos, la “res”, la “facta”, permitan renovar la discusión económica, alejados del fundamentalismo que ha impuesto el discurso presidencial, prefiero hacer hincapié en un aspecto mucho menos discutible.
Cristina Fernández
Milei ha demostrado que no vino a cambiar la cultura del autoritarismo y el desprecio a las instituciones republicanas que impuso Cristina Fernández. Sus ataques a los miembros del Congreso son notorios y su obsesiva persistencia en instalar a cualquier costo al Juez Lijo en la Corte Suprema han despertado oposición aún entre sus fanáticos seguidores. Al igual que su predecesora, Milei va por todo y no tolera debates u opiniones divergentes entre su propia tropa. Con total autoritarismo expulsa sin miramientos a Ministros, Secretarios o legisladores de su partido sea un senador como Francisco Manuel Paoltroni o un cofundador de su fuerza como Ramiro Daniel Marra. El extremo de su falta de tolerancia lo constituyeron sus ataques a su propia Vicepresidente, Victoria Eugenia Villarruel, a quien por razones constitucionales no puede echar pero eso no impide que la acose y la hostigue públicamente sin miramientos.
Una cohorte de pseudo funcionarios pagados con fondos públicos se ocupan de iniciar o continuar en las redes sociales los ataques presidenciales a sus oponentes políticos, aliados a quienes quiere subordinar, periodistas, artistas o cualquiera que se cruce en el camino del malhumor presidencial. Hay quien culpa de estas actitudes a la hermana del presidente o a alguno de sus asesores pero nada exime de responsabilidad a quien maneja el Estado con mano férrea, aún cuando se permita decir que su auténtica misión es destruir a ese mismo Estado que conduce, lo que constituye un auténtico oximorón.
Es en este punto que cabe reflexionar que, si queremos evitar el crecimiento de un nuevo modelo de autoritarismo y un nuevo gobernante absolutista, el camino está en la fortaleza de un Congreso con legisladores pensantes, independientes, que no se limiten a levantar las manos para aprobar porque es el mismo gesto que se utiliza para materializar una rendición.
Este año tendremos elecciones legislativas y es esencial por la salud de la democracia argentina que no se fuerce a la ciudadanía a optar entre los resabios del viejo régimen fracasado y los seguidores de la nueva secta en formación, que sólo aceptan levanta-manos sometidos y entregados.
Es la oportunidad para la aparición de nuevas figuras independientes que favorecidas por la promulgación de la boleta única y la supresión de las PASO, si se concreta, permitirán integrar un Congreso más plural, en el que se apoyen las buenas iniciativas y se frenen los movimientos autoritarios y la tendencia a gobernar por decreto y sin presupuesto. Sobre todo, es tiempo de escuchar en el Congreso los debates enriquecedores, que no limiten la promulgación de las leyes al simple conteo de votos que muchas veces se compran o acuerdan en forma espuria.
Formo parte de un grupo de argentinos que estamos comprometidos a generar alternativas. Esperamos que la ciudadanía así lo entienda y nos dé su apoyo.
El partido La Libertad Avanza (LLA), al que pertenece el presidente argentino Javier Milei, expulsó el miércoles a un legislador porteño por votar a favor del presupuesto del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, del partido conservador PRO.
Se trata de Ramiro Marra, quien ha quedado despojado de todos sus cargos dentro del partido a nivel nacional o distrital “de manera irreversible”, apuntó LLA a través de un comunicado.
La razón de la expulsión, precisó la organización política, es por “no seguir los lineamientos del partido y haber votado a favor del inaceptable aumento de impuestos en la Ciudad de Buenos Aires, que contradice los ideales del Presidente Javier Milei”.
MarraJorge Macri
Hasta ahora, Marra no se ha pronunciado directamente sobre su expulsión. En la red social X, solo se limitó a dejar un mensaje en mayúsculas sostenidas: “Viva la lealtad. Viva la libertad, carajo”, el lema que define al partido LLA. No obstante, añadió un parco: “Mañana hablamos”.
La decisión de la formación política envía un claro mensaje al resto de la militancia que respalda a Milei, quien afianza el mensaje de unidad frente a las próximas elecciones legislativas: “Todos aquellos que no respeten la agenda del Presidente serán expulsados. No importa quiénes sean”.
Según refiere la prensa local, la salida de Marra se produce después de que se sumaran al bloque de Milei los legisladores porteños Juan Pablo Arenaza, Silvia Imas y María Luisa González Estevarena, que hasta formaban parte de las filas del PRO pero eran proclives a la línea de Patricia Bullrich, actual ministra de Seguridad del gabinete libertario.
NO ES TIEMPO DE LEVANTAR LAS MANOS
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Presidente de Nueva Unión Ciudadana
Los seres humanos ilustrados tienen una tendencia notable a rechazar las evidencias cuando la realidad no coincide con sus afectos y deseos. Curiosamente, son las personas más simples y sencillas las que reaccionan privilegiando los hechos a los discursos. Su lógica es: me ayudas, te quiero; me castigas, te rechazo. Sin embargo se atribuye a Julio Cesar o al Senador Catón la frase latina “Res non verba” o “Facta non verba” que apela a atender los hechos antes que al discurso, hombres ilustrados que, obviamente, no lograron imponer su lógica entre sus pares.
Esta introducción viene a cuento de la notable falta de atención de los seguidores del presidente Javier Gerardo Milei a la enorme distancia entre sus palabras y sus actos, que es negada o al menos tolerada con el argumento de que sus opositores eran aun peores o con el latiguillo de que ha bajado la inflación, como si eso fuera la quintaesencia de la perfección y todo lo justificare.
En campaña, Milei agravió severamente al Papa Francisco pero luego se abrazó con él. De China dijo que no haría negocios con comunistas pero luego aceptó que es un socio comercial interesante. Respecto de los impuestos prometió cortarse un brazo antes que imponer uno solo pero, ya presidente, comenzó por reponer el impuesto a las ganancias cuya derogación había votado como diputado. Podría llenar páginas con estas contradicciones pero el caso ya quedó bien ilustrado. Algunos llaman a eso pragmatismo y otros más sofisticados hablan de la ética de la responsabilidad citando a Max Weber. Yo lo llamaría inconsistencia o ligereza en sus juicios y en sus manifestaciones
Para darme la razón, Milei fue al foro económico de Davos y pronunció un discurso incendiario, según es su estilo, atacando a la cultura “woke”, los grupos LGBTQ+, la ideología de género y similares. Haciendo abstracción de lo impropio del ámbito y de los términos desaforados a los que es tan afecto, no deja de ser valioso que se plantee una discusión sobre estos temas con los que, al menos en Argentina, los gobiernos kirchneristas inundaron a los medios y a las escuelas y se lanzaron alegremente a la sexualización y perversión de los niños y adolescentes. Pero el punto es que, una vez lanzada la piedra y vistas algunas esperables reacciones adversas, el presidente pasó a decir que no había dicho lo que el mundo escuchó y leyó, y a echar culpas a diestra y siniestra acusando a quien se le pusiera enfrente de haber tergiversado sus dichos. Eso se llama banalizar su propia palabra.
No abundaré en mi crítica sobre los aspectos económicos. Mi opinión y la de los economistas de línea desarrollista con los que coincido, es que un programa que ataca la inflación y el déficit sólo con ajustes y sujeción del dólar no tiene sustentabilidad en el mediano plazo. Es necesario acompañar con un plan de desarrollo e incentivo a la producción que incluya obras de infraestructura con efecto multiplicador tales como la represa del Paraná Medio, un puerto de aguas profundas o la Red Federal de Autopistas. Volcar recursos en Ciencia y Tecnología, promover la generación de patentes y apoyar el desarrollo industrial es el camino de las naciones prósperas. Sin embargo, pocos quieren escuchar estos argumentos cuando el canto de las sirenas repite una melodía que solo habla de los avances macroeconómicos y la baja de la inflación entre las ruinas de una economía que algún día promete despertar.
Esperando que la realidad, o sea los hechos, la “res”, la “facta”, permitan renovar la discusión económica, alejados del fundamentalismo que ha impuesto el discurso presidencial, prefiero hacer hincapié en un aspecto mucho menos discutible.
Milei ha demostrado que no vino a cambiar la cultura del autoritarismo y el desprecio a las instituciones republicanas que impuso Cristina Fernández. Sus ataques a los miembros del Congreso son notorios y su obsesiva persistencia en instalar a cualquier costo al Juez Lijo en la Corte Suprema han despertado oposición aún entre sus fanáticos seguidores. Al igual que su predecesora, Milei va por todo y no tolera debates u opiniones divergentes entre su propia tropa. Con total autoritarismo expulsa sin miramientos a Ministros, Secretarios o legisladores de su partido sea un senador como Francisco Manuel Paoltroni o un cofundador de su fuerza como Ramiro Daniel Marra. El extremo de su falta de tolerancia lo constituyeron sus ataques a su propia Vicepresidente, Victoria Eugenia Villarruel, a quien por razones constitucionales no puede echar pero eso no impide que la acose y la hostigue públicamente sin miramientos.
Una cohorte de pseudo funcionarios pagados con fondos públicos se ocupan de iniciar o continuar en las redes sociales los ataques presidenciales a sus oponentes políticos, aliados a quienes quiere subordinar, periodistas, artistas o cualquiera que se cruce en el camino del malhumor presidencial. Hay quien culpa de estas actitudes a la hermana del presidente o a alguno de sus asesores pero nada exime de responsabilidad a quien maneja el Estado con mano férrea, aún cuando se permita decir que su auténtica misión es destruir a ese mismo Estado que conduce, lo que constituye un auténtico oximorón.
Es en este punto que cabe reflexionar que, si queremos evitar el crecimiento de un nuevo modelo de autoritarismo y un nuevo gobernante absolutista, el camino está en la fortaleza de un Congreso con legisladores pensantes, independientes, que no se limiten a levantar las manos para aprobar porque es el mismo gesto que se utiliza para materializar una rendición.
Este año tendremos elecciones legislativas y es esencial por la salud de la democracia argentina que no se fuerce a la ciudadanía a optar entre los resabios del viejo régimen fracasado y los seguidores de la nueva secta en formación, que sólo aceptan levanta-manos sometidos y entregados.
Es la oportunidad para la aparición de nuevas figuras independientes que favorecidas por la promulgación de la boleta única y la supresión de las PASO, si se concreta, permitirán integrar un Congreso más plural, en el que se apoyen las buenas iniciativas y se frenen los movimientos autoritarios y la tendencia a gobernar por decreto y sin presupuesto. Sobre todo, es tiempo de escuchar en el Congreso los debates enriquecedores, que no limiten la promulgación de las leyes al simple conteo de votos que muchas veces se compran o acuerdan en forma espuria.
Formo parte de un grupo de argentinos que estamos comprometidos a generar alternativas. Esperamos que la ciudadanía así lo entienda y nos dé su apoyo.
PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 9, 2025
“Los que no respeten la agenda del Presidente serán expulsados”
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Se trata de Ramiro Marra, quien ha quedado despojado de todos sus cargos dentro del partido a nivel nacional o distrital “de manera irreversible”, apuntó LLA a través de un comunicado.
La razón de la expulsión, precisó la organización política, es por “no seguir los lineamientos del partido y haber votado a favor del inaceptable aumento de impuestos en la Ciudad de Buenos Aires, que contradice los ideales del Presidente Javier Milei”.
Hasta ahora, Marra no se ha pronunciado directamente sobre su expulsión. En la red social X, solo se limitó a dejar un mensaje en mayúsculas sostenidas: “Viva la lealtad. Viva la libertad, carajo”, el lema que define al partido LLA. No obstante, añadió un parco: “Mañana hablamos”.
La decisión de la formación política envía un claro mensaje al resto de la militancia que respalda a Milei, quien afianza el mensaje de unidad frente a las próximas elecciones legislativas: “Todos aquellos que no respeten la agenda del Presidente serán expulsados. No importa quiénes sean”.
Según refiere la prensa local, la salida de Marra se produce después de que se sumaran al bloque de Milei los legisladores porteños Juan Pablo Arenaza, Silvia Imas y María Luisa González Estevarena, que hasta formaban parte de las filas del PRO pero eran proclives a la línea de Patricia Bullrich, actual ministra de Seguridad del gabinete libertario.
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 31, 2025