El artículo «El poder de la palabra», publicado por Infobae el 18junio2024[2], presenta en introducción la historia de la Sra. Sara Rus, sobreviviente de Auschwitz. El Sr. Daniel Rafecas, autor del mismo, se refiere entre otros pasajes:
«No voy a recrear aquí su historia de vida, que se encuentra magníficamente plasmada en su libro testimonial, editado por la AMIA, “Sobrevivir dos veces” …» … «Quisiera en cambio, poner de resalto la importancia superlativa que ha tenido Sara a lo largo de las últimas décadas como una sobreviviente dedicada enteramente, día tras día, a dar su testimonio a quien quisiera oírlo:».
En esos actos, indudablemente, la Sra. Rus por su testimonio vivencial durante la IIGM encarna el poder de la palabra transmitiendo verdad, aplicando la virtud del dialogo[3] y alejada de una inoperante retórica[4], de manera natural palabra y verdad están intrínsecamente relacionadas. La Sra. Rus representa la sacralización porque es la autoridad de la palabra que se expresa oralmente. Recordando que, la palabra es un acto sincero, comprometido, autentico, por el cual ejercemos el lenguaje, nos manifestamos y comunicamos el pensamiento.
Luego, el autor del artículo destruye ese concepto noble, porque distorsiona los principios del Poder de la Palabra representados por la Sra. Rus, asociando otros elementos que hacen a la política nacional de los años 70 los cuales se alejan de la transmisión de verdad que describe la primera parte de la publicación. El Sr. Rafecas, entra en su artículo por la puerta de la verdad y luego la transforma voluntariamente en una publicación de retórica holística, intenta demostrar una correlación de situaciones, que no son representativos de la realidad. Son hechos completamente diferentes desde un aspecto jurídico, histórico y filosófico. Su subjetividad le impide ver el mundo inteligible, racional y objetivo. Trata de forzar una relación imposible entre la política de memoria, la vivencia del Sr. Daniel Lázaro Rus, el rol psicológico y sociológico en su función de magistrado, cuando el objetivo (título del articulo e introducción) es articular, mostrar, el poder de la palabra de la Sra. Rus.
Posteriormente, el artículo se aleja de su presentación original; se puede leer, por ejemplo:
– «En el caso de este acusado, llamado Maximiliano, el arduo trabajo de tratar de atraerlo hacia valores de tolerancia y respeto y alejarlo de los círculos nocivos (skinheads y agrupaciones por el estilo) no estaba funcionando»
– «Sara había logrado lo que parecía imposible. Con su don, único e irrepetible, había conseguido lo que nadie hasta ese momento: llegar al corazón y al alma de aquel muchacho y quebrar su armadura (alimentada por discursos de odio y resentimiento) para propiciar un principio de cambio en su vida»
– «Mi aprendizaje a partir de esta historia es que nunca debemos dejar de valorar el poder del testimonio de vida, de aquellas personas que atravesaron experiencias como las que vivió Sara, como un aspecto central de las políticas de memoria».
¿Porque esos valores (tolerancia, respeto…), el Sr. Rafecas no los requiere, con los que falsamente acusan, testimonian, injurian, calumnian a los arbitrariamente acusado de lesa humanidad?,
¿Porque no toma como ejemplo esa acción humanitaria de quebrar la armadura del odio, del resentimiento y la aplica a los acusadores en los llamados juicios de lesa humanidad?,
O, para el Sr. Rafecas existen tipologías positivas y negativas de odio, tolerancia, respeto, resentimiento, según quien es el destinario de esos sentimientos.
El Sr. Rafecas, intenta confundir al hacer una analogía discursiva velada de hechos que nunca existieron, en Argentina en los 70, no hubo genocidio para hacer creer (por falta de precisión o por el silencio), que alguien que sobrevivió a esos crimines horrendos durante la II GM, vivió esa situación en dos ocasiones. Por otra parte, agregó la foto del Sr. Daniel Lazaro Rus buscando el impacto en el universo de lo sensible (justo y comprensible en sus familias), pero esa imagen esta fuera de contexto si nos referimos al poder de la palabra de la Sra. Rus, salvo a justificar esa presentación que no se observa en el artículo. Asimismo, se refiere a los métodos otros que jurídicos que pone en práctica ejerciendo como juez federal y finalmente hace alusión a la política de memoria que es un aspecto de la política pública del gobierno y no a la transmisión de la memoria de testigos directos que vivieron el genocidio.
Las palabras de la Sra. Rus, por los hechos que sufrió personalmente, son verdades, pero las del autor del artículo solo son posiciones políticas e ideológicas, tienen un objetivo de influencia, próxima de la propaganda, escapan al paradigma del poder de la palabra.
El Sr. Rafecas es un juez federal, se presenta como académico y expertos en temas de genocidio, fue candidato por los K al cargo de Procurador General de la Nación, lleva numerosas causa de los arbitrarios juicios lesa humanidad, ejerce la docencia universitaria ; tiene dos facetas : como autor de artículos y publicaciones se presente como la persona más humanitaria, tolerante y defensora de la verdad que nadie podría oponerse a su posición si no fuese que ese rol es superficial, alejada de la verdad, es decir miente. La otra faceta, es la juez federal: en esa función deja de lado la verdad, la tolerancia, el humanismo y se pone el traje de representante de la violación de los derechos humanos únicamente en los juicios llamados de lesa humanidad. Aquí también se aleja de la verdad, es decir miente en las dos funciones socio profesionales.
Montaigne recuerda en sus escritos el horror que tiene a toda palabra que esconde la verdad porque la mentira es un impedimento a la cohesión social. Pero en todo caso afirma que, la verdad es una, es única, la mentira es infinita[5]. El Sr. Rafecas por sus diversas experiencias profesionales conoce la importancia de la precisión y clarificación en esas expresiones sensibles. No pudo ignorar esos detalles en una publicación sobre estos temas. Confundió, voluntariamente o no, la filosofía del poder de la palabra con manipular la opinión o la maskirovka[6]. Habla de política de memoria y no se interesa o propone, como en caso de Maximiliano, la reconciliación, el rencuentro bajo principios humanitarios que son etapas superadoras al distanciamiento, diferencias, odios, rencores, en los juicios que están bajo su responsabilidad. Desafortunadamente, el Poder de la Palabra se transformó en pura retórica o en falsa palabra como instrumento para descriptar la propaganda[7]. Yo elegí la verdad, el Sr. Rafecas prefiere esconderla.
Prof. Mario Sandoval
Presidente Casppa-France.
[1] – Mario Sandoval, francés, nació en Buenos Aires. Formación y actividades en ciencias políticas, filosofía, habiendo
ocupado funciones en los sectores públicos y privados, la docencia superior y consultorías, a nivel nacional e internacional en los campos de las relaciones internacionales, la geopolítica. Detenido arbitrariamente por la Argentina, actualmente privado de libertad en la prisión de alta seguridad de la U34 del SPF.
LA DESACRALIZACIÓN DEL PODER DE LA PALABRA. LA RETÓRICA VS LA VERDAD.
◘
Por Mario Sandoval[1]
El artículo «El poder de la palabra», publicado por Infobae el 18junio2024[2], presenta en introducción la historia de la Sra. Sara Rus, sobreviviente de Auschwitz. El Sr. Daniel Rafecas, autor del mismo, se refiere entre otros pasajes:
«No voy a recrear aquí su historia de vida, que se encuentra magníficamente plasmada en su libro testimonial, editado por la AMIA, “Sobrevivir dos veces” …» … «Quisiera en cambio, poner de resalto la importancia superlativa que ha tenido Sara a lo largo de las últimas décadas como una sobreviviente dedicada enteramente, día tras día, a dar su testimonio a quien quisiera oírlo:».
En esos actos, indudablemente, la Sra. Rus por su testimonio vivencial durante la IIGM encarna el poder de la palabra transmitiendo verdad, aplicando la virtud del dialogo[3] y alejada de una inoperante retórica[4], de manera natural palabra y verdad están intrínsecamente relacionadas. La Sra. Rus representa la sacralización porque es la autoridad de la palabra que se expresa oralmente. Recordando que, la palabra es un acto sincero, comprometido, autentico, por el cual ejercemos el lenguaje, nos manifestamos y comunicamos el pensamiento.
Luego, el autor del artículo destruye ese concepto noble, porque distorsiona los principios del Poder de la Palabra representados por la Sra. Rus, asociando otros elementos que hacen a la política nacional de los años 70 los cuales se alejan de la transmisión de verdad que describe la primera parte de la publicación. El Sr. Rafecas, entra en su artículo por la puerta de la verdad y luego la transforma voluntariamente en una publicación de retórica holística, intenta demostrar una correlación de situaciones, que no son representativos de la realidad. Son hechos completamente diferentes desde un aspecto jurídico, histórico y filosófico. Su subjetividad le impide ver el mundo inteligible, racional y objetivo. Trata de forzar una relación imposible entre la política de memoria, la vivencia del Sr. Daniel Lázaro Rus, el rol psicológico y sociológico en su función de magistrado, cuando el objetivo (título del articulo e introducción) es articular, mostrar, el poder de la palabra de la Sra. Rus.
Posteriormente, el artículo se aleja de su presentación original; se puede leer, por ejemplo:
– «En el caso de este acusado, llamado Maximiliano, el arduo trabajo de tratar de atraerlo hacia valores de tolerancia y respeto y alejarlo de los círculos nocivos (skinheads y agrupaciones por el estilo) no estaba funcionando»
– «Sara había logrado lo que parecía imposible. Con su don, único e irrepetible, había conseguido lo que nadie hasta ese momento: llegar al corazón y al alma de aquel muchacho y quebrar su armadura (alimentada por discursos de odio y resentimiento) para propiciar un principio de cambio en su vida»
– «Mi aprendizaje a partir de esta historia es que nunca debemos dejar de valorar el poder del testimonio de vida, de aquellas personas que atravesaron experiencias como las que vivió Sara, como un aspecto central de las políticas de memoria».
¿Porque esos valores (tolerancia, respeto…), el Sr. Rafecas no los requiere, con los que falsamente acusan, testimonian, injurian, calumnian a los arbitrariamente acusado de lesa humanidad?,
¿Porque no toma como ejemplo esa acción humanitaria de quebrar la armadura del odio, del resentimiento y la aplica a los acusadores en los llamados juicios de lesa humanidad?,
O, para el Sr. Rafecas existen tipologías positivas y negativas de odio, tolerancia, respeto, resentimiento, según quien es el destinario de esos sentimientos.
El Sr. Rafecas, intenta confundir al hacer una analogía discursiva velada de hechos que nunca existieron, en Argentina en los 70, no hubo genocidio para hacer creer (por falta de precisión o por el silencio), que alguien que sobrevivió a esos crimines horrendos durante la II GM, vivió esa situación en dos ocasiones. Por otra parte, agregó la foto del Sr. Daniel Lazaro Rus buscando el impacto en el universo de lo sensible (justo y comprensible en sus familias), pero esa imagen esta fuera de contexto si nos referimos al poder de la palabra de la Sra. Rus, salvo a justificar esa presentación que no se observa en el artículo. Asimismo, se refiere a los métodos otros que jurídicos que pone en práctica ejerciendo como juez federal y finalmente hace alusión a la política de memoria que es un aspecto de la política pública del gobierno y no a la transmisión de la memoria de testigos directos que vivieron el genocidio.
El Sr. Rafecas es un juez federal, se presenta como académico y expertos en temas de genocidio, fue candidato por los K al cargo de Procurador General de la Nación, lleva numerosas causa de los arbitrarios juicios lesa humanidad, ejerce la docencia universitaria ; tiene dos facetas : como autor de artículos y publicaciones se presente como la persona más humanitaria, tolerante y defensora de la verdad que nadie podría oponerse a su posición si no fuese que ese rol es superficial, alejada de la verdad, es decir miente. La otra faceta, es la juez federal: en esa función deja de lado la verdad, la tolerancia, el humanismo y se pone el traje de representante de la violación de los derechos humanos únicamente en los juicios llamados de lesa humanidad. Aquí también se aleja de la verdad, es decir miente en las dos funciones socio profesionales.
Montaigne recuerda en sus escritos el horror que tiene a toda palabra que esconde la verdad porque la mentira es un impedimento a la cohesión social. Pero en todo caso afirma que, la verdad es una, es única, la mentira es infinita[5]. El Sr. Rafecas por sus diversas experiencias profesionales conoce la importancia de la precisión y clarificación en esas expresiones sensibles. No pudo ignorar esos detalles en una publicación sobre estos temas. Confundió, voluntariamente o no, la filosofía del poder de la palabra con manipular la opinión o la maskirovka[6]. Habla de política de memoria y no se interesa o propone, como en caso de Maximiliano, la reconciliación, el rencuentro bajo principios humanitarios que son etapas superadoras al distanciamiento, diferencias, odios, rencores, en los juicios que están bajo su responsabilidad. Desafortunadamente, el Poder de la Palabra se transformó en pura retórica o en falsa palabra como instrumento para descriptar la propaganda[7]. Yo elegí la verdad, el Sr. Rafecas prefiere esconderla.
Prof. Mario Sandoval
Presidente Casppa-France.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 25, 2024