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Sería la utopía libertaria hecha realidad. Un paraíso de impuestos mínimos, Estado casi inexistente y una comunidad de millonarios con dos obsesiones: hacer dinero y vivir para siempre. El experimento ha sido bautizado como ‘Próspera’, un coto de 2,5 kilómetros cuadrados en la isla hondureña de Roatán, donde dueños de grandes tecnológicas como Sam Altman, fundador de OpenAI, o Peter Andreas Thiel, CEO de PayPal, tiene una residencia virtual. El surgimiento de ese particular edén libertario no fue fortuito, pero su futuro ahora está sobre la mesa. El actual Gobierno de Honduras, con el liderazgo de Xiomara Castro, ha librado una batalla contra Próspera que se anotó un tanto en los tribunales, pero que necesitará más de un fallo para frenar el paraíso sin ley de los poderosos inversionistas. El golpe de Estado de 2009 contra Manuel Zelaya, esposo de la actual mandataria hondureña, desató una profunda crisis política y el aislamiento internacional de la nación centroamericana. Esa situación también afectó las cuentas nacionales. Fue así como, durante el Gobierno de Porfirio Lobo, surgió la idea de atraer inversiones extranjeras mediante el establecimiento de Zonas Especiales de Empleo y Desarrollo (ZEDE), en la práctica, áreas autónomas, de libre comercio y con sus propias leyes para capitales foráneos. Para ello, cambió la Constitución y realizó una reforma que tuvo luz verde en el Congreso en 2013. En ese entonces, el Parlamento era liderado por Juan Orlando Hernández, quien luego se convertiría en jefe de Estado y antecesor de Xiomara Castro en el poder. Días después de entregar la banda presidencial fue extraditado a EE.UU., donde terminó condenado por narcotráfico. Próspera es solo una de las tres ZEDE que funcionan en Honduras, pero sin duda es la más polémica. Se estima que comenzó a erigirse en 2018, pero cobró notoriedad durante la crisis sanitaria del coronavirus, en 2020.
Ubicada en una comunidad de menos de 800 habitantes y en un enclave alejado de las zonas más turísticas de Roatán, Próspera se erige como un pequeño feudo rodeado de aguas cristalinas y con apetitosas exenciones tributarias para millonarios. No hay escuela, no hay centro médico ni instalaciones básicas, pero usan la infraestructura vial que ha construido el Estado hondureño. Fue presentada como un proyecto de “libertad” para los inversionistas, pero sus detractores subrayan que lo que la caracteriza es su visión neocolonial: un territorio donde el Estado pierde soberanía a manos del capital privado. La llegada de Xiomara Castro al poder fue una bandera roja para Próspera. La mandataria enfiló su batalla contra la operación de los empresarios y celebró el fallo del Tribunal Constitucional, que en 2024 declaró inconstitucional la promulgación de la ley que permitió las ZEDE.
“Vendían nuestro territorio a pedazos como un botín para el capital internacional aprobado por apátridas en el narco régimen anterior. Esto fue cancelado definitivamente por mi Gobierno del socialismo democrático”
Xiomara Castro

Sin embargo, la postura del Tribunal no ha sido suficiente para desmontar el proyecto. Próspera, liderada por el empresario venezolano estadounidense Erick Brimen, amenazó con demandar a Honduras si el Gobierno desmantela las instalaciones en Roatán. El argumento de Próspera es que su inversión está amparada por el convenio del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), un tratado que Honduras también denunció porque, en palabras de la presidenta del país, “constituye un esquema injusto de arbitraje donde prevalecen los intereses privados por encima de los intereses nacionales”. La acción fue rechazada por la empresa de Brimen, que la considera “contraria al derecho hondureño y nula”. Si Honduras pierde la demanda, tendría que pagar cerca de 11.000 millones de dólares, o lo que es lo mismo, un tercio del Producto Interno Bruto (PIB) del país centroamericano. Lo que se sabe de su funcionamiento es poco. El hermetismo va de la mano con la opacidad de sus casi 2.000 residentes ‘virtuales’, que pueden comprar terrenos, crear empresas y desarrollar proyectos que ni siquiera serían admitidos en sus países de origen. No obstante, hay puntos en común que se han dado a conocer públicamente: la obsesión por vivir muchos años y hacer que la muerte sea opcional (‘Make Death Optional’, en inglés). En Próspera abundan las empresas que hacen investigación en materia médica, con particular interés en las fórmulas para la longevidad, apalancados en una regulación mínima que les da un amplio abanico de acción.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 7, 2025