Supongamos que un juez de nombre… digamos Smith. No, según uno de los últimos censos llevados a cabo en el país del norte, hay cerca de tres millones que portan documentos bajo el nombre de Smith. Bauticemos a nuestro simpático personaje -en las películas los dipsómanos son generalmente vivaces, divertidos- Ponce. (Pronúnciese Ponzi) Y para darle una identidad, llamémosle Roberto. Roberto Ponce, de profesión Juez Federal. Supongamos que nuestro héroe conduce un auto por la Gran Manzana en estado alegre. La policía interpreta que algo esta sucediendo. Tal vez está descompuesto, tal vez un ataque cardíaco. Su auto avanza a paso de hombre y -en oportunidades- intenta guiar hacia atrás. La intercepción se produce y se constata que nuestro amigo el juez bonachón borrachín se ha extralimitado en los niveles de alcohol. Unas copas de más, para simplificar. Al policía (A este si llamémosle Smith, ya que es nuestra verdadera figura) no le produce admiración que Ponce se presente como Juez, ni le impresiona el número de procesados por el martillo del magistrado. Le esposará y lo sumergirá protegiéndole la cabeza en el cómodo asiento trasero de la patrulla. Acto seguido, el uniformado llamará a una grúa, y emprenderá viaje a su precinto. Allí los hospedará en una celda, aguardando que un juez (y para beneficio de Ponce esperemos que sea abstemio) dicte la fianza. Nuestro buen catador recuperará la libertad al día siguiente, una vez que un oficial de garantías embolse el diez por ciento de la fianza de las arcas de Ponce (Generalmente unos 500 dólares). Este último se dirigirá al lugar donde se encuentra su vehículo secuestrado y abonará alrededor de 300 dólares por el servicio de grúa, y unos 100 más por el estacionamiento. Nuestro querido Ponce deberá actuar rápido, y es un problema ya que, como juez no está acostumbrado a ello. Ocurre que el pago por el estacionamiento de su carro se incrementará día a día y se supone que en sus funciones el dinero ingresa a su billetera, no egresa…
El bueno de Ponce -aún sin pensar, sin sentir culpa ante la tragedia que pudo haber causado- deberá ir a la corte y siempre es bueno tener a un abogado al lado. Si no sabía que conducir en estado de ebriedad es una falta grave, necesitará a alguien que este familiarizado con la ley y los códigos. Este le costará a Robert (Si, aquí le llaman así. Otros, simplemente Bobby) unos 2,500 billetes verdes, entre costos de tribunales y la participación de su representante legal.
Las penurias no terminarán allí. El equivocado deberá pagar con su buena voluntad y cumplir un ciclo de 50 horas de ayuda comunitaria. No solo por su investidura, sino por su ignorancia, no podrán ser labores administrativas. No podrían confiar en él, por lo que sería más adecuado enviarlo a limpiar retretes en algún colegio, o juntar etiquetas de bebidas alcohólicas desparramadas por las calles de la ciudad.
Como consciente ciudadano, Mr. Ponce querrá volver a su trabajo, pero su licencia de conducir ha sido revocada. En estos casos -cuando una licencia común tiene un valor de 32 dólares- nuestro amigo tendrá que despojarse de 250 “Washingtons”. Con su documento de conducir en mano, contento sin necesidad de la bebida, Ponce deberá rentar por un año un breathalyzer, un aparato conectado a su auto que deberá soplar en estado sobrio para que este arranque. El problema para Ponce es que, de estar bajo los mandatos del alcohol, no podra sustisuirse por un amigo para que sople por él, ya que adherido a este aparato, una bella camarita chequea su accionar. Costo promedio: 1,500 dólares.
Claro, si una botella de Lafite-Rothschild orilla los 6,000 dólares, nuestro amigo el Juez, podrá desembolsar más que ello para una lección que puede salvar vidas. Incluida la suya.
N. de la R.: Fabian Kussman, el autor de esta nota nunca fue arrestado por manejar bajo la influencia del alcohol, pero como hijo de un Prisionero Ilegalmente Arrestado por casos de ‘lesa humanidad’, sabemos que en Argentina no se respeta el principio de inocencia, por lo que es saludable verificar en:
FELICITACIONES AL PERSONAL POLICIAL QUE INTERVINO Y QUE FILMÓ
Debo hacer llegar mis calurosas felicitaciones al personal policial que interviniera cuando el juez federal (con minúsculas), ROBERTO PONCE, a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 17, chocara con su camioneta una rotonda en General Pacheco partido de Tigre, constatando que estaba completamente borracho (sería muy injusto decirle ebrio).
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Estos miembros de “la justicia independiente”, creen ser semidioses y como se puede ver en el video hacen gala de la gran cantidad de gente que procesan. Terribles basuras humanas, que por supuesto no pocas veces con gran incapacidad y a como dé lugar detienen gente en forma tan irresponsable, como cuando manejan borrachos.
Esta es la justicia de la década ganada y ahora del cambiemos. Seguramente será encubierto por sus pares y por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Estando al borde de la jubilación, en el peor de los casos será solo un jubilado de privilegio más. Mientras lamentablemente, nosotros los adultos mayores, que moriremos cautivos somos sus víctimas, en este territorio plagado de injusticias llamado Argentina.
Claudio Kussman
Interno L.U.P 345.349
Servicio Penitenciario Federal
Abril 16, 2018
“Somos víctimas del Estado y ahora somos
víctimas de las víctimas.
Nos dan por todas partes”.
Fernando Aramburu (1959- )
YO NO FUI
COMUNICADO DE ROBERTO PONCE EVADIENDO RESPONSABILIDADES EN EL CASO CHOCOBAR
El Juez ebrio, en Estados Unidos
Por FABIAN KUSSMAN.
Supongamos que un juez de nombre… digamos Smith. No, según uno de los últimos censos llevados a cabo en el país del norte, hay cerca de tres millones que portan documentos bajo el nombre de Smith. Bauticemos a nuestro simpático personaje -en las películas los dipsómanos son generalmente vivaces, divertidos- Ponce. (Pronúnciese Ponzi) Y para darle una identidad, llamémosle Roberto. Roberto Ponce, de profesión Juez Federal. Supongamos que nuestro héroe conduce un auto por la Gran Manzana en estado alegre. La policía interpreta que algo esta sucediendo. Tal vez está descompuesto, tal vez un ataque cardíaco. Su auto avanza a paso de hombre y -en oportunidades- intenta guiar hacia atrás. La intercepción se produce y se constata que nuestro amigo el juez bonachón borrachín se ha extralimitado en los niveles de alcohol. Unas copas de más, para simplificar. Al policía (A este si llamémosle Smith, ya que es nuestra verdadera figura) no le produce admiración que Ponce se presente como Juez, ni le impresiona el número de procesados por el martillo del magistrado. Le esposará y lo sumergirá protegiéndole la cabeza en el cómodo asiento trasero de la patrulla. Acto seguido, el uniformado llamará a una grúa, y emprenderá viaje a su precinto. Allí los hospedará en una celda, aguardando que un juez (y para beneficio de Ponce esperemos que sea abstemio) dicte la fianza. Nuestro buen catador recuperará la libertad al día siguiente, una vez que un oficial de garantías embolse el diez por ciento de la fianza de las arcas de Ponce (Generalmente unos 500 dólares). Este último se dirigirá al lugar donde se encuentra su vehículo secuestrado y abonará alrededor de 300 dólares por el servicio de grúa, y unos 100 más por el estacionamiento. Nuestro querido Ponce deberá actuar rápido, y es un problema ya que, como juez no está acostumbrado a ello. Ocurre que el pago por el estacionamiento de su carro se incrementará día a día y se supone que en sus funciones el dinero ingresa a su billetera, no egresa…
El bueno de Ponce -aún sin pensar, sin sentir culpa ante la tragedia que pudo haber causado- deberá ir a la corte y siempre es bueno tener a un abogado al lado. Si no sabía que conducir en estado de ebriedad es una falta grave, necesitará a alguien que este familiarizado con la ley y los códigos. Este le costará a Robert (Si, aquí le llaman así. Otros, simplemente Bobby) unos 2,500 billetes verdes, entre costos de tribunales y la participación de su representante legal.
Las penurias no terminarán allí. El equivocado deberá pagar con su buena voluntad y cumplir un ciclo de 50 horas de ayuda comunitaria. No solo por su investidura, sino por su ignorancia, no podrán ser labores administrativas. No podrían confiar en él, por lo que sería más adecuado enviarlo a limpiar retretes en algún colegio, o juntar etiquetas de bebidas alcohólicas desparramadas por las calles de la ciudad.
Como consciente ciudadano, Mr. Ponce querrá volver a su trabajo, pero su licencia de conducir ha sido revocada. En estos casos -cuando una licencia común tiene un valor de 32 dólares- nuestro amigo tendrá que despojarse de 250 “Washingtons”. Con su documento de conducir en mano, contento sin necesidad de la bebida, Ponce deberá rentar por un año un breathalyzer, un aparato conectado a su auto que deberá soplar en estado sobrio para que este arranque. El problema para Ponce es que, de estar bajo los mandatos del alcohol, no podra sustisuirse por un amigo para que sople por él, ya que adherido a este aparato, una bella camarita chequea su accionar. Costo promedio: 1,500 dólares.
Claro, si una botella de Lafite-Rothschild orilla los 6,000 dólares, nuestro amigo el Juez, podrá desembolsar más que ello para una lección que puede salvar vidas. Incluida la suya.
N. de la R.: Fabian Kussman, el autor de esta nota nunca fue arrestado por manejar bajo la influencia del alcohol, pero como hijo de un Prisionero Ilegalmente Arrestado por casos de ‘lesa humanidad’, sabemos que en Argentina no se respeta el principio de inocencia, por lo que es saludable verificar en:
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PrisioneroEnArgentina.com
Abril 18, 2018
JUEZ FEDERAL ROBERTO PONCE SIMPLEMENTE UN IRRESPONSABLE BORRACHO
Por CLAUDIO KUSSMAN.
FELICITACIONES AL PERSONAL POLICIAL QUE INTERVINO Y QUE FILMÓ
Debo hacer llegar mis calurosas felicitaciones al personal policial que interviniera cuando el juez federal (con minúsculas), ROBERTO PONCE, a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 17, chocara con su camioneta una rotonda en General Pacheco partido de Tigre, constatando que estaba completamente borracho (sería muy injusto decirle ebrio).
[ezcol_2fifth]Estos miembros de “la justicia independiente”, creen ser semidioses y como se puede ver en el video hacen gala de la gran cantidad de gente que procesan. Terribles basuras humanas, que por supuesto no pocas veces con gran incapacidad y a como dé lugar detienen gente en forma tan irresponsable, como cuando manejan borrachos.
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Esta es la justicia de la década ganada y ahora del cambiemos. Seguramente será encubierto por sus pares y por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Estando al borde de la jubilación, en el peor de los casos será solo un jubilado de privilegio más. Mientras lamentablemente, nosotros los adultos mayores, que moriremos cautivos somos sus víctimas, en este territorio plagado de injusticias llamado Argentina.
Claudio Kussman
Interno L.U.P 345.349
Servicio Penitenciario Federal
Abril 16, 2018
YO NO FUI
COMUNICADO DE ROBERTO PONCE EVADIENDO RESPONSABILIDADES EN EL CASO CHOCOBAR
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